Alej17
Bovino de la familia
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La retorcida historia de Sealand (IV): su estrecha relación con España
Vuelvo con la historia desde el punto en el que la interrumpí: justo cuando Reisnik (dueño del barco que Versacce y su asesino habían compartido) había exigido inmunidad diplomática al ser interrogado por la policía de Miami. Tras comprobar sus documentos sealandeses, descubrieron que existían muchos otros ciudadanos que decían provenir de Sealand.
Para explicar cómo era esto posible tenemos que centrar nuestra atención en el gobernador en el exilio de Sealand, Alexander Achenbach, que presuntamente fue el ideólogo de toda la red de documentos fraudulentos; aunque no se le imputó ningún cargo por falta de pruebas. El que sí fue imputado fue el ciudadano español Francisco Ruiz Trujillo, almeriense de 48 años, ex Guardia Civil con antecedentes de robo, que decía ser Embajador y Regente de Sealand.
Para ello hemos de trasladarnos a una gasolinera de Madrid, en noviembre de 1999. Un cliente había tratado de estafar a la gasolinera, así que, tras la comparecencia de la Guardia Civil, el cliente mostró un pasaporte diplomático de Sealand, al igual que había hecho Reisnik, solicitando inmunidad y ser absuelto de cualquier cargo. La Guardia Civil podría haber visto aquella película de Arma Letal en la que Mel Gibson, frente a un villano que también blandía su inmunidad diplomática, suelta algo así como “su inmunidad ha sido revocada” para, a continuación, coserle a tiros.
Pero la Guardia Civil decidió hacer otra cosa. Contactó con el Ministerio de Asuntos Exteriores para cerciorarse de la legalidad de aquel documento, descubriendo que Sealand no era oficialmente reconocido como un Estado. Tirando del hilo, pues, acabaron desmontando toda una banda que falsificaba pasaportes sealandeses. Más de 60 personas operaban en una supuesta embajada española de Sealand ubicada en Madrid que comercializaba los pasaportes a través de Internet a un precio medio de 6.000 dólares. Al parecer habían conseguido vender más de 160.000 pasaportes, especialmente en países del este de Europa y China.
Además de pasaportes, también vendían permisos de conducir, ciudadanías, placas de matrícula y títulos de la Universidad de Sealand. ¿Os imagináis ser operado por un cirujano cuyo título colgado del despacho posee membrete de Sealand? Por si todo esto fuera poco, Francisco Ruiz Trujillo también había fundado varias empresas relacionadas con el proyecto “Mare Libertas”, que consistía en la construcción de una gran ciudad en Sealand, con su propio campus universitario, sus sistemas de transporte público, sus edificios… no imagino cómo podría caber todo eso en un país de 500 metros cuadrados, pero en fin.
La Guardia Civil también halló en sus pesquisas un pedido de armamento ruso que iba destinado al tráfico de armas. Con todos los beneficios que generaban estuvieron a un tris de adquirir 50 carros de combate M55, 10 aviones de combate MIG-23, 8 helicópteros MI24/M, 3 aviones Antonov 32, 15 unidades de artillería pesada D-30, 5.000 bombas, 20 misiles antitanque, 30 lanzamisiles tipo Katiuska y abundante munición para, posteriormente, revenderlo a Sudán para surtir de armamento a alguna de las guerras que se libraban en el continente africano. Las sospechas de que fuera así se fundan en el hecho de que en los documentos de compra se indica que la mercancía militar se pagaría con algodón, oro, petróleo y uranio. Aparte del arsenal, se logró evitar el blanqueo de 24.000 millones de las antiguas pesetas a través de una rocambolesca ruta bancaria cuyo destino final era una sucursal madrileña del Banco Santander.
Francisco Ruiz Trujillo también había encargado confeccionar uniforme de combate para el ejército de Sealand, reservándose uno para sí mismo con los galones de coronel. Y es que a este ex Guardia Civil expulsado del cuerpo se le había subido a la cabeza su papel de regente de un país de inventado. Cuando se dirigía a sus colaboradores desde el bar permitía que le llamaran Paco, pero en los actos oficiales exigía que se refirieran a él como su excelencia, en tercera persona, por ejemplo en su “embajada” de Sealand, en el Paseo de la Castellana, o en su lujoso despacho del número 57 de la calle Serrano.
