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- #1
A mediados de los 90s ya tenía mi pequeño negocio. Y por ende, era un verdadero desmadre. Borracheras, mujeres, la vida loca.
En la zona de restaurantes había una cocinera ya entrada en años. Tendría unos 50/55. Era grandota, más alta que yo. De la cintura para arriba delgada, con pequeños pechos. De la cintura para abajo un tremendo culote, grande, levantado, y un potente par de piernas macizas y bien delineadas. Lo que más me llamaba la atención era el color de su piel, más negro que la noche. A pesar que nos veíamos continuamente no me pelaba.
Ella tenía por amistades amigas de la misma edad, yo era un chamaco para ella. Sabía que una de esas amigas era otra compañera de un pasillo atrás del mío. Y que se aventaban tremendas juergas y borracheras. La otra ruca también tenía buenas defensas y no tenían marido las dos.
A la negra siempre la conocí como una mujer muy sería. Aunque no era mi obsesión, la tenía en la mira y había varios bueyes que le aventaban el calsonazo y Ella ni se inmutaba.
Pasaba con su majestuoso culo muy sería. Al menos en su zona de trabajo era formal.
En una de esas borracheras mías, andaba con otro maldito malandro y de pura casualidad fuimos a parar a la playa. Y ahí estaba la negra hermosa, con la señora del local de atrás y otras amigas y con dos cabrones bien pedos. Ya todos estábamos entonados, pero ellos más. Nos acercamos y empezó la plática y el cotorreo. Cada quien se fue haciendo pendejo y agarrando a cada cual de pareja. Jajaja, jojojo, puro desmadre , en eso se acabo la bebida y le dije a la negra que me acompañará al carro de mi cuate, que en la cajuela tenía varias chelas.
Me siguió bien mansita, la neta ya iba peda. Llegamos a la nave y la empeze con lo clásico de un mexicano, que me gustaba, que estaba bien chula, y todo ese tipo de mamadas que decimos cuando queremos cojernos a alguien. La rodie por la cintura y nos empezamos a besar. Estábamos bien a gusto en plena oscuridad recargados en el carro de mi cuate. En aquella época no había delincuencia como ahora.
Pues a la negra la tenía bien prensada con mis brazos, basándonos con pasión. Empecé a agarrar ese par de nalgas y queda sorprendido de la dureza de ese tremendo culo y par de piernas, duras, duras como piedra. Paraba su trompita para recibir mis besos. Yo la besaba y agarraba ese culo negro y durísimo. Metí mis manos bajo la larga falda y metí mis dedos bajo su pantaleta Blanca de algodón.
Llegué a una mata enorme de vellos y cuando Metí mis dedos en su panocha costeña, está estaba mojadisima y babosa en gran cantidad. Pero si la dureza de sus nalgas me sorprendió, el olor de sus jugos vaginales me dejo sin aliento. Ninguna mujer que ha pasado por las armas he encontrado con ese intensidad de olor, fuerte, penetrante y permanente. Eso me fascinó!! Me puso más caliente. La negra de retórica con mis atrevimientos, mis manos iban de las nalgas a la panocha , a sus piernas, mi boca no soltaba la suya.
La solté y la voltie recargandola en el carro. Subí la falda arriba de su cintura y quedó ese enorme culo a mi vista. Mi verga estaba ansiosa por entrar en esa funda mojada y olorosa. Con mucha calma baje su pantaleta Blanca de algodón y aparecieron ese par de nalgas negras y brillosas de lo negro que estaban. Agarré la cabeza de la negra y la doble hacia adelante. Ese culo se extendió aún más. Volví a meter mis dedos en su inundada raja y el olor era más intenso. La negra ya esperaba mi verga. Saque mi verga por el cierre del pantalón y mi verga me guiño el ojo de complicidad. Me tuve que parar de puntitas para alcanzar esa cueva de placer.
La neta, cuando le metí mi verga se fue al fondo, sin opocision, como mantequilla. Su panocha emanaba más jugos con ese olor penetrante. Mis manos abrieron esos duros cachetes y la verga entró hasta el fondo. La negra arqueo la espalda y arrimo más el culo para que devorada más carne dura.
