Christian01
Bovino Milenario
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Jamás podré comprender la cerrazón humana. Muchos años de vida son más que suficientes, como para no darnos cuenta del error en el que han caído, aquellos que piensan que son los trabajadores quienes protagonizan el combate por una vida en libertad, por una existencia realmente democrática, en la que no haya distinción de clases, de razas, de sexo, de creencias, de velos, excepto en algunos insignificantes detalles externos (chalets, mansiones, coches de lujo, miles de millones en un banco de las islas Caimán, ropa carísima, perfumes de 1000 euros y otras naderías), superficial dato a la hora de calibrar la honestidad de una persona que ha sacrificado todo por crear empleo, por ayudar a los humildes, por echarnos una mano, para que el día a día sea más esperanzador, entretenido, confiado y abierto a la ilusión.
¿Qué otra cosa hacen, si no, hombres y mujeres multimillonarios que podrían dedicarse a la juerga y la francachela, pero que, llenos de patriotismo entregan al trabajo sus pocas horas de sueño y solaz, de reposo y asueto, para dotarnos de una confortable subsistencia, como Alicia Koplowitz, Amancio Ortega, Joan Roig, Alberto Cortina, el Rey Juan Carlos de Borbón, Ignacio Polanco, Emilio Botín, Isak Andic o Rosalía Mera?
Las cantidades acumuladas en su dura existencia, dedicadas como ya he afirmado, a los humildes, se invierten en proyectos para que el mundo sea menos peligroso, para que nos dotemos de más democracia, con más empleo privado, porque ya es sabido que los estados comunistas, donde todo se hallaba controlado por el poder, se hundieron poco a poco en la miseria y el desencanto, mientras sus ciudadanos soñaban con una buena hamburguesa, comprar un aparato de última generación, adquirir una joya para la madre, o conducir un buen vehículo con el que pasear con su pareja habitual.
Es por eso que Ecuador, Cuba, Bolivia, Venezuela y otros, van caminando hacia el desastre universal, mientras olvidan la serenidad y confianza de los habitantes de las naciones dotadas de un Partido Capitalista Unificado, en el que conviven en perfecta armonía, distintas sensibilidades políticas. Nosotros los europeos, aunque hoy tengamos un pequeño problema con el desempleo, que sólo alcanza en España el 20% y cuyo número en la CE se acerca a los 25 millones de personas, sabemos que personas capaces e inteligentes como Sarkozy, Berlusconi y Zapatero, luchan, combaten diariamente por sacarnos de ese agujero en el que la crisis económica mundial nos ha sumido.
Y esa crisis vino por razones muy complejas, que el pueblo no comprendería nunca, aunque existan ingenuos economistas que traten de explicar algo que nadie, ni siquiera en Washington, han podido revelar. Esa crisis, esa quiebra brutal de los bancos y corporaciones mediáticas, ese hundimiento de las bolsas en el parque global, no ha sido fruto de la casualidad o las artimañas de algún empresario desalmado, sino de la exigencia continua del ser humano, en su perenne manía por comprar, adquirir, tener, poseer, lo que le ha llevado a la convicción de que cualquiera puede llegar a ese lugar junto al firmamento de Forbes, y cuando se da cuenta, la chequera estaba vacía, el crédito no existe, la caja de caudales abierta de par en par, y el bolsillo como el de aquel personaje de Gila, empeñado en inventar la radio en colores, que se pasaba el día comprando pintura y dando brochazos al aire, esperando que las ondas hertzianas se tiñeran con el traje del arco iris.
Es formidable ver cómo hoy, tras salir de la cárcel en una prisión de los EEUU, la ciudadana Martha Stewart, condenada por obstrucción a la justicia, se ha incorporado a la lista de las personas más ricas del mundo, aportando nada menos que mil millones de dólares. Eso es combate, afán de superación.
¿Quién puede dudar a estas alturas en las que Grecia, Portugal, España y otras naciones amigas de EEUU, van recuperándose del golpe que sus ciudadanos les han propinado en estos años de bonanza? Todo ello gracias al dinero de esas personas, a las que los gobiernos ayudan, es cierto, con pequeños óbolos que entregamos con nuestros impuestos todos los años.
¿Quién es el osado que podría dudar de la honestidad de los compatriotas que dirigen los destinos de Prisa, Mango, Zara, Mercadona, Gas Natural, MoviStar, El Corte Inglés, Repsol y otras heroicas corporaciones de talla internacional?
¿Quién pone en entredicho que sean ellos quienes llevan a nuestro deporte a la gloria? ¿Quién nos regala el juego del Real Madrid o el Barça?
¿Quién nos proporciona la alegría de disponer en nuestros equipos de fútbol, de jugadores que valen mucho más que la madre del presidente de un club?
¿Quién, sino el patriotismo (y no el dinero), lanzan a Fernando Alonso al podio de la Fórmula 1, que tanta alegría proporciona a los verdaderos españoles, aunque la nevera esté vacía?
¿Quién, decidme, pueblo incrédulo que se empeña en apoyar a gobiernos totalitarios, denunciados hasta por literatas de la categoría de Yoani Sánchez, sino ellos, nos obsequian con nuevos artefactos mágicos cada día?
¿Quien ha sido capaz de regalarnos a un Nadal, un Pedro Almodóvar, una Ana Belén, una Belén Esteban, como ejemplos preclaros de superación moral e intelectual, no por euros ni dólares, sino en nombre de la libertad?
Nadie, excepto los empresarios; porque el glorioso Partido Capitalista Unificado, jamás podrá ser derribado de su pedestal. Son ellos, sus 100 diputados, que representan a 6.000 millones de personas (aunque hay mil millones que se mueren desgraciadamente por hambre y enfermedades inevitables), quienes nos garantizan el trabajo, el dinero, la libertad y la democracia.
Demos gracias a ellos, al Papa y a Dios, para que los proteja de las aviesas intenciones del terrorismo internacional, contra el que debemos luchar sin descanso, sin tregua, para que estos heroicos primeros 25 luchadores del ranking de la honestidad (más los otros 75 que les siguen en la lista, pero que poseen menores cantidades), junto a los miembros de los gobiernos del capitalismo global, puedan asegurarnos, cuando menos, una estupenda fosa común.
Sus cuerpos de protección democrática, sus fuerzas armadas, en las que se integran jóvenes que no han podido disfrutar de una carrera universitaria o un trabajo digno, pero ávidos de justicia, a quienes importa un bledo su salario, sino la libertad de iraquíes, afganos, iraníes, hondureños, venezolanos, bolivianos, cubanos, ecuatorianos, coreanos; sus agentes de seguridad privados, formados en el respeto al ciudadano, son la mejor garantía de que al final de nuestra vida, se abrirá una luz ante nuestros ojos.
Es el túnel que conducirá al paraíso ganado. Y además, si alguno estos 25 diputados del PCU no cumpliera con su deber, tened por seguro que le aguarda el infierno.

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