villano360
Becerro
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Saludos desde Campeche, México.
Lo que a continuación voy a escribir me fue relatado por quien le ocurrió.
En muchos viajes que hacemos mi familia y yo al sur de la república mexicana, tenemos varios conocidos, y entre ellos se encuentra el señor Alfonso que vive en una comunidad ya municipio del estado de Campeche, colindante al estado de Yucatán cuyo nombre es Holpechen (pueblo de los 5 pozos).
Don Alfonso es un campesino y apicultor de la región, es una persona amable, humilde y muy sencilla, no es católico ni alcohólico. Es ya a la fecha un hombre mayor pero muy lúcido. De cualquier manera Don Alfonso relata la siguiente historia:
Cuenta Don Alfonso, que él es originario de Holpechen y siempre radicó allí, y él vio llegar la luz eléctrica e inclusive el primer autobús y carro que visitó al pueblo. Que sus raíces son netamente mayas, de hecho cabe mencionar que el señor habla el idioma Maya (ignoro cuál de ellos).
Y el preámbulo a este asunto es que el señor ya casado y joven, y teniendo tierras que cuidar y cultivar, se retiraba al “monte” a hacer su labor. Como dato agrego para las personas que ignoren el término “monte”, esto significa retirarse a la selva, inclusive a la montaña, ya que cuando todo esto ocurrió el municipio colindaba con las montañas guatemaltecas y se adentraba a la selva del Mayab.
El punto es que el señor se retiraba largas jornadas aproximadamente unas semana o un poco más, dependiendo, se adentraba al “monte” y pernoctaba en el lugar, colgando una hamaca en algún árbol para protegerse de los animales rastreros y de depredadores como el jaguar, etc. Su labor era cuidar tierras de patrones y demás. Narraba en su historia que llevaba una carabina (escopeta), por si se presentaba el caso de poder cazar algún animal o defenderse de alguno.
Una ocasión, en una noche como esas que escribo, cuenta que colgó su hamaca y se dispuso a descansar, hacía frío y estaba claro oscuro la noche debido a las estrellas. Él estaba descansando con el oído afinado a cualquier ruido extraño. De pronto se escucha (toc-toc), como si alguien llamara o alguien tocara una puerta, pudiendo ser cualquier cosa. Don Alfonso espera a que se repita el sonido para asegurarse que fue real, al poco rato escuchó un sonido similar, supo entonces que el ruido venía de abajo del mismo árbol en donde se encontraba él.
Lo que vio lo maravilló más que asustarlo, y lo escribo con certeza porque él así lo narró. Dice que vio una fogata, chica, era apenas unos cuantos palos alimentando una lumbre, y alrededor de ella, había dos hombres pequeños, chiquitos, para que se den una idea medían de la rodilla hacia abajo (40 cm.).
Cuenta que los dos hombrecitos se calentaban en la fogata, narra también Don Alfonso que eran calvos y muy llamativos. Así los contempló desde su rincón en el árbol sin hacer movimiento alguno. Empezó entonces el dolor de cuello. Tal vez el movimiento que hizo para aliviar un poco el dolor que hizo en la hamaca fue muy brusco, tanto que los hombrecillos se espantaron del ruido y cuenta con asombro que él vio cuando corrieron que era algo tan veloz que apenas se distinguía.
Y así ocurrió entonces, pasados los días, el señor se puso algo mal en cuanto a salud, tuvo fiebre y fue entonces que acudió a un hombre del pueblo que curaba con hierbas y demás cosas, ya que médicos no abundaban. Él en pocas palabras le dijo que lo que vio fueron aluxes y que ir al monte solo no es recomendable. Este es el relato de Don Alfonso. Y sólo quiero agregar que en muchas visitas a ruinas un cabalero que cuida una de ellas, o mejor dicho un guía, me dijo que uno nunca debe de andar solo por las ruinas ya que hay aluxes que cuidan las ruinas y ven todo lo que uno hace. Y supongo que muchos relatos de estos ha de haber, sin embargo quería compartir con ustedes este. Atte: Josué Marmolejo
fuente:
no vaya siendo........
