- Tema Autor
- #1
Este relato lo estuve buscando por largo rato, ya hace tiempo que lo haia subido con una gran aceptacion, este igual que todos los relatos que subo pertenece a otra pagina, sin embargo creo que merece ser conocido aqui en el corral, saludos!!!
MI PRIMA ROSITA
Cuando me puse a recordar lo que ha pasado durante mi vida sexual, no pude evitar recordar la primera experiencia que tuve y que me ocurrió cuando contaba con solo 18 años.
En la familia somos 7 hermanos, tres mujeres y cuatro hombres, y justamente en medio de ellos me encuentro yo, lo cito porque fue una situación que provocó los hechos que quiero relatar. Resulta que mi hermana la mayor en esa época terminaba de estudiar su carrera, la cual cursó en una ciudad del centro del país, como éramos muchos de familia, se tornó casi imposible el que mi padre nos llevara a todos al evento de graduación por lo que decidió que nada más fueran los dos hermanos mayores, mi padre y mi madre.
Para esos casos, cuando nos quedábamos solos en casa, se invitaba a una prima que nos cuidara y se hiciera cargo de la casa en ausencia de mis padres, Rosita, que así se llama, contaba en ese entonces con unos 19 años y en esa ocasión se iba a convertir una vez más junto conmigo en la jefa de la familia durante una semana, mis padres nos habían prometido que al llegar de esas vacaciones nos llevarían a nosotros a la frontera e incluso a pasar a los Estados Unidos de paseo y de compras ya que se acercaban las fiestas de fin de año y navidad.
Por ese entonces se me estaban manifestando las hormonas en forma de calenturas causadas a veces solo de ver unas buenas piernas, imaginar unas nalgas cuando estas se marcaban en pantalones o vestidos entallados, ver fotografías en revistas de chicas que enseñaban su cuerpo aunque no fuera de manera integral, pláticas con los amigos y toda clase de situaciones que a la mayoría de los chicos de esa edad les pasan, y digo calenturas porque eso eran, unas calenturas dolorosas que no había forma de bajar de inmediato y la rigidez de mi joven verga que se ponía muy frecuentemente como roca me duraba bastante tiempo.
Aunque parezca mentira a esa edad no practicaba la masturbación por la rigidez como éramos educados y la mera verdad no sabia como, de haberlo sabido seguro que lo hubiera hecho, me valdría madre la educación con tal de desfogar con placer las calenturas.
Mi prima Rosita era una muchacha de buen cuerpo, sin llegar a ser una modelo, pero tenia unas buenas piernas que frecuentemente ya con la confianza que da el sentirse en casa dejaba al descubierto las piernas ya fuera al sentarse y cruzarlas o al estar recostada viendo la televisión o cuando se ponía esos shorts cortos, yo al verla en cualquiera de esas ocasiones reaccionaba al instante y se me comenzaba a parar; tenía también unos pechos muy bonitos, no chicos ni grandes, justo a la medida para mantenerlos erguidos y apetecibles, ya dije antes que se me subía la calentura al imaginarme las nalgas de las mujeres, pues con Rosita no era la excepción, tenia un culo redondo bien macizo que se le marcaba perfectamente bajo su ropa.
Cuando mi padre nos comunicó que de nuevo vendría ella para hacerse cargo de la casa mi corazón dio un vuelco y mi mente joven comenzó a pensar que ojalá esta vez tuviera más tiempo de verle las piernas y volver a imaginarme sus nalgas y chichis, tendría una larga semana por delante para lograrlo, aunque nos encontrábamos en época de invierno y seguramente no andaría con ropa muy ligera que digamos, estaba casi seguro que tendría alguna oportunidad de verle algo ya que la casa contaba con un sistema de calefacción bastante aceptable.
Llegué incluso a fabricar fantasías de seducción pero cuando mi mente consciente veía las consecuencias y si en un momento dado se enteraban mis padres de esas seducciones, entonces me entraba un pánico y dejaba de fantasear, sin dejar de mencionar que al hacerlas se me comenzaba a parar el pito y corría el riesgo que me descubrieran y me fueran a regañar.
Finalmente llegó el día que apareció Rosita, llegó un día antes de la partida de mis padres y hermanos para recibir las consabidas instrucciones del manejo de la casa y las miles de recomendaciones para con nosotros y de nosotros para con ella por parte de mi madre, venia
vestida muy conservadoramente con un vestido que le llegaba a la rodilla o más abajo y un suéter amplio, seguramente para que mis padres se fueran con más confianza, porque en otras ocasiones que se había quedado se vestía con minifaldas, shorts o con pantalones más que entallados.
A la mañana siguiente muy temprano partieron hacia el centro del país mis papás y mis hermanos, nosotros nos quedamos como es lógico muy tristes, y se sentía una soledad tremenda en la casa con la ausencia de la algarabía de cuatro de sus miembros, para que se hiciera menos pesado el día, Rosita nos organizó para dar una arreglada a la casa y todos cooperamos en la medida de nuestras posibilidades para hacer las labores, Rosita se cambió de ropa y se puso unos pantalones entallados con los cuales se le marcaban estupendamente las nalgas, yo no dejaba de mirarla sobre todo cuando se agachaba a sacudir o a levantar algo, claro sin que ella se diera cuenta, el caso es que todo el día me agasajé de lo lindo imaginando como serian esas piernas y ese culo al natural.
Cuando terminamos las labores nos metimos a bañar uno por uno, y cuando me tocó a mi me tuve que bañar con agua fría pues con el mínimo roce de mis manos se me paraba la verga de inmediato, tuve que prolongar el baño esperando que el agua fría hiciera lo suyo para poder salir del baño sin que se me notara el bulto por delante de mis pantalones.
Cuando salí del baño, ya estaban mis hermanos y Rosita comiendo, me incorporé a la mesa y distraje mi pensamiento platicando de cosas sin importancia, eso me tranquilizó y volví a la normalidad.
La tarde pasó rápidamente pues era normal que viéramos la televisión gran parte de ella, cuando comenzó la programación nocturna que a nadie de nosotros interesaba nos sentamos en la alfombra a escuchar los cuentos de Rosita que era muy buena para eso, nosotros escuchábamos con atención los cuentos que por lo general tenían un tinte de misterio con una moraleja final y eso nos encantaba; conforme se hacia de noche, mis hermanos fueron cayendo rendidos y pronto nada más quedábamos Rosita y yo despiertos.
- Vamos a llevar a los niños a sus camas, me dijo, yo llevo a Laura que es la más pesada, tú ayúdame con los otros dos.
- Ok, le dije obedientemente y cargué uno por uno de ellos a la recámara.
Cuando estuvieron bien arropados me encaminé a la recámara de mis padres, pues había decidido que ahí dormiría en su ausencia; yo siempre he dormido solo con unos shorts amplios, sea verano o invierno ya que tengo muy buen calor corporal y el dormir con pijama me ha dado calor siempre, así que me desvestí, me puse mis shorts encima del calzón y me metí bajo las cobijas dispuesto a dormir.
Como a los diez minutos la casa se encontraba en silencio total con las luces del pasillo bajas por lo que se podían ver las recamaras en penumbra, entonces escuche que me decía Rosita.
-Mundo, ¿ya te dormiste? -Aun no, contesté, ¿qué se te ofrece?.
-Es que me esta dando mucho frío y quiero dormir contigo, ¿se puede? -Claro, le contesté, vente, hay bastante espacio, y seguí acostado dándole la espalda, pobre, pensé, el cuarto de las visitas está bien frío.
