JOE45
Bovino de alcurnia
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Yellowstone, el primer parque nacional del planeta, exhibe su legendaria belleza natural, fauna variada y una de las áreas termales más activas de la Tierra
Los bellos colores que uno puede encontrar en Yellowstone están fuera del alcance de lo humano». Son las palabras de rendición de Thomas Moran, un pintor estadounidense del siglo XIX, probablemente el artista que con más ahínco ha tratado de plasmar en sus obras la belleza de este entramado de bosques, lagos, praderas y áreas termales que, allá por 1872, acabó convirtiéndose en el primer parque nacional del mundo. Ocho mil kilómetros cuadrados -la mayor parte de ellos pertenecientes al estado de Wyoming, si bien el parque se extiende también a los vecinos Idaho y Montana- de naturaleza pura, y muchas veces salvaje, en los que se concentran la mitad de los géiseres vivos de la Tierra. En fin, toda una experiencia.
Tan destacada y frenética actividad termal no es más que el residuo de una enorme erupción que tuvo lugar en la zona hace unos 630.000 años. La explosión fue de tal magnitud que una laguna de magma de 48 kilómetros de diámetro cubrió todo el área y las cenizas generadas alcanzaron los alejados estados de Texas y Nebraska.
La bellísima Morning Glory Pool, una especie de laguna pétrea -el parque está plagado de ellas- cubierta por aguas azules que toman tonalidades naranjas y amarillas en los bordes, consecuencia de la presencia de algas y micoorganismos resistentes a las temperaturas de más de 90 grados que alcanzan estas aguas. Desgraciadamente, esta joya natural ha de ser sometida anualmente a una cuidadosa limpieza de sus fondos para eliminar kilos y kilos de desechos que la gente arroja aquí. Los actos vandálicos producen un daño importantísimo en estos frágiles entornos, lo que ha obligado a las autoridades a tomar la decisión de recompensar económicamente a aquellas personas que sean testigos de cualquier tropelía y denuncien a quienes las cometan.
Saludos!:metal:
Los bellos colores que uno puede encontrar en Yellowstone están fuera del alcance de lo humano». Son las palabras de rendición de Thomas Moran, un pintor estadounidense del siglo XIX, probablemente el artista que con más ahínco ha tratado de plasmar en sus obras la belleza de este entramado de bosques, lagos, praderas y áreas termales que, allá por 1872, acabó convirtiéndose en el primer parque nacional del mundo. Ocho mil kilómetros cuadrados -la mayor parte de ellos pertenecientes al estado de Wyoming, si bien el parque se extiende también a los vecinos Idaho y Montana- de naturaleza pura, y muchas veces salvaje, en los que se concentran la mitad de los géiseres vivos de la Tierra. En fin, toda una experiencia.
Tan destacada y frenética actividad termal no es más que el residuo de una enorme erupción que tuvo lugar en la zona hace unos 630.000 años. La explosión fue de tal magnitud que una laguna de magma de 48 kilómetros de diámetro cubrió todo el área y las cenizas generadas alcanzaron los alejados estados de Texas y Nebraska.
La bellísima Morning Glory Pool, una especie de laguna pétrea -el parque está plagado de ellas- cubierta por aguas azules que toman tonalidades naranjas y amarillas en los bordes, consecuencia de la presencia de algas y micoorganismos resistentes a las temperaturas de más de 90 grados que alcanzan estas aguas. Desgraciadamente, esta joya natural ha de ser sometida anualmente a una cuidadosa limpieza de sus fondos para eliminar kilos y kilos de desechos que la gente arroja aquí. Los actos vandálicos producen un daño importantísimo en estos frágiles entornos, lo que ha obligado a las autoridades a tomar la decisión de recompensar económicamente a aquellas personas que sean testigos de cualquier tropelía y denuncien a quienes las cometan.
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