tarromocho
Becerro
- Desde
- 4 Ago 2008
- Mensajes
- 9
- Tema Autor
- #1
Llegamos al motel, ya en la cochera del cuarto le abrí la puerta del coche para que saliera, al salir ella del coche, cruzó sus brazos por mi cuello y empezó a besarme de una manera salvaje, la agarré de la cintura y lentamente fui acercando mi verga a su vagina, hasta tocarla y presionar mi verga contra ella. Después de unos minutos entramos al cuarto. Me pidió que encendiera las luces, la música y que me acostara en la cama. Ya estando en la cama lo primero que hizo fue soltarse el cabello. se puso enfrente de la cama, su cabello estaba mojado haciéndola ver hermosa; se desabotonó la blusa, se la quitó y quedo en un brasier transparente. Era la primera vez que veía esas tetas que me traían vuelto loco, sus pezones rosaditos estaban erectos; su abdomen era perfecto, se dio la media vuelta, a un costado de la falda estaba el cierre; lo bajó se inclinó un poco y lentamente se quitó la falda hasta dejarla en el suelo. Llevaba un ligero negro que sujetaba las medias del mismo color pero transparentes. Mi verga no podía estar más erecta, se movía por si misma y latía con ganas de estallar. Eran unas nalgas de bebe, redondas, torneadas, bien paraditas, que te pedían que te las comieras; la tanga era el complemento perfecto, por atrás sólo se notaba esos encajes tan lindos, en medio de las nalgas. Se inclinó un par de veces mientras movía su colita. Al voltearse se veía un encaje arriba de la vagina y un pedacito de tela negra transparente que cubría la vagina, pero que no dejaba nada a la imaginación. Se podía ver la pequeña raya de vello púbico que mostraba el camino a la felicidad. Como estaba pegada enfrente de la cama viendo hacia mí, sólo le bastó inclinarse hacia el frente para quedar encima de la cama y llegar gateando hasta mi verga. Unas estando cerca sus manos de mi ombligo, pudo quitar la correa y desabotonar mi pantalón; bajándolo hasta las rodillas con todo y bóxer. Al ver mi enorme verga a punto de estallar, hizo un gesto de asombro y soltó una sonrisa pícara, empezó a lamer mi verga del tronco hasta la cabeza. Me sentía súper excitado y caliente. Chupaba mis bolas como si fueran dulces, para luego meterse mi verga a la boca; sólo podía agarrarla de la cabeza y marcarle el ritmo, pero no había mucho que enseñarle, era una experta. Se paró en la cama, caminó hacía mi cabeza, se agachó un poco y me pidió que le quita la tanga. Se la baje lentamente para deleitarme con esa espectacular vagina. Sus labios vaginales ya estaban entre abierto y dejaban ver un clítoris rosado sublime. Agachada caminó unos pasos hasta tener su vagina arriba de mi boca, bajó lentamente hasta que sintió mis labios en su vagina; se agarró de la cabecera de la cama y empecé a chupar sus labios. El olor de su vagina era un perfume inigualable, el sudor mezclado con sus jugos vaginales era un elixir de los dioses; sus gemidos eran claros y me llenaban de energía. Mi lengua entraba una y otra vez por su vagina, estimulando su clítoris a lengüetazos; los gemidos se convirtieron en gritos de placer acompañados de frases: sigue así, no te detengas, que rico. Era un deleite lo que tenía encima de mi boca. Mi lengua, dientes y labios no se daban abasto. Ya conocían cada centímetro de ese tesoro; el corazón casi se me sale del corazón cuando empiezo a sentir los temblores de Verónica, diciéndome que ya se venía. En un instante todo su cuerpo vibró acompañado de gritos y un gran orgasmo que inundó mi boca y bañó mi cara para luego Verónica desvanecerse sobre mí. Bastaron un par de minutos para que se repusiera, se incorporó para quedar de nuevo encima de mí; esta vez sus tetas iban y venían por mi boca, hasta quedar quietas; ocasión que aproveché para quitarle el brasier y dejar al descubierto esas tetas majestuosas; las cuales me las quería comer, agarré una y la acerqué a mi boca, pasé mi lengua por todo el contorno del pezón, para luego darle mordiscos a este (pezón), y chuparlos, los gemidos habían regresado al igual que la erección en el pezón. Hice lo mismo con el otro seno; me tomé todo el tiempo necesario para disfrutarlos y darles la atención debida.
Verónica gateó hacia atrás hasta llegar a mi verga aun erecta, inclinada y con la ayuda de sus manos, juntó sus senos para hacerme una puñeta rusa. Era inigualable esa enjundia que le ponía; la suavidad de sus senos daban un calor placentero a mi verla lubricada por la saliva de Verónica.
