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La decepción del Seguro Popular: Desde medicinas caducas hasta falta de personal

Joker

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11 Dic 2005
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Hace unos días se anunciaba que, según los gringos, el Seguro Popular, no solo era una idea maravillosa, sino que ayudaba a México a salir del tercer mundo para posicionarlo entre los países de avanzada en materia de salud pública. Pues bien, como todas las mentiras no pueden mantenerse por mucho tiempo, solo basta con que algún reportero curioso empiece a indagar sobre las realidades del mentado Seguro Popular y se descubre que no tiene nada de "maravilloso" y que el comentario realizado por Washington era para justificar el préstamo exhorbitante al que era sujeto México y para coadyuvar al debilitamiento del Estado de Bienestar mexicano por ser contrario a los intereses del capitalismo. En fin, me gustaría oir sus opiniones al respecto.

La decepción del Seguro Popular

Incumple con la promesa de dar servicio médico de calidad y medicinas grauitamente, afirman afiliados y especialistas

Una cicatriz marca el rostro de Kevin. Es el mal recuerdo de las quemaduras de segundo grado que sufrió en noviembre de 2009. Tenía un año y dos meses. Jaló el mantel de la mesa y el caldo que recién habían retirado de la estufa le cayó encima. Cuando nació, Kevin fue inscrito al Seguro Popular en Chilapa de Álvarez, Guerrero. El accidente ocurrió un viernes. Yanet Meza, madre de Kevin, lo llevó a la clínica más cercana pero “no estaba el pediatra”. Lo mismo sucedió en el Hospital General de Chilapa de Álvarez. “Nos dijeron que no había doctores. Que consiguiéramos dinero, para ir a la ciudad de México, que teníamos que pagar la ambulancia”.

Kevin estuvo en el hospital desde las siete de la noche del viernes hasta las 11 de la mañana del siguiente día.

“Sólo le echaron agua”, cuenta Yanet, mientras atiende un puesto de dulces en la plaza de Chilapa.

Yanet consiguió 5 mil pesos: 2 mil 500 para la ambulancia y el resto para pagar a un médico que sólo viajó como copiloto durante las cinco horas que tardaron en llegar al Hospital de Pediatría de Tacubaya. Por la tardanza en la atención, Kevin presentó una infección y estuvo internado una semana. Su mamá aún debe parte de los 5 mil pesos que le prestaron sus familiares.

EL UNIVERSAL visitó clínicas y hospitales en Guerrero, Chiapas, estado de México y el Distrito Federal. En todos los sitios encontró historias de personas decepcionadas porque el Seguro Popular no cumplió con las promesas que pregona: servicios médicos de calidad, así como atención y medicamentos gratuitos para sus afiliados.

La falta de presupuesto no provoca las fallas. En varias ocasiones, funcionarios del gobierno federal han destacado que los recursos para el Seguro Popular se triplicaron. Si en 2006 recibió 18 mil millones de pesos, para 2010 fueron 52 mil millones. Incluso, a finales de marzo, el Banco Mundial aprobó un préstamo por mil 250 millones de dólares a México para que el Seguro Popular “sea más eficiente en su administración” y llegue a más población.

Incluso, datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestran que México aumentó su gasto en salud. en el 2000 destinaba 4.4% del Productor Interno (PIB) y en 2007 el porcentaje fue de 5.9%. Países como Polonia invierten 6.4% de su PIB.

John Scott, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), resalta que aunque sí ha existido un aumento en el gasto de salud, parte del presupuesto del Seguro Popular ya se gastaba como parte del Ramo 12.

Especialistas y organizaciones no gubernamentales coinciden en que aunque se tenga más presupuesto la falta de eficacia del Seguro Popular seguiría, porque los problemas están en su diseño y en la administración de recursos.

En 2008, la evaluación elaborada por Investigación en Salud y Demografía, encargada por el Coneval, enumeró las “debilidades y amenazas” del Seguro Popular: “La diversidad de las áreas responsables de la operación, carencia de planes estratégicos, falta de sistemas para medir impacto y una infraestructura con deficiencias y baja calidad”.

