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La pobreza ingente

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Bovino Milenario
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La pobreza ingente Adela S. González
Periodista | 20-12-2009 | 22:21 | Opinión Alguna vez, amable lector, se ha preguntado por qué la pobreza en México lejos de disminuir aumenta pese a los incontables recursos que se asignan para combatirla? ¿Somos acaso habitantes de un país con nivel intelectual inferior? ¿Tenemos menos recursos que otros, y los disponibles los desaprovechamos? ¿En cuál punto de nuestra historia nos perdimos quedando estacionados en las asimetrías, cuando después de haber caminado dos o tres pasos hacia el frente, de inmediato los retrocedemos? ¿Recuerda el cuento de los cangrejos?… ¿Cree que refleja nuestra idiosincrasia o es sólo un chiste de mal gusto? ¿Qué nos falta para salir del subdesarrollo, cuando otros países en peores circunstancias se han superado tan sobresalientemente que son modelo a seguir? ¿Sabemos valorarnos y valorar la patria en la que nacimos, la ciudad en donde vivimos, o somos conformistas con aquello de “aquí nos tocó vivir”? ¿Qué tanto nos preocupa y cuánto estamos dispuestos a hacer por ellas? ¿Sabemos realmente cuáles son nuestras fortalezas y cuáles nuestras debilidades?

Pasamos de Colonia a nación independiente pero pobre seguida de un efímero imperio entre falsa realeza y siervos menesterosos. El lumainoso periodo de la Reforma nos dio categoría de ciudadanos de un Estado separado del clericalismo. La iglesia ofreció el cielo a cambio de ser pobres. De ahí al satanizado porfiriato derrumbado por la revolución que sólo recogió la bandera de pobreza e igualdad para llevarla por las mismas rutas. Los triunfos de la guerra fratricida fueron exaltados al infinito por los gobiernos posrevolucionarios que transitaron al país de la prolongada dictadura porfirista a la dictadura partidista, o dictadura perfecta, como lo expresara el escritor peruano Mario Vargas Llosa, quien ante el casi inminente retorno del priísmo nos adjetiva masoquistas colectivos, es decir, proclives al sufrimiento.

Enfrentamos pobreza ingente (45 millones), y sí, debe haber culpables a quienes responsabilizar de ello. Pero no son culpables del dos mil para acá como tanto se repite. La pobreza para nuestro país es desde siempre un mal endémico. Ha faltado un imperativo que controle los recursos, que los administre correctamente creando lo necesario para la ocupación y la educación, directamente vinculadas al problema. Somos un pueblo atrasado porque así lo hemos consentido los que ufanamente nos llamamos ciudadanos, guiados por líderes tan hipócritas como falsos que sólo atienden intereses gremiales o individuales.

Han pasado diez años del nuevo siglo en que se abrieron todas las expectativas pues parecía que la prolongada historia de desventuras y desencuentros eran parte de un pasado irrepetible. Una década que ante todo ha servido para desnudarnos como sociedad y percatarnos de cuán difíciles son la lealtad y el amor a la patria cuando hay tantas rendijas por las que se escapan recursos y posibilidades de avance.

Los latrocinios son ahora iguales a los de otras etapas de la historia nacional impidiendo que los pobres por los que tanto se grita, disminuyan.

Inconcebible para cualquier ciudadano de otras latitudes es saber que un ex presidente del banco nacional recibirá pensión de 196 mil pesos mensuales, superior al sueldo del Presidente de la República. Ni Alan Greenspan, ex titular de la Reserva Federal de EU alcanzaría tanto.

Hay otras agresiones relacionadas con la economía que de no darse permitirían mejorar las condiciones y sin embargo, se aceptan con indiferencia. Las universidades reciben presupuestos millonarios extraídos de nuestros impuestos para preparar profesionistas que al salir de las aulas no manifiestan deseo de corresponder al esfuerzo de la sociedad pues su idea es emigrar y ejercer en otro lugar. Citemos casos paradójicos que nos son próximos: en El Paso ejercen médicos y enfermeras formados aquí mientras el Seguro Social enfrenta carencia de estos profesionistas. La deslealtad al país los distingue. Los partidos políticos en aras de la democracia gastan cantidades millonarias para promover elecciones cada vez más costosas y desairadas.

El país sangra por todos lados con heridas insanables y desvíos que en pleno siglo XXI agravan la pobreza. Son pocas las esperanzas de unidad y cambio en una nación vituperada desde siempre y más cuando la violencia se enseñorea imparable haciendo que hasta los más fieles deseen salir corriendo del mismo. ¿A dónde vamos?

A dos siglos de la Independencia, a uno de la Revolución, estamos en la inmadurez ciudadana persiguiendo utopías, soñando que en alguna elección vamos a ganar un líder tan sorprendentemente bueno que vencerá las vicisitudes y enfrentará a los malos empeñados en virar el timón hacia un solo lado. ¿Y la pobreza ?… en las mismas.

http://www.diario.com.mx/nota.php?notaid=3654b9b7c505eaea0c4122eff852735d
 
lamentablemente cierto, y pues la pobreza, la salud y la educacion van de la mano y "se supone" que el gobierno esta tratanto mas esos temas pero no se ven los resultados. pero creo que los mas beneficiados siempre son los de la camara ya que ellos se aumentan el sueldo cada que quieren, me parece que ganan mas que el propio calderon...ja y luego dicen que no les alcanza lo que ganan
 
Muy cierto, y va para largo esto... no han nacido los políticos "buenos" ni la "sociedad" que cambie esto.
 
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