Apenas le había dado tres cuatro estocadas, cuando empezamos a oír gritos y mentadas de madre. Como diablos nos safamos y acomodamos nuestras ropas. Era su amiga que venía gritando como loca. Tras de ella, mi cuate, todo apachurrado. "Este maldito viejo que me quiere cojer, está pendejo, no soy puta, que se vaya a la verga". Mi cuate le había lanzado los perros a lo pendejo a la rucona. Total que cada quien agarró su camino y me quedé bien caliente y con la verga bañada de ese olor costeño.
Yo sabía que las cocineras eran las primeras en entrar a trabajar. Así que al otro día me fui bien temprano a mi negocio, espie cuando ya estaba la negra hermosa y fui a pedirle un café. No abrí mi local, allá llego con el café y se metió. Ahí empezamos un escarceo sexual rapido, besos presurosos y manoseo intenso, la volvi a poner como la noche anterior. Entonces si le metí a gusto, pero rápido mi verga, ella arqueaba su espalda para que mi verga le llegará más adentro. Yo le daba duro y sin miramientos. Al fin los demás locales estaban cerrados. Mi verga teminaba llena de jugos y con un intenso olor. La tuve empinada y recibiendo mi verga por varios minutos hasta que ponía los ojos en blanco y soltaba un quejido, señal de su intenso orgasmo. El fuerte olor de sus jugos me enloqueció y terminé llenando su sexo de leche.
Así que cada que quería cojer ese enorme culo negro, llegaba temprano y le hacía señas de lejos pidiendo un café o chocolate, a los pocos minutos llegaba ella y se acomodada para recibir sus dotación de carne y leche. 3 o 4 veces a la semana le daba verga por varios meses, hasta que llegó su hija a trabajar en ese mismo restaurante y se le complicaba la metida de verga.
Su hija también tenía un culo espectacular, pero nunca pude tener avances con ella.
Un día desaparecieron de repente. Me enteré que habían emigrado a Estados Unidos.
Espero sus comentarios.
En la zona de restaurantes había una cocinera ya entrada en años. Tendría unos 50/55. Era grandota, más alta que yo. De la cintura para arriba delgada, con pequeños pechos. De la cintura para abajo un tremendo culote, grande, levantado, y un potente par de piernas macizas y bien delineadas. Lo que más me llamaba la atención era el color de su piel, más negro que la noche. A pesar que nos veíamos continuamente no me pelaba.
Ella tenía por amistades amigas de la misma edad, yo era un chamaco para ella. Sabía que una de esas amigas era otra compañera de un pasillo atrás del mío. Y que se aventaban tremendas juergas y borracheras. La otra ruca también tenía buenas defensas y no tenían marido las dos.
A la negra siempre la conocí como una mujer muy sería. Aunque no era mi obsesión, la tenía en la mira y había varios bueyes que le aventaban el calsonazo y Ella ni se inmutaba.
Pasaba con su majestuoso culo muy sería. Al menos en su zona de trabajo era formal.
En una de esas borracheras mías, andaba con otro maldito malandro y de pura casualidad fuimos a parar a la playa. Y ahí estaba la negra hermosa, con la señora del local de atrás y otras amigas y con dos cabrones bien pedos. Ya todos estábamos entonados, pero ellos más. Nos acercamos y empezó la plática y el cotorreo. Cada quien se fue haciendo pendejo y agarrando a cada cual de pareja. Jajaja, jojojo, puro desmadre , en eso se acabo la bebida y le dije a la negra que me acompañará al carro de mi cuate, que en la cajuela tenía varias chelas.
Me siguió bien mansita, la neta ya iba peda. Llegamos a la nave y la empeze con lo clásico de un mexicano, que me gustaba, que estaba bien chula, y todo ese tipo de mamadas que decimos cuando queremos cojernos a alguien. La rodie por la cintura y nos empezamos a besar. Estábamos bien a gusto en plena oscuridad recargados en el carro de mi cuate. En aquella época no había delincuencia como ahora.
