Beto El Boticario era un hombre de su tiempo y, por lo tanto, descubrió el encanto de lo fallido. Sus prestidigitaciones equívocas, su magia desgobernada, sus trucos contra natura, no eran sino el reflejo del México de sus recuerdos. Quizá nada explica mejor a la patria priista del echeverrismo y el lopezportillismo que las ejecuciones contraproducentes del Magazo de magazos, el amo de la hora vazquechutas. Un país como el nuestro que no hay dos en la vida, donde todo es chueco, bajo el agua, los kilos son de ochocientos gramos y la corrupción somos tochos, no podía sino tener un mago, magazo, como Beto El Boticario que reflejara con sus inmersiones en el caos y el desorden en algo que tiene que ser tan ordenado y disciplinario como la magia.
Mucho antes de la existencia de la saga de Hogwarts, Beto El Boticario era el anti-Harry Potter.
El desmejorado andamiaje de la política ficción de la patria mexica del blanquiazulismo semeja también un programa interminable de La carabina de Ambrosio donde entre Gina Montes, Chabelo, Gualberto Castro, César Costa, la Pájara Peggy y Beto El Boticario podrían explicar el milagro de la reproducción de las banda de secuestradores (una pregunta al calce, cómo es que un canalla de esta magnitud, miembro de la banda que ultimó tristemente a la hija de Nelson Vargas y que esperemos se pudran en vida, puede aceptar como apodo el de El queso de puerco?), la aparición y desaparición de las refinerías, o del papel de las varitas en la transformación de las arcas de la nación en Fobaproas para toda ocasión.
Sólo a través del estudio de la lógica cómico-mágica-musical se pueden desentrañar los mecanismos que entrañan la nueva cédula de identidad biométrica de Calderón, cuya finalidad es la de burocratizarnos más la existencia que casi ni está burocratizada y credencializada (si no tienes la cartilla de vacunación, Curp –¿blurp?, la del IFE, la de manejo, pasaporte, la del ISSSTE, la del IMSS, cartilla militar, la del PRI, la cédula profesional, la de Soriana, tarjetas bancarias, del Metrobús, estás condenado al ostracismo). No se diga conocer los misterios de la popularidad de Peñanieto & Peñapobre, o explicar por qué es más importante los resultados de la selección naconal que el limbo siniestro en el que se encuentra la tragedia de la guardería ABC de Hermosillo, que hoy cobró una nueva víctima.
Se acabó la hora chimengüenchona, la hora cuchi-cuchi, la hora vazquechutas.
Sólo queda decirle a Beto El Boticario: ¡De nanquius, Magazo!
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jairo.calixto@milenio.com

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