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Bovino Milenario
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Libro: Posesiones Demoniacas - Casos Autenticos
Autor: Juan Ramón Sáenz
Título: La Historia de Alisson
En un conocido antro de la ciudad, donde se presentan espectáculos de desnudos conocidos como table dance, trabajaba Alisson desde hacía tres meses como bailarina. Ella se encontraba conviviendo con dos clientes en una mesa, mientras que al ritmo de la música otra mujer hacía su show en la pista.
De pronto, el ambiente de fiesta se vio interrumpido, porque la bailarina comenzó a golpear a sus acompañantes. Los encargados de la seguridad se acercaron de inmediato, creyendo que los clientes se estaban peleando, pero al instante se dieron cuenta que era la joven quien los había dejado inconscientes a golpes.
Por un momento pensaron que la mujer había ingerido drogas, ya que su mirada era muy extraña y sus ojos se habían tornado de un rojo intenso, como si les hubieran inyectado sangre. Además, su voz había cambiado: era grave, como de hombre. Pero lo que más les extraño fue que Alisson poseyera una enorme fuerza, al grado que cuatro personas no podían controlarla; fue necesario que se sumaran otras dos para de esa forma poder conducirla con muchos esfuerzos a los camerinos del lugar. Mientras tanto, los clientes recuperaron el conocimiento, pagaron la cuenta y de inmediato salieron del lugar.
Vámonos exclamaron, esta vieja tiene el diablo adentro... Y realmente no estaban tan equivocados, mas tarde se darán cuenta por qué. Dentro del camerino, sentaron a Alisson sobre un tocador, pero no lograban controlarla aún, hasta que uno de los meseros se acercó y le arrojó un balde de agua con hielos, lo que hizo que la mujer perdiera el conocimiento.
Instantes más tarde, entró al camerino su hermana Creta, quien también laboraba en el antro. -Creta, llévate a tu hermana -le advirtió el encargado-, aquí tienes su dinero y, por favor, no quiero verla jamás aquí. Este lugar tiene mucho prestigio y además a los clientes que golpeó son muy influyentes y hasta me pueden cerrar el antro... Es más, tú también estás despedida: no por dos estúpidas voy a echar a perder el negocio.
Alisson y Creta se quedaron esa noche sin empleo, y durante varios días no encontraron donde trabajar, porque el encargado que las había despedido se había encargado de boletinarlas en los demás antros para que nadie más las contratara.
Cierto día me encontraba en un conocido centro comercial cuando una mujer me abordó y exclamo:
¡Juan Ramón Sáenz ¡
A sus órdenes le respondí.
De verdad no sabía que pensar, la actitud extraña de la mujer me desconcertó; además porque al ex-clamar lo anterior me apretaba del brazo y en su expresión se notaba realmente la desesperación: tenía los ojos brillosos, como si quisiera llorar. Se trataba de Creta. Mire, Juan Ramón, yo lo he visto en la televisión y sé que usted no se va a burlar de mí. Quiero que me escuche. Tengo un terrible problema con mi hermana. Así que nos reunimos al día siguiente en mi oficina.
Creta llegó acompañada de su hermana Alisson. Las dos eran jóvenes y guapas, pero ambas mostraban en sus rostros rasgos de marcado sufrimiento. —Mire, Juan Ramón —dijo Creta—, mi hermana y yo algún día fuimos señoritas distinguidas y hasta bonitas. Gozábamos de una posición privilegiada, nuestras relaciones sociales eran del más alto nivel, puesto que mi padre era un importante hombre de negocios. Teníamos dinero para cumplir cualquier capricho Mi madre murió cuando éramos muy niñas y como mi padre no se volvió a casar se dedicó a darnos todo. Él nos consentía mucho pero un día todo se acabó y tenemos siete años de vivir un completo infierno. Las dos comenzaron a llorar. Finalmente, Alisson continuó platicándome lo que les ocurría:
Todo comenzó un día que nos fuimos con unos amigos de paseo a nuestra casa de playa para celebrar que yo me había recibido de la Universidad.
Una noche hicimos una lunada a la orilla del mar llevaron guitarras, cantamos, ingerimos alcohol y también quemamos hierba. Esto lo habíamos hecho muchas veces antes.
Nos divertimos durante varias horas, pero más tarde nos empezamos a aburrir y fue cuando Carla propuso que jugáramos algo, así que se fue con Rodrigo y Bere a un supermercado que abre toda la noche, para ver si conseguía una ruleta, ya que el juego sería de apuesta.
