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Bovino de la familia
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No cabe duda que uno de los poétas contemporaneos que dejó huella en los lectores, no solo del país sino de todo el mundo fue Octavio Paz...
Javier Aranda Luna
Octavio Paz fue un espíritu universal, como los que conocieron la Edad Media y el Renacimiento y probablemente no se volverán a encontrar. Creo que tenía razón Claude Lévi-Strauss al afirmar lo anterior y también al comparar al poeta con un instrumento de música cuyas cuerdas entran en resonancia desde muy lejos cuando una vibración las alcanza, todas las diversidades del mundo, de las más antiguas a las más recientes, ponían en movimiento al pensamiento de Octavio Paz. Servida por un saber enciclopédico, una sensibilidad estética, una conciencia moral siempre en vilo, sus reflexiones las enriquecía, les imprimía su marca, les añadía nuevas dimensiones.
Por ello no me extraña la multiplicación de lectores que, de tiempo en tiempo, engendra la obra de Octavio Paz: las ondas expansivas de sus textos y sus versos no terminan de provocarnos. Surgen viejos lectores del poeta con lecturas nuevas de sus textos y los novísimos lectores que están seguros que los versos de Árbol adentro y Ladera Este fueron escritos para ellos apenas ayer.
Anthony Stanton acaba de publicar un conjunto de ensayos, remembranzas y artículos con nuevas lecturas hechas por antiguos lectores de su obra. Lleva el título de Octavio Paz: entre poética y política y fue impreso bajo el sello editorial de El Colegio de México (Colmex).
Aunque son interesantes todas las lecturas sobre la poesía y el pensamiento político de Paz, me llamaron particularmente la atención tres ensayos sobre el conjunto. La lectura que hace Enrico Mario Santí sobre la poesía y la historia en la poética de Octavio Paz; la disección arqueológica del poema Pasado en claro, elaborada por el escritor Adolfo Castañón, y el seguimiento que nos ofrece la investigadora Soledad Loaeza sobre las aportaciones de Paz en el debate de la democracia mexicana.
Santí es, sin duda, uno de los mayores especialistas en la vida y en la obra del poeta mexicano. Sus trabajos no sorprenden sólo por el sustento documental de sus investigaciones, sino por el gran conocimiento que Santí tiene de la literatura hispanoamericana y por su gusto por la poesía. Sólo un buen lector de poemas podría rastrear la voz de la historia en los versos de Paz e incluso imaginar toda una antología de sus poemas que podría titular Poesía e historia.
El poeta Adolfo Castañón, por su parte, es autor de una notas para releer con mayor provecho Pasado en claro, uno de los más hermosos poemas de la literatura hispanoamericana. Castañón no sólo fue lector y amigo de Paz sino, también, uno de sus editores más cuidadosos. Lo fue del extenso poema de 602 versos Tiempo adentro o Pasado en claro, evocación o convocación de sombras. La comparación con otros poemas extensos de Paz, y el constante ir y venir por entrevistas, cartas, ensayos y las notas de otros lectores de esos versos escritos por su autor a los 60 años le permitieron elaborar a Castañón, para fortuna nuestra, uno de los más ricos acercamientos a ese poema autobiográfico cuyo rumor de sílabas no deja de asombrarnos.
Soledad Loaeza con su ensayo Octavio Paz en el debate de la democratización mexicana se acercó a una de las facetas más controvertidas del escritor: a la del intelectual que aprendió el arte de ser impopular. Por expresar sus ideas en la plaza pública Octavio Paz se expuso, desde muy joven y hasta el final de sus días, a la gritería y al ninguneo.
La investigadora del Colmex examinó tres momentos para rastrear las contribuciones de Paz al debate sobre la democracia en nuestro país: el sexenio de Luis Echeverría, quien era titular de la Secretaría de Gobernación del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en 1968 y que hizo reflexionar a Paz sobre la relación de los intelectuales y el poder; la publicación de El ogro filantrópico, en la que el escritor emprende una defensa de la democracia y contra del Estado, y el tercer momento escogido por Loaeza parte con la publicación de Hora cumplida, ensayo en el que Paz, según la investigadora, concentra su atención en la democracia electoral y en la consolidación del pluripartidismo. En su repaso por algunos momentos significativos de nuestra historia contemporánea, Loaeza recupera la idea que Paz tenía del Partido Acción Nacional como hijo del antiguo Partido Conservador, cuyo tradicionalismo ha llevado a sus militantes a simpatizar con el dictador Francisco Franco.
