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Bovina de la luna
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- 3 Jul 2011
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Relato Largo... Ya saben... Si se cansan de leer... Siempre pueden retroceder...
Mi rostro estaba rojo… Subí apresuradamente las escaleras hacia mi cuarto con la cabeza cubierta con la capucha de mi sudadera, no quería que me vieran en ese momento y no por otra cosa, no por haber fallado, no por temor, no por nada… Si no por vergüenza… Mi hermana me saludo como siempre mientras subía a grandes zancadas hacia mi habitación, argullando que necesitaba ir al baño.
Eché el seguro una vez que entre y avente mi bolsa en la cama, esta cayó sobre el colchón y un tintineo me recordó lo que guardaba en su interior, no podía mirar esa bolsa en ese instante, me quite la chamarra y solté mi cabello rubio del apretado chongo que tenía en la cabeza cayendo cuan largo era sobre mi busto y mi espalda, aliviado de liberarse de ese peinado, saqué los zapatos de mis pies y a tientas con los dedos busque debajo de la cama mis cómodas pantunflas y las saque de su escondite, abrí el armario y saque mi calentita pijama rosa con cuadros morados de franela y dispuse a cambiarme, desabroche uno a uno y con prisa los botones de mi blusa de trabajo y la avente sobre la silla del escritorio, de la misma forma, lleve mis manos a la espalda y solté el broche de mi brasier, mis pechos rebotaron alegres de salir y descansar de su cautiverio , por el frio mis pezones reaccionaron, irguiéndose sobre la rosada aureola coquetos y sensitivos, me ceñí la blusa rápidamente y puse los pulgares en los costados del pantalón sin siquiera sacar el botón de su lugar, mis rosadas bragas se asomaron poco a poco y se deslizaron un poco a mitad de mis nalgas, una vez que me quite el pantalón las volví a colocar en su lugar y con los dedos índice saque la delicada tela de entre mis pompas, cogí el pantalón de la pijama, y enfunde mis blanquísimas piernas en su tela, finalmente me sentía cómoda, no sin antes sacar del armario la vieja chamarra blanca que le quite a mi chico y me la puse, mitigando el frio de la habitación…
Finalmente, decidí sacar de mi bolso aquello que me incomodaba… Los atrevidos obsequios de mi Kiria… Dos consoladores y un plug anal, este ultimo de cristal solido…
Eran grandes y macizos, uno azul con un par de curvas y uno naranja con bolitas en la punta, el primero de unos 25 centímetros y el naranja de unos 30, el plug era de color lila de unos 15 de la base a la punta, la cual era redonda y chata… Me mordí una uña mientras miraba tan sugerentes obsequios y maldiciéndola por mis adentros, cogí el más pequeño, el plug anal, y recordé que el sexo anal no era de mi interés y no pude evitar hacer una mueca de dolor… No lo imaginaba dentro de mi colita… Sin poder resistir más me levante de la cama y los cogí todos, metiéndolos debajo de la almohada para después acercarme al cajón de mi ropa interior… Necesitaba quitarme el calor de las mejillas y de la cabeza… Quería bañarme, seleccione unas bragas azules con dibujos de florecitas y me dirigí al baño.
La cascada de agua caliente caía sobre mi cabeza y escurría por todo mi cuerpo, recorriendo mi pequeña estatura, llegaba a mi vientre y se unía en un solo chorro grande en mi entrepierna, en mi dorado vello púbico y caía en la tarjea, mis manos distribuían el agua por el resto de mi piel y mis manos empezaban a bajar solicitas a mi sexo, quizá podría masturbarme un poco… Pensé…
El sonido del timbre de la puerta me saco de mis pensamientos dejándome la duda de quien tocaría a esta hora… Ojalá no me vinieran a buscar a mí, lo único que quería era meterme bajo las cobijas con mi celular, perderme un rato en Twitter y charlar con mis amigos (aunque si fuera mi caballero andante de reluciente armadura no tendría queja), la distancia del baño a la puerta de entrada no me permitió escuchar nada, si habían abierto la puerta o no, pero fueron dos golpecitos en la puerta del baño los que me dieron respuesta.
-Te vienen a buscar… Date prisa.- Fue lo único que mi hermana mencionó y sin darme tiempo de cuestionar sobre quien me quería ver a esa hora, se retiró… carajo… Maldije en voz baja, mi travieso juego tendría que esperar.
Rápidamente me seque como pude, cogí una toalla y la enrede en mi cabello mientras que con otra frote vigorosamente mi cuerpo, tome las pantaletas azules y me las coloque moviendo rítmicamente las caderas, había seleccionado solo bragas, no sostén, no creía que vendrían a buscarme, de modo que mis pezones se notaban erectos por el frio en la tela de mi blusa para dormir, nada que la sudadera blanca no pudiera esconder… Estaba lista… En teoría… Me sentía molesta de haber postergado mis planes de desvelarme desde temprano en mi TL, salí del baño.
Cuando llegue a la sala, toda mi frustración desapareció con una sonrisa, un hermoso calorcito inundo mi corazón y me hizo estremecer, era el… Mi niño… Aun llevaba su uniforme del trabajo, me sonreía y la alegría le llegaba a los ojos, ojos que se veían cansados de manejar su auto por muchas horas, el cabello lo tenía revuelto y sus lentes se veían pañosos, debía estar agotado y aun así, vino a verme, pero no solo eso, en sus manos, sujetaba un hermoso y grande arreglo floral que olía a maravillas, tulipanes, margaritas y un gran girasol en medio de todo, venia de tan lejos, solo para entregarme eso, que afortunada debo de ser.
-Ofrécele una taza de café, chaparra, se nota que viene cansado.- Me dijo mi hermana.
-Si… ¿Quieres café, mi amor?- le dije mientras ponía el hermoso arreglo en la mesa de centro de la sala.
-Me caería de perlas, nena.
-Te ves muy cansado, pobre de ti, ese trabajo te va a matar
-Es trabajo amor, ya me acostumbre a él.- Me dijo mientras se frotaba los ojos.
-Vienes desde otro estado, después de manejar todo el día a dejarme unas hermosas flores, debiste esperar a mañana, es para que estuvieras en tu casita, descansado tu trasero de tenerlo pegado a un asiento.
-No quería esperar a verte, deseaba tanto ver tu expresión que ha valido la pena.
-vamos por ese café… Ya no debería permitirte que vuelvas a coger el volante por ahora, de verdad te veo muy agotado.
-Bueno, quizá si me lo permitas, puedo dejar aquí el auto y pedir un taxi, la verdad si estoy fastidiado de conducir entre dos estados…
-¿Y qué tal si mejor te quedas? Que al final ya eres como de la familia- ofreció mi entrometida hermana, solo que esta vez su idea me ilumino el rostro.- Maggie tiene razón ya no te expongas a manejar en tu estado.- Yo agite la cabeza en afirmación mientras le sonreía animosamente.
-Además… Mañana descansas- añadí.
-Gracias, entonces solo debo de hacer una llamada para que en casa no me esperen.
-Aquí tengo ropa tuya.- Le dije, (tengo ropa de el por si acaso, así como él tiene ropa mía en su casa)-También mientras cenas, te preparare el baño para que te duches y estés cómodo.
-Eso suena estupendo.- me dijo, me tomo por la cintura y llevo sus labios a mi cabeza, besando mi frente, mi hermana sonrió y decidió dejarnos espacio.