ero yo
Bovino adolescente
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Ninguno de los políticos mexicanos del momento actual encarna, como Martín Esparza, la antigua sentencia de que la política es el último refugio del pícaro. Y, en su caso particular, del parasito, del abusador, del caradura.
El líder del desaparecido SME advirtió a sus seguidores que “ninguna empresa nos quiere contratar porque estamos boletinados; por eso yo no busco trabajo”. ¡Por favor! Registremos ésas seis últimas palabras: “Por eso yo no busco trabajo”. Porque son un monumento a insolencia.
No busca trabajo porque, a sus 48 años, no necesitará trabajar jamás, gracias a que en sólo cuatro años de liderazgo sindical amasó una fortuna incuantificable, sacada de 432 millones de pesos anuales de descuento de cuotas a los agremiados, a razón de tres por ciento cada quincena.
Una riqueza que no se sonroja por mostrar: hace dos semanas, los diputados locales quedaron boquiabiertos al verlo llegar a la ALDF para defender una huelga de hambre de sus compañeros en un reluciente automóvil Jaguar de 123 mil dólares.
Y paga facturas de hasta 20 mil pesos por comidas en restaurantes, tiene un rancho, Los Encinos, Hidalgo, con lienzo charro, gallos de pelea y caballos adquiridos en Europa, todo lo cual se ve en Youtube, portal en el que aparecen filmaciones de fiestas en el lugar.
Todo eso pese a ganar, oficialmente, como Secretario General del SME 12 mil pesos mensuales, pero que él se encargó de incrementar por su cuenta hasta en 372 mil pesos –163 mil pesos más alto que el del presidente Felipe Calderón– según la propia Tesorería del SME.
Su salario debería de haber sido de 25 mil pesos –12 mil 500 por sueldo de empleado y 12 mil 500 por representación sindical– pero se agenciaba bonos por productividad, puntualidad, eficiencia y otros, todos discrecionales, pues los sindicatos no están obligados a rendir cuentas a ninguna instancia.
Además de que acumuló bienes del gremio valuados en 18 mil millones de pesos: edificios, escuelas, centros vacacionales y de recreación, gimnasios, áreas deportivas y hasta una duela de bambú de 103 millones de pesos y de cuyo tipo sólo existen en la súper profesional NBA de Estados Unidos.
Un patrimonio sindical acumulado por el SME a lo largo de 96 años de existencia y que él mantiene en sus manos, no sólo en bienes inmuebles, sino también en cuentas bancarias, fondos de ahorro y otros haberes pertenecientes a los afiliados.
Bienes que, divididos entre todos, alcanzaría para otorgarle una suma de 300 mil pesos a cada uno, pero que son gastados a manos llenas por Martín Esparza.
El mismo que no se muerde la lengua para decirle a quienes lo siguen:
“Por eso yo no busco trabajo”.
fuente: elarsenal.net
Ruben Cortes
El líder del desaparecido SME advirtió a sus seguidores que “ninguna empresa nos quiere contratar porque estamos boletinados; por eso yo no busco trabajo”. ¡Por favor! Registremos ésas seis últimas palabras: “Por eso yo no busco trabajo”. Porque son un monumento a insolencia.
No busca trabajo porque, a sus 48 años, no necesitará trabajar jamás, gracias a que en sólo cuatro años de liderazgo sindical amasó una fortuna incuantificable, sacada de 432 millones de pesos anuales de descuento de cuotas a los agremiados, a razón de tres por ciento cada quincena.
Una riqueza que no se sonroja por mostrar: hace dos semanas, los diputados locales quedaron boquiabiertos al verlo llegar a la ALDF para defender una huelga de hambre de sus compañeros en un reluciente automóvil Jaguar de 123 mil dólares.
Y paga facturas de hasta 20 mil pesos por comidas en restaurantes, tiene un rancho, Los Encinos, Hidalgo, con lienzo charro, gallos de pelea y caballos adquiridos en Europa, todo lo cual se ve en Youtube, portal en el que aparecen filmaciones de fiestas en el lugar.
Todo eso pese a ganar, oficialmente, como Secretario General del SME 12 mil pesos mensuales, pero que él se encargó de incrementar por su cuenta hasta en 372 mil pesos –163 mil pesos más alto que el del presidente Felipe Calderón– según la propia Tesorería del SME.
Su salario debería de haber sido de 25 mil pesos –12 mil 500 por sueldo de empleado y 12 mil 500 por representación sindical– pero se agenciaba bonos por productividad, puntualidad, eficiencia y otros, todos discrecionales, pues los sindicatos no están obligados a rendir cuentas a ninguna instancia.
Además de que acumuló bienes del gremio valuados en 18 mil millones de pesos: edificios, escuelas, centros vacacionales y de recreación, gimnasios, áreas deportivas y hasta una duela de bambú de 103 millones de pesos y de cuyo tipo sólo existen en la súper profesional NBA de Estados Unidos.
Un patrimonio sindical acumulado por el SME a lo largo de 96 años de existencia y que él mantiene en sus manos, no sólo en bienes inmuebles, sino también en cuentas bancarias, fondos de ahorro y otros haberes pertenecientes a los afiliados.
Bienes que, divididos entre todos, alcanzaría para otorgarle una suma de 300 mil pesos a cada uno, pero que son gastados a manos llenas por Martín Esparza.
El mismo que no se muerde la lengua para decirle a quienes lo siguen:
“Por eso yo no busco trabajo”.
fuente: elarsenal.net
Ruben Cortes