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Mi vero 2 PARTE

tarromocho

Becerro
Desde
4 Ago 2008
Mensajes
9
Llegué primero al restaurante, como era temprano casi no había gente, pedí una mesa y le mandé un mensaje:-Mi Vero ya estoy en el restaurante, Cuando llegó Verónica, me levanté para saludarla, nos dimos un beso en la mejilla y me dijo al oído –Hola Mi Mauricio. Y se alejó con una sonrisa, llevaba un abrigo, hacía frío, antes de sentarse me pidió que la ayudara a quitarse el abrigo; Le quité el abrigo, se sentó, y puse el abrigo en otra silla. Ya cuando me senté y quedé de frente a Verónica, mis ojos no podían voltear a otro lado más que a sus tetas. Llevaba puesto una blusa color crema transparente, no sé si por descuido estaba desabotonado un botón de más, pero se veían casi por completo sus hermosos senos cubiertos por un brasier con estampado animal print parecido al leopardo, no podía contener ver esas preciosuras! Que te sucede me dijo Verónica. A lo que le respondí que estaba muy contento de estar con tan bella mujer cenando. Gracias por el cumplido pero no es para tanto. Le dije –Mi Vero tu despiertas mis más bajas pasiones; Verónica soltando una carcajada me dijo –No sigas que me la voy a creer. Decidí terminar esa platica con una hermosa sonrisa y admirando toda la cena esas perfectas tetas! Al terminar de cenar, pedí la cuenta, Verónica sacó su cartera y me dijo que ella invitaba por haberle configurado su celular. Le dije que de ninguna manera podía aceptar que pagara ella, no soy machista le dije, pero con semejante belleza de mujer acompañándome a cenar y con la hermosa vista que tuve lo mínimo que puedo hacer es invitarte a cenar. Mientras llevaban la cuenta, Verónica me dijo –Ya se que estoy abusando mucho de ti, pero me puedes checar el internet de mi casa que falla mucho; no me gusta que entren personas desconocidas a mi casa y más cuando estoy sola.

Mi Vero, tu puedes abusar todo lo que quieres de mí, le respondí. Ella me miró y me hizo un gesto de niña traviesa. Pagué la cuenta, al salir del restaurante ya había algunas personas, los señores no dudaban en voltear a ver a Verónica, por su belleza, porte y figura, yo por el hecho de ir con ella me sentía un pavo real. Le abrí la puerta de su carro, me dio las gracias acompañado de un beso en la mejilla que parecía resbalarse hacia mis labios. Al entrar ella a su coche, le cerré la puerta, me subí a mi coche y la seguí con rumbo a su casa.

Después de un rato manejando, llegamos a su casa; entramos a su casa la cual era muy bonita. Mi Vero no cabe duda que tienes muy buen gusto; -Obvio! Me contestó Verónica riéndose. Le pregunté cuál era el problema del internet a lo que me dijo que en su cuarto fallaba el internet. Era una casa grande y su recámara estaba en el piso de arriba. Le pedí que me llevara a donde estaba el modem, me llevó a la sala donde estaba el modem. Revísalo mientras voy a cambiarme me comentó Verónica y subió las escaleras. Revisé el modem y estaba todo bien, había internet y buena señal. Me senté en la sala a esperarla y al cabo de unos minutos se asomó por las escaleras y me dijo que subiera, lo cual hice hasta llegar a su recámara. Era una recámara elegante y bonita, Verónica me dio una Tablet para que revisara que no le llegaba el internet; después de revisar la Tablet y los celulares le comenté que el problema era que el modem estaba retirado del cuarto y que no llegaba señal suficiente de internet, pero que se arreglaba con un repetidor de señal. Que iba conseguir uno para instalarlo y no tuviera problemas de señal. Gracias mi Mauricio, ya eres mi salvador de cabecera. –Espero que me ocupes para lo que sea le dije, Verónica se rio y dijo –Eso depende de lo que sepas hacer. Soy un estuche le dije; al momento que soltábamos una sonrisa.

Bajamos a la sala, me invitó un trago a lo que le dije que no tomaba licor, pero con gusto la acompañaba, se sirvió un trago y nos sentamos en el sillón más grande de la sala, cada uno en el extremo del sillón. Verónica me miro y me dijo terminaría bien el día con un rico baño y un buen masaje en los pies. Le respondí que el baño no creo que quisiera que yo se lo diera, pero el masaje con gusto se lo daba, es más no acepto un no por respuesta le dije, tengo un curso en fisioterapia y los masajes relajantes son mi especialidad. Me miró y con una sonrisa me dijo no cabe duda que si eres un estuche al momento que se levantaba del sillón. Voy a subir a mi recámara, no tardo me dijo Verónica; yo estaba un poco nervioso porque no sabía cómo había tomado mi propuesta Verónica. Al regresar y sentarse de nuevo en el sillón, me dio un frasco de aceite para masaje diciéndome que iba comprobar si era cierto lo de mi curso. El batón de tirantes que llevaba, le llegaba a media pierna, así que se lo subió un poco más arriba de la rodilla, dobló una pierna y me estiró la otra pierna, -Acércate que desde donde estás no creo que puedas darme un buen masaje me dijo. Me acerqué hasta quedar su pierna estirada en medio de mis piernas; yo también tenía la misma posición que ella pero con una pierna doblada y la otra con el pie en el piso. Empecé a ponerle el aceite en su pie y pierna mientras contemplaba esa pierna bien depilada, suave, tersa; de tono de piel claro. Tengo que esperar que el aceite se caliente Mi Vero. –Muy bien mi Mauricio veo que si sabes. Comencé a masajear la plata de su pie, desde el carcañal hasta los dedos, Verónica tenía una cara de agrado; pero justo cuando la estaba viendo me dijo que se estaba entumiendo. Estiró el pie que tenía doblado y bajó ambas piernas y pies al piso. Fui a buscar una silla al comedor, ella se sentó en el sillón y yo frente a ella en la silla, los dos ya estábamos en posiciones cómodas. Subió su pierna en medio de mis piernas y su pie quedó pegado a mi pene. Mi erección fue automática, comencé a masajearla, después de unos segundos la respiración de Verónica comenzó agitarse, su rostro mostraba una sonrisa pícara. Terminé con esa pierna y subió la otra, no sin antes acomodarnos de nuevo para estar más cómodos, su pie quedó prácticamente arriba de mi pene; repetí la misma rutina de masaje, pero añadí masajear la parte de enfrente del pie lo que hacía que con cada masaje que le daba de arriba hacía debajo de su pie, su pie oprimía mi pene, lo cual hacia que se pusiera más duro de lo que estaba, su respiración se agitaba un poco más y podía apenas oír unos gemidos que acompañaban su respiración. Por un momento quise abalanzarme hacia ella, pero me contuve. Mis manos no pasaron más allá de sus rodillas; le avisé que ya había terminado el masaje. Bajó su pierna se inclinó hacia mi diciéndome que tenía unas manos dotadas y preguntándome que otra parte de mi cuerpo tenía dotada, mientras me dejaba ver el brasier de leopardo con cubriendo esas maravillosas tetas.
 
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