Es preciso señalar que el Seguro Popular es un sistema de financiamiento creado para otorgar cobertura de servicios de salud a las personas de bajos recursos que no cuentan con empleo, trabajan por cuenta propia o no son derechohabientes de alguna institución de seguridad social. Para su funcionamiento se crearon Regímenes Estatales de Protección Social en Salud.

Los especialistas coinciden en que este diseño fracciona aún más el sistema de salud, lo que provoca que los recursos no se aprovechen en forma adecuada y se diluyan responsabilidades.

Salomón Chertorivski, titular de la Comisión Nacional de Protección Social en Salud (CNPSS), instancia que administra los recursos del Seguro Popular, asegura en entrevista que el diseño es “fantástico”. “Lo envidiaría cualquier país desarrollado”, dice.

Sin embargo, también informa que este año impulsarán una “segunda generación” de reformas al sistema de financiamiento a la salud.

Como una muestra de que el Seguro Popular funciona en forma adecuada, Chertorivski menciona encuestas que demuestran que el esquema “tiene los índices de satisfacción de usuarios más altos del país”.

Esos resultados fueron puestos en duda por Investigación en Salud y Demografía, organización que advirtió: “La metodología empleada para explorar la satisfacción de los usuarios capta mayoritariamente la opinión de afiliados que sí fueron atendidos”.

“La medicina estaba caduca”
Sus manos tejen sombreros, canastas, petates. Felipa Riqueño, nahua de 49 años, vive en la comunidad del Limón, en Chilapa, Guerrero. Desde hace tres años está afiliada al Seguro Popular.

En diciembre de 2009 fue a la clínica porque una infección respiratoria no la dejaba en paz. Le dieron cinco ampolletas de ampicilina. Se aplicó la primera y se sintió peor. Al siguiente día, la vecina que la inyectaba observó la caja y se dio cuenta que la medicina estaba caduca. En la clínica sólo le dijeron: “Ya no hay ese medicamento, venga mañana. Si quiere, cómprelo, no es caro”. Felipa terminó en la Farmacia Similares.

Un estudio de las organizaciones Noche Zihuame Zan Ze Tajome y Fundar, Centro de Análisis e Investigación, halló que en la Montaña Baja de Guerrero los más beneficiados por las deficiencias del Seguro Popular son empresas como Farmacias Similares, las cuales “son utilizadas, por el bajo costo de los medicamentos y la consulta”.

Ese mismo estudio, presentado en diciembre de 2009, señaló que en los municipios de Chilapa, Zitlala y Ahuacuotzingo, 58% de los afiliados al Seguro Popular se habían quedado sin atención porque no había médico, la clínica estaba cerrada o no tenían dinero para ir al centro de salud. También detectó que sólo a 17% de los afiliados se les surtió su receta completa.

En 2004, cuando el sexenio de Vicente Fox iba en picada, el entonces titular de Salud, Julio Frenk, puso en marcha el Seguro Popular. El lema: “Servicios y atención médica gratuitos”.

En su más reciente informe, la Auditoría Superior de la Federación señala que en Chiapas, 60.7% de los afiliados compraron sus medicinas.

Desde 2007, una evaluación elaborada por el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) resaltaba que los asegurados al Seguro Popular “tienen el derecho de reembolso si no se consiguen los medicamentos en el lugar de atención”, pero reconoce que “es muy difícil que el usuario lo obtenga, dados los obstáculos burocráticos. Otro problema es que no saben que tienen ese derecho y no lo reclaman”.

En su Índice de Desempeño de Programas Públicos (2008-2009), Gestión Social y Cooperación (Gesoc) reprobó al Seguro Popular, sobre todo porque “no tiene mecanismos que permitan medir si está sirviendo o no para lo que fue creado”, dice Alejandro González, director de la organización.

González explica que “como está diseñado y se está implementando, el Seguro Popular no garantiza que un incremento del presupuesto se traduzca en solución de acceso a la salud. No garantiza un uso eficiente de recursos”.

Más trabajo, el mismo personal
Camillas sin sábanas, ventanas con vidrios rotos, techos con goteras, enfermos que esperan horas para tener atención. Esta es la imagen del Hospital Regional de San Cristóbal de las Casas, en Chiapas. En la sala de urgencias, Hipólita Gutiérrez, indígena tzetzal, lucha contra la tos. Tiene asma y está afiliada al Seguro Popular. Aún así, cada mes gasta 300 pesos en medicamentos, asegura Antonio Juárez, su esposo.

