bandicoot3
Becerro
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- 16 Abr 2009
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- #1
Todo comenzó desde los últimos meses de relación con mi exnovia. Su mamá se reía más de mis chistes que mi propia novia y de vez en cuando me lanzaba miradas.
Yo de vez en cuando, cuando ninguna de las dos veía, le miraba a la señora su culo redondo y duro que tenía, siempre con miedo de que alguna de las dos me fuera a cachar.
Cuando me separé de mi novia, la relación con su mamá se acrecentó, nos empezamos a mandar whatsapps cada vez más subidos de tono. Era la fantasía de los dos echarnos una canita al aire y disfrutar del cuerpo del otro.
Una vez, el chat fue muy directo: nos quedamos para ir a coger. Todo ese día en el trabajo contaba las horas para salir y manejar hasta su casa en Atizapán y cogérmela, no podía pensar en otra cosa.
Por fin llegó la hora de la salida y agarré mi coche para ir hasta su domicilio. Estaba calientísimo. Cuando llegué a su casa la saludé con un beso en la boca. Me invitó a pasar, pero de dije que no, que prefería llevármela a un hotel, esa idea me prendía más. Ella se sonrío y aceptó. En el camino, estuvimos callados. Por un momento sentí que se iba a arrepentir, me dijo que no estaba segura, yo le insistí que yo tenía muchas ganas de hacerlo.
Al llegar al motel en Periférico Norte sentí que se escondía del empleado que me indicaba nuestra habitación para que no la viera, yo estaba orgulloso de que viera a la MILF que me iba a comer.
Estacioné mi coche en el garage de la habitación y cerré la cortina. Ella ya se iba a salir del coche cuando la detuve del cuello, la besé en la boca y me saqué la verga. La empujé de la nuca para que me la empezara a mamar. No podía creer lo que estaba viendo, a mi suegra que siempre traté con respeto ahora me la estaba chupando y lo hacía como una profesional.
Subimos a la habitación y nos sentamos en la cama y nos empezamos a besar. Los dos estábamos súper calientes. Le empecé a meter la mano a la blusa y sentí sus pezones duros mientras le apretaba las tetas. Nos quitamos toda la ropa; no podía creer el buen cuerpo que tenía la señora, firme y redondito a pesar de la edad. La señora se hincó enfrente de mí y me la volvió a mamar. Yo veía el reflejo de ese espectáculo en un espejo que tenía a mi derecha.
Después de eso, la señora se puso en la cama abierta de piernas, me preguntó que sí traía condones y le dije que no. Al principio, ella se negó a hacerlo sin condón, pero yo que ya sabía que no se podía embarazar, le insistí. Era mi sueño venirme en esa puchita. Al final ella accedió y la penetré. Estuve metiéndole y sacándole la verga mientras nos besábamos totalmente desnudos en esa habitación. Después de un rato, ella se puso encima de mí y me montó. Se movía riquísimo, se notaron sus años de experiencia. Mis manos pasaban de sus tetas a sus nalgas y de regreso. Le empecé a chupar sus tetas. Acomodé su cuerpo para que apuntara al espejo que tenía detrás de ella y me asomé a ver la escena. Mi pene entrando y saliendo de su vagina mientras le abría las nalgas con mis manos. Estaba a punto de venirme pero me controlé. Luego la puse de perrito, le metí la verga y la agarré de la cadera con fuerza para moverla a mi gusto de adelante hacía atrás. La agarré del pelo y le jalé la cabeza hacía atrás. Veía sus tetas colgando y columpiándose al ritmo que yo marcaba. Por último, la acomodé de misionero y le volví a meter la verga como al principio. Esta vez, la agarré de sus tobillos y me puse sus piernas en los hombros. Empecé a bombearla con más fuerza hasta que eyaculé en su vagina como siempre había querido. Ella me abrazó y me besó mientras eso pasaba. Por fin lo había conseguido, había soñado con ese momento. Debo confesar que algunas veces mientras me cogía a su hija fantaseaba con que era ella. Le saqué la verga y mi semen escurría de su vagina. La cara de la señora era de pena e incredulidad, pero ya había pasado.
Nos vestimos y nos subimos al automóvil para dejarla en su casa. El camino de regreso fue en silencio, por un lado estábamos agotados y por el otro incrédulos de lo que nos habíamos atrevido a hacer.
