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La esposa de mi jefe

pitoperez

Bovino adicto
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11 May 2008
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922
Otro realto que ya habia subido anteriormente, saludos!





LA ESPOSA DE MI JEFE Le di vuelta, la puse de a perrito, con mis manos en sus nalgas la penetré por ahí, mientras que un dedo se lo metía en su dilatado culo, en ese preciso momento tuvo dos orgasmos seguidos



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Trabajamos en una constructora, mi jefe era un tipo bien intencionado, amable, preparado, creyente, pero tenía un defecto era muy flojo y distraído.

Era una persona que anteponía los deberes de la Iglesia sobre cualquier otra cosa. Es de los que dicen Dios proveerá, esto lo hacía ser poco ambicioso y estaba comenzando a tener problemas laborales, pues los dueños de la constructora empezaron a darse cuenta. Él esta casado y con tres hijos, su esposa, Elizabeth, es una mujer hecha igual a él, muy creyente y amable, solo nos habíamos visto en dos ocasiones, era bajita, blanca, pecosa, con unas grandes tetas y buen culo, aunque un poco gordita.

Llevábamos trabajando ya dos años y un día de esos la bomba estalló, llamaron a mi jefe a las oficinas corporativas y después de tres horas regresó con la cara descompuesta.

-¿Qué paso?, pregunté, creyendo saber la respuesta.

-Me han despedido, me han dado mi liquidación y me dijeron que te hiciera entrega de la oficina, creo que te van a dar mi puesto, me dijo, sin ningún tono de reproche.

-Pero, ¿por qué, que razón te dieron? -Ninguna, me dijeron que querían hacer cambios y me han liquidado conforme a derecho y hasta una bonificación me dieron, ya esta en Dios, me dijo.
Sabía que aún y con la liquidación difícilmente iba a conseguir algún trabajo tan bueno como este, pero ni modo, él lo había buscado.

Así sin imaginármelo, me dieron su puesto y salario que era el doble, inesperadamente la vida dio un vuelco para ambos. Tenía comunicación con mi, ahora ex jefe en forma cotidiana estaba preocupado por el futuro de su familia y de él. Me fui enterando que tuvo que sacar a sus hijos de la escuela privada e inscribirlos en una de gobierno, pues estas son gratuitas. Empezó a tener problemas con el pago de la renta de su casa, vaya poco a poco los problemas económicos se fueron haciendo más difíciles. Un día me habló, temprano a la oficina, me decía que estaba fuera de la ciudad, y que se había comunicado con su esposa y que la notaba muy mal, creía tenía un ataque depresivo, que por favor fuera a verla, pues estaba por tener una entrevista de trabajo y no podía llegar hasta mañana, le dije que no se preocupara, que iría a verla.

Salí rápido a su casa, toqué y me abrió Elizabeth, al verla quedé doblemente sorprendido, primero, pues estaba hecha un mar de lágrimas se notaba acabada anímicamente y segundo la vi demasiado delgada había perdido como 20 kilos, ya no era gordita. Entré la saludé, ella como zombi, no decía nada, solo lloraba, pensé que quien hubiera llegado hubiera entrado que estaba muy cambiada, se le notaba ya cintura, sus tetas seguían igual de grandes y su trasero inmejorable.

Una vez que se tomó el calmante me dijo que le provocaba sueño la pastilla que se iba a quedar profundamente dormida, que ya no era necesario que me quedará. Me negué le dije que me iba a quedar hasta que se durmiera y esperaría la llamada de su marido. No tardó mucho en quedarse dormida, la volví a ver y comencé a tener una erección, a pesar de la ropa que llevaba se veía muy bien. Decidí husmear por su casa en lo que ella dormía, entré a su habitación, vi su ropa interior, nada atractivo hubo en ella. Regresé, cargándola la llevé a su cuarto, me la pegué a mi pecho para sentir sus tetas, ahí caí en cuenta que no llevaba sujetador, la puse sobre la cama, ella movió las piernas y éstas quedaron un poco abiertas, me asomé y vi unos calzones mata pasiones, comencé a frotar sus piernas, subí, hasta la mitad el camisón, bajé sus calzones, pude observar una abultada mata de pelos. Pensé que esta pobre mujer, le hacía falta una buena sesión de sexo, pero no quería aprovecharme más de la situación, pero mientras pensaba esto, por instinto estaba sobando su concha, sentí humedad en ella, además, escuché que comenzaba a jadear levemente.