Entonces mi prima se metió bajo las cobijas, venía vestida con un camisón amplio y largo de franela pero aún así se le notaba el calzón, donde si no pude apreciar nada de ropa interior fue en sus pechos, es más, se le notaban los pezones claramente y pensé que sería a causa del frío, traté de no pensar en nada para que no se me fuera a parar el pito y que ella se diera cuenta y les contara a mis padres, me cae que así estaba de pendejo en ese tiempo. Así que sentí como se acomodaba a mis espaldas y enseguida me preguntó.
-¿Puedo abrazarte?
-Ah cabrón, bueno, si ella lo pide no creo que vaya con el chisme con nadie.
-Claro, con confianza, le respondí; De inmediato se acopló pegándose totalmente a mi espalda, tenia razón mi prima, sentí las piernas junto a las mías y las traía bien frías.
-Que calentito estás primo, que rico se siente, yo creo que voy a dormir muy a gusto.
Yo me comencé a concentrar en las diferentes partes de mi cuerpo, por ejemplo podía apreciar como sus chichis se pegaban a mi espalda, su montecito en mi trasero, podía sentir tambi
én como respiraba rítmicamente y como sus piernas se iban calentando paulatinamente. De repente sentí que se separo de mí volteándose quedando espalda con espalda y a continuación me dijo.
-Ahora abrázame tú para calentarme la espalda.
¡En la madre!, se va a dar cuenta de que tengo la verga como cuerda de violín, aún así me volteé y pegué mi pecho a su espalda cuidando de no arrimarle el pito para que no fuera a darse cuenta en el estado que estaba.
-Pégate, no seas malo, me dijo pasando un brazo hacia atrás amarrándome por una nalga y haciendo presión para que me pegara a ella.
-Es…. que…., balbucí.
-¡Es que nada!, pégate para sentir tu calor.
Cuando me pegué a ella inevitablemente tuvo que sentir mi pito en sus nalgas.
-¡Ah!, ¿era por eso?, a poco por eso no te querías pegar.
-Perdóname, no lo pude evitar, le dije.
-No hay problema, que bueno que te pongo así, eso demuestra que te gusto, ¿no? -Bueno, es que así me pasa a veces pero no le vayas a decir a nadie, ¿de acuerdo? -A nadie, me aseguró pero acomódate me dijo, metiendo su mano entre los dos tomando la pija por encima de la ropa enderezándola para que esta se acomodara a lo largo de su raja, abrázame pues.
Yo sentí una sensación deliciosa, mi verga acurrucada entre sus cachetes, pase mi mano a su cintura y así me quede.
-¿Sientes rico?, me preguntó mientras movía su trasero rozándome la verga.
-¡Si!, le dije, se siente muy rico.
-Yo también siento como tú de rico, es más, me dijo, mira como tengo ya los pechos, me tomó la mano que tenia en su cintura y se la llevó hacia ellos.
¡Madre santa!, Que sensación, se sentía un pecho de una textura muy bonita, no muy duro, no muy blando, algo nunca experimentado, me quede quieto como en otro mudo temiendo que si le apretaba fuera a lastimarla.
-Apriétamelos, dales un poco de masaje, de vez en cuando puedes pellizcarme los pezones, por favor, no tengas miedo no me pasa nada.
Así lo hice y ella comenzó como a sollozar y a seguir meneándose contra mi bulto, yo me asusté por el sollozo y le pedí una disculpa.
-¡No primo!, ¡Sigue!, si me oyes gemir es de gusto, tú sigue.
Ya más tranquilo comencé a alternar la caricia de un pecho a otro mientras sentía un cosquilleo entre mis piernas, un cosquilleo nunca antes sentido, también me pareció que ya para entonces ella se restregaba entre sus piernas por encima del camisón, quise averiguar que es lo que hacia y me acerque a su hombro para ver si distinguía algo, al hacerlo mis labios rozaron su cuello y le respire muy cerca de su nuca.
-¡Asiiiii!, bésame el cuello y lámeme detrás de la oreja.
¡Puta madre!, no lo podía creer, ahora si me vale madre, pensé, si se sabe y me castigan creo que valió la pena me la estoy pasando de maravilla. Me pareció que mi prima se estremecía como si le hubiera dado un escalofrío y se rompió el hechizo, se separó de mi y me pidió que me volteara de nuevo, así lo hice y sentí que mi verga se había quedado desconsolada fuera de aquel rinconcito caliente en el que estaba, además ya no sentía a mi prima abrazarme y me puse a pensar que lindo había sido, aunque me hubiera gustado quedarme dormido con el pito entre esas nalgas, me comencé a resignar cuando de pronto sentí que me volvía a abrazar desde atrás pero, ¡Ah cabrón!, era diferente que hacía un rato, ahora sentí a Rosita toda desnuda, ¡Se había quitado el camisón!.
Me pasó el brazo por encima de la cintura y comenzó a juguetear con un dedo en mi ombligo lo cual me trasmitía piquetes de cosquillas a mi culo, me armé de valor y pasé un brazo hacia atrás y le puse una mano en la nalga, ¡Y ni pío dijo! y seguí acariciando el lugar de tantos y tantos sueños, así estaba cuando sentí que la mano de Rosita se metía por encima del elástico de mis shorts hasta agarrar mi verga, me quedé paralizado por la sorpresa pero ésta paso pronto y seguí con la nalga a dale y dale…
Rosita tomando la verga por la parte media comenzó a moverla lentamente de arriba abajo descubriendo mi cabeza y volviéndola a cubrir con el pellejo, el movimiento no cesaba y comencé a sentir que mi verga crecía entre la mano de ella y que una sensación nunc
a antes sentida me invadía, así estábamos cuando de pronto sentí que me meaba pero no, no eran meados, se sentía diferente, deliciosamente diferente, además lo que yo creía que eran meados salían de forma diferente como si fueran chisguetes de una pistola de agua, y a cada uno de ellos se sentía la misma sensación de placer indescriptible e inconscientemente lance un ¡Ohaaaaa! Rosita me apretó entonces la verga como cuando ordeñan a una vaca y paró el masaje diciéndome:
- Ya tienes una buena verga primito, ¡que bárbaro!.
Cuando dejé de ver estrellitas me quedé quieto y avergonzado, sentía mojado el calzón pero ya no sentía la calentura dolorosa desde hace un rato sino una sensación de quietud muy rara y placentera, Rosita sacó la mano, se limpió en mis shorts y me dijo:
- ¿Te gustó la puñeta que te hice? – ¿La que? pregunté yo.
- La puñeta, la paja, la jalada, la masturbación como quieras llamarle.
- Es que yo nunca había sentido algo así, le confesé, pero claro que me gustó.
- ¿¡Como!? ¿Nunca te la habías jalado? – No, te lo juro.
- Vamos pues, con que este fue el primer orgasmo y yo te lo provoqué.
- ¿Mi primer que? – Olvídalo, después te explico, ¿Descansaste tu calentura? – Si, se me calmó.
- Bueno, pues ahora quiero que tú me ayudes a mi, ¿vale? – No se como, y me volteé para verle la cara un poco avergonzado.
- No te preocupes yo te enseño. Préstame tu mano, y se la llevó dentro de sus calzones, casi me quise morir de sentir su burrito lleno de pelos y algo mojado.
- ¿Tú también te mojaste? – Desde el principio, así pasa con las mujeres, explicó, mientras a ustedes se les pone dura y lista para meterse, a nosotras se nos pone mojado para que se pueda meter, ¿comprendes? – Si, le dije yo, sin quitar la vista de sus magnificas chichis que también veía por primera vez al natural.
