joerive
Bovino de alcurnia
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- 22 Abr 2009
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Mi nombre es Lidia, tengo 19 años, y lo que les voy a contar ocurrió hace exactamente 2 meses, cuando decidí ir de vacaciones a San Julián, un pueblito a 400 km de donde yo vivía. Allí viven mis tíos y doña Elvira, una amiga de la familia.
Elvira es una mujer de contextura grande, todo lo contrario a mi, que soy menudita, más bien chaparrita, de cuerpo muy pequeño. Elvira, fue a buscarme hasta donde yo vivo, llegó con su auto, y mientras lo estacionaba, mi familia y yo, salimos a darle la bienvenida, que lindo, ¡hace mucho tiempo que no nos veíamos!.
En el momento que me tocó saludarla me dio un abrazo fuerte, y un beso en la mejilla, los cuales me sorprendieron un poco debido a la efusividad de estos, pero no le di mucha importancia, ya que se los adjudiqué al tiempo que pasó sin vernos. Ya más tranquilos, todos, dentro de casa, mi madre invitó a comer a Elvira, esta aceptó gustosa, pero con la condición de irnos después de la comida, ya que estaba con el tiempo justo.
Mi padres, recordaron que no habían ido de compras, y nos dejaron un rato a solas en la casa le propusieron a Elvira ir con ellos, pero no aceptó, poniendo como excusa que se quedaría en casa.
Llegué hasta mi cuarto y detrás de mí doña Elvira, esta se tiró en el sofá, y empezó a preguntarme, cómo me había ido últimamente, yo le respondí, que muy bien, Elvira insistió, con preguntas que poco a poco se iban dirigiendo al sexo.
Me preguntaba cosas como, si salía con muchachos, y si ya había tenido relaciones con estos. Pues les debo contar lo mismo que le respondí a tía Elvira, y es que solo he tenido un novio, y con el mismo sólo había tenido sexo una vez, pero no me gustó mucho, por los demás jóvenes no sentía ningún atractivo, creía que eran todos unos tontos, le confesé, que creía que era bisexual, porque en los recreos de la escuela me encerraba con una compañera en el baño, y nos tocábamos todo el cuerpo y nos dábamos besos muy tiernos, pero nunca habíamos tenido relaciones.
Trató de calmarme diciéndome, que eso era muy común a mi edad, y que estaba tratando de definir mi sexualidad, que no me preocupara tanto, que ella después si yo quería, ella me enseñaría algunas cosas. La verdad, no se por qué le había contado esto porque ni siquiera a mi mamá se lo había contado, pero su forma de hablarme me hacía sentir muy segura.
La comida pasó de lo más tranquilo, a no ser por el insistente guiño de ojo que me hacía a cada rato doña Elvira. Una vez más en mi cuarto Elvira entró tras de mi y mientras apretaba los dientes en un suspiro exclamó, ¡Lidia no aguanto más! y metiéndome mano entre las piernas, me comenzó a besar salvajemente, sin tiempo para atinar a nada, me dejé.
Yo le respondí con un beso en su boca, y le dije yo lo quiero, después de pensarlo un poco se adueño de mí, por el morbo que me causaba que me metiera sus manos y su lengua y todo lo que tuviera al alcance. La lesbiana de Elvira no se detenía en su frenética embestida sobando, besando mientras me despojaba de mi ropa y que me hacía agarrarme de todos los lados para evitar caer.
Mientras reíamos ella me decía que yo era bien buena para gozar. Todo esto me daba más morbo, y como para mí en ese momento era suficiente, estiró una de sus manos y de su bolso de mano sacó un vibrador el cual empezó a pasearlo por mi cuerpo desnudo, -no-, le dije, pero después de dilatarme el agujerito, me clavó el vibrador, yo gemía, pataleaba insultaba, y hacía todo lo que se puedan imaginar.
Ella me calmaba, acariciándome los muslos, sacó el vibrador ya que era mucho para mi y empezó ella a clavárselo por la vagina, mientras que con la mano que le queda libre me seguía metiendo los deditos por mi abertura.
Yo mientras me acariciaba los pezones, estaba a punto de tener el mejor orgasmo de mi vida, y nada más ni nada menos que con doña Elvira. Dicho y hecho, suspiré profundo y acabé en múltiples orgasmos. Mientras ella se desplomaba con el vibrador en su trasero, en otro orgasmo mortal.
