Milenio Diario
Francisco Mejía
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Lety complace cualquier ocurrencia…”, se lee en un anuncio. Sólo basta instalarse en cualquier hotel de Tlalpan y ya. Hasta ahí llegará para satisfacer las fantasías del cliente. Todas. Pero también las de los hoteleros de esa avenida donde la prostitución les deja ganancias mensuales de más de 8 millones de pesos.
Pero las ganancias que da el placer se reparten entre todos y no sólo llega a dueños de hoteles. Ese dinero alcanza a padrotes y policías. Éstos se llevan aproximadamente “4 millones de pesos al mes”, dijo en entrevista Jaime Montejo, representante en esa zona de Brigada Callejera de Apoyo a la Mujer.
Son 50 puntos sobre Tlalpan —entre San Antonio Abad y el estadio Azteca—, donde se practica el lenocinio y de las mil 500 prostitutas que hay ahí, mil son mujeres y 500 homosexuales.
Esa cantidad de dinero sólo es un acercamiento. “Es una cifra muy tibia”, afirma Montejo.
Conocedor del tema, sabe lo que dice. Sólo se refiere a la prostitución que deambula en las esquinas de esa importante avenida. Para todos los gustos, tamaños y sabores. Aparte está la que se busca por catálogo que se contacta por teléfono.
Por su parte, Diana Vázquez, estudiosa del tema en el Tec de Monterrey Campus Ciudad de México, afirma que “un buen sábado para un hotel de 15 habitaciones con un precio de 350 pesos, el dueño obtendrá 42 mil pesos” de ganancias.
En tanto, el presidente de la Asociación de Hoteles del Distrito Federal, Rafael García, desestimó en entrevista las ganancias: “Dudo que genere ese dinero, el turismo deja más que la prostitución”.
Pero no se acercó al tema de los hoteles en Tlalpan, lo esquivó. “La prostitución en las calles la permite el gobierno y desconozco si van a esos lugares o no, no estoy seguro. No puedo atestiguar, hay zonas de la ciudad donde existe el lenocinio permitido”.
Las fantasías y sus precios
Sobre Tlalpan, a la altura de San Antonio Abad, los cuerpos revientan el pantalón o la minifalda.
Pero no es el cuerpo todo. Es el busto y el trasero lo que salta de esos colores atractivos de la mini-rropa que calzan los travestis o las mujeres-de-a-de-veras. Casi a punto de saltar. Los ojos del cliente son de un hombre que espía y espía atrás de una maceta de concreto. Hasta ahí llega ella. Pero él no la ve, sólo ve eso que lleva ahí enfrente. El busto.
Éste le apunta directo a la nariz. Él se cohibe y ella, conocedora de la psicología del cliente, suelta el precio y le mira abajo. Ambos miran hacia el hotel. Y él con una sonrisa plena la sigue. Se van a El Encanto.
Los hoteles desfilan en la acera norte de Tlalpan: La Maga, Condesa, Tijuana, Tlalpan, Gracia, Parador Real… Afuera, en las esquinas, aguardan las mujeres y las no tanto. Su sonrisa, su gracia, su cachondez. Su precio, según el porte, la edad, depende el cliente: 300, 400, 700 o más, si es una prostituta por catálogo. Lo que ya es un lujo.
En esa misma acera, los baños Rocío y Bidasoa, “para el rapidín y vamonos”, dice un hombre experto en pararse en las esquinas. Éstos sirven para los que traen “poco dinero y mucha pasión o que andan querendones”. Pero también aquí llegan las mujeres que rozan ya la tercera edad.
Pero no es todo. Los pasos a desnivel que atraviesan la calzada de Tlalpan sirven para todo, menos para cruzar la avenida. En un fin de semana todo
puede pasar.
“A medianoche no podemos atravesar Tlalpan”, dice una mujer que vive cerca de la estación Portales del Metro. “Ahí hacen sus cochinadas o asaltan”. Los ambulantes cercanos conocen el negocio, “sólo hay sexo oral y te lo hacen por 50 pesos…”
Pero también… “hay estacionamientos que se utilizan para la prostitución infantil”, dice Jaime Montejo. Pero no sólo para ésta. Hay sexo arriba de coches cuando los fines de semana el hotel luce saturado. Es un buen sitio.
Antes de enero pasado, cuando la policía hizo un operativo en el hotel El Palacio, los hoteleros pagaban mensualmente a las “autoridades” entre 100 y 150 mil pesos para que “se hicieran de la vista gorda”.
Ahora ese negocio lo controlan elementos de la Procuraduría del Distrito Federal y policías federales, afirma el representante de Brigada Callejera. Se le piden nombres, pruebas. Pide que se investigue. Dice que después de ese operativo los hoteleros entraron en pánico y disminuyó la prostitución en sus negocios; sin embargo, en un recorrido por la zona se comprobó que ésta va como si nada.
De acuerdo con Montejo, la derrama financiera que deja la prostitución en Tlalpan es sólo la que se puede calcular en 15 hoteles de la zona, pero también la que se practica en casas, estacionamientos, calles oscuras o pasos a desnivel. Todo en esa calzada y solamente los fines de semana.
En promedio, los y las trabajadoras sexuales de esa importante avenida utilizan los servicios de un hotel los viernes y sábados de cinco a siete veces por día o, incluso, un poco más. Su estadía en el cuarto dura hasta 20 minutos. De lo contrario, el hotelero le carga la cuenta al cliente. Así que éste se apura o se apura.
“Sólo los apoyo en su negocio”
El presidente de la Asociación de Hoteles del Distrito Federal, Rafael García, insiste: “Lo único que hago es apoyarlos (a los dueños) con sus trámites o eventos. No sé cuáles sean sus reglas para trabajar”.
Por su parte, la directora de Infancia Común, Mayra Rojas, asegura que “son ganancias millonarias” las que deja la prostitución en Tlalpan.
Conocedora del tema, dice que “siempre hay autoridades que están coludidas con los lenones. No sabemos si funcionarios mayores o menores, pero el problema sigue ahí: Tlalpan, plagada de prostitución”.
De acuerdo con Diana Vázquez, en la Ciudad de México existen mil 400 hoteles de paso con por lo menos 70 mil cuartos.
Sí, son hoteles de paso para la pasión que ahí está...
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