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Ofensiva contra la ciencia (¡LECTURA OBLIGADA!)

jarochilandio

Bovino de la familia
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Javier Sampedro
17 JUN 2017


El rechazo a las vacunas, el ataque a los transgénicos o la negación del cambio climático son la nueva versión del viejo ataque a la ciencia


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Un médico vacuna a una mujer contra la gripe porcina en 1976.PHILL CORBIS (GETTY IMAGES)


Desde el tribunal eclesiástico que juzgó a Galileo para hacerle desistir de sus conclusiones experimentales, la ciencia lleva más de cuatro siglos dándose de bofetadas con los señores del lado oscuro. Visto desde hoy, cuesta imaginar por qué las teorías de Copérnico, Kepler y el propio Galileo no fueron aceptadas de inmediato por su inmenso poder explicativo. Como decía el astrofísico Carl Sagan: “Me pregunto cómo es que apenas ninguna religión ha mirado a la ciencia y ha concluido: ‘¡Esto es mejor que lo nuestro! ¡El universo es mucho mayor de lo que dijeron nuestros profetas, más sutil y elegante!”.

Sagan, un inteligente físico y genial divulgador, dedicó media actividad profesional a la búsqueda de vida inteligente en la galaxia y la otra mitad a mejorar la inteligencia de los terrícolas. Luchar contra la irracionalidad es una función importante de la divulgación científica. Otro campeón de esa contienda ha sido Richard Dawkins, centrado sobre todo en desarmar a los creacionistas, con libros enteros dedicados a derribar la idea de Dios y campañas de autobuses ateos que ríete tú de los buses de la trama y de la vulva. De entre todas las irracionalidades habidas y por haber, la religión ha sido tradicionalmente el enemigo número uno del avance científico.

Por ejemplo, Dawkins desarrolló en los años ochenta un argumento chispeante contra el “diseñador inteligente” de los nuevos creacionistas, que deducen la existencia de Dios a partir de la complejidad de sus criaturas. Pero un diseñador inteligente, aduce Dawkins, debe ser aún más complejo que las criaturas a las que pretende dar explicación, luego no les da ninguna. Es un razonamiento brillante, a la altura de su autor.

El problema con todo esto, naturalmente, es que un individuo irracional no atiende a razones. Las personas religiosas se basan en la fe, no en el argumento. Y este mismo es el problema con las otras religiones, las creencias modernas que han sustituido la catequesis por una serie de credos laicos, como la fe en la madre naturaleza, el repudio a la tecnología opresora y los hechos alternativos que emanan de la Casa Blanca como versículos del Evangelio. Los meros argumentos racionales no van a parar esto. No lo han hecho nunca, y no lo van a hacer ahora.

“Os metéis con la homeopatía cuando no le ha hecho nada a nadie”, decía un whatsapp que circulaba el otro día. No sé quién es su autor, pero tiene una exquisita mala uva. La homeopatía, en efecto, no le ha hecho nada a nadie, ni podría hacérselo. Un producto homeopático, según los textos fundacionales de esta sandez, no es más que agua pura y cristalina, con algo de cloro si sale del grifo. Esta religión moderna consiste en diluir una sustancia dañina en tantos órdenes de magnitud que al final no puede quedar una sola molécula de ella. Es increíble que una idea tan estúpida se haya generalizado de tal forma. Pero así es (véase artículo adjunto).

La homeopatía no es más que una estafa. Una cuestión más grave, por supuesto, es que el chamán convenza al paciente de que tiene que dejar su tratamiento médico para abrazar el elixir fraudulento. Ahí muere gente, y los tribunales pueden actuar. Pero, cuando no se llega a esos extremos, o no muy frecuentemente, los productos homeopáticos seguirán gozando de una estantería vistosa en la farmacia. Es avalar una estafa, pero los políticos parecen estar acostumbrados a esa práctica, a juzgar por sus (nulas) iniciativas para erradicarla. Fácil: la mayoría de los españoles creen en la homeopatía, y no están los tiempos para perder votos.