Cuando sentí que ya me iba venir, agarré de la cintura a Verónica; para hacerla un lado y acomodarla en medio de la cama. Ella quedó acostada, con cuidado le abrí sus piernas para ponerlas encima de mis hombros. Mis manos estaban libres, y tenía más herramientas para estimularla, empecé a chupar sus labios, en unos instantes su vagina estaba bien lubricada; jugos salían de ese manantial que se mesclaban con su sudor, eran gemidos, gritos de placer y una nueva palabra: Papi, así papi, que rico papito. Mis manos expandían sus labios vaginales y mi lengua entraba lo más que podía a su vagina; la lubricación era abundante, comencé por meterle 2 dedos a su vagina, los cuales entraron con mucha facilidad, luego fueron cuatro dedos que entraron sin mayor problema, era un vaivén incesable; el dedo pulgar estimulaba el clítoris, mientras que los otro 4 dedos eran un martillo hidráulico entrando y saliendo de esa rica panocha. El temblor de Verónica llegó por segunda ocasión, su cuerpo vibró y el orgasmo fue épico; los gritos y quejidos eran una sinfonía perfecta.
Se desvaneció nuevamente, esta vez se volteó dejando a la vista ese culo perfecto; aproveche su pausa para lavarme la cara, ya que la sentía pegajosa. Al regresar a la cama nuestras miradas se encontraron; ya no puedo más papi, estoy agotada. Me acerqué a sus nalgas y empecé a darle besitos, acariciarlas, el ligero lo estiraba un poco para cimbrar sus nalgas, poco a poco los gemidos regresaban. Seguía estimulando sus nalgas, hasta notar que por la excitación podía incorporarse, le pedí que se pusiera de a perrito, lo cual hizo con mi ayuda, le abrí un poco las piernas. Mostrándome una vista impresionante, el bulto que se formaba con su panocha era exquisito. Le abrí un poco las nalgas y empecé a meterle dos dedos por la vagina lentamente, los jugos vaginales regresaron lubricando todo a su paso. Verónica se agarró de nuevo de la cabecera; con mis manos abrí sus nalgas y empecé a chupar sus labios. La excitación de ambos era increíble, sus jugos vaginales chorreaban de su vagina, a uno de mis dedos lo lubriqué con sus jugos y lo fui introduciendo lentamente por su ano; el grito de Verónica fue más de placer que de dolor, mi dedo se introdujo por completo por su ano, lo saqué lentamente para lubricarlo y meterlo nuevamente; Verónica sólo lograba gemir y afianzarse de la cabecera, mi dedo entraba y salía de su ano con mayor frecuencia y rapidez. Me sorprendió la voz de Verónica diciéndome: - Por favor papito ya méteme tu verga, mi cuerpo temblaba y mi corazón estaba a su límite. Verónica insistía: -Papi, métemela, quiero ser tuya sentirte… La agarré de su cabello y la jale hacia mi boca susurrándole al oído: -Quieres que te la meta por el culo? Mi pregunta no fue pensada, salió del fondo de mí ser. Verónica respondió al instante: -Si papi, métemela por el culo por favor; algo se apoderó de mi ser que me dio vitalidad. Agarré mi verga y la pase por el bulto de su vagina donde caían sus jugos vaginales, empapé mi verga, con mi mano izquierda agarre su cintura y con mi mano derecha acomodé mi verga a la entrada de su ano. Lo que accionó el gatillo fue la voz De Verónica pidiéndome nuevamente y de favor que le metiera mi verga por el culo. De un solo golpe, toda mi verga entró por ese apretado ano. Un grito se desprendió del pecho de Verónica; me sentía poderoso, dejé mi verga unos segundos completamente adentro de su ano; esto dio lugar a que ella se acomodara bien y yo la agarra con mis dos manos por la cintura. Empecé a penetrarla lentamente, sus quejidos y gritos eran incesantes; me excitaban brutalmente sus palabras.-Qué rico papi, no pares, más duro pap; tanto mi verga como su ano latían y quemaban. Empecé a embestirla con mayor rapidez y fuerza, la sensación era indescriptible; logre agarrarla del cabello para tener un mejor apoyo.
Nuestros gritos y gemidos se fusionaron en uno sólo; las estocadas eran con mis últimas fuerzas, ella logró decir –Papi ya no aguanto me voy a venir. En un instante nuestros orgasmos se juntaron empapando las sabanas y dejándonos completamente exhaustos acostados en la cama; con una sensación de placer indescriptible.