- Bueno, se trata de que con tu dedo me des masaje así y metiendo su mano me indicó como, acaricia a lo largo de la raja, presiona de vez en cuando en el limite con el culo, asiiii, hazlo con ritmo, cuando yo te diga, has presión aquí mira, cuando lo hagas hazlo lo más rápido que puedas, mientras chúpame las tetas sin morder, solo un poco.
Seguí sus instrucciones al pie de la letra y no sabia si verle la cara de felicidad que ponía o mamarle las maravillosas tetas, opté por lo segundo y ella me decía cosas que normalmente no decía, que rico chiquito, mete un poco el dedo asiiiii, presiona más en el pezón, pasa el dedo hasta el culo, dale, dale, y cuando una de las veces pasé el dedo por el clítoris me indicó, dale duro por favor, entonces comencé a mover el dedo como si estuviera requinteando una guitarra, emitió un ronco ¡aaahhh! Se puso tensa y sentí que me mojaba la mano con un liquido resbaloso, se estremecía cada vez que le acariciaba la raja diciendo, Ahhh, aaahhh, yo fui bajando el ritmo hasta que sentí que su cuerpo se aflojó y se quedó respirando agitadamente como si acabara de correr, sacó mi mano y me dio un beso en la boca, se acostó boca arriba con una sonrisa, yo no entendía ni madre pero se estaba sintiendo todo esto bien rico.
- Gracias, que rico, me dijo.
Nos quedamos los dos acostados uno al lado del otro dejando que nuestros cuerpos fueran desvaneciendo todas las sensaciones vividas.
- ¿Cómo te sientes? Me preguntó rompiendo el silencio.
- A toda madre, respondí, pero cuando te acariciaba se me volvió a parar y ahora la tengo de nuevo bien dura.
- Ahora solucionamos eso, dijo, y se levantó a cerrar la puerta con llave y prendió la luz.
Cuando la pude ver en la luz me quedé mudo, ahí la tenia frente a mi en todo su esplendor con solo su calzón un poco mal acomodado tapando su burrito, por lo demás no me lo podía creer, ¡Como yo me la había imaginado, que buena estaba!
- ¿Te gusto primo? Me preguntó divertida.
- ¿Que si me gustas? ¡Estas más buena que el pan, Rosy! – Vamos a ver, ¿qué es lo que más te gusta de mi? – ¡Todo, todo! Le dije.
- No, algo te tiene que gustar más, a ver, dímelo.
- Bueno, yo siempre me había fijado mucho en tus nalgas y en tus chichis, me llaman mucho la atención.
- Lo que pasa es que no has visto otras cosas, ahora vas a ver, pero primero te voy a enseñar
lo que te gusta.
Y a continuación se quitó los calzones dándome la espalda.
- Aquí tienes mis nalgas para que las admires, las chichis ya hasta me las mamaste.
Me quedé mirando como pendejo ese par de redondeces que siempre me habían parecido divinas.
- No te han de gustar tanto porque ni siquiera las acaricias un poco, me dijo volteando la cabeza hacia atrás sonriéndome.
- ¿Puedo? – ¡Claro! Aprovecha; me arrimé a la orilla de la cama y comencé a pasarle las manos en toda la extensión de ese precioso nalgatorio.
- No creo que tengas cosas más lindas que esto, le dije apretando las nalgas con las dos manos, ¿Tendrás? – Depende, dijo, hay hombres que les gusta más esto, y empinándose me mostró su fruncido culo enmarcado por sus magnificas nalgas que por su posición tomaron otra magnitud y redondez.
Yo me quedé con los ojos cuadrados ante el espectáculo que tenia a escasos 60 centímetros.
- ¿También ahí puedo tocar? – ¡Claro! Adelante
Entonces comencé a pasar mi dedo por el fruncido ojete del culo y a lo largo de la raja que separa sus nalgas, se la voy a soltar a ver si pega, decidí.
-Que preciosidad de culo, le dije, hasta dan ganas de lamerlo.
-¿De verdad?, siempre he querido que alguien lo haga, ¿me vas a hacer el favor? -Si tú quieres, le dije.
-No sabes como lo deseo, pero déjame acomodarme arriba de la cama porque me estoy cansando.
Casi me arrepiento de la petición, eso de que nadie lo había hecho y de que le gustaría mucho me dejó con la duda pero ni modo ya lo había hecho y era cuestión de aguantar, aunque al vérselo de nuevo se disiparon mis dudas, se subió a la cama poniendo las rodillas en el borde y se puso en cuatro mostrándome de nuevo todo su trasero, me situé detrás de ella y por principio le pase la lengua a lo largo de toda la raja deteniéndome solo un momento en el culito haciéndole un poco de presión con la punta de la lengua.
Dale alrededor, chiquito, me pidió.
Yo obedecí mientras mis manos vagaban por todas sus nalgas, así estuvimos un buen rato, a veces la presión de la lengua sobre el ojete y la saliva que le quedaba ahí hacia que se metiera la punta un poco, yo creo que uno o dos centímetros, podía sentir como su anillo me la aprisionaba, enseguida ella fruncía el culo y me la expulsaba y de nuevo al ataque, hasta que sentí que fruncía mucho el culo aunque no le metiera nada entonces se volvió a mojar, ahora si lo vi, cuando terminó de inundársele la panocha se tiró hacia delante suspirando, la suerte estaba echada para toda mi vida, a partir de ahí me gusta mucho mamar el culo.
-¿Te gusto, Rosy? Le pregunté acariciándole sus nalgas.
-¡Mucho!, nunca pensé que me iba a venir de esa manera, ¿sabes que?, te has ganado un premio, quítate los calzones y ya verás.
Me despojé del shorts y el calzón al mismo tiempo y me quede con la verga dolorosamente hinchada frente a ella.
-Que preciosidad de verga tienes, chiquito, acuéstate boca arriba.
Así lo hice y quedé con el pito apuntando al techo palpitando de excitación con las venas marcadas y la cabeza brillos de un color casi morado.
-Aflójate y déjate llevar, ¿ok?.
-Ok, respondí.
Entonces comenzó a lamerla a lo largo como si fuera una paleta que se estuviera derritiendo, se metió la cabeza en la boca cerrando sus labios en la base de la corona, sentí que me moría de la sensación pues la boca se sentía realmente caliente y aterciopelada, estaba sorprendido de que aquello se sintiera tan bien pero mi sorpresa fue mayor cuando literalmente se tragó un buen pedazo para luego retirarse haciendo succión y de nuevo fue a tragarse el pedazo.
Yo no sabia de donde amarrarme las metidas y sacadas de aquel estupendo estuche se hicieron más rápidas hasta que sentí otra vez aquel cosquilleo entre la base de mis huevos y el culo y sin darme tiempo para avisarle sentí que algo subía por el tronco hasta salir en forma de chisguetes que fueron a parar a la boca de mi prima y otra vez la sensación de alivio, Rosita mientras tanto tragaba y tragaba todo lo que me salía, cuando terminé de tirar chisguetes se retiró con una sonrisa pintada en su rostro encendido.
-¿Qué tal la mamada? -¡Divina! Dije extasiado, ¿qué cosa puede haber en este mundo que sea más agradable? -Hay
muchas cosas, pero primero te voy a enseñar a mamar a una mujer.
-¿A mamar?, pero si tu no tienes pito.
-Pero también se puede, claro, si es que tú lo quieres.
-¿Vas a sentir igual que cuando te lamí el culo? -¡Mejor!, cada vez va a ser mejor, te voy a explicar para que me mames como si siempre lo hubieras hecho.