Desde que se lanzó el Seguro Popular, funcionarios federales y estatales presumen las cifras de afiliados. Salomón Chertorivski cuenta que al cierre de 2009 había 31 millones de afiliados. “Vamos por 18 [millones] más, se está afiliando a un millón al mes”. En 2011, dice, se tendrá la cobertura universal.

Mario Luis Fuentes, director del Centro de Estudios e Investigación en Desarrollo y Asistencia Social (CEIDAS), asegura que se distorsionó el significado de “afiliación”, porque se utiliza como analogía de acceso a la salud, cuando hay una gran diferencia entre estar afiliado y recibir servicios de calidad. “No se han fortalecido los procesos de calidad ni el acceso a los servicios”, dice. Muchas unidades no tienen personal todo el año ni equipos para estudios básicos como análisis de sangre.

En el Hospital Regional de San Cristóbal de las Casas, médicos y enfermeras coinciden: “Desde que empezó el Seguro Popular hay más trabajo. Y no se ha contratado a más gente”. Si antes se hacían 10 mil pruebas de laboratorio al mes, ahora son 25 mil, aseguran.

Una doctora que prefiere el anonimato, “porque hay represalias laborales si nos quejamos”, asegura que a los pacientes se les pide que compren su medicamento, porque no hay. Resume la situación con una frase: “No se trabaja con calidad, sino con cantidad”.

Salomón Chertorivski afirma que en los últimos dos años, “con recursos del Seguro Popular”, se regularizaron 70 mil plazas de médicos y enfermeras.

Hipólita debe viajar cada dos meses, en promedio, a San Cristóbal de las Casas, porque en la clínica de Aurora Esquipulas, comunidad del Municipio de Pantelhó, “nunca hay medicinas ni doctores”, explica su esposo. Ese viaje le implica un gasto de 200 pesos.

Recursos guardados
Información que obtuvo Fundar, Centro de Análisis e Investigación, gracias a la Ley de Acceso a la Información, muestra que de 2004 a 2009 no se transfirió a los estados 75% del presupuesto destinado a cubrir necesidades de infraestructura, es decir, 5 mil 940 millones de pesos.

La Auditoría Superior de la Federación encontró que en 2008 sólo se trasfirió a 11 estados 21.9% (285 millones 217 mil pesos) del presupuesto para “dignificación, conservación y mantenimiento de la infraestructura y equipamiento en salud”. El resto sigue en el Fideicomiso del Sistema de Protección Social en Salud. ¿La razón? Los mecanismos del Seguro Popular señalan que los estados deben tener sus propios recursos para los proyectos y después solicitar el reembolso.

Las consecuencias de que los recursos no se apliquen están en zonas como la Montaña de Guerrero. Ahí sólo hay 0.1 camas de hospital por cada mil habitantes. La Organización Mundial de la Salud recomienda una por cada mil.

Chertorivski asegura que en lo que va del sexenio se han hecho más de mil 300 obras, entre construcciones, remodelaciones o equipamiento. Además, menciona que de 2004 a 2009 se han acumulado unos 7 mil millones de pesos en el Fideicomiso del Sistema de Protección Social en Salud.

En su reciente informe, la Auditoría Superior de la Federación puso la lupa en el Fideicomiso: “Muestra deficiencias que atentan contra el derecho a la salud (...) la población que habita en zonas de alta marginación, y que está afiliada, no está siendo beneficiada”.

El titular de la CNPSS menciona que la respuesta a la Auditoría “la tendremos que hacer por los mecanismos oficiales a la propia Auditoría”. El fideicomiso, dice, está planteado para ser “una bolsa que se vaya autoalimentando”. Para Fundar el manejo del fideicomiso es “poco transparente”.

“Si no pago, no atienden a la niña”
Lidia y Gabriel tienen una noche sin dormir. Hace 15 horas, su hija Naomi, de nueve meses, se cayó de la cama. La niña está en urgencias del Hospital General José Vicente Villada, de Cuautitlán, estado de México. El diagnóstico: “Fractura occipital y traumatismo craneoencefálico”. Tiene Seguro Popular. Su afiliación se hizo en el Distrito Federal, porque ahí vivían sus padres. En este hospital les dijeron que no podían hacer válida esa afiliación.

