Dragut
Bovino de alcurnia
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(Nota: esto tiene ya bastante tiempo; incluso creo que ya lo posteé en ba-k A.C. pero la ocasión del post "Por qué no comen pasteles" me lo ha hecho traer de nuevo. Como nota añadida para el debate, indicaré que según un informe del Worldwatch Institute los países enriquecidos gastan en comida para mascotas casi la misma cantidad que destinan a la lucha mundial contra el hambre.)
Niños 1 - Perros 0
- Joder...
- Ya... sí...
Las imágenes desfilaban sobre la pantalla del portátil de Canijo aunque las pupilas protestaban ante lo que estaban viendo.
- Coño... ¿quién ha hecho eso?
- Los del Ejército de Liberación del Señor...
- ¿No habían acabado con ellos los cascos azules?
- No...
Las últimas imágenes eran las peores; mi cerebro acudió a rescatarme cuando Canijo apagó su ordenador portátil.
- ¿Por qué con un ordenador tan potente usas esa mierda de programa para ver fotos? - le pregunto con no demasiada convicción. Tras un silencio las cosas vuelven a su sitio. - Vale ¿qué hace falta?
- Medicinas, pero sobre todo comida. Nada de latas, sólo lo básico esta vez: azúcar, harina, leche en polvo, arroz...
Mala época, pienso. La gente se ha gastado hasta lo que no tenía durante las vacaciones y ahora con los gastos propios de la vuelta al cole no "desperdiciarán" un sólo céntimo en vete-tú-a-saber-dónde-queda-Uganda.
- ¿Cuándo sale el avión?
- En cuanto esté lleno; esa gente no puede aguantar mucho más.
- Dame un par de esas fotos y te llenaré medio avión de comida.
- Imposible.
- La gente debe verlo - insisto.
- Dirían "qué barbaridad" y seguirán a lo suyo. Los dos lo sabemos.
- Vale... te aviso si consigo algo.
Lo digo también con muy poca convicción. Recaudar comida en la puerta de un centro comercial puede resultar humillante, especialmente si todo el mundo pasa de largo. Pero más humillante es haber visto esas imágenes y no hacer nada.
Pasaron un par de semanas; la gente de la Organización fue marchándose a unas vacaciones bien merecidas tras el intenso verano palestino. Tras varias llamadas que no sirvieron más que para aumentar mi factura telefónica, el azar me puso en conocimiento de un tipo de otra ciudad que quería colaborar con una gran cantidad de arroz.
Su voz sonaba contenta al otro lado del teléfono, a 400 kilómetros de distancia.
- Anda, pues por mí pueden pasar a llevarse todo el arroz ahora mismo.
- ¿Cuánto hay?
- Mucho.
- Ya, pero ¿cuántos kilos?
- Qué sé yo... cientos, o más.
- ¿Una tonelada de arroz? ¿Dos?
- A lo mejor no tanto... o por ahí.
- Ya -dije intentando contener mi voz temblona- mire ese arroz saldría de un aeropuerto militar de Madrid.
- Ah, pues yo del transporte no me hago cargo. Yo lo que quiero es que se lo lleven ya de aquí.
- De acuerdo, nosotros lo sacamos pero entenderá que necesitamos algo de tiempo para organizar el transporte y..
- Pues tiempo es lo que no tienen.
- El arroz está en buen estado ¿verdad?
- Perfecto para el consumo humano. Mire, el asunto es que es arroz procedente de la cosecha del año pasado. Si sacamos todo ese excedente a la calle, caen los precios; y el arroz de la cosecha de este año viene de camino y necesitamos ese espacio para almacenarlo.
- Entiendo ¿de cuánto tiempo estamos hablando?
- El viernes que viene. Si no se lo llevan el viernes, llamo a los de los perros.
- ¿¿¿A quiénes...???
- A los de la comida para perros. Ellos se lo llevan siempre pero mire usted, yo prefiero que se lo coman los niños a que se lo coman los perros. Ahora, que si no lo sacan de aquí para el viernes... sintiéndolo mucho...
- Ya, a los perros...
- Eso es.
La siguiente media hora la paso consultando los precios de fletar un camión desde esa ciudad hasta la capital. Imposible costearlo e imposible recaudar ese dinero en tan poco tiempo. Tras mucho cavilar se enciende una bombillita en la cabeza que, por lo absurda, se hace merecedora del empeño.
Busco en las páginas amarillas de internet todas las compañías de transportes con sede en la capital.
Las dos primeras de la lista me mandan a donde amarga el pepino, pero con la tercera...
- Buenas tardes ¿el gerente, por favor...??? Qué tal, me llamo tal y...
Una vez explicado el problema, el tipo se queda pensando al otro lado del teléfono.
- Déjeme que lo consulte y mire en el planning.... sí, efectivamente, tenemos que llevar una mercancía a "esaciudad" y el camión vuelve de vacío a la capital.
- Entonces ¿usted cree que pudiera ser?
- Hable con el conductor del camión, por nosotros no hay problema. Suerte.
