______lena______
Bovino de la familia
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En cierta olimpiada, la medalla de oro en la lucha olímpica sería disputada entre un ruso y un mexicano: “el Chaquiras”. Un día antes de la final, el entrenador del Chaquiras le advierte: “Este ruso tiene una llave especial: la Pretzel. Todos a los que se las ha aplicado tuvieron que rendirse y ser llevados al hospital, porque no hay escapatoria. Así que, por ningún motivo dejes que te la aplique. ¡Si te agarra, ahí termina todo!” El día de la final, el encuentro comienza. El Chaquiras y el ruso dan vueltas y más vueltas, tratando de encontrar el mejor modo de atacarse. En eso, el ruso ataca y le aplica al Chaquiras la temida Pretzel… OMG!!!
La multitud se decepciona y el entrenador, que no puede mirar, se cubre la cara pensando ¡ya valió madre!.
De pronto, el gentío grita.
El entrenador mira y ve que el Chaquiras levanta al ruso y lo tumba.
¡Espaldas planas! ¡El Chaquiras gana! El árbitro lo declara vencedor con la medalla de oro y la multitud ruge.
Más tarde, en los vestidores, el entrenador del Chaquiras le pregunta: “Oye, ¿cómo la hiciste para salirte de la Pretzel? ¡Hasta ahora nadie lo ha podido hacer!”
Y el Chaquiras comenta: “Cuando me aplicó la Pretzel ya iba a rendirme. Pero, de pronto, abro los ojos y veo un par de bolas. En aquel momento, con las últimas fuerzas que me quedaban, mordí esas bolas tan fuerte como pude.”
“¿Y, entonces?”
“Sabe una cosa, entrenador:
¡No tiene la menor idea de la fuerza que uno adquiere cuando se muerde uno mismo sus propios huevos!
La multitud se decepciona y el entrenador, que no puede mirar, se cubre la cara pensando ¡ya valió madre!.
De pronto, el gentío grita.
El entrenador mira y ve que el Chaquiras levanta al ruso y lo tumba.
¡Espaldas planas! ¡El Chaquiras gana! El árbitro lo declara vencedor con la medalla de oro y la multitud ruge.
Más tarde, en los vestidores, el entrenador del Chaquiras le pregunta: “Oye, ¿cómo la hiciste para salirte de la Pretzel? ¡Hasta ahora nadie lo ha podido hacer!”
Y el Chaquiras comenta: “Cuando me aplicó la Pretzel ya iba a rendirme. Pero, de pronto, abro los ojos y veo un par de bolas. En aquel momento, con las últimas fuerzas que me quedaban, mordí esas bolas tan fuerte como pude.”
“¿Y, entonces?”
“Sabe una cosa, entrenador:
¡No tiene la menor idea de la fuerza que uno adquiere cuando se muerde uno mismo sus propios huevos!