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Mi cuñado en acción.

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eri90

Becerro
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9 Abr 2010
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Los escuché entrar a la habitación y el crujido de los muelles del colchón cuando se acostaron. Luego se pusieron a hablar en voz baja para no perturbar mi descanso, pero sus risitas me hicieron pensar que se estaban acariciando y haciendo cosquillas como suelen hacerlo cuando creen que nadie les ve.

Cuando se construyó la casa de campo, los muros de las habitaciones del ala sur sólo se levantaron a dos metros, sin llegar al techo. Cuando éramos niñas esa era una altura considerable, pero con el tiempo llevamos la litera de nuestra niñez a la habitación del rincón, donde descansaba yo ahora. Y por una inexplicable curiosidad insana, se me ocurrió trepar a la litera de arriba y mirar por encima del muro.

Habían dejado la lamparita de lectura encendida, por lo que había suficiente claridad para ver que se habían ido quitando los pijamas mutuamente, y ahora se hallaban desnudos y acariciándose. Mi cuñado pasaba sus manos con delicadeza sobre los senos de mi hermana, que son más generosos que los míos. Ella temblaba de deseo contenido mientras pasaba sus propias manos sobre el paquete de mi cuñado. ¡Y qué paquete, señor!

Aunque no sea promiscua (de hecho era la burla de mis amigas de facultad por mojigata), tuve dos novios, uno moreno y otro blanco como virote sin cocer. El primero tenía una pija de buena longitud pero más bien delgada; el segundo la tenía gorda como gusano de maguey, pero algo corta. Aunque eso sí, recordé de repente, muy juguetona y rinconera.

Mi cuñado en cambio, y según pude constatar, es poseedor de una herramienta abrepatas de buena longitud (yo le calculé unos 17 o 18 cm) y bastante gruesa, sin parecer grotesca. Y a pesar de ser moreno, sus testículos están envueltos en una capa de piel más oscura y arrugada. Cada vez que mi hermana pasaba la mano sobre ellos, la verga daba un saltito de excitación hacia arriba. Yo miraba hechizada ese miembro de dimensiones tan apetecibles, con la cabeza rojo oscuro, su vasta longitud recorrida por gruesas venas más oscuras que la piel. En una ocasión mi hermana me dijo que nunca le haría la felación a un hombre, ni siquiera a su marido, y mientras contemplaba yo ese instrumento, pensé que era un desperdicio. Tragué gordo mientras me imaginaba teniendo entre los labios ese pene que más bien parecía un bastón tallado en madera.

Casi sin darme cuenta me llevé una mano a mi entrepierna y no me sorprendió encontrarla empapada. Para no mojar más mis bragas, mejor me las quité. Y ya entrados en eso, pensé, me despojé del camisón hasta quedar totalmente desnuda, para poder pasar mi otra mano sobre mi piel y mis pechos, imaginando que era mi cuñado quien lo hacía.

Cuando me volví a asomar, ella se había puesto sobre él, por lo que sólo apreciaba su trasero atractivo, firme y apretado. Bajé sigilosamente de la litera y corrí al pasillo. Siendo tierra cálida, los cuartos no tienen puertas sino cortinajes. Eso me permitió espiar desde la jamba, amparada en la penumbra que no podía despejar la luz de la lamparilla de lectura, que no obstante a ellos les mantenía perfectamente visibles.

Ella se frotaba contra esa verga de agradables proporciones, haciendo amagos de enterrárselo, pero sin decidirse a hacerlo. Mientras, él tomaba alternadamente cada uno de los pechos de mi hermana, que son plenos y firmes, y los besaba tiernamente. Luego sacó la lengua y comenzó a trazar círculos en torno a los pezones. Primero un seno en su boca, con el que se deleitaba y le proporcionaba húmedas caricias, mientras el otro lo aprisionaba suavemente en su mano, masajeando tiernamente su turgencia. Pero claro, mi atención estaba puesta en esa herramienta viril que se mantenía erguida como bastón de mando, y amenazaba permanentemente la vagina ya chorreante de mi hermana. Yo tragué gordo. Entonces giraron y adoptaron la posición del misionero, mientras yo me retiraba unos momentos para gozar de un breve orgasmo auto infligido. No fueran a oír mis jadeos.

Cuando volví a mirar, mi hermana gemía y agarraba a su esposo por la espalda, mientras arqueaba las caderas y se aproximaba y alejaba con la cadencia de las olas que rompían a unos metros de la casa. Poco a poco su voz se fue volviendo más grave y su respiración más agitada. En medio de sus quejidos y pujidos logró pronunciar un “te amo” que me conmovió por la sinceridad que se advertía en medio del orgasmo en ciernes. Y fue entonces cuando pude ver algo interesante. Mi cuñado no la había penetrado todavía. Estaba deslizando su pene a todo lo largo de la vulva, rozando clítoris, labios mayores, vestíbulo vaginal y perineo, arrancándole a su pareja ya auténticos aullidos de placer. Ella se retorcía bajo el cuerpo del hombre, como tratando de escapar del tormento, pero al mismo tiempo aferrándolo de la espalda para que no rompiera el contacto. Intempestivamente subió sus piernas y las entrelazó sobre las nalgas del varón, mientras le venían temblores, la respiración se le volvía anhelante y empezaba a jadear angustiosa: “Ah, ya, no pares, ya”. Sus ojos estaban firmemente apretados y sus manos crispadas sostenían convulsivamente la sábana bajo ella, mientras el sudor la cubría por todo el cuerpo.

Cuando comenzaba a recuperar el aliento, mi cuñado se incorporó levemente sobre los brazos y elevó sus caderas. Su miembro viril brillaba por el baño de jugos que le había dado mi hermana. Se curvaba hacia arriba como el sable de un cosaco, brillante y duro, y así se me figuró cuando con toda delicadeza lo colocó a la entrada de la vagina de mi hermana y lo introdujo poco a poco, haciendo que a mi hermana se le cortara la respiración. “Ay, así, mátame, amor, mátame” le murmuró mientras volvía a abrazarlo con brazos y piernas. Él se lo enterró lentamente hasta la guarda y ahí permaneció unos momentos.

[FONT=&quot]Muy despacio comenzó un mete y saca que le permitía sacar su largo miembro casi hasta el glande, pero sin romper el contacto. La estimulación vaginal debía ser tremenda, porque en pocos minutos mi hermana se volvió a crispar y cayó en una cascada de orgasmos que la dejaron desmadejada y sudorosa. Con todo tiento, su hombre se fue retirando poco a poco, dejándome admirar la aparentemente interminable salida de su verga, que salió todavía enhiesta, dura y firme, dando saltitos. No podía creerlo. Él ya había agotado a mi hermana y todavía no se venía. No pude menos que admirar su control.

Continuará...
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buen relato pero me dejó picado jejee espero q pongas pronto la continuación...
 
oooohhhhhh, oyeeeeee, híjole, bueno hay que esperar, pero no la hagas mucho de emoción, porfa, si esta bueno tu relato, no te tardes.... va?
 
orale, pero pon una foto tuya...

Acabas de perder la oportunidad de hacer un buen comentario.
Justin-Bieber-Killed-On-CSI-Show.jpg



Excelente manejo, esta bueno y como dicen esperaremos la segunda parte

saludos
 
buen relato, de los pocos que he visto en tercera persona. gracias y quedas a deber la continuacion.
 
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