Se acostó boca arriba, abrió las piernas y las flexiono apoyando las plantas de los pies en la cama, en esa posición tenia ante mi algo nunca visto y mil veces platicado por los amigos, los labios carnosos llenos de pelitos rizados con la abertura en medio de un color rosado un poco húmedo, me embrujaba ver como aquellos labios se cerraban hacia abajo y después de un pequeño brinco se asomaba tímidamente el culo, en la parte de arriba una gran mata de pelos y bajo estos, justo en donde principiaba la división un poco hacia abajo un pequeño piquito en forma de verga pero en chiquito, todo en conjunto hacían una vista maravillosa, me quede un rato observándola, el primer burrito en vivo y en directo que veía en mi vida, debí de tener una cara de bobo porque Rosita me dijo divertida.
-¿Verdad que tengo cosas más bonitas? -¡Preciosas!, dije sin quitar la vista de aquella zona.
-Bueno, ahora si va la lección, ya tendrás más oportunidades de vérmelo por más tiempo si así lo quieres.
¡Vaya promesa!, no me lo creía.
-Además no será la única panocha que veas, agregó, así que tienes que aprender como funciona esto y aquí esta tu primita para mostrártelo, ¿preparado? -Más que preparado, le dije dispuesto a seguir al pie de la letra sus indicaciones.
Entonces comenzó la lección.
-Aquí tienes la parte externa de una vulva, le decimos panocha, burro, chocho, concha, en fin cada quien le dice como quiere, se llaman labios, si los lames y presionas con tus labios como si los fueras a morder se siente realmente bien, cuando mames a una mujer no te entretengas mucho en un solo lugar pues puede llegar a molestar, a excepción del clítoris, si los labios los abres ya sea con la lengua o con los dedos verás la entrada de la vagina, por ahí puedes meter la lengua todo lo que quieras y agitarla en el interior todo lo que puedas después alterna los movimientos e inicia un mete y saca como si te la estuvieras cogiendo con la lengua, barre toda la concha con la lengua extendida de arriba abajo y cuando topes con la frontera entre la vagina y el culo, que se llama pirineo, presiona un poco con la lengua y menéala hacia los lados.
-Cuando sientas que la mujer esta realmente caliente y gime pidiendo más, vete al clítoris que es este, aprisiónalo entre tus labios y succiónalo, a continuación expúlsalo y repite varias veces la acción, eso nos hará que casi brinquemos de gusto, a continuación con la punta de la lengua muy afilada rodea la base presionando, finalmente vuelve a chupar el clítoris y aporréalo con tu lengua hasta que se venga, cuando esto suceda, pásale la lengua extendida a todo lo largo de la raja hasta que poco a poco se vaya calmando, ¿entendiste?
-Vamos a ver.
-Otra cosa, puedes utilizar de vez en cuando los dedos y meterselos en la vagina, si lo haces por el culo y la mujer se incomoda no insistas ni preguntes nada solo no lo hagas porque la sacas de concentración, ¿ok?
Por toda respuesta le pasé mi lengua extendida a lo largo de su vagina arrancándole un pequeño suspiro, agarró mi cabeza y comenzó a acariciarme el pelo, yo comencé a seguir al pie de la letra sus instrucciones y ella a gozar como una loca, me decía de vez en cuando, Asssiiiii, ssiiigueee, que gusto me das, me pidió que le metiera un dedo y así lo hice, se lo metí poco a poco hasta el nudillo sin dejar de mamarle aquel tarrito de pelos, de vez en cuando me dejaba que le metiera un poco el dedo en el culo, también mientras mamaba le pasaba las manos por las caderas y por las nalgas todo lo que me permitía la posición, todo esto le provocaba un gran placer y la hacia decir, que gusto sentía, que buena mamada le estaba dando y todo esto me enorgullecía, además de que me proporcionaba mucho placer, en una ocasión en que le estaba haciendo presión en el limite con el culo decidí bajar hasta el y darle una buena dosis de lengüetazos.
Fue la locura, apretaba sus piernas sobre mi cabeza y levantaba su cuerpo sobre sus talones, cuando me decidí a atacar su clítoris fue el acabose, dale, dale daleeeee, me decía, hasta
que me venga papito, síguele dando, se me ocurrió entonces meterle de nuevo el dedo en el culo pero solo momentáneamente ya que mi intención era otra, una vez mojado éste se lo comencé a meter en el culo y como respuesta nada más oí, aaaahhhh que bien, entonces lo metí más adentro, ahí la tenia yo con dos dedos metidos, uno en el culo y otro en su concha mientras mi lengua le daba lengüetazos sin parar en el clítoris, no tardó mucho en soltar un prolongado aaaaaahhhhhhhh, y se vació toda en mi mano y boca, le saqué los dedos y le barrí con la lengua extendida toda la concha saboreando sus jugos y arrancándole estremecimientos de placer hasta que se relajó.
Me incorporé y me le quedé viendo como gozaba con tremenda venida, cerraba con fuerza las piernas y movía de un lado a otro la cabeza con una sonrisa bobalicona en la cara, se quedó finalmente laxa y me acosté a su lado boca abajo sintiendo la presión de mi verga parada a tope al colchón.
Después de un rato me dijo.
- Que buena mamada me acabas de dar, esto merece que lo repitamos algunas veces mientras tengamos oportunidad, ¿te parece? Pero ahora vamos a bañarnos vamos que ya es muy tarde y hay que dormir.
Nos encaminamos al baño de la recámara y prendimos la regadera para darnos una buena ducha.
- Oye Rosy, le comenté, cada vez que siento rico y te hago sentir a ti también se me pone de nuevo la verga bien dura, ¿hasta cuando se me va a calmar? por que este es el cuento de nunca acabar, mira nada más como la tengo, y me la sacudí de arriba abajo mostrándosela en todo su esplendor.
- Es que aún eres joven, me dijo, y tienes mucha fuerza por eso te puedes venir varias veces, pero lo vamos a solucionar, te voy a enseñar como te puedes aliviar tú solo, esto no lo hagas muy seguido pues puede convertirse en un vicio y puede llegar el día que no te satisfaga ninguna mujer más que tu mano, esto se hace cuando ya no hay remedio y quieres terminar solo, ¿lo prometes?
-Prometido -Bien, vamos a ver, y se situó detrás de mí pasando hacia delante su mano y tomando la mía la guió hacia la verga que tenia bien parada. Agárrala así sin mucha presión ni muy floja, tú debes de saber hasta cuando se siente incomodo el apretón, ahora desliza tu prepucio o pellejo hacia atrás y hacia delante con ritmo, el ritmo lo vas a incrementar conforme vayas sintiendo más y más rico, ¿comprendes? – Si, Uhaaa, comencé a sentir realmente rico.
- Sigue así mientras me admiras en esta ocasión, verás que pronto te vienes.
No fueron necesarias muchas sacudidas ya que la calentura era mucha y si a eso le agregamos que veía a Rosita sentada en cuclillas mostrando su burrito abierto y su cara bien pendiente de mi cabecita brillosa, terminé por volver a soltar unos chisguetes que salieron a presión y fueron a caer en la cara de mi prima.
Uuuuhhhhooooaaa, me salió un rugido al sentir la sensación de vaciarme y el cosquilleo delicioso que se siente en una venida, a continuación como por arte de magia mi verga se comenzó a ablandar proporcionándome un descanso muy agradable.
- Vamos a salirnos ya, mañana continuamos con las lecciones, por lo pronto no te la vayas a jalar en la noche ni mañana durante el día, necesito esos chisguetes para las otras lecciones, ¿me lo prometes? – Prometido, le contesté y me comencé a secar para irme a dormir.
Esa noche me dormí como un niño, no era cansancio era una sensación de relax que me gustó mucho. Ella se fue a dormir al cuarto de visitas para que en la mañana no sospecharan nada mis hermanos, según me dijo, y así me pasé mi primera noche de sexo que está por demás decirles que nunca olvidaré, ni esa ni las de toda la semana que siguió a esta y que Rosita estuvo con nosotros.