Vaya que tenía razón, le faltaba tanto sexo a ésta pobre mujer, sonó el teléfono, inmediatamente subí sus calzones y retiré mi mano, pensando en que pudiera despertar, no fue así contesté, era mi ex jefe.

-Qué bueno que estás aún ahí, ¿cómo esta Elizabeth?Muy buena y ardiendo, pensé, mientras volvía a subirle el camisón, bajarle los calzones y continuar masturbándola.

-Esta dormida, se tomó un calmante y ahora esta profundamente dormida, estaba esperando tu llamada.
Mientras hablaba con mi ex jefe, me acomodé de tal forma que pudiera meterle bien mis dedos dentro de su vagina, le bajé de igual forma la parte posterior del camisón para apreciar esas enormes tetas que salieron con los pezones parados, por lo que mientras hablaba con su marido, los besaba.

-Si se tomó el calmante, no va a despertar hasta mañana por la mañana, te agradezco mucho lo que haces.

-Ya ves como es uno con los amigos, no te preocupes, me quedaré, dormiré en la sala para ver como despierta en la mañana y estés tranquilo, ¿a qué hora llegas? -No sé tal vez en la tarde, pero no es necesario, que te quedes ya haz hecho mucho.
Opté por sacarme mi pene que estaba completamente erecto y puse una mano de Elizabeth en él, ya quería que acabase la llamada.

-¿Cómo crees?, para eso son los amigos, y ya cuelga pues te va a salir cara la llamada, habla a la hora en que salgas para que te pasemos a recoger a la estación.

-Está bien, muchas gracias y dile a Elizabeth que llamé.

Cuando colgué el teléfono, ya Elizabeth estaba emanando una gran cantidad de líquidos y en sus sueños la estaría pasando bien, pues me estaba frotando mi pene. Me desnudé completamente, le quité bien el camisón y el calzón, comencé a comerle su concha, que por cierto olía bien rico, pero como tenía demasiado vello no era muy agradable para mí, a decir verdad ambos estábamos muy excitados, aunque ella estaba profundamente dormida, correspondía a los estímulos. Le separé completamente sus piernas y una de ellas la sostuve en uno de mis hombros, la agarré de las caderas y la subí un poco, acomodé mi pene en la entrada de su vagina, se la nalgas, por lo que teniendo cuidado de que no se ahogara, le acomodé su cabeza hacia un lado, le puse una almohada en el estómago para que me quedaran levantadas sus nalgas.

Ya en posición, jalándola de sus caderas, seguí cogiéndome a quien era la mujer de mi ex jefe, vaya que nalgas tan grandes y bonitas, me estaba dando un gusto viéndola y claro cogiéndola, ya estaba a punto de terminar, no quería venirme dentro de ella, pues la limpieza iba a hacer algo difícil, por lo que justo antes de ello, le saqué el pene, me puse un condón, la volví a meter y ahora sí, eyaculé dentro de su vagina, pero con el preservativo puesto. Vaya que polvo había tenido, le seguí besando las nalgas y el culito era tan estrecho que no entraba ni una falange, decidí no romperlo pues se iba a enterar. Recordé que en mi automóvil tenía una cámara fotográfica digital, me enrollé una toalla, pensando que era ya muy noche no creí encontrar vecinos, para mi desgracia iba pasando el velador de la colonia, lo ignoré e hice como que no lo vi, saqué la cámara y me di gusto con las fotos las cuales pasarían a mi colección privada. Quería más, pero no en esa forma, estaba decido a hacerla mía una vez más, pero en cuanto despertara, iba a ser difícil por sus creencias, pero la iba a envolver en mi trampa. Como pude la limpie pues estaba muy mojada, le puse la ropa que llevaba y me fui a dormir a su sala. Al amanecer, se veía distinta, radiante, la vi en la cocina estaba preparando el desayuno, vestía unos shorts de mezclilla que le lucían espléndidamente y una camiseta con el logo de un equipo de fútbol americano. Noté que en el patio trasero se encontraban las sábanas de su cama.