Para que la pareja no pagara 9 mil pesos por hospitalización y ambulancia, se afilió otra vez a Naomi, ahora en el estado de México. Aún así les cobraron 110 pesos de consulta; ahora esperan saber cuánto pagarán por la ambulancia que llevará a su hija a un hospital que sí realice tomografías. “Me dijeron que serían como 2 mil pesos. Si no pago, no llevan a la niña y urge el estudio”, cuenta Gabriel. El Seguro Popular, dice, “no está sirviendo, sólo me han hecho perder tiempo con trámites”.

Lidia y Gabriel no tenían por qué perder tiempo, según el Convenio de Portabilidad que se firmó en Los Pinos el 23 de octubre de 2009. El acuerdo, se dijo, permitiría a los afiliados recibir atención en cualquier lugar de México, sin importar dónde se registraron. Con Naomi no fue así.

El diseño del Seguro Popular tuvo su primer cambio en diciembre de 2009. Entonces se reformó la Ley General de Salud para que los recursos que los estados reciben se calculen a partir del número de personas afiliadas y no de familias, como se hizo de 2004 a 2009.

Desde 2007 se detectó que varios estados inflaron sus padrones de afiliados con familias de uno o dos miembros.

Chertorivski reconoce que 25% del padrón correspondía a familias de una sola persona, por lo que “un estado podía estar recibiendo hasta 30% más de recursos que otro”.

John Scott, investigador del CIDE, dice que aún hay grandes dudas sobre cómo se están integrando los padrones. La mayoría de los afiliados, explica, están clasificados entre los dos primeros deciles de la población, lo que, en teoría, quiere decir que se trata de familias pobres que no tienen que pagar por el Seguro Popular. “Si así fuera, el programa ya hubiera cubierto a toda la población de los dos deciles”.

Alejandro González, de Gesoc, recuerda que algunas auditorías mostraban que 5% de las personas registradas en los padrones no existen.

John Scott resalta que existen “muchas evidencias” que sugieren que el Seguro Popular tiene problemas. “Hay una separación muy grande entre los recursos que se asignan y la prueba de que éstos se transformen en servicios de salud para los beneficiarios”.

Esto lo sabe Kevin, Yanet, Felipa, Hipólita, Lidia, Gabriel y otros más que se han decepcionado al ver que el Seguro Popular sólo se quedó en promesas.
 
Todo lo que se ha escrito tiene razon.

Por comentarios y vivencias, afirmo que el desabasto en primer lugar si existe, los de la farmacia tienen el " aplomo " de decir que lo compres, que no hay diferencia porque al final de cuenta es similar. Cuando se tiene a un familiar dentro del hospital, y si te dicen que compres el 50% de lo que ocupan, lo haces y no porque quieras sino por que la indiferencia si te niegas, se hace latente, no suministran el mentado medicamento.

Esto es una remolacha de problemas que van de la corrupcion en las licitaciones de medicina, corrupcion de medicos, corrupcion de envios a medicos particulares y cobro de gastos exagerados.

Ademas, creo que desde que inicio el programa empezo mal. Usando la pauperrima infraestructura de los hospitales. Creo yo, desde ahi vienen las desatenciones, luego entonces, dejan a los practicantes a realizar cirugias o curaciones, o la entrada al quirofano y ser de ya los responsables. Esto lo pude comprobar en un hospital y debido a sus errores se murio un bebe y una persona no por causas justificadas, sino por NEGLIGENCIAS - que yo me pude dar cuenta - y una serie de malas praxis que me hicieron asquearme de tanta INCAPACIDAD.

Los hospitales estan bajo la administracion del estado, de por si, atienden a familias de escasos recursos y nulos recursos por llamarlo campantemente. Estos siempre han funcionado con deficits solo que ahora elevado a nivel federal se multiplican. Una mala cadena de errores, de indiferencias y de corruptelas.
 
El problema fue crear una nueva estructura de salud en lugar de reforzar la que ya teníamos. El Seguro Popular no solo es inútil sino que abona a la depauperización del sector salud y del estado de bienestar. En lugar de abatir el rezago en materia de salud, lo está haciendo más pronunciado.
 