Pues a la negra la tenía bien prensada con mis brazos, basándonos con pasión. Empecé a agarrar ese par de nalgas y queda sorprendido de la dureza de ese tremendo culo y par de piernas, duras, duras como piedra. Paraba su trompita para recibir mis besos. Yo la besaba y agarraba ese culo negro y durísimo. Metí mis manos bajo la larga falda y metí mis dedos bajo su pantaleta Blanca de algodón.
Llegué a una mata enorme de vellos y cuando Metí mis dedos en su panocha costeña, está estaba mojadisima y babosa en gran cantidad. Pero si la dureza de sus nalgas me sorprendió, el olor de sus jugos vaginales me dejo sin aliento. Ninguna mujer que ha pasado por las armas he encontrado con ese intensidad de olor, fuerte, penetrante y permanente. Eso me fascinó!! Me puso más caliente. La negra de retórica con mis atrevimientos, mis manos iban de las nalgas a la panocha , a sus piernas, mi boca no soltaba la suya.
La solté y la voltie recargandola en el carro. Subí la falda arriba de su cintura y quedó ese enorme culo a mi vista. Mi verga estaba ansiosa por entrar en esa funda mojada y olorosa. Con mucha calma baje su pantaleta Blanca de algodón y aparecieron ese par de nalgas negras y brillosas de lo negro que estaban. Agarré la cabeza de la negra y la doble hacia adelante. Ese culo se extendió aún más. Volví a meter mis dedos en su inundada raja y el olor era más intenso. La negra ya esperaba mi verga. Saque mi verga por el cierre del pantalón y mi verga me guiño el ojo de complicidad. Me tuve que parar de puntitas para alcanzar esa cueva de placer.
La neta, cuando le metí mi verga se fue al fondo, sin opocision, como mantequilla. Su panocha emanaba más jugos con ese olor penetrante. Mis manos abrieron esos duros cachetes y la verga entró hasta el fondo. La negra arqueo la espalda y arrimo más el culo para que devorada más carne dura.
Apenas le había dado tres cuatro estocadas, cuando empezamos a oír gritos y mentadas de madre. Como diablos nos safamos y acomodamos nuestras ropas. Era su amiga que venía gritando como loca. Tras de ella, mi cuate, todo apachurrado. "Este maldito viejo que me quiere cojer, está pendejo, no soy puta, que se vaya a la verga". Mi cuate le había lanzado los perros a lo pendejo a la rucona. Total que cada quien agarró su camino y me quedé bien caliente y con la verga bañada de ese olor costeño.
Yo sabía que las cocineras eran las primeras en entrar a trabajar. Así que al otro día me fui bien temprano a mi negocio, espie cuando ya estaba la negra hermosa y fui a pedirle un café. No abrí mi local, allá llego con el café y se metió. Ahí empezamos un escarceo sexual rapido, besos presurosos y manoseo intenso, la volvi a poner como la noche anterior. Entonces si le metí a gusto, pero rápido mi verga, ella arqueaba su espalda para que mi verga le llegará más adentro. Yo le daba duro y sin miramientos. Al fin los demás locales estaban cerrados. Mi verga teminaba llena de jugos y con un intenso olor. La tuve empinada y recibiendo mi verga por varios minutos hasta que ponía los ojos en blanco y soltaba un quejido, señal de su intenso orgasmo. El fuerte olor de sus jugos me enloqueció y terminé llenando su sexo de leche.
Así que cada que quería cojer ese enorme culo negro, llegaba temprano y le hacía señas de lejos pidiendo un café o chocolate, a los pocos minutos llegaba ella y se acomodada para recibir sus dotación de carne y leche. 3 o 4 veces a la semana le daba verga por varios meses, hasta que llegó su hija a trabajar en ese mismo restaurante y se le complicaba la metida de verga.
Su hija también tenía un culo espectacular, pero nunca pude tener avances con ella.
Un día desaparecieron de repente. Me enteré que habían emigrado a Estados Unidos.
Espero sus comentarios.