Hola!

Registrándote como bakuno podrás publicar, compartir y comunicarte en privado con otros bakuos :D

Regístrame ya!

Sabia parábola acerca de la seguridad en sí mismo

boycamp

Bovino Milenario
Desde
3 Ago 2009
Mensajes
1.044
Un día un sabio maestro recibió la visita de un joven que se dirigió a él para pedirle consejo:

— Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo:

— Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... y haciendo una pausa agregó: — si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
— E... encantado, maestro— titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien— asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:

— Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés.

Pero les bastaba el escuchar el precio del anillo; cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste, subió a su caballo y volvió a donde el maestro se encontraba:

— Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
— Qué importante lo que has dicho, joven amigo —contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

— Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
— ¡58 MONEDAS! — exclamó el joven.
— Sí, -replicó el joyero— yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
— Siéntate —dijo el maestro después de escucharlo— Tú eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
 
Buena parábola.
Un día un sabio maestro recibió la visita de un joven que se dirigió a él para pedirle consejo:

— Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerzas para hacer nada. Me dicen que no sirvo, que no hago nada bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro sin mirarlo, le dijo:

— Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio problema. Quizás después... y haciendo una pausa agregó: — si quisieras ayudarme tú a mí, yo podría resolver este problema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.
— E... encantado, maestro— titubeó el joven, pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus necesidades postergadas.

—Bien— asintió el maestro. Se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño y al dárselo al muchacho, agregó:

— Toma el caballo que está allá afuera y cabalga hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una moneda de oro. Ve y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas. El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes, quienes lo miraban con algún interés.

Pero les bastaba el escuchar el precio del anillo; cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y solo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. Alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro y rechazó la oferta.

¡Cuánto hubiera deseado el joven tener esa moneda de oro! Podría entonces habérsela entregado él mismo al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda. Triste, subió a su caballo y volvió a donde el maestro se encontraba:

— Maestro -dijo- lo siento, no se puede conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera obtener dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie respecto del verdadero valor del anillo.
— Qué importante lo que has dicho, joven amigo —contestó sonriente el maestro—. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuanto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo. El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil con su lupa, lo pesó y luego le dijo:

— Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya, no puedo darle más que 58 monedas de oro por su anillo.
— ¡58 MONEDAS! — exclamó el joven.
— Sí, -replicó el joyero— yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70 monedas, pero no sé... si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a la casa del maestro a contarle lo sucedido.
— Siéntate —dijo el maestro después de escucharlo— Tú eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?[/Q
 
excelente, pasamos la vida tratando de agradar a los demas y muchas veces menospreciamos lo que verdaderamente somos. Ojala muchos Bakunitos entiendan el verdadero mensaje.
 
Neeeel, quien no conoce su propio valor no merece vivir. Así de sencillo.

La parábola es un claro ejemplo, si el muchacho sirviera para algo, desde el principio hubiera ido con el joyero para conocer el valor.
Por eso el no servía ni servirá para nada.

Saludos
 
Neeeel, quien no conoce su propio valor no merece vivir. Así de sencillo.

La parábola es un claro ejemplo, si el muchacho sirviera para algo, desde el principio hubiera ido con el joyero para conocer el valor.
Por eso el no servía ni servirá para nada.

Saludos
Muchas personas crecen sin saber lo que valen y por eso la lección mi querido Porfirio, estoy de acuerdo contigo en que debemos saber cuanto valemos pero siempre habrá mas de alguno que necesita encontrarse salu2.
 
Muchas personas crecen sin saber lo que valen y por eso la lección mi querido Porfirio, estoy de acuerdo contigo en que debemos saber cuanto valemos pero siempre habrá mas de alguno que necesita encontrarse salu2.

22173457.jpg


Dígase... no se la mamen wannabes...


En palabras del conmebol...
22173298.jpg




Aunque esta parábola te deja pensando muchas cosas como...
22173349.jpg

22173379.jpg




Yo diría... que lo que nos enseñó esta parábola fue.....
22173399.jpg

22173420.jpg


Por favor haganle caso... ni aunque les hablen bonito.. y si ya lo van ha hacer, pidan las monedas por adelantado...
 
22173457.jpg


Dígase... no se la mamen wannabes...


En palabras del conmebol...
22173298.jpg




Aunque esta parábola te deja pensando muchas cosas como...
22173349.jpg

22173379.jpg




Yo diría... que lo que nos enseñó esta parábola fue.....
22173399.jpg

22173420.jpg


Por favor haganle caso... ni aunque les hablen bonito.. y si ya lo van ha hacer, pidan las monedas por adelantado...

jajaa, yo hubiera vendido el anillo y no regresaria con el maestro xD jajajajajaj
 
pero volviendo al tema es una buena parabola se agradece el aporte
 
22173457.jpg


Dígase... no se la mamen wannabes...


En palabras del conmebol...
22173298.jpg




Aunque esta parábola te deja pensando muchas cosas como...
22173349.jpg

22173379.jpg




Yo diría... que lo que nos enseñó esta parábola fue.....
22173399.jpg

22173420.jpg


Por favor haganle caso... ni aunque les hablen bonito.. y si ya lo van ha hacer, pidan las monedas por adelantado...
Pinche Wolverine te mamaste jajajajaja
 
22173399.jpg

22173420.jpg


Por favor haganle caso... ni aunque les hablen bonito.. y si ya lo van ha hacer, pidan las monedas por adelantado...

´JAJAA!!Éso de andar vendiendo el anillo no es de DIOS. hahh11 Y nunca confíes en los padres, si te dicen: "Híncate"sal corriendo y cuentaselo a quien más confianza le tengas!!
 
En un mundo perfecto todos encontraríamos ese "experto" que nos haga sentir valiosos. Pero desde que no estamos ni cerca de vivir en un mundo perfecto, supongo que prefiero quedare con mi lógica: valórate a vos mismo, y defende tu valor ante cualquiera que lo menosprecie. Pero tampoco que se te suban los humos.
 
Volver
Arriba