Pues es la lógica neoliberal: debilitar al estado y sus instituciones públicas antes que sanearlas y eficientarlas como tanto les gusta vociferar en voz de sus jilgueros, voceros y promotores.

Sería bueno saber la ruta del dinero que sigue el programa de "seguro impopular" para saber en qué y en quiénes es que se está quedando este dinero.

No hay maldición en élfico, éntico o las lenguas de los humanos para maldecir estas trampas y tranzas tanto de la gente de Washington así como de parte de Calderón y sus socios. Bueno en mexicano si hay una que describe a la perfección esto: Son mamadas!
 
El gobierno fallo una vez más, ya que en lugar de invertir y mejorar el esquema de salud que existía, creo uno nuevo, pero lo creo con más deficiencias.

Porque siguio utilizando las mismas instalaciones, pero contrato más personal, lo que significa que en un consultorio estuvieran trabajando 2 o hasta 3 doctores al mismo tiempo.

Ahora bien antes del seguro popular, habia estados que tenian un mayor rezago que otros, hablemos de Chiapas, Guerrero, etc. Entonces el seguro popular no iba a llegar a mejorar las cosas milagrosamente, el rezago iba a seguir presente e incluso se haría mas notorio aún.

Hoy en día es mas barata una consulta en un consultorio de medicina similar y/o genérica que cuesta $30 más los medicamentos de receta, que en un consultorio de salud pública, en el seguro popular la 1ra consulta cuesta $110 y las subsecuentes $70 y dependiendo de la existencia de la medicina es su disponibilidad.
 
Más del Seguro Popular y sus riesgos. Según algunos, la inclusión del Seguro Popular segmentó aún más a la población pues generó modelos de intervención distintos, lo que creó una inequidad a la hora de asignar los recursos y garantizar el acceso a la salud de la población mexicana.

La fragmentación del sistema de salud

Especialistas advierten que el Seguro Popular segmentó aún más el esquema de atención al generar modelos distintos en cada entidad, pero sin resolver problemas de falta de equidad y baja calidad en el servicio; piden que se realice una reforma integral

México sufre un mal crónico: la incapacidad de garantizar el derecho a la salud de todos los mexicanos. Para hacer frente a esta enfermedad se creó el Seguro Popular. El remedio no tuvo el efecto prometido, al contrario, el sistema de salud se fragmentó más, sigue siendo falto de equidad y deficiente.

La investigadora Nuria Homedes, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas, lo explica así: “El sistema de salud de México ya tenía al IMSS, al ISSSTE y a la Secretaría de Salud que atendía a toda la población abierta. Pero con el Seguro Popular, ahora se suma otra segmentación más: las personas que tienen Seguro Popular y las que no”.

Esta fragmentación, coinciden especialistas, provoca una ineficiencia en el uso de recursos públicos destinados al sector salud del país.

Por ello, concuerdan, el sistema de salud mexicano requiere con urgencia una intervención profunda, una “reforma integral”. Sólo así, advierten, será eficiente la inversión, se podrá elevar la calidad de los servicios y se garantizará el derecho a la salud de todos los mexicanos.

La necesidad de un cambio profundo del sistema de salud se puso en la mesa desde el sexenio de Vicente Fox.

Entonces se advirtió sobre la urgencia de crear un mecanismo que permitiera acceder a los servicios de salud a la población que no estaba asegurada al IMSS o al ISSSTE.

En la revista Salud Pública de México, publicada en noviembre de 2004, Julio Frenk dice que una opción que tenían para incorporar un seguro público universal era “montarlo sobre el Seguro de Salud para la Familia”, que ya existe en el interior del IMSS. “Se concluyó con el director del IMSS (en ese entonces Santiago Levy) que no era una buena idea”.

Nuria Homedes, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Texas, piensa lo contrario: “Hubiese sido más lógico aprovechar la infraestructura del IMSS, que crear una infraestructura nueva dentro de la Secretaría de Salud”.

Especialistas en el tema coinciden en que no se hizo a través del IMSS, porque no se quiso enfrentar al sindicato.