MI PRIMA ROSITA
Cuando me puse a recordar lo que ha pasado durante mi vida sexual, no pude evitar recordar la primera experiencia que tuve y que me ocurrió cuando contaba con solo 18 años.
En la familia somos 7 hermanos, tres mujeres y cuatro hombres, y justamente en medio de ellos me encuentro yo, lo cito porque fue una situación que provocó los hechos que quiero relatar. Resulta que mi hermana la mayor en esa época terminaba de estudiar su carrera, la cual cursó en una ciudad del centro del país, como éramos muchos de familia, se tornó casi imposible el que mi padre nos llevara a todos al evento de graduación por lo que decidió que nada más fueran los dos hermanos mayores, mi padre y mi madre.
Para esos casos, cuando nos quedábamos solos en casa, se invitaba a una prima que nos cuidara y se hiciera cargo de la casa en ausencia de mis padres, Rosita, que así se llama, contaba en ese entonces con unos 19 años y en esa ocasión se iba a convertir una vez más junto conmigo en la jefa de la familia durante una semana, mis padres nos habían prometido que al llegar de esas vacaciones nos llevarían a nosotros a la frontera e incluso a pasar a los Estados Unidos de paseo y de compras ya que se acercaban las fiestas de fin de año y navidad.
Por ese entonces se me estaban manifestando las hormonas en forma de calenturas causadas a veces solo de ver unas buenas piernas, imaginar unas nalgas cuando estas se marcaban en pantalones o vestidos entallados, ver fotografías en revistas de chicas que enseñaban su cuerpo aunque no fuera de manera integral, pláticas con los amigos y toda clase de situaciones que a la mayoría de los chicos de esa edad les pasan, y digo calenturas porque eso eran, unas calenturas dolorosas que no había forma de bajar de inmediato y la rigidez de mi joven verga que se ponía muy frecuentemente como roca me duraba bastante tiempo.
Aunque parezca mentira a esa edad no practicaba la masturbación por la rigidez como éramos educados y la mera verdad no sabia como, de haberlo sabido seguro que lo hubiera hecho, me valdría madre la educación con tal de desfogar con placer las calenturas.
Mi prima Rosita era una muchacha de buen cuerpo, sin llegar a ser una modelo, pero tenia unas buenas piernas que frecuentemente ya con la confianza que da el sentirse en casa dejaba al descubierto las piernas ya fuera al sentarse y cruzarlas o al estar recostada viendo la televisión o cuando se ponía esos shorts cortos, yo al verla en cualquiera de esas ocasiones reaccionaba al instante y se me comenzaba a parar; tenía también unos pechos muy bonitos, no chicos ni grandes, justo a la medida para mantenerlos erguidos y apetecibles, ya dije antes que se me subía la calentura al imaginarme las nalgas de las mujeres, pues con Rosita no era la excepción, tenia un culo redondo bien macizo que se le marcaba perfectamente bajo su ropa.
Cuando mi padre nos comunicó que de nuevo vendría ella para hacerse cargo de la casa mi corazón dio un vuelco y mi mente joven comenzó a pensar que ojalá esta vez tuviera más tiempo de verle las piernas y volver a imaginarme sus nalgas y chichis, tendría una larga semana por delante para lograrlo, aunque nos encontrábamos en época de invierno y seguramente no andaría con ropa muy ligera que digamos, estaba casi seguro que tendría alguna oportunidad de verle algo ya que la casa contaba con un sistema de calefacción bastante aceptable.
Llegué incluso a fabricar fantasías de seducción pero cuando mi mente consciente veía las consecuencias y si en un momento dado se enteraban mis padres de esas seducciones, entonces me entraba un pánico y dejaba de fantasear, sin dejar de mencionar que al hacerlas se me comenzaba a parar el pito y corría el riesgo que me descubrieran y me fueran a regañar.
Finalmente llegó el día que apareció Rosita, llegó un día antes de la partida de mis padres y hermanos para recibir las consabidas instrucciones del manejo de la casa y las miles de recomendaciones para con nosotros y de nosotros para con ella por parte de mi madre, venia
vestida muy conservadoramente con un vestido que le llegaba a la rodilla o más abajo y un suéter amplio, seguramente para que mis padres se fueran con más confianza, porque en otras ocasiones que se había quedado se vestía con minifaldas, shorts o con pantalones más que entallados.
A la mañana siguiente muy temprano partieron hacia el centro del país mis papás y mis hermanos, nosotros nos quedamos como es lógico muy tristes, y se sentía una soledad tremenda en la casa con la ausencia de la algarabía de cuatro de sus miembros, para que se hiciera menos pesado el día, Rosita nos organizó para dar una arreglada a la casa y todos cooperamos en la medida de nuestras posibilidades para hacer las labores, Rosita se cambió de ropa y se puso unos pantalones entallados con los cuales se le marcaban estupendamente las nalgas, yo no dejaba de mirarla sobre todo cuando se agachaba a sacudir o a levantar algo, claro sin que ella se diera cuenta, el caso es que todo el día me agasajé de lo lindo imaginando como serian esas piernas y ese culo al natural.
Cuando terminamos las labores nos metimos a bañar uno por uno, y cuando me tocó a mi me tuve que bañar con agua fría pues con el mínimo roce de mis manos se me paraba la verga de inmediato, tuve que prolongar el baño esperando que el agua fría hiciera lo suyo para poder salir del baño sin que se me notara el bulto por delante de mis pantalones.
Cuando salí del baño, ya estaban mis hermanos y Rosita comiendo, me incorporé a la mesa y distraje mi pensamiento platicando de cosas sin importancia, eso me tranquilizó y volví a la normalidad.
La tarde pasó rápidamente pues era normal que viéramos la televisión gran parte de ella, cuando comenzó la programación nocturna que a nadie de nosotros interesaba nos sentamos en la alfombra a escuchar los cuentos de Rosita que era muy buena para eso, nosotros escuchábamos con atención los cuentos que por lo general tenían un tinte de misterio con una moraleja final y eso nos encantaba; conforme se hacia de noche, mis hermanos fueron cayendo rendidos y pronto nada más quedábamos Rosita y yo despiertos.
- Vamos a llevar a los niños a sus camas, me dijo, yo llevo a Laura que es la más pesada, tú ayúdame con los otros dos.
- Ok, le dije obedientemente y cargué uno por uno de ellos a la recámara.
Cuando estuvieron bien arropados me encaminé a la recámara de mis padres, pues había decidido que ahí dormiría en su ausencia; yo siempre he dormido solo con unos shorts amplios, sea verano o invierno ya que tengo muy buen calor corporal y el dormir con pijama me ha dado calor siempre, así que me desvestí, me puse mis shorts encima del calzón y me metí bajo las cobijas dispuesto a dormir.
Como a los diez minutos la casa se encontraba en silencio total con las luces del pasillo bajas por lo que se podían ver las recamaras en penumbra, entonces escuche que me decía Rosita.
-Mundo, ¿ya te dormiste? -Aun no, contesté, ¿qué se te ofrece?.
-Es que me esta dando mucho frío y quiero dormir contigo, ¿se puede? -Claro, le contesté, vente, hay bastante espacio, y seguí acostado dándole la espalda, pobre, pensé, el cuarto de las visitas está bien frío.
Entonces mi prima se metió bajo las cobijas, venía vestida con un camisón amplio y largo de franela pero aún así se le notaba el calzón, donde si no pude apreciar nada de ropa interior fue en sus pechos, es más, se le notaban los pezones claramente y pensé que sería a causa del frío, traté de no pensar en nada para que no se me fuera a parar el pito y que ella se diera cuenta y les contara a mis padres, me cae que así estaba de pendejo en ese tiempo. Así que sentí como se acomodaba a mis espaldas y enseguida me preguntó.