-Buenos días Elizabeth, ¿cómo amaneciste? -Muy bien, esa pastilla me sentó bien, desperté temprano y quería que tuvieras el desayuno al momento que abrieras los ojos, me dijo tiernamente.

Más bien fue la cogida que te di, pensé. Me invitó a sentarme a la mesa íbamos a desayunar unos huevos revueltos acompañados de naranja de beber.

-Mira, aquí entre nosotros, estaba tan profundamente dormida, que no me di cuenta y me oriné, me dijo sonrojándose.

-Suele pasar, cuando los medicamentos son poderosos, no te preocupes.
De verdad que se veía radiante y feliz, se lo hice saber, además le dije que la última vez que la había visto estaba completamente diferente.

-Si me puse a régimen y he bajado 20 kilos y ahora trato de mantenerme con ejercicio, aunque ahora prescindiré de ello, pues el gym cuesta caro.

-Habrá que buscar uno más barato vamos juntos, igual y conozco a alguien ahí.

-Sería buena idea, ya he visto otro gym un poco modesto, pero van chicas guapas.

Le comenté que anoche habló su marido, que avisaría la hora de la llegada para que fuéramos por él. Por lo que estuve con ella haciéndole compañía toda la tarde vimos dos películas, comimos palomitas y en un momento se quedó dormida recostada en mi hombro. Sonó el teléfono, era su marido, ella despertó apenada pues tenía su cabeza en mis piernas. Fuimos por él y me despedí. A mi ex jefe le habían dado un modesto trabajo a fuera de la ciudad, pero la ventaja es que le daban el hospedaje. Tenía que comenzar de inmediato. Continué estando pendiente de Elizabeth, nos hablábamos por teléfono casi todos los días sobre todo en la mañana que los niños estaban en la escuela, pues habían regresado de las vacaciones con sus abuelos. No me animaba a irla a visit aunque es muy bueno le hace falta algo en su matrimonio.

Íbamos tomando muy buen camino con la plática.

-Elizabeth, espero no ser atrevido al preguntarte esto, pero dime ¿cómo son tus relaciones sexuales con él?Con los ojos llenos de lágrimas y sin inmutarse por el cuestionamiento, se sinceró.

-Malas, muy malas, la más pequeña de nuestras hijas tiene cuatro años y no recuerdo desde esa fecha haber tenido relaciones con él.

-¿Se las has pedido?, Elizabeth, ¿has insistido? -Si, pero me dice que debemos tener los hijos que Dios quiera, pero tener relaciones sin ese fin es pecado.

-Mira Elizabeth, también tienes que poner de tu parte, mira ese vestido no te favorece, eres una mujer guapa, tienes un espectacular cuerpo.
Al escuchar eso se sonrojó y me miró como pensando que estaba bromeando. Pero continué.

-Debes de ser más coqueta, ¿no sé?, compra lencería, provócalo, comienza a usar faldas más cortas, blusas y pantalones entallados.
Mientras le decía le tomaba la mano, ella no sabía que decir, su mirada divagaba como imaginándose vestida en la forma que le decía.

-La verdad es que eres la esposa de mi amigo, sino ya te hubiera lanzado los perros, sonreí.

Ella de igual forma se limitó a sonreír, después de insistir me aceptó un dinero que le dejé, para que cambiara su guardarropa, sobre todo lencería, se animó cuando me hizo prometerle que aceptaría pequeños abonos a ese préstamo. Me retiré cerca de la media noche, volví a encontrarme al vigilante, ya empezaba a ser molesto. En la semana nos hablamos me platicó que había comprado ropa y la lencería que ardía en deseos de que llegara el fin de semana su marido. El lunes muy temprano recibí una llamada de Elizabeth, estaba desconsolada, me pedía si podía llevar a sus hijos a la escuela, pues se sentía mal. Pasé inmediatamente, en efecto, la vi en mal estado, me llevé a los niños y regresé a casa de Elizabeth. La puerta estaba abierta, entré la busqué y la encontré en su habitación.

