jarochilandio
Bovino de la familia
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Robert Kuttner
Cofundador y coeditor de 'The American Prospect'
The Huffington Post, MX edition
25/01/2017
Hitler fue el primero en definir la técnica de contar una mentira muchas veces para que la gente la crea. La llamó "la gran mentira".
JUSSI NUKARI/AFP/GETTY IMAGES)
Una participante durante la Marcha de las mujeres en Helsinki, Finlandia, sostiene un cartel con la imagen del presidente de Estados Unidos Donald Trump y el dictador alemán Adolfo Hitler, el pasado 21 de enero de 2017.
La semana pasada busqué a mi Philip Roth en su espléndida novela, El plan contra Estados Unidos. Esta semana me puse a leer a mi George Orwell.
En 1946, mientras Europa se recuperaba de las desgracias de la Segunda Guerra Mundial (la cual fue un auténtico caso de masacre masiva, más que la fantasiosa masacre de la que habla Donald Trump), Orwell escribió su clásico ensayo sobre las seducciones de la propaganda: 'Política y el idioma inglés'.
La mayor parte de esta obra, muy usada en clases de inglés, advierte de cómo una redacción rancia nos puede llevar a un pensamiento soso. Pero la parte más original es la disección de la propaganda que hace Orwell.
En combinación con su gran novela 1984, que escribió en 1949 como una advertencia distópica sobre cómo la práctica del totalitarismo se internaliza y deriva en pensamiento totalitarista, las dos obras generaron el adjetivo "orwelliano".
De '1984' aprendimos que los eslóganes oficiales del partido: "La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fortaleza", son tenues paródicas del comunismo y el nazismo.
"La libertad es esclavitud" no está tan alejado del infame saludo en la entrada del campo de Auschwitz: Arbeit Macht Frei ("El trabajo te hará libre").
En cuanto a "Ignorancia es fuerza", tal parece ser el credo de Donald Trump, así como la premisa de su forma de operar: ignorancia tanto para él como para su público.
El blanco de Orwell era el eufemismo embellecido, utilizado principalmente por los partidos y gobiernos extremistas de izquierda y derecha. Si las personas podían ser convencidas de aceptar un nuevo marco para ver las cosas, entonces también podrían alterar su concepción de la realidad.
En "Política y el idioma inglés", Orwell aprovechó la oportunidad de redactar frases pretenciosas y metáforas compuestas como: "El pulpo capitalista ya cantó su canto del cisne". Pero también fue muy serio al tocar aspectos políticos:
Las comunidades indefensas se bombardean por aire, sus habitantes corren al campo, el ganado ametrallado y las cabañas arden debido a las balas incendiarias: y a esto le llaman pacificación. Despojan a millones de campesinos de sus tierras y los arrojan a los caminos sin nada que llevar. A esto le llaman 'transferencia de la población'...
Cabe destacar que Orwell redactó esto dos décadas antes que la guerra de Vietnam. Y mucho antes de la llegada de Donald Trump, el mal uso del lenguaje en la época actual ha sido, en muchas maneras, más insidioso y más corrosivo que las plagas contra las que Orwell peleaba.
Los ejemplos que pinta Orwell derivan de gobiernos totalitarios o de partidos de extrema izquierda o derecha en el poder en las democracias. En EU, como democracia, los dos principales partidos hacen un uso creciente del lenguaje orwelliano. Y los republicanos lo utilizan más que los demócratas.
Trump ha llevado esta práctica a un récord a un nuevo bajo nivel. Sin embargo, los esfuerzos orwellianos anteriores prepararon el camino.
Hubo un tiempo en que la mayor parte de las leyes tenían nombres descriptivos o técnicos, como la Ley Glass-Steagall, la Ley Nacional de Relaciones Laborales, o la Ley para la Educación Primaria y Secundaria. A partir de George W. Bush, varias muestras de la legislación se han visto como oportunidades para el branding o la mercadotecnia.