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Vacuna experimental contra la gripe aviar desarrollada en la Universidad de Maryland en 2005. GETTY


El rechazo a las vacunas es a la vez más complicado y más grave. Hace décadas que los abogados de colmillo más aguzado aguardan apostados a la salida de los hospitales norteamericanos a que salgan los familiares de los pacientes que han muerto. Una vacuna puede proteger al 80% o al 90% de quienes la reciben, y eso deja un margen jugoso del 10% o el 20% al que los letrados pueden agarrarse para plantear una demanda. Contra el médico, contra el hospital o contra la empresa farmacéutica que ha descubierto la vacuna.

Si nada de eso funciona, el abogado siempre puede aducir cualquier falacia que circule por la Red o sus alcantarillas, como por ejemplo que la vacuna que le han puesto a tu hijo causa autismo. Es mentira, y de la peor clase —ignorante e interesada—, pero ha causado unos daños profundos al sistema global de salud. En los años 2000, estas prácticas de leguleyos llegaron a vaciar a Estados Unidos de las firmas farmacéuticas que, como Pasteur o Glaxo, habían apostado por las vacunas. Esto fue un desastre que todavía no hemos superado del todo.

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La esperanza media de vida de los países occidentales se duplicó en el siglo XX (de los 45 a los 90, redondeando un poco) debido a las tres patas esenciales de la lucha contra la infección: el alcantarillado, los antibióticos y las vacunas (hoy habría que añadir los condones, seguramente). Las zonas deprimidas de África y Asia siguen necesitando esos avances, contra las enfermedades antiguas y contra las que puedan surgir, y sin la investigación privada no parece posible.

Además, los gestores de la salud pública coinciden en que sin medicina preventiva no hay futuro. La esperanza media de vida occidental sigue aumentando a un ritmo lento pero constante de un par de años por década, pero la razón principal es la mejora en el tratamiento del infarto (que sigue siendo el gran matarife en el mundo desarrollado, por encima de todos los cánceres juntos). Esos sistemas son caros e imperfectos, pues rara vez devuelven al paciente su calidad de vida anterior. El sistema sanitario actual, sea público o privado, no es sostenible. Hay que apostar a fondo por la medicina preventiva.

Y las vacunas son medicina preventiva por definición. Se las pinchas a la población de riesgo y evitas que desarrollen unas enfermedades que, de haberse producido, habrían supuesto un tormento para el paciente y una sangría para los presupuestos sanitarios. Las artimañas jurídicas de los tiburones significarán a la larga un horrible aumento del gasto público y un estorbo para el avance de la investigación biomédica. Es obvio que los políticos pueden hacer mucho para animar a la Big Pharma a investigar en vacunas. También lo es que no está en su agenda de prioridades.

Lo que hasta ahora está salvando a estos abogados, y a los padres que se niegan a vacunar a sus hijos, de un buen embrollo civil o incluso penal es un efecto estadístico bien conocido de los epidemiólogos. Frenar la propagación de un virus no requiere vacunar a toda la población. Basta con vacunar a tres de cada cuatro. Lo que haga el cuarto individuo da igual a efectos epidemiológicos. Así que los hijos de los antivacunas están protegidos contra las principales enfermedades infecciosas gracias a los demás padres, los que sí vacunan a sus hijos. Puede parecer una paradoja, pero no son más que matemáticas.

El rechazo a los alimentos transgénicos —otra de las religiones de nuestro tiempo— plantea cuestiones aún más complejas e interesantes que el creacionismo, los pseudofármacos y las vacunas. Es curioso que una humilde semilla sea más importante que Dios padre, pero así son las cosas.

La mayor parte de la gente cree que hay una polémica científica sobre la seguridad para la salud de los transgénicos. No la hay. Todos los científicos y biotecnólogos de plantas coinciden en que los transgénicos son seguros para la salud, y también para el medio ambiente. Si llevan décadas investigando en ellos es porque, además de haber descartado esos riesgos, están convencidos de que los transgénicos son el mejor modo de incrementar el contenido de vitamina A del arroz — la base de la alimentación de media Asia, pobre en ese compuesto esencial—, crear variedades de las principales plantas de cultivo tropicales que sean resistentes a la sequía, y que por tanto gasten menos agua, ralentizar la oxidación que arruina la fruta, para una gestión más eficaz y sostenible de muchas plagas, sobre todo las enfermedades virales que arruinan las cosechas de varios países africanos, en fin.