Al llegar a su casa, se despidió, yo la besé en la boca y ella se sonrío.
Quedamos en volverlo a hacer.
Yo de vez en cuando, cuando ninguna de las dos veía, le miraba a la señora su culo redondo y duro que tenía, siempre con miedo de que alguna de las dos me fuera a cachar.
Cuando me separé de mi novia, la relación con su mamá se acrecentó, nos empezamos a mandar whatsapps cada vez más subidos de tono. Era la fantasía de los dos echarnos una canita al aire y disfrutar del cuerpo del otro.
Una vez, el chat fue muy directo: nos quedamos para ir a coger. Todo ese día en el trabajo contaba las horas para salir y manejar hasta su casa en Atizapán y cogérmela, no podía pensar en otra cosa.
Por fin llegó la hora de la salida y agarré mi coche para ir hasta su domicilio. Estaba calientísimo. Cuando llegué a su casa la saludé con un beso en la boca. Me invitó a pasar, pero de dije que no, que prefería llevármela a un hotel, esa idea me prendía más. Ella se sonrío y aceptó. En el camino, estuvimos callados. Por un momento sentí que se iba a arrepentir, me dijo que no estaba segura, yo le insistí que yo tenía muchas ganas de hacerlo.
Al llegar al motel en Periférico Norte sentí que se escondía del empleado que me indicaba nuestra habitación para que no la viera, yo estaba orgulloso de que viera a la MILF que me iba a comer.
Estacioné mi coche en el garage de la habitación y cerré la cortina. Ella ya se iba a salir del coche cuando la detuve del cuello, la besé en la boca y me saqué la verga. La empujé de la nuca para que me la empezara a mamar. No podía creer lo que estaba viendo, a mi suegra que siempre traté con respeto ahora me la estaba chupando y lo hacía como una profesional.
Subimos a la habitación y nos sentamos en la cama y nos empezamos a besar. Los dos estábamos súper calientes. Le empecé a meter la mano a la blusa y sentí sus pezones duros mientras le apretaba las tetas. Nos quitamos toda la ropa; no podía creer el buen cuerpo que tenía la señora, firme y redondito a pesar de la edad. La señora se hincó enfrente de mí y me la volvió a mamar. Yo veía el reflejo de ese espectáculo en un espejo que tenía a mi derecha.
Después de eso, la señora se puso en la cama abierta de piernas, me preguntó que sí traía condones y le dije que no. Al principio, ella se negó a hacerlo sin condón, pero yo que ya sabía que no se podía embarazar, le insistí. Era mi sueño venirme en esa puchita. Al final ella accedió y la penetré. Estuve metiéndole y sacándole la verga mientras nos besábamos totalmente desnudos en esa habitación. Después de un rato, ella se puso encima de mí y me montó. Se movía riquísimo, se notaron sus años de experiencia. Mis manos pasaban de sus tetas a sus nalgas y de regreso. Le empecé a chupar sus tetas. Acomodé su cuerpo para que apuntara al espejo que tenía detrás de ella y me asomé a ver la escena. Mi pene entrando y saliendo de su vagina mientras le abría las nalgas con mis manos. Estaba a punto de venirme pero me controlé. Luego la puse de perrito, le metí la verga y la agarré de la cadera con fuerza para moverla a mi gusto de adelante hacía atrás. La agarré del pelo y le jalé la cabeza hacía atrás. Veía sus tetas colgando y columpiándose al ritmo que yo marcaba. Por último, la acomodé de misionero y le volví a meter la verga como al principio. Esta vez, la agarré de sus tobillos y me puse sus piernas en los hombros. Empecé a bombearla con más fuerza hasta que eyaculé en su vagina como siempre había querido. Ella me abrazó y me besó mientras eso pasaba. Por fin lo había conseguido, había soñado con ese momento. Debo confesar que algunas veces mientras me cogía a su hija fantaseaba con que era ella. Le saqué la verga y mi semen escurría de su vagina. La cara de la señora era de pena e incredulidad, pero ya había pasado.
Nos vestimos y nos subimos al automóvil para dejarla en su casa. El camino de regreso fue en silencio, por un lado estábamos agotados y por el otro incrédulos de lo que nos habíamos atrevido a hacer.
Al llegar a su casa, se despidió, yo la besé en la boca y ella se sonrío.
Quedamos en volverlo a hacer.