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Arturo Rodríguez García
13 Agosto, 2018
Rafael Ochoa Guzmán, exdirigente nacional del magisterio. Foto: Germán Canseco
En los mítines de campaña de López Obrador era posible ver a personas que llevaban en la ropa las siglas RSP: formaban parte de las Redes Sociales Progresistas Magisteriales, un grupo –desprendido del Panal– organizado por los estrategas del círculo más cercano de Elba Esther Gordillo. Se encargaron de apoyar los actos proselitistas del candidato de Morena, pero sobre todo, crearon una estructura de defensa del voto que cubrió literalmente todas las casillas del país… a esta vigilancia en las urnas se atribuye buena parte del triunfo del tabasqueño.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La tarde del 13 de mayo, en Huatusco, Veracruz, Andrés Manuel López Obrador encabezó un mitin de campaña en el que, a diferencia de la mayoría de las concentraciones de Juntos Haremos Historia –tumultos teñidos por los colores de los partidos de la coalición–, destacaba la asistencia de mujeres y hombres con camisolas blancas en las que se leían las letras RSP.
Eran las siglas de las Redes Sociales Progresistas Magisteriales que, entonces pocos sabían, estaban integrando una estructura electoral para la jornada del 1 de julio.
Las RSP estaban presentes en cada uno de los tres o cuatro eventos proselitistas que López Obrador tenía a diario. Pero en Huatusco se trataba de una mayoría que vitoreó al candidato y a uno de los convidados al templete: el profesor Rafael Ochoa Guzmán.
“Me da mucho gusto que esté aquí con nosotros un paisano suyo”, exclamó López Obrador, presentando al exdirigente del magisterio, enlazando sus manos en lo alto y detonando una salva de aplausos.
Diputado federal por el PRI, Ochoa Guzmán fue parte de aquella bancada que dejó ese partido en solidaridad con Elba Esther Gordillo Morales –enfrentada con el entonces dirigente nacional, Roberto Madrazo, que la destituyó de la coordinación parlamentaria en San Lázaro–, para irse con ella a fundar el Partido Nueva Alianza (Panal).
Por Panal Ochoa fue senador a partir de 2006, pero en 2007 interrumpió su labor legislativa para –supeditado a “La Maestra”– ocupar la dirigencia del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
El Panal se presentó a la elección presidencial de aquel 2006 llevando como candidato al actual secretario del Trabajo, Roberto Campa Cifrián. Pero en los días previos a los comicios, Gordillo convenció a varios gobernadores priistas de movilizar electores a favor de Felipe Calderón, a fin de derrotar a López Obrador.
Doce años después los objetivos de Ochoa Guzmán ya eran otros, como expuso en entrevista con Proceso, en Huatusco, el 13 de mayo: desfondar al Panal por haber traicionado a su base, primordialmente el magisterio, una traición que consideró aun mayor en el caso del SNTE, que encabeza Juan Díaz de la Torre.
Así, resumía el exdirigente magisterial, su “mayor anhelo en la vida” era que ganara López Obrador, que el Panal perdiera el registro y que Díaz de la Torre cayera de la dirigencia magisterial.
Para conseguirlo, tanto él como el círculo íntimo de Gordillo –su yerno, Fernando González; su nieto, René Fujiwara; Ricardo Aguilar Gordillo, su sobrino; la exdiputada veracruzana Jacqueline García y el abogado Juan Iván Peña Neder– armaban dos esquemas de participación: uno enfocado a apoyar las actividades proselitistas de López Obrador y otro, formar una estructura electoral para la defensa del voto.
Ochoa Guzmán recordaba que el propio López Obrador había dicho que la falta de una estructura electoral para la defensa del voto en casillas había jugado en su contra en las elecciones de 2006 y 2012. En efecto, la vieja consigna de su primera y dudosa derrota era, precisamente, “voto por voto, casilla por casilla”, que aludía a la necesidad de un recuento.
De hecho el asunto era parte de un análisis realizado por los estrategas de Morena, que habían procesado datos de las elecciones de 2006 y 2012, la intermedia de 2015 –primera en la que participó dicho partido–, así como en las estatales de 2016 y 2017.
El resultado de dicho análisis fue explicado a este semanario (Proceso 2161) por Horacio Duarte, representante de Morena ante el Instituto Nacional Electoral (INE): “Encontramos que, en general, el comportamiento atípico de mucha participación y, en consecuencia, muchos votos para el PRI tiene como lógica poca presencia de partidos distintos al PRI en las casillas. Para nosotros es un tema fundamental, pues se alteran los resultados en las casillas, derivado de la nula vigilancia electoral de los partidos, aun cuando han acreditado representantes.