-¿Qué pasó Eli? -Que va a pasar, que hice todo lo que me dijiste para agradarle a mi marido, y no sólo no lo logré sino que de puta no me bajó.

-Sólo por que lo dices, te lo creo, pero con todo respeto tu marido es un perfecto imbécil.
Me quedé con ella en su cama, estaba llorando en mi hombro, le dije, que no deseaba que se volviera a derrumbar, y que mejor me modelara lo que se compró. Le gustó la idea, por lo que empezó a modelarme la distinta ropa que había adquirido, mientras recostado la veía con deseos de volvérmela a coger.

Cuando hubo modelado la última pieza me preguntó si realmente parecía una puta.

-Claro que no, aunque aún no he visto todo lo que compraste.

-Si esto es todo la ropa que compré, no hay más.

-Claro que si hay Elizabeth, o que ¿la lencería no se la enseñaste? -Ja, ja, ja, ¡cómo eres!, se reía.

-No en serio, Eli, tal vez, ahí esta el problema, ¿quieres que te ayude o no?, le dije en un tono serio.

-No sé, pero ¿como voy a mostrarte eso?, siento que no estaría bien.

-Pamplinas, Elizabeth, ¿quieres o no mi ayuda?, le dije alzando la voz.
Por un momento se quedó pensando y me dijo, -Pero sólo uno de los conjuntos pues son iguales, pero de distinto color.

-Está bien, pero si compraste en rojo, ponte ese.
Y así lo hizo, llegó con una conjunto de lencería rojo, el brassier parecía querer dejar salir a sus tetas, el bikini hacia olvidarme el mata pas abracé, ella lloraba en mi hombro, sentía su pecho rozar mi camisa, trataba de calmarla, mientras que una mano le sobaba la espalda, le alcé su cara y besé sus mejillas, mientras le decía que no era problema de ella, que era su marido quien no sabía apreciarla, mientras le hablaba besaba sus mejillas. Noté que su respiración comenzaba a tornarse más agitada, tenía los ojos cerrados, la boca semiabierta y sus manos entré sus piernas, volví a levantar su cara, ella imaginaba lo que pasaría, puse sus manos sobre mi bulto y la besé en la boca. Inmediatamente que puse mi boca sobre la suya la abrió y me dejó jugar con su lengua, me jaló con una de sus manos mi cabeza y caímos en la cama. Al momento de caer sobre la cama mis manos fueron hacía sus tetas, quité ese sujetador y comencé a acariciarle esas hermosas tetas que ya conocía. Como pude me quité la camisa, ella me ayudó con el pantalón, cuando este cayó, miró mi pene completamente erecto, sin decir nada, sin recatos, se lo metió a la boca. Con cierta dificultad y verdadera falta de experiencia en eso de mamadas de verga, Elizabeth estaba dándose un festín, pero opté por dejar eso para otra ocasión, mejor la acosté y le quité su bikini.

-Quiero que goces como loca, Elizabeth, que no te reprimas y grites todo lo que quieras, sentencié.
Al momento, colocaba mi pene en la entrada de su vagina, abriéndole sus piernas. Jalé con fuerza, su cuerpo hacia mi verga, ésta entró sin dificultad, subí sus piernas a mis hombros y continué penetrándola con suma facilidad. Ella, se quitó el sujetador, comenzó a amasarse sus tetas, gemía y gritaba como loca, al tener su primer orgasmo se asustó.

-Qué rico, si, sigue, OH Dios, aggggg, creo que me oriné lo siento, es que es tan rico.

-No Elizabeth, no te orinaste es un orgasmo, te has venido.
Lloró y continuó moviendo su pelvis, pensé como lo confirmaría después que había sido el primer orgasmo en su vida.

