toroloko09
Becerro
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- 20 Dic 2009
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Deseando a mi vecino
Yo me mudé a un cuarto pequeño, donde ocasionalmente me visitaba mi novia y le dije que ahí podía dejar su ropa para cuando quisiera quedarse a dormir y no tuviera que ir hasta el departamento que compartía con su amiga. No me gustaba el lugar pero era económico y por lo mismo estaban en condiciones algo malas. El baño no tenía puerta. El piso era en vil cemento pulido. La ventana del baño que daba al patio no tenía vidrio y sólo lo habían tapado con tabiques. En fin, un mudalar.
Una noche que salí a lavar los trastes, logre ver al vecino de al lado saliendo de su puerta completamente desnudo era un hombre mayor, como de unos 50 años, de unos 1.80 m de altura me gustaría decir que tenía buen cuerpo aún, pero no. No se veía obeso, salvo una ligera panza. Su piel era blanca y con pecas o manchas, tenía ojos claros y nariz algo aguileña. Pero obviamente lo que aquella noche llamó mi atención cuando lo vi desnudo fue su largo pene. Era de unos 16 o 17 cm. color blanco y rosita, algo grueso y se le notaban las venas. Me sorprendió que a su edad aun tuviera un miembro tan antojable. El notó que lo vi pero no le dio importancia y se metió nuevamente a su cuarto. No se a que salió, pues sólo se asomó al umbral de su puerta mientras yo me dirigía a la mía y volvió a escabullirse.
Debo confesar que me encantó verselo. Pero me quedé en shock, tenía muchos años que no veía un pene ajeno y una vez más no supe que hacer. Quizá el salió a mostrarme su pene para descubrir si se me antojaba, o quizá no escuchó que yo andaba afuera. Pero desde esa noche hacía lo posible por toparme con el mientras oculta bajo mi ropa usaba prendas de mi novia.
Comencé a salir a los lavaderos a lavar mis trastes por la noche, pues no había alumbrado en el patio y la oscuridad me ayudaba a disimular que usaba el pantalon o short de mi novia y su blusa con el brasiere por debajo. Esperaba verlo pasar a su cuarto para saludarlo y una vez que pasaba a encerrarse me bajaba el pantalón o short a las rodillas para lavar sólo en pantaletas. Cabe aclarar que sólo había tres cuartos rentados y el otro cuarto estaba lejos de los dos nuestros, así que sólo debía preocuparme que el no me viera.
Me gustaba saludarlo cuando pasaba a su cuarto y yo traía la ropa de mujer debajo de la mía. Buscaba sacarle platica con cualquier bobería para sentir cerca de mi su pene que le colgaba muy rico. O en ocasiones me volteaba para mostrarle mis pompas y me imaginaba como podría hacerme suya.
Una vez que me metía al cuarto comenzaba a montar el monigote imaginando que mi vecino me llegaba en el lavadero por detrás, y me ponía su enorme pene entre mis nalgas para comenzar a excitarse. Me gustaba pensar que yo me resistía a que me hiciera algo, pero era más alto y fornido que yo y poco podía hacer para evitar que me sometiera con sus brazos y piernas. Lo imaginaba llevándome a mi propio cuarto y diciéndome cosas al oído como que tenía muchas ganas de cojerme y que quería disfrutar de mi colita toda la noche. Yo le besaba su pene tan rico que lo haría ver estrellas y lo haría soltar tanta lechita que me llenaría la boca. Imaginaba su leche espesa y caliente, quizá algo de sabor fuerte por su edad, pero no me importaba. Quería tenerla en mis labios y tomarmela todita.
Yo me mudé a un cuarto pequeño, donde ocasionalmente me visitaba mi novia y le dije que ahí podía dejar su ropa para cuando quisiera quedarse a dormir y no tuviera que ir hasta el departamento que compartía con su amiga. No me gustaba el lugar pero era económico y por lo mismo estaban en condiciones algo malas. El baño no tenía puerta. El piso era en vil cemento pulido. La ventana del baño que daba al patio no tenía vidrio y sólo lo habían tapado con tabiques. En fin, un mudalar.
Una noche que salí a lavar los trastes, logre ver al vecino de al lado saliendo de su puerta completamente desnudo era un hombre mayor, como de unos 50 años, de unos 1.80 m de altura me gustaría decir que tenía buen cuerpo aún, pero no. No se veía obeso, salvo una ligera panza. Su piel era blanca y con pecas o manchas, tenía ojos claros y nariz algo aguileña. Pero obviamente lo que aquella noche llamó mi atención cuando lo vi desnudo fue su largo pene. Era de unos 16 o 17 cm. color blanco y rosita, algo grueso y se le notaban las venas. Me sorprendió que a su edad aun tuviera un miembro tan antojable. El notó que lo vi pero no le dio importancia y se metió nuevamente a su cuarto. No se a que salió, pues sólo se asomó al umbral de su puerta mientras yo me dirigía a la mía y volvió a escabullirse.
Debo confesar que me encantó verselo. Pero me quedé en shock, tenía muchos años que no veía un pene ajeno y una vez más no supe que hacer. Quizá el salió a mostrarme su pene para descubrir si se me antojaba, o quizá no escuchó que yo andaba afuera. Pero desde esa noche hacía lo posible por toparme con el mientras oculta bajo mi ropa usaba prendas de mi novia.
Comencé a salir a los lavaderos a lavar mis trastes por la noche, pues no había alumbrado en el patio y la oscuridad me ayudaba a disimular que usaba el pantalon o short de mi novia y su blusa con el brasiere por debajo. Esperaba verlo pasar a su cuarto para saludarlo y una vez que pasaba a encerrarse me bajaba el pantalón o short a las rodillas para lavar sólo en pantaletas. Cabe aclarar que sólo había tres cuartos rentados y el otro cuarto estaba lejos de los dos nuestros, así que sólo debía preocuparme que el no me viera.
Me gustaba saludarlo cuando pasaba a su cuarto y yo traía la ropa de mujer debajo de la mía. Buscaba sacarle platica con cualquier bobería para sentir cerca de mi su pene que le colgaba muy rico. O en ocasiones me volteaba para mostrarle mis pompas y me imaginaba como podría hacerme suya.
Una vez que me metía al cuarto comenzaba a montar el monigote imaginando que mi vecino me llegaba en el lavadero por detrás, y me ponía su enorme pene entre mis nalgas para comenzar a excitarse. Me gustaba pensar que yo me resistía a que me hiciera algo, pero era más alto y fornido que yo y poco podía hacer para evitar que me sometiera con sus brazos y piernas. Lo imaginaba llevándome a mi propio cuarto y diciéndome cosas al oído como que tenía muchas ganas de cojerme y que quería disfrutar de mi colita toda la noche. Yo le besaba su pene tan rico que lo haría ver estrellas y lo haría soltar tanta lechita que me llenaría la boca. Imaginaba su leche espesa y caliente, quizá algo de sabor fuerte por su edad, pero no me importaba. Quería tenerla en mis labios y tomarmela todita.