[CONTINUA EN LA SIGUIENTE ENTRADA]
Cofundador y coeditor de 'The American Prospect'
The Huffington Post, MX edition
25/01/2017
Hitler fue el primero en definir la técnica de contar una mentira muchas veces para que la gente la crea. La llamó "la gran mentira".

JUSSI NUKARI/AFP/GETTY IMAGES)
Una participante durante la Marcha de las mujeres en Helsinki, Finlandia, sostiene un cartel con la imagen del presidente de Estados Unidos Donald Trump y el dictador alemán Adolfo Hitler, el pasado 21 de enero de 2017.
La semana pasada busqué a mi Philip Roth en su espléndida novela, El plan contra Estados Unidos. Esta semana me puse a leer a mi George Orwell.
En 1946, mientras Europa se recuperaba de las desgracias de la Segunda Guerra Mundial (la cual fue un auténtico caso de masacre masiva, más que la fantasiosa masacre de la que habla Donald Trump), Orwell escribió su clásico ensayo sobre las seducciones de la propaganda: 'Política y el idioma inglés'.
La mayor parte de esta obra, muy usada en clases de inglés, advierte de cómo una redacción rancia nos puede llevar a un pensamiento soso. Pero la parte más original es la disección de la propaganda que hace Orwell.
En combinación con su gran novela 1984, que escribió en 1949 como una advertencia distópica sobre cómo la práctica del totalitarismo se internaliza y deriva en pensamiento totalitarista, las dos obras generaron el adjetivo "orwelliano".
De '1984' aprendimos que los eslóganes oficiales del partido: "La guerra es paz. La libertad es esclavitud. La ignorancia es fortaleza", son tenues paródicas del comunismo y el nazismo.
"La libertad es esclavitud" no está tan alejado del infame saludo en la entrada del campo de Auschwitz: Arbeit Macht Frei ("El trabajo te hará libre").
En cuanto a "Ignorancia es fuerza", tal parece ser el credo de Donald Trump, así como la premisa de su forma de operar: ignorancia tanto para él como para su público.
El blanco de Orwell era el eufemismo embellecido, utilizado principalmente por los partidos y gobiernos extremistas de izquierda y derecha. Si las personas podían ser convencidas de aceptar un nuevo marco para ver las cosas, entonces también podrían alterar su concepción de la realidad.
En "Política y el idioma inglés", Orwell aprovechó la oportunidad de redactar frases pretenciosas y metáforas compuestas como: "El pulpo capitalista ya cantó su canto del cisne". Pero también fue muy serio al tocar aspectos políticos:
Las comunidades indefensas se bombardean por aire, sus habitantes corren al campo, el ganado ametrallado y las cabañas arden debido a las balas incendiarias: y a esto le llaman pacificación. Despojan a millones de campesinos de sus tierras y los arrojan a los caminos sin nada que llevar. A esto le llaman 'transferencia de la población'...
Cabe destacar que Orwell redactó esto dos décadas antes que la guerra de Vietnam. Y mucho antes de la llegada de Donald Trump, el mal uso del lenguaje en la época actual ha sido, en muchas maneras, más insidioso y más corrosivo que las plagas contra las que Orwell peleaba.
Los ejemplos que pinta Orwell derivan de gobiernos totalitarios o de partidos de extrema izquierda o derecha en el poder en las democracias. En EU, como democracia, los dos principales partidos hacen un uso creciente del lenguaje orwelliano. Y los republicanos lo utilizan más que los demócratas.
Trump ha llevado esta práctica a un récord a un nuevo bajo nivel. Sin embargo, los esfuerzos orwellianos anteriores prepararon el camino.
Hubo un tiempo en que la mayor parte de las leyes tenían nombres descriptivos o técnicos, como la Ley Glass-Steagall, la Ley Nacional de Relaciones Laborales, o la Ley para la Educación Primaria y Secundaria. A partir de George W. Bush, varias muestras de la legislación se han visto como oportunidades para el branding o la mercadotecnia.
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