Todos los implicados, por fortuna, fueron detenidos y el caso cerrado a mediados del año 2000.
Otros tantos negocios paralelos a éste fueron protagonizados aquellos días por los innumerables miembros del supuesto gobierno de Sealand, alcanzando sectores ciertamente inesperados. Un churrero de profesión, por ejemplo, fue acusado de solicitar un crédito de 20 millones de dólares en una sucursal bancaria madrileña para la compra de dos aviones Boeing. Sí, un churrero español adquiriendo dos aviones comerciales, habéis leído bien. Para ello empleó como aval del préstamo unas 200 nóminas falsas de otros tantos funcionarios que también decían trabajar para Sealand.
También se hallaron etiquetas de un whisky llamado Gurdocasta cuya denominación de origen era Sealand. ¿Cabría suponer que en las escuetas instalaciones del fortín, además de ir cortos de espacio para la vida diaria, también habían instalado un puñado de barricas? Pues no es así, el whisky, como casi todo lo que rodeaba Sealand, era falso, como también era falso un aceite sealandés, gracias al cual otro presunto alto cargo sevillano de Sealand defraudó unos 32 millones de las antiguas pesetas de las subvenciones que la Unión Europea entregó para la fabricación de dicho aceite, más falso, nunca mejor dicho, que un duro sevillano.
El entramado desmantelado en Madrid incluso había mantenido estrechas relaciones con la Fundación Goya, entidad de la que fue patrono Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa Real, y que tuvo como presidenta de honor a Eugenia Martínez de Irujo, hija de la duquesa de Alba. Fernández Campo abandonó su vinculación con la fundación en cuanto trascendió que estaban entablando relaciones con un principado falso situado en una plataforma oxidada construida durante la Segunda Guerra Mundial.
Como veis, España, país amigo de la picaresca, enseguida trasladó el célebre timo de la estampita a aguas del Mar del Norte, a un país tan pequeño que nadie había visitado por falta de espacio pero que parecía tener tantos diplomáticos e inversores como los que caben en un estadio de fútbol de gran aforo. No en vano, fue en Almería donde se localizó la máquina troqueladora que expedía a granel los miles de pasaportes fraudulentos de Sealand que luego se vendían a 6.000 euros cada uno. Aunque, al parecer, los estafadores no eran muy duchos en la normativa para pasaportes e imprimieron las portadas de color negro y azul, cuando los pasaportes diplomáticos deben ser de color rojo. Esta misma máquina almeriense era también la que usaban para dar aspecto oficial a las licenciaturas universitarias que acreditaban, por ejemplo, al cirujano que dijimos antes para meter sus manos en nosotros. Por el bien de muchos pacientes, esperemos que también cometieran elementales torpezas en la impresión de estos títulos universitarios. En todo caso, si alguien os muestra un certificado emitido por la Universidad de Sealand, huid.
Concretamente en Barcelona, un ciudadano indio, propietario de la empresa Informaciones Telemáticas 2000, denunció haber sido víctima de una estafa de casi 72.000 euros por parte de dos empresarios que se identificaron frente a él como el ministro de Finanzas de Sealand y como el cónsul general del Principado en España.
Pero España no sólo se ha relacionado con Sealand a nivel delictivo. Si acudimos a las hemerotecas comprobaremos que en abril de 1978 aparecía la noticia de la visita a Barcelona del ministro de Asuntos Exteriores en el exilio de Sealand, Alexander Achenbach. Fue entonces cuando declaró a los medios que se proponía ampliar su país para levantar un casino, un club turístico y una emisora de 200 kilowatios de potencia para propagar las ideas de una iglesia liberal norteamericana a los países del Este. La realidad, como de costumbre, acabó superando a la imaginación de Achenbach.
http://www.xatakaciencia.com/sabias...de-sealand-iv-su-estrecha-relacion-con-espana

Espera la 5 y ultima parte de esta historia a continuacion.