El cabildeo de Julio Frenk
Se optó por crear el Sistema de Protección Social en Salud (SPSS), conocido como Seguro Popular, y montarlo en el sistema de salud. Para ello, Julio Frenk realizó un fuerte cabildeo —de casi dos años— con secretarios de estado, gobernadores, legisladores y líderes de partidos políticos. Así lo explica en la revista Salud Pública de México.

Ahí mismo cuenta cómo logró que la reforma fuera aprobada por mayoría en el Congreso. Y confiesa: “Fue muy importante plantear desde el principio el compromiso de que aquí, todos nos íbamos colgar la medalla”.

Así, el Seguro Popular comenzó a funcionar como programa piloto desde 2003. En 2004, arrancó formalmente.

EL UNIVERSAL pidió una entrevista con Frenk, para pedirle su evaluación del Seguro Popular. Hasta ahora no hay respuesta de su oficina en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, donde fue nombrado decano en 2009.

En su artículo “Twenty-five years of Convoluted Health Reforms in México”, publicado en agosto de 2009 en la revista PloS Medicinemm, Nuria Homedes y Antonio Ugalde critican al Seguro Popular, al considerar que “fragmentó y estratificó aún más el sistema de salud”.

En entrevista, ambos dicen: “Se creó un modelo que no es adecuado para responder a las necesidades de México”.

En la revista Economía Informa, de noviembre de 2006, Leonardo Lomelí, actual director de la Facultad de Economía de la UNAM, señaló que “las reformas fragmentarias solamente han reforzado la segmentación original de la seguridad social en México, ofreciendo soluciones de corto plazo que acarrean mayores costos y complicaciones a largo plazo”.

El rompecabezas del seguro
Uno de los grandes problemas del Seguro Popular, mencionan Homedes y Ugalde ha sido que los estados, “al implementar el seguro, no siempre siguieron los lineamientos del esquema”.

Y es que con el Seguro Popular, también se crearon Regímenes Estatales de Protección Social en Salud (REPSS). Pero resulta que cada entidad creó su REPSS a su gusto.

La muestra de ello es que 24 estados cuentan con regímenes que están bajo el mando directo de las secretarías de salud estatales, por lo que no tienen capacidad técnica ni autonomía de gestión para administrar los recursos.

Mientras que seis estados tienen REPSS que forman parte de la estructura de las Secretarías de Salud estatales, aunque cuentan con autonomía para el manejo de sus recursos. Sólo Baja California y Veracruz tienen REPSS descentralizados, con personalidad jurídica, autoridad y capacidad de decisión.

Gustavo Leal Fernández, investigador de la UAM, señala que el Seguro Popular duplicó las estructuras de las estructuras de las secretarías de salud, lo que hace más difícil el control de los recursos. “Los gobiernos estatales reciben el dinero del Seguro Popular y lo usan como quieren y esos recursos no llegan al frente de operación, que es donde se necesitan”.

Desde 2007, una evaluación del Instituto Nacional de Salud Pública alertaba de la necesidad de definir las funciones y competencias entre las Secretarías Estatales de Salud y los REPSS. Sobre todo porque señalaba que “la autonomía legal de los REPSS no necesariamente los mantiene a salvo de presiones para el manejo discrecional de los recursos”.

Esta “diversidad” de modelos también ha tenido un impacto en la forma en que se distribuyen los recursos destinados al Seguro Popular.

Desigualdad geográfica
Homedes y Ugalde resaltan “que el intento del gobierno federal por equilibrar las desigualdades geográficas de la salud, no ha funcionado”.

Su afirmación cobra sustento cuando se revisan las aportaciones realizadas por la CNPSS a los estados, por conceptos de Cuota Social (número de afiliados) y Aportación Solidaria Federal (cantidad que se calcula por las necesidades de salud, esfuerzo estatal y desempeño de la entidad en el Seguro Popular).

En 2008, nueve estados no recibieron Aportación Social Federal, entre ellos Yucatán, Sonora, Nayarit y Campeche. Mientras que los estados que más recursos recibieron por este concepto fueron Veracruz (mil 201 millones, 755 mil pesos), estado de México (mil, 185 millones 342 mil pesos) y Guanajuato (mil 219 millones 53 mil pesos).

