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Bovino maduro
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El auge mediático de la narcocultura en México comenzó en 1985 cuando el narcotraficante Rafael Caro Quintero, al ser detenido en Costa Rica y extraditado a nuestro país, anunció a los medios de comunicación nacionales un trueque que a muchos pareció interesante. El Capo del cartel de Guadalajara declaró que pagaría el total de la deuda externa a cambio de su liberación y evitar ser extraditado a Estados Unidos para enfrentar un juicio en su contra por el asesinato de un oficial del FBI. Mucha gente se manifestó a su favor exigiendo su liberación para erradicar la deuda externa. Por primera vez se hacía evidente el apoyo público que recibía el narcotráfico de gran parte de la sociedad civil pues representaba una solución viable a los intereses generales de la sociedad. Tras el impacto mediático de este acontecimiento, mucho se ha ido mostrando sobre el narcotráfico en los medios masivos de comunicación y toda la cultura que lo rodea.
La sofisticación mediática que ha adquirido el narcotráfico desde los años 80 ha sido significativa y de analizarse a detalle. A mediados de esta década comenzaron a aparecer mantas con mensajes dirigidos a las autoridades y a la ciudadanía a raíz de la batalla contra el narcotráfico a cargo del ejército y la marina de México. El objetivo de las mantas es el de amedrentar con mensajes violentos, muchas veces acompañados de cadáveres, para garantizar el shock comunicativo. Pero existen dos ejemplos que rompen esa brecha del shock mediático que colocan a los carteles en un plano de sofisticación mediática como cualquier otra industria de algún producto o servicio.
El primer caso se da el 16 de julio del año pasado, cuando La Tuta, jefe de La Familia Michoacana, se enlazó vía telefónica a un programa de CBTV Michoacán, donde convocó al gobierno federal a hacer un pacto nacional y terminar el combate entre fuerzas armadas y sicarios. En el segundo caso, uno más reciente y de mayor impacto, es la entrevista que salió publicada la semana pasada en la revista Proceso, que Julio Scherer le hace a El Mayo Zambada, líder del cartel de Sinaloa. En esta ocasión, como magistralmente lo narra Don Julio, fue el cartel quien contacta al periodista que accede a ser escoltado a la guarida del Mayo para darle voz viva y conocer su punto de vista sobre la llamada “guerra contra el narco”.
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Estos dos hechos ejemplifican una clara evolución de los carteles en función del impacto mediático que han tenido recientemente en los medios de comunicación masiva. Su organización pasó de ser una estructura criminal que sólo impactaba la nota roja de los diarios a ser una estructura criminal especializada que impone la agenda mediática del momento. Las narcomantas no son nada improvisadas, siguen toda una estrategia de comunicación y tanto la llamada telefónica de La Tuta como la entrevista que concede El Mayo Zambada, son hechos que dejan entrever lo bien organizados que se encuentran los carteles y su capacidad que de influir en la opinión pública. Desde mi punto de vista, es importante conocer los argumentos de estos personajes, pero es mucho más importante entablar una vía de comunicación donde se pueda contribuir a una solución integral a los problemas colaterales que acarrea el narcotráfico, como son: la violencia en las calles, el tráfico de armas, la inseguridad, entro otros, pues creo que en sí el tráfico ilegal de estupefacientes seguirá a pesar de El Chapo, La Guerra Contra el Narco, La Tuta o la legalización de las drogas. Frenar los problemas colaterales debe ser el objetivo principal, y por lo visto los carteles están dispuestos a ser escuchados y proponer soluciones, habrá que esperar si la estrategia del gobierno cambia o seguirá militarizando cada rincón del país.
Enlaces:
http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/78327