Octavio Paz: entre poética y política es, qué duda cabe, un buen acercamiento al escritor del que tuvimos la fortuna de ser sus contemporáneos.
Javier Aranda Luna
Octavio Paz fue un espíritu universal, como los que conocieron la Edad Media y el Renacimiento y probablemente no se volverán a encontrar. Creo que tenía razón Claude Lévi-Strauss al afirmar lo anterior y también al comparar al poeta con un instrumento de música cuyas cuerdas entran en resonancia desde muy lejos cuando una vibración las alcanza, todas las diversidades del mundo, de las más antiguas a las más recientes, ponían en movimiento al pensamiento de Octavio Paz. Servida por un saber enciclopédico, una sensibilidad estética, una conciencia moral siempre en vilo, sus reflexiones las enriquecía, les imprimía su marca, les añadía nuevas dimensiones.
Por ello no me extraña la multiplicación de lectores que, de tiempo en tiempo, engendra la obra de Octavio Paz: las ondas expansivas de sus textos y sus versos no terminan de provocarnos. Surgen viejos lectores del poeta con lecturas nuevas de sus textos y los novísimos lectores que están seguros que los versos de Árbol adentro y Ladera Este fueron escritos para ellos apenas ayer.
Anthony Stanton acaba de publicar un conjunto de ensayos, remembranzas y artículos con nuevas lecturas hechas por antiguos lectores de su obra. Lleva el título de Octavio Paz: entre poética y política y fue impreso bajo el sello editorial de El Colegio de México (Colmex).
Aunque son interesantes todas las lecturas sobre la poesía y el pensamiento político de Paz, me llamaron particularmente la atención tres ensayos sobre el conjunto. La lectura que hace Enrico Mario Santí sobre la poesía y la historia en la poética de Octavio Paz; la disección arqueológica del poema Pasado en claro, elaborada por el escritor Adolfo Castañón, y el seguimiento que nos ofrece la investigadora Soledad Loaeza sobre las aportaciones de Paz en el debate de la democracia mexicana.
Santí es, sin duda, uno de los mayores especialistas en la vida y en la obra del poeta mexicano. Sus trabajos no sorprenden sólo por el sustento documental de sus investigaciones, sino por el gran conocimiento que Santí tiene de la literatura hispanoamericana y por su gusto por la poesía. Sólo un buen lector de poemas podría rastrear la voz de la historia en los versos de Paz e incluso imaginar toda una antología de sus poemas que podría titular Poesía e historia.
El poeta Adolfo Castañón, por su parte, es autor de una notas para releer con mayor provecho Pasado en claro, uno de los más hermosos poemas de la literatura hispanoamericana. Castañón no sólo fue lector y amigo de Paz sino, también, uno de sus editores más cuidadosos. Lo fue del extenso poema de 602 versos Tiempo adentro o Pasado en claro, evocación o convocación de sombras. La comparación con otros poemas extensos de Paz, y el constante ir y venir por entrevistas, cartas, ensayos y las notas de otros lectores de esos versos escritos por su autor a los 60 años le permitieron elaborar a Castañón, para fortuna nuestra, uno de los más ricos acercamientos a ese poema autobiográfico cuyo rumor de sílabas no deja de asombrarnos.
Soledad Loaeza con su ensayo Octavio Paz en el debate de la democratización mexicana se acercó a una de las facetas más controvertidas del escritor: a la del intelectual que aprendió el arte de ser impopular. Por expresar sus ideas en la plaza pública Octavio Paz se expuso, desde muy joven y hasta el final de sus días, a la gritería y al ninguneo.
La investigadora del Colmex examinó tres momentos para rastrear las contribuciones de Paz al debate sobre la democracia en nuestro país: el sexenio de Luis Echeverría, quien era titular de la Secretaría de Gobernación del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz en 1968 y que hizo reflexionar a Paz sobre la relación de los intelectuales y el poder; la publicación de El ogro filantrópico, en la que el escritor emprende una defensa de la democracia y contra del Estado, y el tercer momento escogido por Loaeza parte con la publicación de Hora cumplida, ensayo en el que Paz, según la investigadora, concentra su atención en la democracia electoral y en la consolidación del pluripartidismo. En su repaso por algunos momentos significativos de nuestra historia contemporánea, Loaeza recupera la idea que Paz tenía del Partido Acción Nacional como hijo del antiguo Partido Conservador, cuyo tradicionalismo ha llevado a sus militantes a simpatizar con el dictador Francisco Franco.
Octavio Paz: entre poética y política es, qué duda cabe, un buen acercamiento al escritor del que tuvimos la fortuna de ser sus contemporáneos.