Cuando regresaron dijeron que no habían encontrado la dichosa ruleta, así que compraron una ouija, algo que nunca habíamos jugado porque estábamos hartos de la mayoría de los juegos de mesa. Para ese momento todos ya nos encontrábamos influenciados por el alcohol y la droga pero con cierta conciencia, así que nos entusiasmo jugarla. Teníamos la seguridad de que solo se trataba de un simple juego.
Carla, quien había jugado con ella desde la secundaria, y que decía practicar el espiritismo, nos enseño a utilizarla. Al principio fue aburrido, pero después se tornó divertido por el tipo de preguntas que le hacíamos.
¿Qué le cuestionaban a la tabla? le pregunte a Alisson.
Cosas triviales, de nuestro futuro o en qué ciudad radicaríamos; más tarde las preguntas fueron más de broma que de serio. Por ejemplo, Arturo, mi novio, le pregunto de qué color traía yo los calzones; entonces la ouija contestó: No te hagas pendejo, ella no trae calzones y todos nos comenzamos a carcajear. Realmente no nos importaba mucho si Carla la movía o se movía sola, el hecho es que nos divertíamos en grande, a pesar de que la ouija había dicho al principio que era un brujo negro que murió en la hoguera en tiempos de la Inquisición.
Algo que nos saco de onda dijo Creta, interrumpiendo Alisson, fue que me acordé que por estar jugando se nos pasó el tiempo y no le hablamos a mi papá, como acostumbrábamos. Entonces Arturo comentó: “No te preocupes por el viejo, él es alivianado, además cuando muera van a heredar mucha lana”, y dirigiéndose a la ouija le pregunto cuánto tiempo más iba a durar mi papá. La ouija le respondió: Morirá el próximo miércoles en un accidente. Entonces Alisson le pidió a Arturo que no hiciera ese tipo de preguntas. Pero lo más triste es que, efectivamente, el miércoles siguiente papá falleció en la carretera por un extraño accidente y los peritos de la delegación de policía no llegaron a una conclusión exacta del origen del incidente. Dijeron que era la primera vez que no encontraban los motivos de una volcadura.
Nuevamente Creta rompió en llanto y Alisson siguió platicándome que pasó después con la ouija: Al siguiente día, esperamos con ansias que llegara la noche para seguir jugando a la ouija, y de nuevo ingerimos alcohol y consumimos drogas. Pasamos varias horas haciendo preguntas, con la asesoría de Carla. En ratos jugábamos a invocar espíritus tomándonos de las manos y poníamos una vela al centro, junto a la Ouija. Hasta que Alexis, el novio de Creta nos dijo: “Vamos poniéndole emoción al asunto, cada quien ponga mil pesos al centro y esta lana se la va a llevar el que se deje poseer por un espíritu maligno, ¿ok? Entonces Carla mencionó que esos ya no era juego, que era muy peligroso. Pero todos nos burlamos de ella y le dijimos que no fuera miedosa, que nada podía pasar porque, al fin y al cabo, únicamente se trataba de un juego.
Después Arturo dijo: “A ver ¿Quién se ofrece de voluntario para llevarse el premio?” Todos nos quedamos callados, Me di cuenta que Daniela, una chava que siempre había sacado mejores calificaciones que yo, se estaba animando. Pero para darle en la torre me le adelante y me ofrecí. Todos aplaudieron, aunque hoy comprendo que fue el más grande error en mi vida.
Creemos que no sólo afectó a Alisson mencionó Creta, sino a toda mi familia. Luego, la misma Creta continuó contándome la historia:
Acordamos que queríamos que el supuesto espíritu de la ouija con el que habíamos hablado, fuera el elegido para entrar en el cuerpo de mi hermana. Así que nos tomamos de las manos y nos concentramos, según las instrucciones de Carla, sin pensar en nada y centrando la atención en un punto.
Pasaron algunos minutos. La ouija se encontraba en el centro del círculo que formábamos. No sé si sería mi imaginación, pero al estar invocando al espíritu, el mar se agitaba más y más. Hasta que por fin el indicador de la ouija comenzó a moverse solo; varios saltamos de la impresión, se movía increíblemente rápido, indicando varias veces al número seis. Primero Carla le pregunto que quién era y la ouija le respondió: ¿Te importa mucho mi nombre?
Y continuó marcando insistentemente al número seis.
-¿Vas a poseerla? – preguntó Carla.
-Si ella quiere
-…Pero después te vas a ir, ¿Verdad?
-Será la experiencia más grande de su vida.
-Ya métete en su cuerpo y no la hagas de emoción dijo Arturo.