Le di vuelta, la puse de a perrito, con mis manos en sus nalgas la penetré por ahí, mientras que un dedo se lo metía en su dilatado culo, en ese preciso momentos tuvo dos orgasmos seguidos, que la hicieron que terminara acostada, mientras por mi parte seguía culeándomela, quería rociarla de toda mi leche, cuando eso iba suceder, se la saqué, le dije que me la mamara, puso sus labios en mi glande y la empujé con mi mano pues me venía.

-Trágatelos, todos, no dejes nada, le ordené.
Y así lo hizo, su cara se le notaba alegría y lujuria, una vez hubo tragado todo y me dejó limpia la verga, me fui a darle una mamada a su panocha que sabía le iba a gustar. Pero al ver que tenía una gran mata de pelos empapados, opté por dejar que fuera ella la que me siguiera dando una mamada. Le explique como hacerlo mejor. Cuando estaba ya en la normalidad de mi tamaño, le pedí que se volviera a dar vuelta, era hora de estrenarle el culo a esta mujer, como estaba completamente mojada de su pañocha, pasé varias veces mi verga por ahí y ayudándome con la mano comencé a ponerle líquidos en la entrada de su ano, mientras seguía metiéndole el pene por la vagina, metí un dedo en el ano, costó trabajo, pero se acomodó. Ella se estaba viniendo con una gran cantidad de líquidos, sus gritos eran verdaderamente estimulantes. De golpe y tajo se la saqué de la vagina y la ensarté en su culo, de golpe me dejé caer, taladrando ese ojete, que tanto quería, nuevamente se escuchó un grito ensordecedor, le vi lá invitaría a comer. Le dije que se pusiera la ropa nueva, si no le gustaba a su marido es su pedo, a mi sí. Al salir noté que estaba el velador del turno de la noche cerca de la casa.


LA ESPOSA DE MI JEFE II No tardaba en venirme, Elizabeth gozaba como niña con juguete nuevo, pues mientras me la cogía, le estaba propinando una mamada al vigilante quien parecía iba a sufrir un desmayo



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Mis visitas a la casa de mi ex jefe empezaron a ser rutinarias, al no estar él, pues trabajaba fuera de la ciudad toda la semana, me cogía casi a diario a Elizabeth, su esposa. Sin embargo, cada vez que llegaba y salía de su casa, me encontraba con el vigilante, esa situación me comenzó a molestar pues podría ser un inconveniente. Se lo hice saber a Elizabeth, quien me decía que recientemente había notado a Don Neto, el vigilante, más amable con ella, incluso se acomedía a ayudarla con las bolsas del mandado, pero no pensaba que supiera algo.

-Es un buen viejito, no creo que le diga nada a mi marido, pues siempre él lo trataba mal.

-Pues, hay que tener cuidado, no lo dejes entrar, le dije.

La relación entre Elizabeth y su marido se fueron, si bien no enfriando, pues ya era un congelador, tal vez olvidando, ella optó por no pedirle nada en el terreno sexual, ya que se lo estaba dando yo cada vez que nos veíamos. Su marido llegaba los sábados por la tarde y se regresaba en la noche del domingo. Me había mudado a una casa relativamente cerca de la de ella, así era más fácil estar juntos, aunque invariablemente en entre semana pasaba a verla a la hora en que los niños ya se habían acostado. Un domingo, que no quiso salir con su marido y los niños, se fue a mi casa que esta a dos calles de la suya, llegó cerca de las 10 de la mañana, entró pues le había dado llaves, subió a mi cuarto en el camino se desnudó, se metió entre las sábanas e inició una mamada que me despertó, ya estaba aprendiendo. Una vez que estaba parada mi verga, se enchufó a ella y comenzó a cabalgarme.

-Buenos días papi, que rica la tienes, me decía.

-Buenos días pequeña golosa, ¿que los domingos no descansas? -Descansé más de cuatro años, así que no voy a perder el tiempo, mi marido se fue con los niños a misa, por lo que aproveché, ¿ya ves como si podemos coger los domingos?