Lo que a continuación voy a escribir me fue relatado por quien le ocurrió.
En muchos viajes que hacemos mi familia y yo al sur de la república mexicana, tenemos varios conocidos, y entre ellos se encuentra el señor Alfonso que vive en una comunidad ya municipio del estado de Campeche, colindante al estado de Yucatán cuyo nombre es Holpechen (pueblo de los 5 pozos).
Don Alfonso es un campesino y apicultor de la región, es una persona amable, humilde y muy sencilla, no es católico ni alcohólico. Es ya a la fecha un hombre mayor pero muy lúcido. De cualquier manera Don Alfonso relata la siguiente historia:
Cuenta Don Alfonso, que él es originario de Holpechen y siempre radicó allí, y él vio llegar la luz eléctrica e inclusive el primer autobús y carro que visitó al pueblo. Que sus raíces son netamente mayas, de hecho cabe mencionar que el señor habla el idioma Maya (ignoro cuál de ellos).
Y el preámbulo a este asunto es que el señor ya casado y joven, y teniendo tierras que cuidar y cultivar, se retiraba al “monte” a hacer su labor. Como dato agrego para las personas que ignoren el término “monte”, esto significa retirarse a la selva, inclusive a la montaña, ya que cuando todo esto ocurrió el municipio colindaba con las montañas guatemaltecas y se adentraba a la selva del Mayab.
El punto es que el señor se retiraba largas jornadas aproximadamente unas semana o un poco más, dependiendo, se adentraba al “monte” y pernoctaba en el lugar, colgando una hamaca en algún árbol para protegerse de los animales rastreros y de depredadores como el jaguar, etc. Su labor era cuidar tierras de patrones y demás. Narraba en su historia que llevaba una carabina (escopeta), por si se presentaba el caso de poder cazar algún animal o defenderse de alguno.
Una ocasión, en una noche como esas que escribo, cuenta que colgó su hamaca y se dispuso a descansar, hacía frío y estaba claro oscuro la noche debido a las estrellas. Él estaba descansando con el oído afinado a cualquier ruido extraño. De pronto se escucha (toc-toc), como si alguien llamara o alguien tocara una puerta, pudiendo ser cualquier cosa. Don Alfonso espera a que se repita el sonido para asegurarse que fue real, al poco rato escuchó un sonido similar, supo entonces que el ruido venía de abajo del mismo árbol en donde se encontraba él.
Lo que vio lo maravilló más que asustarlo, y lo escribo con certeza porque él así lo narró. Dice que vio una fogata, chica, era apenas unos cuantos palos alimentando una lumbre, y alrededor de ella, había dos hombres pequeños, chiquitos, para que se den una idea medían de la rodilla hacia abajo (40 cm.).
Cuenta que los dos hombrecitos se calentaban en la fogata, narra también Don Alfonso que eran calvos y muy llamativos. Así los contempló desde su rincón en el árbol sin hacer movimiento alguno. Empezó entonces el dolor de cuello. Tal vez el movimiento que hizo para aliviar un poco el dolor que hizo en la hamaca fue muy brusco, tanto que los hombrecillos se espantaron del ruido y cuenta con asombro que él vio cuando corrieron que era algo tan veloz que apenas se distinguía.
Y así ocurrió entonces, pasados los días, el señor se puso algo mal en cuanto a salud, tuvo fiebre y fue entonces que acudió a un hombre del pueblo que curaba con hierbas y demás cosas, ya que médicos no abundaban. Él en pocas palabras le dijo que lo que vio fueron aluxes y que ir al monte solo no es recomendable. Este es el relato de Don Alfonso. Y sólo quiero agregar que en muchas visitas a ruinas un cabalero que cuida una de ellas, o mejor dicho un guía, me dijo que uno nunca debe de andar solo por las ruinas ya que hay aluxes que cuidan las ruinas y ven todo lo que uno hace. Y supongo que muchos relatos de estos ha de haber, sin embargo quería compartir con ustedes este. Atte: Josué Marmolejo
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Código:
http://kruela.ciberanika.com/alfabetico/los_aluxes.shtml
no vaya siendo........