jarochilandio
Bovino de la familia
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Zedryk Raziel
25 marzo, 2018
A poco más de tres meses de los comicios más grandes de la historia democrática del país, Roger Bartra sostiene que en el escenario político no existe una propuesta electoral de izquierda.
El antropólogo y sociólogo de 75 años afirma que los ciudadanos sólo podrán elegir el 1 de julio entre tres variantes de la derecha. Lo que resulta alarmante para alguien como él, ex militante del Partido Comunista Mexicano (PCM) y del Partido Socialista Unificado de México (PSUM), hijo de dos exiliados de la dictadura franquista.
Bartra explica su pesimismo: José Antonio Meade y Ricardo Anaya -diagnostica- abanderan una derecha tecnocrática, mientras que Andrés Manuel López Obrador promueve un populismo conservador con influencias hasta religiosas. No sólo eso, precisa: "es posiblemente el líder político más a la derecha en estos momentos".
"Soy bastante pesimista en cuanto a que el panorama está dominado por la derecha y eso es algo que me tiene descontento", afirma.
"Lo que no sabemos es cuál de las tres opciones de derecha va a seguir el país, y eso, como persona de izquierda, me parece lamentable: es lamentable que no haya una opción de izquierda. No la hay. Entonces, habrá que elegir entre tres variantes de la derecha, con algunos toques de izquierda en algunas de ellas. Mi pesimismo es grande".
Ex director de la revista El Machete, que testimonió el declive del comunismo, Bartra advierte de la trampa que implica la merma de la izquierda en un país democrático. ¿Ejemplos?: Rusia y China, pero para qué ir tan lejos. Ésas son dictaduras.
"La presencia de la izquierda es tremendamente importante para fortalecer la democracia, para inyectarle energía, nuevos retos y ocasionalmente nuevas ideas, así que, el que se marchite la izquierda en nuestro país, es para alarmarse.
"Yo resiento mucho esta situación crítica de la izquierda y este peligro serio de extinción, de que quede ahogada por la derecha hegemónica en sus diferentes expresiones; eso sería un desenlace muy negativo para la democracia mexicana", asienta.
En la sala de su casa de Coyoacán, Bartra tiene frente a sí su libro más reciente, La democracia fragmentada (Debolsillo, 2018), en el que describe la ruptura al interior de la izquierda y la derecha como una tensión entre pasado y presente, entre nacionalismo revolucionario y liberalismo, entre autoritarismo y democracia, entre dogma y pensamiento.
Afirma que el PRI, al que define como "el gran partido de la corrupción", está atenazado entre una tendencia tecnocrática, representada por el grupo de Luis Videgaray y José Antonio Meade, y la base social que lo respalda: conservadora y tradicional, en su mayoría rural.
Aunque sostiene que la fuerza de esa base social es cada vez más débil, advierte que puede fungir como una corriente restauradora del viejo régimen, como ocurrió en 2012, el año en que el PRI regresó al poder.
"Es el peligro de la restauración. Como el priismo es una cultura profundamente enraizada en la sociedad mexicana, el retorno del PRI significó que no había muerto esa veta nacionalista revolucionaria y que había fuerzas muy grandes que trataban de restaurar el antiguo sistema, y Peña Nieto cobijó estas tendencias que fueron importantes durante este sexenio", afirma.
La paradoja, precisa el académico, es que, este año, ese empuje restaurador puede venir no con Meade, a quien califica como "el candidato más gelatinoso", sino con López Obrador, cuyo liberalismo es un mito.
"Desgraciadamente no viene del PRI, sino de Morena, el peligro de que se convierta en un 'Movimiento de Restauración Nacional'", resume.
"El liberalismo de López Obrador es un mito que él toma por su adoración a la figura de Juárez, pero en realidad el ideario nacionalista revolucionario en el que más se apoya es el ideario del PRI de los años sesentas y setentas, el PRI de Echeverría, López Portillo, Díaz Ordaz, López Mateos.
"Es una tradición política estatista, que tiene muy pocas raíces en el tradicional liberalismo mexicano; así que ese retorno al nacionalismo revolucionario, a la exaltación de esos modelos económicos completamente viejos y caducos de los años setentas, no es una posición liberal", asienta.
De Anaya, Bartra afirma que está en pugna con los grupos conservadores del panismo, como el calderonismo, pues el candidato ha delineado su inclinación liberal.
"Anaya es el típico representante de la derecha liberal, con inclinaciones tecnocráticas, que ha estado alojada tanto en el PAN como en el PRI; son sectores de derecha moderna que quieren deshacerse de las tradiciones conservadoras tradicionales, muy arraigadas dentro del PAN, y que enfatizan un pensamiento de carácter liberal, y por eso han sido muy criticadas y han generado muchas tensiones. Dentro del PAN no es fácil llamarse abiertamente liberal", indica.
Izquierda infrarrealista
La sociedad mexicana es contradictoria, dice Bartra. "Es como un mar con muchos oleajes". Existen en ella movimientos de derecha y de izquierda, aunque no existan los partidos que los representen.
"Bajo condiciones democráticas, una de las características de la ciudadanía es justamente que está dividida y que está cruzada de corrientes muy diferentes, que no forzosamente corresponden, sobre todo en las democracias poco maduras como la mexicana, con las expresiones que cristalizan en partidos políticos, porque no han tenido tiempo realmente de madurar en el interior de la ciudadanía", propone.
El antropólogo, que impugnó en La jaula de la melancolía (2012) que exista "lo mexicano" como una esencia nacional, ha hallado una ciudadanía conservadora y apática, tolerante de la corrupción y ajena a la idea de democracia.
"Hay un desprecio a la democracia, un predominio de tradiciones autoritarias profundamente enraizadas después de tantos decenios de gobiernos priistas; eso ha acabado formando una cultura política antidemocrática, que es la base del autoritarismo, del caciquismo, de la corrupción. La corrupción no solamente está arriba: está en todos los polos de la sociedad mexicana y es, por supuesto, otra expresión escandalosa de la falta de democracia", señala.
En el espacio social, prosigue Bartra, también habita una izquierda que denomina "infrarrealista". Y sí: piensa en Roberto Bolaño y en Mario Santiago Papasquiaro, padrinos del grupo de jóvenes poetas iconoclastas de los setentas, adversarios de Octavio Paz, tótem de la cultura oficial, a quien uno de los 'infras' de Los detectives salvajes soñó con secuestrar.
"Fueron muy rebeldes, muy rijosos, muy interesantes. No dieron una gran literatura tal vez, pero fueron un fenómeno crítico interesante", concede el autor, hijo de un poeta y una narradora, Agustí Bartra y Anna Murià.
"Yo utilizo ese término -ellos se bautizaron a sí mismos como infrarrealistas- para referirme a esa izquierda en general radical, extremista, un poco rijosa, a veces con tintes dogmáticos, ya sea de origen estalinista, marxista-leninista o maoísta, es multicolor.
"Es infrarrealista porque camina por debajo de la realidad, no la acaba de reconocer, quiere minarla, tal vez; es tremendamente variada: es una izquierda que va de los neozapatistas a los estudiantes de Ayotzinapa, que en algunos casos se inclinan por movimientos guerrilleros, alternativas violentas y armadas a la crisis actual; hay de todo, están presentes sectores radicalizados de la CNTE, es un mosaico impresionante y multicolor, está presente en todos los polos de la sociedad", afirma.
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