heavymeza
Bovino adicto
- Desde
- 18 Feb 2008
- Mensajes
- 624
- Tema Autor
- #1
Por: Julio Alejandro Ríos
El sol incandescente cae sobre las vías del tren y las hace arder casi al rojo vivo. Entre las piedras caminan cinco figuras que reflejan cansancio en su andar. Al acercarse, una niña grita: “Mamá, mamá ahí vienen los trampas”.
Es la confluencia de las avenidas Mariano Otero y Washington, en Guadalajara. Ahí vive Doña Adela, que al llamado de su pequeña sale a recibir a los “trampas”, como le llaman los vecinos a los migrantes centroamericanos que toman el tren rumbo a Estados Unidos. Una de sus escalas es precísamente Guadalajara.
Tres de ellos aún tienen rostro infantil. Apenas si llegan a los 16 años de edad. Otros dos, se nota que “están más vividos”. Jairo, es el líder natural. Viste con una gorra de béisbol hacía atrás y ropa holgada. El otro, Reinel, también moreno, lleva largas rastas, y se dice hincha del equipo de futbol Olimpia. Los cinco se tiran a descansar junto a un árbol afuera de una bodega.
Doña Adela, es una vecina de este barrio. Desde pequeña ha vivido cerca de los centroamericanos que buscan el sueño americano. No les teme. “Muchachos, no quieren un taquito”. Ellos contestan casi en automático: “Si señora”.
“Pobrecitos. Tienen hambre. Ellos vienen de paso. Vienen cansados”, dice Doña Adela, quien tiene 40 años auxiliando a los centroamericanos en Guadalajara.
La perla tapatía es paso obligado para los migrantes que quieren llegar a Estados Unidos y que eligen la ruta del Pacífico. Existen otras rutas, la de Piedras Negras Coahuila y la del Golfo, pero para llegar a California, hay que tomar la de Guadalajara.
Hasta el momento, Jairo y sus acompañantes han tenido suerte. Pues otros centroamericanos sufren la brutalidad policíaca en Guadalajara, los abusos de los vigilantes de las vías, o son asaltados por delincuentes mexicanos o por la “Mara” Salvatrucha.
Otros, se quedan a vivir en Guadalajara. No hay un número exacto. Quienes permanecen en Jalisco Son contratados para trabajar en fábricas con bajos sueldos y son víctima de discriminación tanto de compañeros de trabajo como de autoridades.
“A cada rato nos toca ver bien feo, cuando les mochan las patas el tren. O también llegan y los golpean bien feo los policías”, explica “La Chata”, vecina de la colonia Pueblo Quieto, ubicada también junto a las vías del tren.
Brutalidad policíaca
El calvario que viven los “trampas” inicia prácticamente desde el momento que cruzan la frontera de Chiapas. En el caso de Jairo y sus compañeros, salieron hace 14 días de Tegucigalpa. Específicamente del barrio del Campo Cielo, una de las colonias más pobres de la capital y en la que la delincuencia, la desnutrición y la miseria son cosa de todos los días. “Eramos 60 lo que veníamos. Ya nomás quedamos cinco”, dice Jairo.
Y el reportero pregunta: “¿Todos venían de Tegucigalpa?
- “No. Unos venían de Guatemala, otros de El Salvador. Pero se fueron quedando. No nos conocemos, ni siquiera conocía a ellos cuatro, pero en este camino se va haciendo uno hermano…¿Me entiendes?”
-¿Y qué le pasó a los demás?-
- “Pues a unos los agarró la policía. A otros los regresaron. Otro muchacho se le cortó un pie en Coatzacoalcos porque nos tenemos que bajar cuando el tren todavía va corriendo, antes de las estaciones. Unas mujeres se fueron a hablar por teléfono en Querétaro y ya ni volvieron. Y otros cuatro que eran también de Honduras se durmieron (en el vagón de carga) y rodaron y se cayeron y ya no supimos de ellos. Solo quedamos nosotros y vamos a llegar con la ayuda de Dios”.
Angustia, soledad, hambre, sed, frío extremo, ardiente calor y todos lo sufrimientos posibles son parte del calvario. Pero nada se compara, dicen a la brutalidad policíaca. Mientras muerde un pan dulce, uno de los adolescentes que les acompaña interviene: “Lo más feo es cuando golpean. A un primo lo dejaron bien malo de su espalda y se regresó a Tegucigalpa”, comenta Jorgito, de 16 años, quien dice que apenas terminó la primaria y a pesar de su corta edad trabaja de taxista allá en Tegucigalpa.
En el caso de Jairo, ya le han deportado en tres ocasiones a Honduras, desde diferentes puntos del país. En una de esas ocasiones lo golpearon salvajemente en Guadalajara, antes de regresarlo a su país. “Eran de migración y policías. Me tumbaron hasta estos dientes, mira- dice mientras muestra un hueco en su dentadura- Me insultaron”.