Verónica gateó hacia atrás hasta llegar a mi verga aun erecta, inclinada y con la ayuda de sus manos, juntó sus senos para hacerme una puñeta rusa. Era inigualable esa enjundia que le ponía; la suavidad de sus senos daban un calor placentero a mi verla lubricada por la saliva de Verónica.
Cuando sentí que ya me iba venir, agarré de la cintura a Verónica; para hacerla un lado y acomodarla en medio de la cama. Ella quedó acostada, con cuidado le abrí sus piernas para ponerlas encima de mis hombros. Mis manos estaban libres, y tenía más herramientas para estimularla, empecé a chupar sus labios, en unos instantes su vagina estaba bien lubricada; jugos salían de ese manantial que se mesclaban con su sudor, eran gemidos, gritos de placer y una nueva palabra: Papi, así papi, que rico papito. Mis manos expandían sus labios vaginales y mi lengua entraba lo más que podía a su vagina; la lubricación era abundante, comencé por meterle 2 dedos a su vagina, los cuales entraron con mucha facilidad, luego fueron cuatro dedos que entraron sin mayor problema, era un vaivén incesable; el dedo pulgar estimulaba el clítoris, mientras que los otro 4 dedos eran un martillo hidráulico entrando y saliendo de esa rica panocha. El temblor de Verónica llegó por segunda ocasión, su cuerpo vibró y el orgasmo fue épico; los gritos y quejidos eran una sinfonía perfecta.
Se desvaneció nuevamente, esta vez se volteó dejando a la vista ese culo perfecto; aproveche su pausa para lavarme la cara, ya que la sentía pegajosa. Al regresar a la cama nuestras miradas se encontraron; ya no puedo más papi, estoy agotada. Me acerqué a sus nalgas y empecé a darle besitos, acariciarlas, el ligero lo estiraba un poco para cimbrar sus nalgas, poco a poco los gemidos regresaban. Seguía estimulando sus nalgas, hasta notar que por la excitación podía incorporarse, le pedí que se pusiera de a perrito, lo cual hizo con mi ayuda, le abrí un poco las piernas. Mostrándome una vista impresionante, el bulto que se formaba con su panocha era exquisito. Le abrí un poco las nalgas y empecé a meterle dos dedos por la vagina lentamente, los jugos vaginales regresaron lubricando todo a su paso. Verónica se agarró de nuevo de la cabecera; con mis manos abrí sus nalgas y empecé a chupar sus labios. La excitación de ambos era increíble, sus jugos vaginales chorreaban de su vagina, a uno de mis dedos lo lubriqué con sus jugos y lo fui introduciendo lentamente por su ano; el grito de Verónica fue más de placer que de dolor, mi dedo se introdujo por completo por su ano, lo saqué lentamente para lubricarlo y meterlo nuevamente; Verónica sólo lograba gemir y afianzarse de la cabecera, mi dedo entraba y salía de su ano con mayor frecuencia y rapidez. Me sorprendió la voz de Verónica diciéndome: - Por favor papito ya méteme tu verga, mi cuerpo temblaba y mi corazón estaba a su límite. Verónica insistía: -Papi, métemela, quiero ser tuya sentirte… La agarré de su cabello y la jale hacia mi boca susurrándole al oído: -Quieres que te la meta por el culo? Mi pregunta no fue pensada, salió del fondo de mí ser. Verónica respondió al instante: -Si papi, métemela por el culo por favor; algo se apoderó de mi ser que me dio vitalidad. Agarré mi verga y la pase por el bulto de su vagina donde caían sus jugos vaginales, empapé mi verga, con mi mano izquierda agarre su cintura y con mi mano derecha acomodé mi verga a la entrada de su ano. Lo que accionó el gatillo fue la voz De Verónica pidiéndome nuevamente y de favor que le metiera mi verga por el culo. De un solo golpe, toda mi verga entró por ese apretado ano. Un grito se desprendió del pecho de Verónica; me sentía poderoso, dejé mi verga unos segundos completamente adentro de su ano; esto dio lugar a que ella se acomodara bien y yo la agarra con mis dos manos por la cintura. Empecé a penetrarla lentamente, sus quejidos y gritos eran incesantes; me excitaban brutalmente sus palabras.-Qué rico papi, no pares, más duro pap; tanto mi verga como su ano latían y quemaban. Empecé a embestirla con mayor rapidez y fuerza, la sensación era indescriptible; logre agarrarla del cabello para tener un mejor apoyo.
Nuestros gritos y gemidos se fusionaron en uno sólo; las estocadas eran con mis últimas fuerzas, ella logró decir –Papi ya no aguanto me voy a venir. En un instante nuestros orgasmos se juntaron empapando las sabanas y dejándonos completamente exhaustos acostados en la cama; con una sensación de placer indescriptible.