-Pídanmelo todos juntos y ella también….
Autor: Juan Ramón Sáenz
Título: La Historia de Alisson
En un conocido antro de la ciudad, donde se presentan espectáculos de desnudos conocidos como table dance, trabajaba Alisson desde hacía tres meses como bailarina. Ella se encontraba conviviendo con dos clientes en una mesa, mientras que al ritmo de la música otra mujer hacía su show en la pista.
De pronto, el ambiente de fiesta se vio interrumpido, porque la bailarina comenzó a golpear a sus acompañantes. Los encargados de la seguridad se acercaron de inmediato, creyendo que los clientes se estaban peleando, pero al instante se dieron cuenta que era la joven quien los había dejado inconscientes a golpes.
Por un momento pensaron que la mujer había ingerido drogas, ya que su mirada era muy extraña y sus ojos se habían tornado de un rojo intenso, como si les hubieran inyectado sangre. Además, su voz había cambiado: era grave, como de hombre. Pero lo que más les extraño fue que Alisson poseyera una enorme fuerza, al grado que cuatro personas no podían controlarla; fue necesario que se sumaran otras dos para de esa forma poder conducirla con muchos esfuerzos a los camerinos del lugar. Mientras tanto, los clientes recuperaron el conocimiento, pagaron la cuenta y de inmediato salieron del lugar.
Vámonos exclamaron, esta vieja tiene el diablo adentro... Y realmente no estaban tan equivocados, mas tarde se darán cuenta por qué. Dentro del camerino, sentaron a Alisson sobre un tocador, pero no lograban controlarla aún, hasta que uno de los meseros se acercó y le arrojó un balde de agua con hielos, lo que hizo que la mujer perdiera el conocimiento.
Instantes más tarde, entró al camerino su hermana Creta, quien también laboraba en el antro. -Creta, llévate a tu hermana -le advirtió el encargado-, aquí tienes su dinero y, por favor, no quiero verla jamás aquí. Este lugar tiene mucho prestigio y además a los clientes que golpeó son muy influyentes y hasta me pueden cerrar el antro... Es más, tú también estás despedida: no por dos estúpidas voy a echar a perder el negocio.
Alisson y Creta se quedaron esa noche sin empleo, y durante varios días no encontraron donde trabajar, porque el encargado que las había despedido se había encargado de boletinarlas en los demás antros para que nadie más las contratara.
Cierto día me encontraba en un conocido centro comercial cuando una mujer me abordó y exclamo:
¡Juan Ramón Sáenz ¡
A sus órdenes le respondí.
De verdad no sabía que pensar, la actitud extraña de la mujer me desconcertó; además porque al ex-clamar lo anterior me apretaba del brazo y en su expresión se notaba realmente la desesperación: tenía los ojos brillosos, como si quisiera llorar. Se trataba de Creta. Mire, Juan Ramón, yo lo he visto en la televisión y sé que usted no se va a burlar de mí. Quiero que me escuche. Tengo un terrible problema con mi hermana. Así que nos reunimos al día siguiente en mi oficina.
Creta llegó acompañada de su hermana Alisson. Las dos eran jóvenes y guapas, pero ambas mostraban en sus rostros rasgos de marcado sufrimiento. —Mire, Juan Ramón —dijo Creta—, mi hermana y yo algún día fuimos señoritas distinguidas y hasta bonitas. Gozábamos de una posición privilegiada, nuestras relaciones sociales eran del más alto nivel, puesto que mi padre era un importante hombre de negocios. Teníamos dinero para cumplir cualquier capricho Mi madre murió cuando éramos muy niñas y como mi padre no se volvió a casar se dedicó a darnos todo. Él nos consentía mucho pero un día todo se acabó y tenemos siete años de vivir un completo infierno. Las dos comenzaron a llorar. Finalmente, Alisson continuó platicándome lo que les ocurría:
Todo comenzó un día que nos fuimos con unos amigos de paseo a nuestra casa de playa para celebrar que yo me había recibido de la Universidad.
Una noche hicimos una lunada a la orilla del mar llevaron guitarras, cantamos, ingerimos alcohol y también quemamos hierba. Esto lo habíamos hecho muchas veces antes.
Nos divertimos durante varias horas, pero más tarde nos empezamos a aburrir y fue cuando Carla propuso que jugáramos algo, así que se fue con Rodrigo y Bere a un supermercado que abre toda la noche, para ver si conseguía una ruleta, ya que el juego sería de apuesta.