Y por el conductor del camión tampoco hubo problema. Sólo nos hizo pagar el gasoil correspondiente al pequeño desvío que tuvo que hacer desde su sede hasta el aeropuerto. Una vez allí, y siguiendo el protocolo, se tomó una muestra del arroz para analizarlo en los laboratorios y comprobar que era perfectamente apto para el consumo humano.
Y canino... pensé yo.
Niños 1 - Perros 0
- Joder...
- Ya... sí...
Las imágenes desfilaban sobre la pantalla del portátil de Canijo aunque las pupilas protestaban ante lo que estaban viendo.
- Coño... ¿quién ha hecho eso?
- Los del Ejército de Liberación del Señor...
- ¿No habían acabado con ellos los cascos azules?
- No...
Las últimas imágenes eran las peores; mi cerebro acudió a rescatarme cuando Canijo apagó su ordenador portátil.
- ¿Por qué con un ordenador tan potente usas esa mierda de programa para ver fotos? - le pregunto con no demasiada convicción. Tras un silencio las cosas vuelven a su sitio. - Vale ¿qué hace falta?
- Medicinas, pero sobre todo comida. Nada de latas, sólo lo básico esta vez: azúcar, harina, leche en polvo, arroz...
Mala época, pienso. La gente se ha gastado hasta lo que no tenía durante las vacaciones y ahora con los gastos propios de la vuelta al cole no "desperdiciarán" un sólo céntimo en vete-tú-a-saber-dónde-queda-Uganda.
- ¿Cuándo sale el avión?
- En cuanto esté lleno; esa gente no puede aguantar mucho más.
- Dame un par de esas fotos y te llenaré medio avión de comida.
- Imposible.
- La gente debe verlo - insisto.
- Dirían "qué barbaridad" y seguirán a lo suyo. Los dos lo sabemos.
- Vale... te aviso si consigo algo.
Lo digo también con muy poca convicción. Recaudar comida en la puerta de un centro comercial puede resultar humillante, especialmente si todo el mundo pasa de largo. Pero más humillante es haber visto esas imágenes y no hacer nada.
Pasaron un par de semanas; la gente de la Organización fue marchándose a unas vacaciones bien merecidas tras el intenso verano palestino. Tras varias llamadas que no sirvieron más que para aumentar mi factura telefónica, el azar me puso en conocimiento de un tipo de otra ciudad que quería colaborar con una gran cantidad de arroz.
Su voz sonaba contenta al otro lado del teléfono, a 400 kilómetros de distancia.
- Anda, pues por mí pueden pasar a llevarse todo el arroz ahora mismo.
- ¿Cuánto hay?
- Mucho.
- Ya, pero ¿cuántos kilos?
- Qué sé yo... cientos, o más.
- ¿Una tonelada de arroz? ¿Dos?
- A lo mejor no tanto... o por ahí.
- Ya -dije intentando contener mi voz temblona- mire ese arroz saldría de un aeropuerto militar de Madrid.
- Ah, pues yo del transporte no me hago cargo. Yo lo que quiero es que se lo lleven ya de aquí.
- De acuerdo, nosotros lo sacamos pero entenderá que necesitamos algo de tiempo para organizar el transporte y..
- Pues tiempo es lo que no tienen.
- El arroz está en buen estado ¿verdad?
- Perfecto para el consumo humano. Mire, el asunto es que es arroz procedente de la cosecha del año pasado. Si sacamos todo ese excedente a la calle, caen los precios; y el arroz de la cosecha de este año viene de camino y necesitamos ese espacio para almacenarlo.
- Entiendo ¿de cuánto tiempo estamos hablando?
- El viernes que viene. Si no se lo llevan el viernes, llamo a los de los perros.
- ¿¿¿A quiénes...???
- A los de la comida para perros. Ellos se lo llevan siempre pero mire usted, yo prefiero que se lo coman los niños a que se lo coman los perros. Ahora, que si no lo sacan de aquí para el viernes... sintiéndolo mucho...
- Ya, a los perros...
- Eso es.
La siguiente media hora la paso consultando los precios de fletar un camión desde esa ciudad hasta la capital. Imposible costearlo e imposible recaudar ese dinero en tan poco tiempo. Tras mucho cavilar se enciende una bombillita en la cabeza que, por lo absurda, se hace merecedora del empeño.
Busco en las páginas amarillas de internet todas las compañías de transportes con sede en la capital.
Las dos primeras de la lista me mandan a donde amarga el pepino, pero con la tercera...
- Buenas tardes ¿el gerente, por favor...??? Qué tal, me llamo tal y...
Una vez explicado el problema, el tipo se queda pensando al otro lado del teléfono.
- Déjeme que lo consulte y mire en el planning.... sí, efectivamente, tenemos que llevar una mercancía a "esaciudad" y el camión vuelve de vacío a la capital.
- Entonces ¿usted cree que pudiera ser?
- Hable con el conductor del camión, por nosotros no hay problema. Suerte.
Y por el conductor del camión tampoco hubo problema. Sólo nos hizo pagar el gasoil correspondiente al pequeño desvío que tuvo que hacer desde su sede hasta el aeropuerto. Una vez allí, y siguiendo el protocolo, se tomó una muestra del arroz para analizarlo en los laboratorios y comprobar que era perfectamente apto para el consumo humano.
Y canino... pensé yo.