En el caso del rechazo irracional a los transgénicos, los grandes responsables han sido los grupos ecologistas, con especial mención a Greenpeace, que lleva décadas poniéndolos entre sus tres o cuatro líneas estratégicas, a la altura de los residuos nucleares o el cambio climático. “Los ecologistas se oponen a los transgénicos porque tienen la panza llena”, me dijo en una entrevista el padre de la revolución verde, Norman Borlaug.

Tenía razón. Greenpeace ha conseguido intoxicar (ideológicamente) a la población occidental, y que Europa tenga una legislación absurda y retrógrada sobre los transgénicos. En el fondo eso da igual. Los países que verdaderamente los necesitan, como China y varios de África tropical, llevan años investigando en sus propios transgénicos. El largo brazo de Greenpeace no llega allí. Malo para la contaminación, bueno para la ciencia.

El negacionismo climático no es muy distinto de las religiones anteriores. Todas consisten en cegarse a la evidencia, inventar una realidad paralela e infectar a la mayor parte posible de la población con ella. Todas acabarán fracasando —la realidad es tozuda—, pero nadie sabe cuándo. Nuestro cerebro no está hecho para el pensamiento científico: pensar así nos cuesta Dios y ayuda, y poca gente está dispuesta a esa tortura. Habrá que inventar algo.


Fuente


Hay que decir que el argumento de Dawkins lo expresó muchos años antes un aún más eminente filósofo, matemático y escritor (premio Nobel de Literatura 1950), Bertrand Russell, en su archiconocido, tradicional y demoledor libro "Porqué no soy cristiano", cuya primera versión apareció en... ¡1927! y cuya lectura no puedo menos que recomendar ampliamente (no la escribió cualquier charlatán, ni mercachifles).

Si bien el artículo hace referencia a los españoles cuando habla de la homeopatía (lo cual es entendible, ya que el medio de comunicación -El País- es español), hay que ver que éso es también válido en la gran mayoría de los paises, así se trate de paises del llamado "Primer Mundo" (véase el más reciente y "edificante" caso de nuestro vecino del Norte, EEUU).

Y sí, coincido con Javier Sampedro que ES MÁS BARATA LA MEDICINA PREVENTIVA QUE LA CURATIVA. Hasta hace poco tiempo, nuestros nunca bien ponderados políticos le apostaban a la segunda, porque siempre les ha redituado mucho$$$$ má$$$$ beneficio$$$ para ellos (la construcción -obra civil- y equipamiento de las unidades desde hace décadas les ha dejado pingües ganancias a los políticos y sus canchanchanes, como cualquier jefe de adquisiciones de cualquier gobierno lo sabe... aunque no lo diga... o no quiera reconocerlo en público). No fue sino hasta hace poco tiempo, que la llamada "nueva generación de políticos" (esos a los que nuestro "ilustre" presidente mexicano hasta elogiaba y orgullosamente posaba con ellos en la foto), que estas LACRAS encontraron la manera de incluso BENEFICIARSE de la adquisición de medicamentos y vacunas (el caso más sonado ha sido el del cerdito veracruzano).

Me gustó el comentario de Norman Borlaug: “Los ecologistas se oponen a los transgénicos porque tienen la panza llena”.

Finalmente, no puedo menos que recomendar la lectura de los comentarios en la fuente original, ¡los cuales crecen de manera exponencial! Hay... de todo y para todos, como era de esperarse para un tema tan espinoso. En particular me da gusto ver que hay muchísimos más lectores interesados en estos temas, de los que nuestros amados políticos, empeñados en mantenernos en el oscurantismo, podrían siquiera imaginar.
 