Alejandro González, de Gestión Social y Cooperación (Gesoc), dice que al analizar las aportaciones que, por ley, deben hacer los estados, se ha visto que “las entidades no está aportando dinero de sus arcas para el Seguro Popular”.

Nuria Homedes y Antonio Ugalde señalan que los estados más pobres son los que más población no derechohabiente tienen, por lo que, en teoría, serían los que deberían tener los padrones con mayor número de afiliados y, por lo tanto, aportar más recursos para el Seguro. “Pero estos estados no tienen la capacidad financiera para hacerlo”, señalan.

Las desigualdades geográficas que buscó combatir el Seguro Popular aún siguen vigentes. Estas cifras las muestran: en la Montaña de Guerrero mueren 89 niños por cada mil nacidos vivos, cuando el promedio nacional es de 28. Además, 281 mujeres indígenas mueren por cada 100 mil partos; el promedio nacional es de 51, según datos de la organización Fundar.

Además, 10 estados del país concentran poco más de la mitad (56.3%) de los hospitales que están acreditados por el Seguro Popular para atender enfermedades consideradas como generadoras de “gastos catastróficos”, es decir, gastos que empobrecen a una familia.

Las entidades que concentran estos hospitales son: el Distrito Federal (22), Jalisco (13), Chihuahua (11), Guanajuato (10), Chiapas, estado de México, Tamaulipas, Michoacán (9), Veracruz y Aguascalientes (8).

“Con estas condiciones, el sistema público de salud es incapaz de proveer de una verdadera cobertura universal”, menciona Briseida Lavaille, de la Fundar, Centro de Análisis e Investigación.

Además se propicia que existan afiliados de primera y de tercera, todo depende del estado en donde vivan.

Atención heterogénea
El mismo Salomón Chertorivski, titular de la CNPSS, reconoce en entrevista que se tienen “modelos de Seguro Popular y de atención a la salud heterogéneos... existen diferentes prácticas y modelajes que han desarrollado los estados”.

Para combatir estas diferencias, la Comisión tiene como objetivo impulsar “una segunda generación de reformas al Sistema de Financiamiento a la Salud”, para homogenizar los modelos estatales de Seguro Popular.

Sin embargo, especialistas y organizaciones coinciden: lo que se necesita es una reforma “profunda e integral”. Sobre todo, aseguran, si es que se desea tener una cobertura universal.

Reforma integral
A finales de 2006, la Comisión Mexicana sobre Macroeconomía y Salud señaló que “idealmente, la reforma integral del sistema de salud debería hacerse con base en una concentración de los sistemas actuales (IMSS, ISSSTE, Salud), para generar la mayor eficiencia... hacerlo puede llevar años sino décadas debido a los predecibles obstáculos políticos”.

En ello coincide John Scott, del CIDE. “Con una reforma integral la mayoría de la población saldría ganando, pero sí habría algunos perdedores, sobre todo los sindicatos, porque varios de los privilegios que tienen serían difíciles de sostener con una reforma integral”.

Scott resalta que el reto mayor es quitar la separación que existe entre la seguridad social y los programas de protección social. “Es un problema de visión política y que un gobierno tome la iniciativa de realizar esa reforma que es muy compleja, pero que sí es factible realizar”, asegura.

Y explica por qué es posible: “Si tomamos todo el gasto en salud que el país realiza, el que se ejerce vía seguridad social y vía población abierta, sería suficiente para financiar un seguro universal de salud para la población en su conjunto”.

El problema, dice John Scott, es cómo se está ejerciendo ese gasto. “Actualmente, se ejerce en un sistema muy fraccionado y dividido en instituciones de seguridad social”.

Briseida Lavaille, de Fundar, menciona que se requiere una reforma que garantice el derecho a la salud de los mexicanos, lo cual implica que el Estado cuente con un número suficiente de bienes y servicios públicos de salud.

Para Nora Lustig, quien fue presidenta de la hoy desaparecida Comisión Mexicana sobre Macroeconomía y Salud, cualquier reforma que México realice tiene que contemplar la mejora en la calidad de los servicios y los mecanismos de rendición de cuentas.
 
Y a mi alguien me hablo de los beneficios que trae esta a la sociedad. Valgame.

Gracias ya tengo con que rebatirle
 
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