-¿Puedo abrazarte?
-Ah cabrón, bueno, si ella lo pide no creo que vaya con el chisme con nadie.
-Claro, con confianza, le respondí; De inmediato se acopló pegándose totalmente a mi espalda, tenia razón mi prima, sentí las piernas junto a las mías y las traía bien frías.
-Que calentito estás primo, que rico se siente, yo creo que voy a dormir muy a gusto.
Yo me comencé a concentrar en las diferentes partes de mi cuerpo, por ejemplo podía apreciar como sus chichis se pegaban a mi espalda, su montecito en mi trasero, podía sentir tambi
én como respiraba rítmicamente y como sus piernas se iban calentando paulatinamente. De repente sentí que se separo de mí volteándose quedando espalda con espalda y a continuación me dijo.
-Ahora abrázame tú para calentarme la espalda.
¡En la madre!, se va a dar cuenta de que tengo la verga como cuerda de violín, aún así me volteé y pegué mi pecho a su espalda cuidando de no arrimarle el pito para que no fuera a darse cuenta en el estado que estaba.
-Pégate, no seas malo, me dijo pasando un brazo hacia atrás amarrándome por una nalga y haciendo presión para que me pegara a ella.
-Es…. que…., balbucí.
-¡Es que nada!, pégate para sentir tu calor.
Cuando me pegué a ella inevitablemente tuvo que sentir mi pito en sus nalgas.
-¡Ah!, ¿era por eso?, a poco por eso no te querías pegar.
-Perdóname, no lo pude evitar, le dije.
-No hay problema, que bueno que te pongo así, eso demuestra que te gusto, ¿no? -Bueno, es que así me pasa a veces pero no le vayas a decir a nadie, ¿de acuerdo? -A nadie, me aseguró pero acomódate me dijo, metiendo su mano entre los dos tomando la pija por encima de la ropa enderezándola para que esta se acomodara a lo largo de su raja, abrázame pues.
Yo sentí una sensación deliciosa, mi verga acurrucada entre sus cachetes, pase mi mano a su cintura y así me quede.
-¿Sientes rico?, me preguntó mientras movía su trasero rozándome la verga.
-¡Si!, le dije, se siente muy rico.
-Yo también siento como tú de rico, es más, me dijo, mira como tengo ya los pechos, me tomó la mano que tenia en su cintura y se la llevó hacia ellos.
¡Madre santa!, Que sensación, se sentía un pecho de una textura muy bonita, no muy duro, no muy blando, algo nunca experimentado, me quede quieto como en otro mudo temiendo que si le apretaba fuera a lastimarla.
-Apriétamelos, dales un poco de masaje, de vez en cuando puedes pellizcarme los pezones, por favor, no tengas miedo no me pasa nada.
Así lo hice y ella comenzó como a sollozar y a seguir meneándose contra mi bulto, yo me asusté por el sollozo y le pedí una disculpa.
-¡No primo!, ¡Sigue!, si me oyes gemir es de gusto, tú sigue.
Ya más tranquilo comencé a alternar la caricia de un pecho a otro mientras sentía un cosquilleo entre mis piernas, un cosquilleo nunca antes sentido, también me pareció que ya para entonces ella se restregaba entre sus piernas por encima del camisón, quise averiguar que es lo que hacia y me acerque a su hombro para ver si distinguía algo, al hacerlo mis labios rozaron su cuello y le respire muy cerca de su nuca.
-¡Asiiiii!, bésame el cuello y lámeme detrás de la oreja.
¡Puta madre!, no lo podía creer, ahora si me vale madre, pensé, si se sabe y me castigan creo que valió la pena me la estoy pasando de maravilla. Me pareció que mi prima se estremecía como si le hubiera dado un escalofrío y se rompió el hechizo, se separó de mi y me pidió que me volteara de nuevo, así lo hice y sentí que mi verga se había quedado desconsolada fuera de aquel rinconcito caliente en el que estaba, además ya no sentía a mi prima abrazarme y me puse a pensar que lindo había sido, aunque me hubiera gustado quedarme dormido con el pito entre esas nalgas, me comencé a resignar cuando de pronto sentí que me volvía a abrazar desde atrás pero, ¡Ah cabrón!, era diferente que hacía un rato, ahora sentí a Rosita toda desnuda, ¡Se había quitado el camisón!.
Me pasó el brazo por encima de la cintura y comenzó a juguetear con un dedo en mi ombligo lo cual me trasmitía piquetes de cosquillas a mi culo, me armé de valor y pasé un brazo hacia atrás y le puse una mano en la nalga, ¡Y ni pío dijo! y seguí acariciando el lugar de tantos y tantos sueños, así estaba cuando sentí que la mano de Rosita se metía por encima del elástico de mis shorts hasta agarrar mi verga, me quedé paralizado por la sorpresa pero ésta paso pronto y seguí con la nalga a dale y dale…
Rosita tomando la verga por la parte media comenzó a moverla lentamente de arriba abajo descubriendo mi cabeza y volviéndola a cubrir con el pellejo, el movimiento no cesaba y comencé a sentir que mi verga crecía entre la mano de ella y que una sensación nunc
a antes sentida me invadía, así estábamos cuando de pronto sentí que me meaba pero no, no eran meados, se sentía diferente, deliciosamente diferente, además lo que yo creía que eran meados salían de forma diferente como si fueran chisguetes de una pistola de agua, y a cada uno de ellos se sentía la misma sensación de placer indescriptible e inconscientemente lance un ¡Ohaaaaa! Rosita me apretó entonces la verga como cuando ordeñan a una vaca y paró el masaje diciéndome:
- Ya tienes una buena verga primito, ¡que bárbaro!.
Cuando dejé de ver estrellitas me quedé quieto y avergonzado, sentía mojado el calzón pero ya no sentía la calentura dolorosa desde hace un rato sino una sensación de quietud muy rara y placentera, Rosita sacó la mano, se limpió en mis shorts y me dijo:
- ¿Te gustó la puñeta que te hice? – ¿La que? pregunté yo.
- La puñeta, la paja, la jalada, la masturbación como quieras llamarle.
- Es que yo nunca había sentido algo así, le confesé, pero claro que me gustó.
- ¿¡Como!? ¿Nunca te la habías jalado? – No, te lo juro.
- Vamos pues, con que este fue el primer orgasmo y yo te lo provoqué.
- ¿Mi primer que? – Olvídalo, después te explico, ¿Descansaste tu calentura? – Si, se me calmó.
- Bueno, pues ahora quiero que tú me ayudes a mi, ¿vale? – No se como, y me volteé para verle la cara un poco avergonzado.
- No te preocupes yo te enseño. Préstame tu mano, y se la llevó dentro de sus calzones, casi me quise morir de sentir su burrito lleno de pelos y algo mojado.
- ¿Tú también te mojaste? – Desde el principio, así pasa con las mujeres, explicó, mientras a ustedes se les pone dura y lista para meterse, a nosotras se nos pone mojado para que se pueda meter, ¿comprendes? – Si, le dije yo, sin quitar la vista de sus magnificas chichis que también veía por primera vez al natural.
- Bueno, se trata de que con tu dedo me des masaje así y metiendo su mano me indicó como, acaricia a lo largo de la raja, presiona de vez en cuando en el limite con el culo, asiiii, hazlo con ritmo, cuando yo te diga, has presión aquí mira, cuando lo hagas hazlo lo más rápido que puedas, mientras chúpame las tetas sin morder, solo un poco.