Cuando regresaron dijeron que no habían encontrado la dichosa ruleta, así que compraron una ouija, algo que nunca habíamos jugado porque estábamos hartos de la mayoría de los juegos de mesa. Para ese momento todos ya nos encontrábamos influenciados por el alcohol y la droga pero con cierta conciencia, así que nos entusiasmo jugarla. Teníamos la seguridad de que solo se trataba de un simple juego.
Carla, quien había jugado con ella desde la secundaria, y que decía practicar el espiritismo, nos enseño a utilizarla. Al principio fue aburrido, pero después se tornó divertido por el tipo de preguntas que le hacíamos.
¿Qué le cuestionaban a la tabla? le pregunte a Alisson.
Cosas triviales, de nuestro futuro o en qué ciudad radicaríamos; más tarde las preguntas fueron más de broma que de serio. Por ejemplo, Arturo, mi novio, le pregunto de qué color traía yo los calzones; entonces la ouija contestó: No te hagas pendejo, ella no trae calzones y todos nos comenzamos a carcajear. Realmente no nos importaba mucho si Carla la movía o se movía sola, el hecho es que nos divertíamos en grande, a pesar de que la ouija había dicho al principio que era un brujo negro que murió en la hoguera en tiempos de la Inquisición.
Algo que nos saco de onda dijo Creta, interrumpiendo Alisson, fue que me acordé que por estar jugando se nos pasó el tiempo y no le hablamos a mi papá, como acostumbrábamos. Entonces Arturo comentó: “No te preocupes por el viejo, él es alivianado, además cuando muera van a heredar mucha lana”, y dirigiéndose a la ouija le pregunto cuánto tiempo más iba a durar mi papá. La ouija le respondió: Morirá el próximo miércoles en un accidente. Entonces Alisson le pidió a Arturo que no hiciera ese tipo de preguntas. Pero lo más triste es que, efectivamente, el miércoles siguiente papá falleció en la carretera por un extraño accidente y los peritos de la delegación de policía no llegaron a una conclusión exacta del origen del incidente. Dijeron que era la primera vez que no encontraban los motivos de una volcadura.
Nuevamente Creta rompió en llanto y Alisson siguió platicándome que pasó después con la ouija: Al siguiente día, esperamos con ansias que llegara la noche para seguir jugando a la ouija, y de nuevo ingerimos alcohol y consumimos drogas. Pasamos varias horas haciendo preguntas, con la asesoría de Carla. En ratos jugábamos a invocar espíritus tomándonos de las manos y poníamos una vela al centro, junto a la Ouija. Hasta que Alexis, el novio de Creta nos dijo: “Vamos poniéndole emoción al asunto, cada quien ponga mil pesos al centro y esta lana se la va a llevar el que se deje poseer por un espíritu maligno, ¿ok? Entonces Carla mencionó que esos ya no era juego, que era muy peligroso. Pero todos nos burlamos de ella y le dijimos que no fuera miedosa, que nada podía pasar porque, al fin y al cabo, únicamente se trataba de un juego.
Después Arturo dijo: “A ver ¿Quién se ofrece de voluntario para llevarse el premio?” Todos nos quedamos callados, Me di cuenta que Daniela, una chava que siempre había sacado mejores calificaciones que yo, se estaba animando. Pero para darle en la torre me le adelante y me ofrecí. Todos aplaudieron, aunque hoy comprendo que fue el más grande error en mi vida.
Creemos que no sólo afectó a Alisson mencionó Creta, sino a toda mi familia. Luego, la misma Creta continuó contándome la historia:
Acordamos que queríamos que el supuesto espíritu de la ouija con el que habíamos hablado, fuera el elegido para entrar en el cuerpo de mi hermana. Así que nos tomamos de las manos y nos concentramos, según las instrucciones de Carla, sin pensar en nada y centrando la atención en un punto.
Pasaron algunos minutos. La ouija se encontraba en el centro del círculo que formábamos. No sé si sería mi imaginación, pero al estar invocando al espíritu, el mar se agitaba más y más. Hasta que por fin el indicador de la ouija comenzó a moverse solo; varios saltamos de la impresión, se movía increíblemente rápido, indicando varias veces al número seis. Primero Carla le pregunto que quién era y la ouija le respondió: ¿Te importa mucho mi nombre?
Y continuó marcando insistentemente al número seis.
-¿Vas a poseerla? – preguntó Carla.
-Si ella quiere
-…Pero después te vas a ir, ¿Verdad?
-Será la experiencia más grande de su vida.
-Ya métete en su cuerpo y no la hagas de emoción dijo Arturo.
-Pídanmelo todos juntos y ella también….