Ya que me permití sugerirles la lectura del excelente libro de Sir Bertrand Russell, "Porqué no soy cristiano", encontré en el Wikiquotes un muy buen número de citas de este eminente pensador. Aquí les comparto algunas de ellas:

  • «Afirmo deliberadamente que la religión cristiana, tal y como está organizada, ha sido y aún es el principal enemigo del progreso moral en el mundo».
  • «Aún cuando todos los expertos coincidan, pueden muy bien estar equivocados».
  • «Cristo dijo que debian entregarse los bienes a los pobres, que no se debia luchar, que no habia que ir a la Iglesia y que el adulterio no debia ser castigado».
  • «Cuando estudias cualquier materia o consideras cualquier filosofía, pregúntese solamente: cuáles son los hechos y cuál es la verdad que los hechos corroboran».
  • «Cualquier sistema moral que tenga una base teológica se convierte en unos de los instrumentos a través de los cuales los poderosos conservan la autoridad y dañan el vigor intelectual de los jóvenes».
  • «El agnóstico cree que es imposible saber la verdad en los asuntos que le interesan al cristianismo y otras religiones, como Dios y la vida futura. O si no imposible, al menos imposible por ahora».
  • «El hombre cuyos músculos están tensos cree en un Dios de acción, mientras que el hombre cuyos músculos están relajados cree en un Dios de pensamiento y contemplación».
  • «El hombre juicioso solo piensa en sus males cuando ello conduce a algo práctico, todos los demás momentos los dedica a otras cosas».
  • «El hombre puede ser científicamente manipulado».
  • «El mundo en que vivimos puede ser entendido como resultado de la confusión y el accidente; pero, si es resultado de un propósito deliberado, el propósito tiene que haber sido el de un demonio. Por mi parte, encuentro el accidente una hipótesis menos penosa y más verosímil».
  • «El mundo, ahora y antes, está basado en una competición a vida o muerte; lo que se disputaba en la guerra era qué niños, si los alemanes o los aliados, debían morir de hambre y de miseria».
  • «El mundo necesita mentes y corazones abiertos, y estos no pueden derivarse de rígidos sistemas ya sean viejos o nuevos».
  • «El patriotismo es la disposición de matar y dejarse matar por razones triviales».
  • «El problema de la humanidad es que los estúpidos están seguros de todo y los inteligentes están llenos de dudas».
  • «El secreto de la felicidad es darse cuenta de que la vida es horrible, horrible, horrible».
  • «En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras»
  • «En todos los tiempos modernos, prácticamente, cada avance de la ciencia, en lógica o en filosofía, ha tenido que hacerse contra la encarnizada oposición de los discípulos de Aristóteles».
  • «Está claro que las causas psicológicas de la infelicidad son muchas y variadas. Pero todas tienen algo en común. La típica persona infeliz es aquella que, habiéndose visto privada de joven de alguna satisfacción normal, ha llegado a valorar este único tipo de satisfacción más que cualquier otro, y por tanto ha encauzado su vida en una única dirección, dando excesiva importancia a los logros y ninguna a las actividades relacionadas con ellos».
  • «La calumnia es siempre sencilla y verosímil».
  • «La Ciencia en ningún momento está totalmente en lo cierto, pero rara vez está completamente equivocada y tiene en general mayores posibilidades de estar en lo cierto que las teorías no científicas».
  • «La conclusión es que sabemos muy poco y sin embargo es asombroso lo mucho que conocemos. Y más asombroso todavía que un conocimiento tan pequeño pueda dar tanto poder».
  • “La envidia consiste en no ver nunca las cosas en sí mismas, sino sólo en sus relaciones. Si deseas gloria, puedes envidiar a Napoleón, pero Napoleón envidiaba a César, César envidiaba a Alejandro y Alejandro, me atrevería a decir, envidiaba a Hércules, que nunca existió.”
  • «La humanidad tiene una moral doble: una que predica y no practica, y otra que practica y no predica».
  • «La Mayoría de la gente cree en Dios porque le han enseñado a creer desde su infancia, y esa es la razón principal».
  • «La religión se basa, a mi juicio, primordial y principalmente en el miedo. En parte es terror a lo desconocido y, en parte, deseo de sentir que se tiene una especie de hermano mayor que estará junto a uno en todas las aflicciones y disputas».