Se encargó de cabalgarme de tal forma que sentía caer todo su cuerpo sobre mí, observando el bamboleo de sus tetas, en ese momento entre cabalgada y cabalgada, me di vuelta, la puse de espaldas a la cama, sus piernas me daban a la cabeza, empujé con tantas ganas que no me di cuenta que estaba viniéndose ella con unos gritos de excitación que me produjo que me viniera de tal forma que le eché tanto semen que sentí me vaciaba. Quedamos agotados, había sido un buen palo, se lavó y regresó, noté que me había hecho caso y se había depilado ligeramente sus vellos, ahora si me iba a comer ese chocho cada vez que quisiera. La visión de ella regresando del baño, con su ligera mata Decidí acelerar el ritmo, los gritos que ella emitía seguramente los escucharían los vecinos y eso me excitaba más, me provocaba cuando veía mi verga entrar y salir de sus nalgas. Parados y recargada ella sobre la pared, continué el ataque introduciendo mi pene, sobándole sus nalgas y manoseándole sus tetas, para evitar que hiciera ruido le metí un dedo en su boca para que me lo mamara imaginándolo como si fuera un pene. Le di vuelta, puse una pierna sobre mi cadera y continuamos gozando de lo lindo en la ducha, no tardé en venirme. Nos terminamos de duchar, nos vestimos y la pasé a dejar a su casa. Esa misma noche en cuanto se hubo ido su marido me llamó, y fui a su casa, al llegar al primero que vi cerca de ahí fue al velador, que es un señor como de 60 años, quien me saludó moviendo la cabeza.

Al entrar a su casa, Elizabeth, estaba con una bata transparente sin sujetador y con un bikini blanco, me saludó con un beso y sin hacer ruido fuimos a su cuarto, al entrar vi como la ventana que da hacia el garaje de la casa estaba abierta, pero como ella estaba muy caliente no me dio tiempo de cerrarla. Inmediatamente me comenzó a besar y a desnudar, por mi parte le agarré las nalgas, por un momento sentí que alguien nos observaba, pero por mi calentura no le di importancia. Dejé a Elizabeth, con las tetas al aire y únicamente su bikini puesto, de espaldas a mí la besaba y le agarraba sus tetas, ella se metía una mano a su vagina. ¡En eso lo vi!, ahí estaba ligeramente escondido el famoso Don Neto, el Vigilante, quien se asomaba con cierto recelo por la ventana, hábilmente se había metido al garaje y de ahí nos espiaba por la ventana.

Decidí darle una mejor visión, por lo que le quité el bikini e hice que se diera la vuelta y agachada sobre la cama me comenzó a mamar mi verga en lo que yo le abría sus nalgas para darle una visión de ellas al viejo vouyerista. El sentirme observado, me excitó más, le di una vez más vuelta y de a perrito le metí mi verga por su culo, quien primero respingó, pero después cedió, Don Neto, cada vez más excitado comenzó a ser un poco imprudente pues ya descarado estaba completamente asomado por la ventana. Elizabeth lo vio, se asustó, ya no había nada que hacer, mientras continuaba con su penetración a su culo, intentaba decirme algo, pero entre el susto, la excitación mía y sus venidas, no podía decir palabra alguna.

-Ande Don Neto, pase y vea bien, pero quédese callado, le dije.
A Elizabeth, no le di tiempo de que protestara pues se la empujé cada vez más, cosa que le provocó una serie de orgasmos, por lo que no podía articular palabras, además como estaban, en el cuarto de junto, sus hijos no podía hacer sus habituales ruidos.

Don Neto, inmediatamente se metió por la ventana y se sentó en un sofá enfrente a la cama. Elizabeth, no sabía que hacer, se la saqué del culo, me acosté en la cama y la puse sobre mi pene, pero de espaldas a mi para que Don Neto, pudiera ver a Elizabeth, mientras la jalaba de sus caderas, le produjo tal placer a Elizabeth, que empezó a sobarse las tetas y eso excitó aún más al observador.