Una vez restablecidas, me dijo que pronto yo aprendería lo que es un hombre... mmh pero esa es otra historia, que pronto se las contaré.
Elvira es una mujer de contextura grande, todo lo contrario a mi, que soy menudita, más bien chaparrita, de cuerpo muy pequeño. Elvira, fue a buscarme hasta donde yo vivo, llegó con su auto, y mientras lo estacionaba, mi familia y yo, salimos a darle la bienvenida, que lindo, ¡hace mucho tiempo que no nos veíamos!.
En el momento que me tocó saludarla me dio un abrazo fuerte, y un beso en la mejilla, los cuales me sorprendieron un poco debido a la efusividad de estos, pero no le di mucha importancia, ya que se los adjudiqué al tiempo que pasó sin vernos. Ya más tranquilos, todos, dentro de casa, mi madre invitó a comer a Elvira, esta aceptó gustosa, pero con la condición de irnos después de la comida, ya que estaba con el tiempo justo.
Mi padres, recordaron que no habían ido de compras, y nos dejaron un rato a solas en la casa le propusieron a Elvira ir con ellos, pero no aceptó, poniendo como excusa que se quedaría en casa.
Llegué hasta mi cuarto y detrás de mí doña Elvira, esta se tiró en el sofá, y empezó a preguntarme, cómo me había ido últimamente, yo le respondí, que muy bien, Elvira insistió, con preguntas que poco a poco se iban dirigiendo al sexo.
Me preguntaba cosas como, si salía con muchachos, y si ya había tenido relaciones con estos. Pues les debo contar lo mismo que le respondí a tía Elvira, y es que solo he tenido un novio, y con el mismo sólo había tenido sexo una vez, pero no me gustó mucho, por los demás jóvenes no sentía ningún atractivo, creía que eran todos unos tontos, le confesé, que creía que era bisexual, porque en los recreos de la escuela me encerraba con una compañera en el baño, y nos tocábamos todo el cuerpo y nos dábamos besos muy tiernos, pero nunca habíamos tenido relaciones.
Trató de calmarme diciéndome, que eso era muy común a mi edad, y que estaba tratando de definir mi sexualidad, que no me preocupara tanto, que ella después si yo quería, ella me enseñaría algunas cosas. La verdad, no se por qué le había contado esto porque ni siquiera a mi mamá se lo había contado, pero su forma de hablarme me hacía sentir muy segura.
La comida pasó de lo más tranquilo, a no ser por el insistente guiño de ojo que me hacía a cada rato doña Elvira. Una vez más en mi cuarto Elvira entró tras de mi y mientras apretaba los dientes en un suspiro exclamó, ¡Lidia no aguanto más! y metiéndome mano entre las piernas, me comenzó a besar salvajemente, sin tiempo para atinar a nada, me dejé.
Yo le respondí con un beso en su boca, y le dije yo lo quiero, después de pensarlo un poco se adueño de mí, por el morbo que me causaba que me metiera sus manos y su lengua y todo lo que tuviera al alcance. La lesbiana de Elvira no se detenía en su frenética embestida sobando, besando mientras me despojaba de mi ropa y que me hacía agarrarme de todos los lados para evitar caer.
Mientras reíamos ella me decía que yo era bien buena para gozar. Todo esto me daba más morbo, y como para mí en ese momento era suficiente, estiró una de sus manos y de su bolso de mano sacó un vibrador el cual empezó a pasearlo por mi cuerpo desnudo, -no-, le dije, pero después de dilatarme el agujerito, me clavó el vibrador, yo gemía, pataleaba insultaba, y hacía todo lo que se puedan imaginar.
Ella me calmaba, acariciándome los muslos, sacó el vibrador ya que era mucho para mi y empezó ella a clavárselo por la vagina, mientras que con la mano que le queda libre me seguía metiendo los deditos por mi abertura.
Yo mientras me acariciaba los pezones, estaba a punto de tener el mejor orgasmo de mi vida, y nada más ni nada menos que con doña Elvira. Dicho y hecho, suspiré profundo y acabé en múltiples orgasmos. Mientras ella se desplomaba con el vibrador en su trasero, en otro orgasmo mortal.
Una vez restablecidas, me dijo que pronto yo aprendería lo que es un hombre... mmh pero esa es otra historia, que pronto se las contaré.