  • «La religión sirve para impedir el conocimiento, promover el miedo y la dependencia. Es responsable en gran parte de la guerra, opresión y miseria del mundo».
  • «Las matemáticas pueden ser definidas como aquel tema en el cual ni sabemos nunca lo que decimos ni si lo que decimos es verdadero».
  • «Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar».
  • «Lo que los hombres realmente quieren no es el conocimiento, sino la certidumbre».
  • «Lo que se necesita no es la voluntad de creer, sino el deseo de averiguar, que es exactamente lo contrario».
  • «Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. Los políticos por hacer imposible lo posible».
  • «Los educadores, más que cualquier otra clase de profesionales, son los guardianes de la civilización».
  • «Los más ilustrados de entre los griegos sostenían que la esclavitud era justificable siempre que los amos fueran griegos y los esclavos bárbaros, pero el caso opuesto era contrario a la naturaleza».
  • «La ciencia parece estar en guerra consigo misma... La realidad conduce a la física, y la física muestra que la realidad es falsa. Entonces la realidad si es verdadera es falsa, por lo tanto es falsa».
  • «Me opongo a toda superstición, sea musulmana, cristiana, judía o budista».
  • «Muchas personas preferirían morirse antes que pensar; en realidad eso es lo que hacen».
  • «Muchos hombres cometen el error de sustituir el conocimiento por la afirmación de que es verdad lo que ellos desean».
  • «Me parece fundamentalmente, deshonesto y dañino para la integridad intelectual creer en algo sólo porque te beneficia y no porque pienses que es verdad».
  • «Nadie debería creerse perfecto, ni preocuparse demasiado por el hecho de no serlo».
  • «No hablamos de la fe de que dos y dos son cuatro o de que la tierra es redonda. Sólo hablamos de la fe cuando queremos sustituir la evidencia por la emoción».
  • «No importa lo elocuente que ladre un perro; nunca podrá decirte que sus padres fueron pobres pero no honestos».
  • «Observo que una gran parte de la especie humana no cree en Dios y no sufre por ello ningún castigo visible. Y si hubiera un Dios, me parece muy improbable que tuviera una vanidad tan enfermiza como para sentirse ofendido por quienes dudan de su existencia».
  • «¿Para qué repetir los errores antiguos habiendo tantos errores nuevos que cometer?».
  • «Por lo que a mí respecta, creo que los principios teóricos del comunismo son falsos, y pienso que la práctica de sus máximas aumenta inconmensurablemente la miseria humana».
  • «Quiero decir, con toda seriedad, que la fe en las virtudes del trabajo está haciendo mucho daño en el mundo moderno, y que el camino hacia la felicidad y la prosperidad pasa por una reducción organizada de aquél».
  • «Rousseau estaba loco, pero fue muy influyente; Hume era cuerdo, pero no tuvo seguidores».
  • «Se dirá que el placer de la aventura mental es raro, que pocos pueden apreciarlo y que la educación ordinaria no tiene en cuenta un bien tan aristocrático. Yo no lo creo. El placer de la aventura mental es mucho más común en el joven que en los hombres y mujeres mayores... Es raro en la vida adulta porque se hace todo lo posible por matarlo mientras dura la educación».
  • «Si algo es verdad, es verdad y si no lo es, no lo es, si es verdad debes creerlo y si no, no debes creerlo; y bueno, si no sabes si es verdad o no, deberías posponer tu opinión».
  • «Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos».
  • «Tengo recelo del Gobierno y desconfío de los políticos; pero como es preciso tener un gobierno prefiero que sea democrático».
  • «Toda la actividad humana está motivada por el deseo o el impulso».
  • «Uno de los defectos de la educación superior moderna es que hace demasiado énfasis en el aprendizaje de ciertas especialidades, y demasiado poco en un ensanchamiento de la mente y el corazón por medio de un análisis imparcial del mundo».
  • «Yo estoy tan firmemente convencido de que las religiones hacen daño, como lo estoy de que son falsas».
  • «(...) Y aunque no nos sea posible llegar a ser completamente racionales, será tanto mejor para todos nosotros si llegamos a serlo un poco más que de costumbre. En el peor de los casos, siempre resultará interesante el ver hacia dónde nos conduce la razón».


Ojalá algunas les sean de UTILIDAD en el futuro de sus vidas.
 
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