Seguí sus instrucciones al pie de la letra y no sabia si verle la cara de felicidad que ponía o mamarle las maravillosas tetas, opté por lo segundo y ella me decía cosas que normalmente no decía, que rico chiquito, mete un poco el dedo asiiiii, presiona más en el pezón, pasa el dedo hasta el culo, dale, dale, y cuando una de las veces pasé el dedo por el clítoris me indicó, dale duro por favor, entonces comencé a mover el dedo como si estuviera requinteando una guitarra, emitió un ronco ¡aaahhh! Se puso tensa y sentí que me mojaba la mano con un liquido resbaloso, se estremecía cada vez que le acariciaba la raja diciendo, Ahhh, aaahhh, yo fui bajando el ritmo hasta que sentí que su cuerpo se aflojó y se quedó respirando agitadamente como si acabara de correr, sacó mi mano y me dio un beso en la boca, se acostó boca arriba con una sonrisa, yo no entendía ni madre pero se estaba sintiendo todo esto bien rico.
- Gracias, que rico, me dijo.
Nos quedamos los dos acostados uno al lado del otro dejando que nuestros cuerpos fueran desvaneciendo todas las sensaciones vividas.
- ¿Cómo te sientes? Me preguntó rompiendo el silencio.
- A toda madre, respondí, pero cuando te acariciaba se me volvió a parar y ahora la tengo de nuevo bien dura.
- Ahora solucionamos eso, dijo, y se levantó a cerrar la puerta con llave y prendió la luz.
Cuando la pude ver en la luz me quedé mudo, ahí la tenia frente a mi en todo su esplendor con solo su calzón un poco mal acomodado tapando su burrito, por lo demás no me lo podía creer, ¡Como yo me la había imaginado, que buena estaba!
- ¿Te gusto primo? Me preguntó divertida.
- ¿Que si me gustas? ¡Estas más buena que el pan, Rosy! – Vamos a ver, ¿qué es lo que más te gusta de mi? – ¡Todo, todo! Le dije.
- No, algo te tiene que gustar más, a ver, dímelo.
- Bueno, yo siempre me había fijado mucho en tus nalgas y en tus chichis, me llaman mucho la atención.
- Lo que pasa es que no has visto otras cosas, ahora vas a ver, pero primero te voy a enseñar
lo que te gusta.
Y a continuación se quitó los calzones dándome la espalda.
- Aquí tienes mis nalgas para que las admires, las chichis ya hasta me las mamaste.
Me quedé mirando como pendejo ese par de redondeces que siempre me habían parecido divinas.
- No te han de gustar tanto porque ni siquiera las acaricias un poco, me dijo volteando la cabeza hacia atrás sonriéndome.
- ¿Puedo? – ¡Claro! Aprovecha; me arrimé a la orilla de la cama y comencé a pasarle las manos en toda la extensión de ese precioso nalgatorio.
- No creo que tengas cosas más lindas que esto, le dije apretando las nalgas con las dos manos, ¿Tendrás? – Depende, dijo, hay hombres que les gusta más esto, y empinándose me mostró su fruncido culo enmarcado por sus magnificas nalgas que por su posición tomaron otra magnitud y redondez.
Yo me quedé con los ojos cuadrados ante el espectáculo que tenia a escasos 60 centímetros.
- ¿También ahí puedo tocar? – ¡Claro! Adelante
Entonces comencé a pasar mi dedo por el fruncido ojete del culo y a lo largo de la raja que separa sus nalgas, se la voy a soltar a ver si pega, decidí.
-Que preciosidad de culo, le dije, hasta dan ganas de lamerlo.
-¿De verdad?, siempre he querido que alguien lo haga, ¿me vas a hacer el favor? -Si tú quieres, le dije.
-No sabes como lo deseo, pero déjame acomodarme arriba de la cama porque me estoy cansando.
Casi me arrepiento de la petición, eso de que nadie lo había hecho y de que le gustaría mucho me dejó con la duda pero ni modo ya lo había hecho y era cuestión de aguantar, aunque al vérselo de nuevo se disiparon mis dudas, se subió a la cama poniendo las rodillas en el borde y se puso en cuatro mostrándome de nuevo todo su trasero, me situé detrás de ella y por principio le pase la lengua a lo largo de toda la raja deteniéndome solo un momento en el culito haciéndole un poco de presión con la punta de la lengua.
Dale alrededor, chiquito, me pidió.
Yo obedecí mientras mis manos vagaban por todas sus nalgas, así estuvimos un buen rato, a veces la presión de la lengua sobre el ojete y la saliva que le quedaba ahí hacia que se metiera la punta un poco, yo creo que uno o dos centímetros, podía sentir como su anillo me la aprisionaba, enseguida ella fruncía el culo y me la expulsaba y de nuevo al ataque, hasta que sentí que fruncía mucho el culo aunque no le metiera nada entonces se volvió a mojar, ahora si lo vi, cuando terminó de inundársele la panocha se tiró hacia delante suspirando, la suerte estaba echada para toda mi vida, a partir de ahí me gusta mucho mamar el culo.
-¿Te gusto, Rosy? Le pregunté acariciándole sus nalgas.
-¡Mucho!, nunca pensé que me iba a venir de esa manera, ¿sabes que?, te has ganado un premio, quítate los calzones y ya verás.
Me despojé del shorts y el calzón al mismo tiempo y me quede con la verga dolorosamente hinchada frente a ella.
-Que preciosidad de verga tienes, chiquito, acuéstate boca arriba.
Así lo hice y quedé con el pito apuntando al techo palpitando de excitación con las venas marcadas y la cabeza brillos de un color casi morado.
-Aflójate y déjate llevar, ¿ok?.
-Ok, respondí.
Entonces comenzó a lamerla a lo largo como si fuera una paleta que se estuviera derritiendo, se metió la cabeza en la boca cerrando sus labios en la base de la corona, sentí que me moría de la sensación pues la boca se sentía realmente caliente y aterciopelada, estaba sorprendido de que aquello se sintiera tan bien pero mi sorpresa fue mayor cuando literalmente se tragó un buen pedazo para luego retirarse haciendo succión y de nuevo fue a tragarse el pedazo.
Yo no sabia de donde amarrarme las metidas y sacadas de aquel estupendo estuche se hicieron más rápidas hasta que sentí otra vez aquel cosquilleo entre la base de mis huevos y el culo y sin darme tiempo para avisarle sentí que algo subía por el tronco hasta salir en forma de chisguetes que fueron a parar a la boca de mi prima y otra vez la sensación de alivio, Rosita mientras tanto tragaba y tragaba todo lo que me salía, cuando terminé de tirar chisguetes se retiró con una sonrisa pintada en su rostro encendido.
-¿Qué tal la mamada? -¡Divina! Dije extasiado, ¿qué cosa puede haber en este mundo que sea más agradable? -Hay
muchas cosas, pero primero te voy a enseñar a mamar a una mujer.
-¿A mamar?, pero si tu no tienes pito.
-Pero también se puede, claro, si es que tú lo quieres.
-¿Vas a sentir igual que cuando te lamí el culo? -¡Mejor!, cada vez va a ser mejor, te voy a explicar para que me mames como si siempre lo hubieras hecho.
Se acostó boca arriba, abrió las piernas y las flexiono apoyando las plantas de los pies en la cama, en esa posición tenia ante mi algo nunca visto y mil veces platicado por los amigos, los labios carnosos llenos de pelitos rizados con la abertura en medio de un color rosado un poco húmedo, me embrujaba ver como aquellos labios se cerraban hacia abajo y después de un pequeño brinco se asomaba tímidamente el culo, en la parte de arriba una gran mata de pelos y bajo estos, justo en donde principiaba la división un poco hacia abajo un pequeño piquito en forma de verga pero en chiquito, todo en conjunto hacían una vista maravillosa, me quede un rato observándola, el primer burrito en vivo y en directo que veía en mi vida, debí de tener una cara de bobo porque Rosita me dijo divertida.