“La Chata”, una vecina de la zona narra la agresión que sufrieron el 15 de enero un grupo de migrantes: “Vimos que venía una camioneta y traían cámaras. Nosotros nos metimos porque no nos gusta salir en la tele”, dice.
Sin embargo, aquellas personas no eran de los medios de comunicación, como lo comprobarían minutos después. “Iban caminando unos trampas, y cuando vieron las cámaras algo les dijeron y quisieron correr. Pero salió de más adelantito una camioneta de los policías esos que andan de negro (elementos de la policía estatal) y otros que iban vestidos de civil y con gaffetes (agentes de migración). Les empezaron a decir malas palabras y los agarraron. Pero les decían feo, párense hijos de la chingada y cosas más feas”.
Según narran varios vecinos del barrio de Pueblo Quieto, los elementos sometieron a varios migrantes y a cachazos les hirieron el rostro. Rápidamente el alboroto hizo que salieran señoras, niños y jóvenes.
“Nos enojamos y les empezamos a decir que los dejaran en paz. Que ellos solo vienen de paso y decían que si seguíamos de argüenderas también a nosotros nos iban a llevar al bote. Como no hacían caso les empezamos a tirar piedras. Lo bueno que llegó El Kamala, un muchacho del barrio con una cámara para asustarlos, no grabó porque está bien menso y no supo como, pero de menos se asustaron y se fueron. Pero se llevaron a cuatro a sabe donde. Yo creo los regresaron. Los demás corrieron o los dejaron ahí”
Y dentro del sentido común de la gente humilde, “La chata” reflexiona: “Pero me da coraje que en la televisión o los periódicos no sacan eso. El otro día que un muchacho se mochó las patas rápido vinieron las cámaras a grabar y eso si lo sacaron. Pero estas cosas bien que no las pasan”, dice enérgicamente.
Aumento de violaciones
Por ser poco conocido como paso de los migrantes, Guadalajara es terreno propicio para violaciones de los derechos humanos. Y a pesar de que han aumentado, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco (CEDHJ) no ha registrado quejas al respecto.
Según información proporcionada por la CEDHJ, la comisión sí tiene atribuciones legales para conocer de estos casos, pero a pesar de ello en la visitaduría número 1 no se ha presentado nadie a denunciar los abusos, ni mexicanos, ni mucho menos centroamericanos. “No solo los afectados pueden presentar quejas, sino cualquier persona que conozca de la violación. Y la comisión tiene atribuciones para iniciar investigaciones de oficio”, confirma el departamento de prensa de la CEDHJ. Tal es el caso del acta de investigación 19/2008 que hasta el momento no ha prosperado.
“El Estado de Jalisco y la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) se hallan en la ruta que conforma el corredor occidente. Es la ruta más larga y extenuante para llegar a la frontera. Esta ruta y esta zona es la que cuenta con menos albergues, grupos y organizaciones sociales de apoyo al migrante”, señala Fernando Gutiérrez Olmos, autor del estudio titulado “La Zona Metropolitana de Guadalajara y la transmigración económica internacional”, publicado dentro del Informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Jalisco, 2007 – 2008 que imprimió el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo AC (Cepad).
Gutiérrez Olmos considera que la ZMG ha observado en los últimos dos años una intensificación paulatina del flujo de transmigrantes. “Con ello aumenta el riesgo de que las violaciones a los derechos humanos de los migrantes y sus defensores se incrementen”, dice.
Por su parte, el investigador salvadoreño Jaime Rivas Castillo coincide con esta apreciación. El se encuentra en Guadalajara para estudiar el fenómeno de la transmigración en la capital tapatía. Es académico de la UCA (Universidad Centroamericana) en San Salvador, cuenta con una maestría en antropología social y especializado en migración estudia actualmente el doctorado en Ciencias Sociales por el CIESAS (Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social).
“Es cierto que esta ruta es la que menos peligro tiene para los migrantes, pero eso no quiere decir que sea fácil. Al contrario ese desconocimiento la hace también muy riesgosa”, dice.
En Guadalajara fueron repatriados 231 centroamericanos en el 2008, según cifras de la delegación Jalisco del Instituto Nacional de Migración, entre ellos 24 mujeres y 5 menores de 18 años.
En este contexto surge “FM4 Paso Libre”. Es un grupo integrado por estudiantes universitarios y profesionistas, quienes se dedican a reunir alimentos, bebida, medicamentos, ropa o calzado para entregarlo a los migrantes centroamericanos que pasan por Guadalajara. Incluso a una joven guatemalteca le consiguieron una prótesis pata sustituir la pierna que perdió en las vías del tren de Guadalajara.