-Vamos Don Neto, sáquesela pues si no se le va a reventar en sus pantalones, le dije, mientras continuaba el bombeo sobre Elizabeth, quien el sentirse vista por otro hombre, comenzó a experimentar nuevas sensaciones pues estaba excitadísima.
Don Neto no se volvió a hacer del rogar y se sacó un pene de regular tamaño, Elizabeth lo miró fijamente, comenzaba a emitir gran cantidad de líquidos, mientras veía como el vigilante se para clavarle de un golpe su verga en el culo. Elizabeth, sólo abrió los ojos, separó sus labios de los míos, iba a emitir un grito, por lo que le puse mis manos en su boca, continué mis movimientos sobre ella y lo mismo realizaba el vigilante, al momento que la agarraba de las tetas. Pareció gustarle a Elizabeth, el hecho de sentir dos falos dentro de ella, pues tuvo otro orgasmo más, y se movía cabalmente al ritmo de ambos. Don Neto gozaba como un niño, jamás había estado con semejante mujer. Me salí de Elizabeth le ordené que siguiera con Don Neto, pero ahora mamándome mi verga, cosa que aprovechó el vigilante para poder jalarla de sus caderas, se la tenía metida hasta los huevos, por mi parte le pedía que no hiciera ruido pues sus hijos estaban en el cuarto de al lado.

Pero era difícil no hacer ruido sobre todo si Elizabeth comenzaba a gemir con más y más placer cada vez que sentía la verga de Don Neto perforándola, quién no pudo resistir más y se vino gritándolo con mucha fuerza y besando la espalda de Elizabeth, le dije a ésta, que le quitara el condón a Don Neto y le mamara su verga mientras me la terminaba de culear.

-OH, señora, que rica esta usted, que rica me la mama, le decía el vigilante.

-Vamos Eli, haz que se le vuelva a levantar, le dije, mientras continuaba con la penetración.
No tardaba en venirme, Elizabeth gozaba como niña con juguete nuevo, pues mientras me la cogía, le estaba propinando una mamada al vigilante quien parecía iba a sufrir un desmayo, mientras la tenía agarrada de sus nalgas y jalándola hacía mi me vine inundando su vagina de mi semen.

Como a Don Neto se la había parado de nuevo, ella se sentó sobre su verga y abrazando al viejo de frente ofreciéndole sus tetas lo comenzó a cabalgar aún con mi semen dentro de ella y sin pensar en ponerle un condón al viejo. La cabalgada fue brutal, ambos gritaban de éxtasis. Nos habíamos olvidado de los niños. Don Neto no dejaba de chuparle las tetas, cuello y agarrarla de las nalgas, brincaban sobre la cama con tal salvajismo y violencia que pensé que iba a dar de sí el mueble, en la posición que estaba Don Neto se incorporó, sacando fuerzas de quien sabe donde, quedando arriba de Elizabeth y esta con su cabeza salida de la cama comenzó, el viejo, a embestirla con tal fuerza y ruido que se me hizo una escena digna de una película porno.

Elizabeth, gritaba con tal fuerza que tuve que ir a ponerle mi verga en su boca para callarla, cuando vi que Don Neto dando un sonoro grito quedó recostado sobre ella, supuse que había terminado, mientras Elizabeth continuaba mamando mi verga. Don Neto, se separó, estuvo recostado unos momentos, se vistió, nos agradeció y se fue dándole un beso a las nalgas de Elizabeth quien seguía pegada a mi pene como bebé a su mamila. A pesar de haberse ido ya el vigilante mientras estaba recostado en la cabecera de la cama y Elizabeth mamándome la verga con las piernas abiertas, sentí que éramos observados.
 
excelente aporte y primero en agradecer tan candente relato cumple con su cometido gracias bro
 
Gracias por tu Aporte men
excelente relato lo estaba leyendo con mi chava men
y legusto tambien
 
muy bueno... pero como que se salta parte, lo cual no le quita lo bueno, y bastante...
 
Vientos, es un muy buen relato... preferi seguir leyendolo a ver una pelicula porno que tenia pendiente jeje... Grax...
 
que buen relato, deberia seguir relatando lo que siguio aconteciendo............
 
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