-¿Verdad que tengo cosas más bonitas? -¡Preciosas!, dije sin quitar la vista de aquella zona.
-Bueno, ahora si va la lección, ya tendrás más oportunidades de vérmelo por más tiempo si así lo quieres.
¡Vaya promesa!, no me lo creía.
-Además no será la única panocha que veas, agregó, así que tienes que aprender como funciona esto y aquí esta tu primita para mostrártelo, ¿preparado? -Más que preparado, le dije dispuesto a seguir al pie de la letra sus indicaciones.
Entonces comenzó la lección.
-Aquí tienes la parte externa de una vulva, le decimos panocha, burro, chocho, concha, en fin cada quien le dice como quiere, se llaman labios, si los lames y presionas con tus labios como si los fueras a morder se siente realmente bien, cuando mames a una mujer no te entretengas mucho en un solo lugar pues puede llegar a molestar, a excepción del clítoris, si los labios los abres ya sea con la lengua o con los dedos verás la entrada de la vagina, por ahí puedes meter la lengua todo lo que quieras y agitarla en el interior todo lo que puedas después alterna los movimientos e inicia un mete y saca como si te la estuvieras cogiendo con la lengua, barre toda la concha con la lengua extendida de arriba abajo y cuando topes con la frontera entre la vagina y el culo, que se llama pirineo, presiona un poco con la lengua y menéala hacia los lados.
-Cuando sientas que la mujer esta realmente caliente y gime pidiendo más, vete al clítoris que es este, aprisiónalo entre tus labios y succiónalo, a continuación expúlsalo y repite varias veces la acción, eso nos hará que casi brinquemos de gusto, a continuación con la punta de la lengua muy afilada rodea la base presionando, finalmente vuelve a chupar el clítoris y aporréalo con tu lengua hasta que se venga, cuando esto suceda, pásale la lengua extendida a todo lo largo de la raja hasta que poco a poco se vaya calmando, ¿entendiste?
-Vamos a ver.
-Otra cosa, puedes utilizar de vez en cuando los dedos y meterselos en la vagina, si lo haces por el culo y la mujer se incomoda no insistas ni preguntes nada solo no lo hagas porque la sacas de concentración, ¿ok?
Por toda respuesta le pasé mi lengua extendida a lo largo de su vagina arrancándole un pequeño suspiro, agarró mi cabeza y comenzó a acariciarme el pelo, yo comencé a seguir al pie de la letra sus instrucciones y ella a gozar como una loca, me decía de vez en cuando, Asssiiiii, ssiiigueee, que gusto me das, me pidió que le metiera un dedo y así lo hice, se lo metí poco a poco hasta el nudillo sin dejar de mamarle aquel tarrito de pelos, de vez en cuando me dejaba que le metiera un poco el dedo en el culo, también mientras mamaba le pasaba las manos por las caderas y por las nalgas todo lo que me permitía la posición, todo esto le provocaba un gran placer y la hacia decir, que gusto sentía, que buena mamada le estaba dando y todo esto me enorgullecía, además de que me proporcionaba mucho placer, en una ocasión en que le estaba haciendo presión en el limite con el culo decidí bajar hasta el y darle una buena dosis de lengüetazos.
Fue la locura, apretaba sus piernas sobre mi cabeza y levantaba su cuerpo sobre sus talones, cuando me decidí a atacar su clítoris fue el acabose, dale, dale daleeeee, me decía, hasta
que me venga papito, síguele dando, se me ocurrió entonces meterle de nuevo el dedo en el culo pero solo momentáneamente ya que mi intención era otra, una vez mojado éste se lo comencé a meter en el culo y como respuesta nada más oí, aaaahhhh que bien, entonces lo metí más adentro, ahí la tenia yo con dos dedos metidos, uno en el culo y otro en su concha mientras mi lengua le daba lengüetazos sin parar en el clítoris, no tardó mucho en soltar un prolongado aaaaaahhhhhhhh, y se vació toda en mi mano y boca, le saqué los dedos y le barrí con la lengua extendida toda la concha saboreando sus jugos y arrancándole estremecimientos de placer hasta que se relajó.
Me incorporé y me le quedé viendo como gozaba con tremenda venida, cerraba con fuerza las piernas y movía de un lado a otro la cabeza con una sonrisa bobalicona en la cara, se quedó finalmente laxa y me acosté a su lado boca abajo sintiendo la presión de mi verga parada a tope al colchón.
Después de un rato me dijo.
- Que buena mamada me acabas de dar, esto merece que lo repitamos algunas veces mientras tengamos oportunidad, ¿te parece? Pero ahora vamos a bañarnos vamos que ya es muy tarde y hay que dormir.
Nos encaminamos al baño de la recámara y prendimos la regadera para darnos una buena ducha.
- Oye Rosy, le comenté, cada vez que siento rico y te hago sentir a ti también se me pone de nuevo la verga bien dura, ¿hasta cuando se me va a calmar? por que este es el cuento de nunca acabar, mira nada más como la tengo, y me la sacudí de arriba abajo mostrándosela en todo su esplendor.
- Es que aún eres joven, me dijo, y tienes mucha fuerza por eso te puedes venir varias veces, pero lo vamos a solucionar, te voy a enseñar como te puedes aliviar tú solo, esto no lo hagas muy seguido pues puede convertirse en un vicio y puede llegar el día que no te satisfaga ninguna mujer más que tu mano, esto se hace cuando ya no hay remedio y quieres terminar solo, ¿lo prometes?
-Prometido -Bien, vamos a ver, y se situó detrás de mí pasando hacia delante su mano y tomando la mía la guió hacia la verga que tenia bien parada. Agárrala así sin mucha presión ni muy floja, tú debes de saber hasta cuando se siente incomodo el apretón, ahora desliza tu prepucio o pellejo hacia atrás y hacia delante con ritmo, el ritmo lo vas a incrementar conforme vayas sintiendo más y más rico, ¿comprendes? – Si, Uhaaa, comencé a sentir realmente rico.
- Sigue así mientras me admiras en esta ocasión, verás que pronto te vienes.
No fueron necesarias muchas sacudidas ya que la calentura era mucha y si a eso le agregamos que veía a Rosita sentada en cuclillas mostrando su burrito abierto y su cara bien pendiente de mi cabecita brillosa, terminé por volver a soltar unos chisguetes que salieron a presión y fueron a caer en la cara de mi prima.
Uuuuhhhhooooaaa, me salió un rugido al sentir la sensación de vaciarme y el cosquilleo delicioso que se siente en una venida, a continuación como por arte de magia mi verga se comenzó a ablandar proporcionándome un descanso muy agradable.
- Vamos a salirnos ya, mañana continuamos con las lecciones, por lo pronto no te la vayas a jalar en la noche ni mañana durante el día, necesito esos chisguetes para las otras lecciones, ¿me lo prometes? – Prometido, le contesté y me comencé a secar para irme a dormir.
Esa noche me dormí como un niño, no era cansancio era una sensación de relax que me gustó mucho. Ella se fue a dormir al cuarto de visitas para que en la mañana no sospecharan nada mis hermanos, según me dijo, y así me pasé mi primera noche de sexo que está por demás decirles que nunca olvidaré, ni esa ni las de toda la semana que siguió a esta y que Rosita estuvo con nosotros.