Vuelvo con la historia desde el punto en el que la interrumpí: justo cuando Reisnik (dueño del barco que Versacce y su asesino habían compartido) había exigido inmunidad diplomática al ser interrogado por la policía de Miami. Tras comprobar sus documentos sealandeses, descubrieron que existían muchos otros ciudadanos que decían provenir de Sealand.
Para explicar cómo era esto posible tenemos que centrar nuestra atención en el gobernador en el exilio de Sealand, Alexander Achenbach, que presuntamente fue el ideólogo de toda la red de documentos fraudulentos; aunque no se le imputó ningún cargo por falta de pruebas. El que sí fue imputado fue el ciudadano español Francisco Ruiz Trujillo, almeriense de 48 años, ex Guardia Civil con antecedentes de robo, que decía ser Embajador y Regente de Sealand.
Para ello hemos de trasladarnos a una gasolinera de Madrid, en noviembre de 1999. Un cliente había tratado de estafar a la gasolinera, así que, tras la comparecencia de la Guardia Civil, el cliente mostró un pasaporte diplomático de Sealand, al igual que había hecho Reisnik, solicitando inmunidad y ser absuelto de cualquier cargo. La Guardia Civil podría haber visto aquella película de Arma Letal en la que Mel Gibson, frente a un villano que también blandía su inmunidad diplomática, suelta algo así como “su inmunidad ha sido revocada” para, a continuación, coserle a tiros.

Pero la Guardia Civil decidió hacer otra cosa. Contactó con el Ministerio de Asuntos Exteriores para cerciorarse de la legalidad de aquel documento, descubriendo que Sealand no era oficialmente reconocido como un Estado. Tirando del hilo, pues, acabaron desmontando toda una banda que falsificaba pasaportes sealandeses. Más de 60 personas operaban en una supuesta embajada española de Sealand ubicada en Madrid que comercializaba los pasaportes a través de Internet a un precio medio de 6.000 dólares. Al parecer habían conseguido vender más de 160.000 pasaportes, especialmente en países del este de Europa y China.
Además de pasaportes, también vendían permisos de conducir, ciudadanías, placas de matrícula y títulos de la Universidad de Sealand. ¿Os imagináis ser operado por un cirujano cuyo título colgado del despacho posee membrete de Sealand? Por si todo esto fuera poco, Francisco Ruiz Trujillo también había fundado varias empresas relacionadas con el proyecto “Mare Libertas”, que consistía en la construcción de una gran ciudad en Sealand, con su propio campus universitario, sus sistemas de transporte público, sus edificios… no imagino cómo podría caber todo eso en un país de 500 metros cuadrados, pero en fin.
La Guardia Civil también halló en sus pesquisas un pedido de armamento ruso que iba destinado al tráfico de armas. Con todos los beneficios que generaban estuvieron a un tris de adquirir 50 carros de combate M55, 10 aviones de combate MIG-23, 8 helicópteros MI24/M, 3 aviones Antonov 32, 15 unidades de artillería pesada D-30, 5.000 bombas, 20 misiles antitanque, 30 lanzamisiles tipo Katiuska y abundante munición para, posteriormente, revenderlo a Sudán para surtir de armamento a alguna de las guerras que se libraban en el continente africano. Las sospechas de que fuera así se fundan en el hecho de que en los documentos de compra se indica que la mercancía militar se pagaría con algodón, oro, petróleo y uranio. Aparte del arsenal, se logró evitar el blanqueo de 24.000 millones de las antiguas pesetas a través de una rocambolesca ruta bancaria cuyo destino final era una sucursal madrileña del Banco Santander.

Francisco Ruiz Trujillo también había encargado confeccionar uniforme de combate para el ejército de Sealand, reservándose uno para sí mismo con los galones de coronel. Y es que a este ex Guardia Civil expulsado del cuerpo se le había subido a la cabeza su papel de regente de un país de inventado. Cuando se dirigía a sus colaboradores desde el bar permitía que le llamaran Paco, pero en los actos oficiales exigía que se refirieran a él como su excelencia, en tercera persona, por ejemplo en su “embajada” de Sealand, en el Paseo de la Castellana, o en su lujoso despacho del número 57 de la calle Serrano.