“Digámoslo así: el PRI se despacha con la cuchara grande y eso puede incluir que la gente no llegue a votar, que se falsifiquen las actas, que se inventen los resultados, para que con ello el PRI garantice la victoria en un territorio. Es la constante que encontramos.”
Ochoa Guzmán recordaba en la entrevista del 13 de mayo que López Obrador había reconocido que en 2006 y 2012 “perdió o le robaron la elección porque no tenían estructura electoral”, de manera que las RSP participarían en eso.
“Nosotros, como RSP, no tenemos facultades para darle nombramiento de representante a nadie, pero ya que tenemos las redes, los nombramos vía Morena, PT y PES. Vamos a tramitar el reconocimiento del INE con su nombramiento respectivo para que cubran todo el país”, explicó.
La última semana de junio Proceso obtuvo una explicación –off the record– sobre la forma en que se movilizaría la estructura de Juntos Haremos Historia y que, en el caso de las RSP, consistiría en responsabilizarse en todo el país de las llamadas “casillas prioritarias”, aquellas en las que López Obrador habría ganado en 2006 y 2012, pero donde –según análisis hechos años después– en una suerte de operación hormiga –y por falta de vigilancia– se le anulaban o no se le contabilizaban los votos, lo que impactaba en el resultado nacional.
La innombrable
En mayo de 2017 Fernando González y Ochoa Guzmán habían hecho público su apoyo a la candidata al gobierno mexiquense Delfina Gómez. El día 30 de ese mes, Fujiwara –quien ya había emitido varios mensajes de apoyo a la exalcaldesa de Texcoco– fue más claro en sus descalificaciones a Díaz de la Torre.
Disimulada su presencia por ser aún militantes del Panal, la mayoría de los líderes de RSP mantuvieron un bajo perfil en 2017 y, desde entonces hasta el proceso electoral de este año, mantuvieron al margen de sus posiciones a “La Maestra”, lo mismo que el propio López Obrador.
El pasado 16 de diciembre Gordillo dejó la clínica donde cumplía su aprehensión, con la autorización de seguir en prisión domiciliaria, a casi cinco años desde su detención. Aquel día López Obrador no quiso referirse directamente a ella y sólo respondió que no le gustaba hablar mal de los presos y de los enfermos.
Diez días después, en una entrevista banquetera, le preguntaron si se reservaba el derecho de admisión con Elba Esther. Respondió: “Ella está retirada, según lo entiendo… y está en una situación delicada. Yo no hago leña del árbol caído”.
A partir de entonces los hechos se aceleraron.
Se adelantó la elección del comité nacional del SNTE: debía tener lugar el próximo octubre pero ocurrió en febrero. Ahí Gordillo se reposicionó por medio de Alfonso Cepeda Salas, quien asumió la secretaría general, aunque Díaz de la Torre pudo quedarse al frente de la organización gremial.
El grupo cercano a Gordillo –entre ellos, Fujiwara–, que forma parte de las RSP, renunció formalmente al Panal; en abril, con el inicio de las campañas, las Redes Sociales plagaron las actividades de López Obrador.
El 3 de mayo, durante la entrevista que López Obrador dio a Tercer Grado, el entonces candidato admitió que Fujiwara colaboraba en su campaña, aceptó que Gordillo era corrupta y añadió:
“Usaron a la maestra (…) como suele pasar en estos casos la convirtieron en chivo expiatorio, porque así lo hacen. Les ayudó (Gordillo). Ya cuando no les sirven, los desecha (el sistema). Y yo tengo una debilidad: no me gusta que se ensañen con la gente. O sea, respeto a los perseguidos, a los presos.”
Un día después, una orden judicial restringió las visitas a Gordillo en su prisión domiciliaria, además de prohibirle el uso de internet y de servicios de mensajería como WhatsApp.
Fujiwara expuso entonces que lamentaba haber metido a su abuela en ese problema, apuntando a que se trataba de una consigna por su posición de apoyo a López Obrador, algo en lo que ella nada tenía que ver.
Y así, el nieto, como los demás cercanos, se mantuvieron en su posición pública, igual que López Obrador: distancia para evitar reivindicar la posición de Gordillo.
Respecto al acto en Huatusco, el momento era clave para la presentación de Ochoa que hizo López Obrador, pues un día antes, el 12 de mayo, en San Pablo Guelatao y reunido con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), el tabasqueño había presentado su proyecto educativo, en el que reiteró que derogará la reforma en la materia. Estuvo con el magisterio disidente, pero no con el inconforme, pero del SNTE.
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