Así mismo, imparten cursos de sexualidad y prevención del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), así como alertarles sobre los riesgos del viaje y les recomiendan como tratar a las autoridades, además de brindarles consejos para evitar ser asaltados. Asesoría jurídica y pláticas de sensibilización. Todo de manera gratuita y sin contar con albergue o instalaciones, solo el apoyo de vecinos como doña Adela, que ahora se han unido a este esfuerzo, explica Carlos Villalobos Villalobos, uno de los miembros de este grupo.
“Nos ha tocado enterarnos de historias muy tristes. Ver muchos heridos que pierden su pié. Quedan en la cruz verde o en el hospital civil. Si la historia de los mexicanos que se van allá son fuertes, las de los centroamericanos son todavía más duras”, añade Gonzalo Muñiz Alamilla, otro integrante de FM4.
A decir de los activistas de FM4, las agresiones a centroamericanos por parte de autoridades se han recrudecido en los últimos años. Muchos de estos viajeros son asaltados por policías municipales o estatales de Guadalajara. “Les quitan lo que traigan. Hasta monedas de dos pesos o de cincuenta centavos. Son voraces”, dicen.
Desde golpizas, abusos de los elementos de la policía municipal y estatal, extorsiones, y operativos sorpresas en los que los centroamericanos son golpeados a veces de manera inmisericorde.
Y es que pareciera que todo mundo quiere sacar ventaja de los indefensos migrantes. Los maquinistas les cobran peaje. Detienen a veces el tren y les amenazan con denunciarles ante los agentes de migración si no les dan dinero. Los vigilantes de las vías recurren a las mismas intimidaciones y chantajes. Y otros delincuentes están al pendiente de ver si algunos migrantes llaman a sus casas. Llegan y remarcan y extorsionan a los familiares para exigirles depósitos. “Parece que la vida se ensaña con ellos”, comenta Gonzalo Muñiz.
Un cambio de cultura
Los integrantes de FM4 Paso Libre, piden que los migrantes sean tratados con dignidad y derechos humanos; además de pedir a los medios de comunicación que se abstengan de pintarlos como conflictivos y revoltosos y no utilicen términos como ilegales o indocumentados, porque eso los estigmatiza y los denigra. “Ellos no son rateros ni delincuentes ni ponen en riesgo la seguridad nacional”, argumenta Gonzalo Muñiz, quien además llama a que los organizaciones de la sociedad civil, medios de comunicación y sociedad jalisciense a mirar y atender lo que sucede en esta ruta.
Los integrantes de FM4 Paso Libre realizan sus actividades humanitarias sin ningún tipo de ayuda económica. Solamente particulares que donan ropa o alimentos o recursos económicos ayudan a sacar adelante este esfuerzo, explica Carlos Villallobos. “Quienes estén interesados en ayudar pueden escribir al correo electrónico: contacto@fm4pasolibre.org "
A su vez, el investigador salvadoreño Rivas Castillo sostiene que es urgente la creación de albergues y centros ciudadanos de derechos humanos en Guadalajara, para que atiendan a los migrantes. “Aunque la existencia de estas instituciones no es garantía para que no se den las violaciones a los derechos humanos, sí son un contrapeso, para monitorear la situación y alzar la voz en defensa de ellos”, comenta.
“Sin querer demeritar el trabajo de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, la realidad los ha rebasado y no a alcanzan a atender la problemática. Es por ello que insisto en la necesidad de centros especializados e independientes y albergues. Es difícil pero no es imposible. Lo que pasa es que no se tiene idea de la dimensión del problema en Guadalajara, yo le apuesto a la toma de consciencia y cuando eso suceda avanzaremos al respecto”, añade.
::::::::::::::::::
Ya anochece en la ciudad. Ahí junto a las vías del tren, Jairo y sus compañeros han descansado algunas horas y es hora de marcharse. “Ya nos vamos, porque ahorita en una hora pasa el tren y hay que caminar allá donde apenas pase la estación”, señala.
- Jairo…¿Porqué arriesgarte a tanto? ¿No tienes miedo de morir?
“Es peor ver a tu hijo morirse de hambre. Tengo un niño de dos años. Cuando me despierto lo veo en la pobreza. Eso es peor. En mi país nada más vale el que tiene dinero. Los pobres no valemos nada. Por eso me han regresado tres veces y sigo queriendo ir porque yo no quiero que mi niño sufra lo que yo sufrí”, explica.
Empieza a oscurecer. Jairo, Audilio y los otros jóvenes se despiden de doña Adela. Le agradecen el plato de arroz, las tortillas y el agua de jamaica que les regaló, además de los pantalones y suéteres que les entregó de parte de “FM4 Paso Libre”.
Luego se despiden del reportero, y comienzan a caminar. Las cinco figuras se pierden en el horizonte, rumbo a un futuro incierto….
http://julioalejandrorios.wordpress.com/los-trampas-el-fenomeno-de-la-migracion-en-guadalajara/