Todos los implicados, por fortuna, fueron detenidos y el caso cerrado a mediados del año 2000.
Otros tantos negocios paralelos a éste fueron protagonizados aquellos días por los innumerables miembros del supuesto gobierno de Sealand, alcanzando sectores ciertamente inesperados. Un churrero de profesión, por ejemplo, fue acusado de solicitar un crédito de 20 millones de dólares en una sucursal bancaria madrileña para la compra de dos aviones Boeing. Sí, un churrero español adquiriendo dos aviones comerciales, habéis leído bien. Para ello empleó como aval del préstamo unas 200 nóminas falsas de otros tantos funcionarios que también decían trabajar para Sealand.
También se hallaron etiquetas de un whisky llamado Gurdocasta cuya denominación de origen era Sealand. ¿Cabría suponer que en las escuetas instalaciones del fortín, además de ir cortos de espacio para la vida diaria, también habían instalado un puñado de barricas? Pues no es así, el whisky, como casi todo lo que rodeaba Sealand, era falso, como también era falso un aceite sealandés, gracias al cual otro presunto alto cargo sevillano de Sealand defraudó unos 32 millones de las antiguas pesetas de las subvenciones que la Unión Europea entregó para la fabricación de dicho aceite, más falso, nunca mejor dicho, que un duro sevillano.

El entramado desmantelado en Madrid incluso había mantenido estrechas relaciones con la Fundación Goya, entidad de la que fue patrono Sabino Fernández Campo, ex jefe de la Casa Real, y que tuvo como presidenta de honor a Eugenia Martínez de Irujo, hija de la duquesa de Alba. Fernández Campo abandonó su vinculación con la fundación en cuanto trascendió que estaban entablando relaciones con un principado falso situado en una plataforma oxidada construida durante la Segunda Guerra Mundial.
Como veis, España, país amigo de la picaresca, enseguida trasladó el célebre timo de la estampita a aguas del Mar del Norte, a un país tan pequeño que nadie había visitado por falta de espacio pero que parecía tener tantos diplomáticos e inversores como los que caben en un estadio de fútbol de gran aforo. No en vano, fue en Almería donde se localizó la máquina troqueladora que expedía a granel los miles de pasaportes fraudulentos de Sealand que luego se vendían a 6.000 euros cada uno. Aunque, al parecer, los estafadores no eran muy duchos en la normativa para pasaportes e imprimieron las portadas de color negro y azul, cuando los pasaportes diplomáticos deben ser de color rojo. Esta misma máquina almeriense era también la que usaban para dar aspecto oficial a las licenciaturas universitarias que acreditaban, por ejemplo, al cirujano que dijimos antes para meter sus manos en nosotros. Por el bien de muchos pacientes, esperemos que también cometieran elementales torpezas en la impresión de estos títulos universitarios. En todo caso, si alguien os muestra un certificado emitido por la Universidad de Sealand, huid.
Concretamente en Barcelona, un ciudadano indio, propietario de la empresa Informaciones Telemáticas 2000, denunció haber sido víctima de una estafa de casi 72.000 euros por parte de dos empresarios que se identificaron frente a él como el ministro de Finanzas de Sealand y como el cónsul general del Principado en España.
Pero España no sólo se ha relacionado con Sealand a nivel delictivo. Si acudimos a las hemerotecas comprobaremos que en abril de 1978 aparecía la noticia de la visita a Barcelona del ministro de Asuntos Exteriores en el exilio de Sealand, Alexander Achenbach. Fue entonces cuando declaró a los medios que se proponía ampliar su país para levantar un casino, un club turístico y una emisora de 200 kilowatios de potencia para propagar las ideas de una iglesia liberal norteamericana a los países del Este. La realidad, como de costumbre, acabó superando a la imaginación de Achenbach.
http://www.xatakaciencia.com/sabias...de-sealand-iv-su-estrecha-relacion-con-espana

Espera la 5 y ultima parte de esta historia a continuacion.