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Bovino de la familia
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José Gil Olmos
proceso.com.mx
4 Enero 2017
El presidente Peña Nieto en el VI Consejo Político Nacional del PRI. Foto: Octavio Gómez
Ante el advenimiento del nuevo año, electoralmente importante, el partido en el poder presidencial se halla envuelto en una crisis derivada de la división interna y de los escándalos de corrupción –incluso ligas con el crimen organizado– protagonizados por algunos de sus más destacados militantes. Análisis externos e internos señalan que la estrategia de la actual dirigencia priista, la del combate a esos actos de corrupción, es contraproducente, pues se refuerzan las sospechas de la sociedad en torno a que la cúpula del poder estaba enterada de todo… y lo dejó pasar.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con problemas internos en su dirigencia, escándalos de corrupción y acusaciones de vínculos con el crimen organizado de algunos de sus integrantes, así como una caída en las encuestas, el PRI enfrenta una crisis que pone en duda que pueda conservar la Presidencia en 2018.
Según un diagnóstico interno, al cual este semanario tuvo acceso, dentro del PRI hay enfrentamientos entre varias corrientes que buscan impulsar a su candidato a la Presidencia en 2018.
Según ese análisis, son dos los grupos más definidos. Uno lo encabeza el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, apoyado por Claudia Ruiz Massieu y Rosario Robles; a la cabeza del otro está Aurelio Nuño, a quien favorecen Luis Videgaray, Humberto Castillejos y el presidente Enrique Peña Nieto.
En medio quedan el dirigente del partido, Enrique Ochoa Reza –quien se siente presidenciable–, y políticos como Manlio Fabio Beltrones o el senador Emilio Gamboa, que ha colocado algunas de sus piezas dentro de la cúpula priista.
Ochoa Reza tomó como bandera de campaña la lucha contra la corrupción, con la idea de reposicionar al partido en las preferencias electorales y recuperar el primer sitio como fuerza política nacional, lugar del que fue desbancado por el PAN. Pero esa estrategia es considerada fallida por militantes y encuestadores, quienes saben que la percepción de la ciudadanía es que el priismo y el gobierno de Peña Nieto son cómplices de la corrupción.
César Augusto Santiago, quien fue dirigente efímero del PRI, advierte en entrevista que el combate a la corrupción debe surgir de una profunda convicción y jamás de una impostura, porque si no hay firmeza real de profundizar en la solución del problema, los efectos serán peores que los que se pretenden combatir.
Integrante del PRI desde hace tres décadas, tiempo durante el cual ha sido senador y diputado, y se ha desempeñado como secretario de organización electoral nacional, el chiapaneco precisa que no está mal que un partido político decida combatir la corrupción, pero insiste en que ese combate debe surgir de una profunda convicción y de una ética pública que honre los valores.
“Jamás debe ser una impostura o una estratagema mediática para salir del paso. No se trata de aparecer únicamente en comerciales. Si un partido decide tomar el tema del combate a la corrupción como una de sus propuestas estelares, primero que nada tiene que decir: quién decide a quiénes se persigue y a quiénes no; quién decide qué temas se estudian, se investigan y qué temas no; finalmente, quién decide cuándo o con qué elementos se inicia una investigación”, dice Santiago.
Francisco Abundis, director de la empresa de medición de audiencias Parametría, sostiene por su parte que el dirigente nacional del PRI comete un grave error al tratar de arrancarle la bandera de la lucha contra la corrupción al PAN y a Morena.
“Al hacerla tan visible como en los casos de los gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, lo único que está haciendo es recordarle a la gente que el PRI tiene la culpa, porque todo esto ocurrió mientras el partido está en la Presidencia”, afirma en entrevista.
Señala que en una lógica de presidencialismo autoritario, en la cual el público asume que el presidente está enterado de todo, “que le digan que un gobernador se llevó mucho dinero, tenía muchas casas y empresas fantasma, más allá de que acepten que se trata de un afán de perseguir a los gobernadores corruptos, el mensaje que percibe la gente es que el PRI es también responsable”.
En las más recientes encuestas de Parametría el PRI está empatado en segundo sitio con Morena, detrás del PAN, en la percepción de la sociedad.
Para la elección de 2018 Abundis expresa sus dudas de que el PRI permanezca en la Presidencia, pues tiene en su contra los errores cometidos por el gobierno peñista y porque la estrategia de Ochoa Reza es errónea, pues sólo reafirma la imagen de corrupción del partido en el gobierno.
“El elector está reconsiderando su voto en función de lo que está observando en los partidos, del comportamiento, el discurso, las propuestas y los representantes. Si juzgamos a partir de lo que pasó en las dos últimas elecciones, en las cuales se expresó una lógica de cambio bastante clara, el PRI tiene un panorama muy complicado para las elecciones de 2017 y la presidencial de 2018, porque es el partido en el poder”, estima Abundis.
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4 Enero 2017

El presidente Peña Nieto en el VI Consejo Político Nacional del PRI. Foto: Octavio Gómez
Ante el advenimiento del nuevo año, electoralmente importante, el partido en el poder presidencial se halla envuelto en una crisis derivada de la división interna y de los escándalos de corrupción –incluso ligas con el crimen organizado– protagonizados por algunos de sus más destacados militantes. Análisis externos e internos señalan que la estrategia de la actual dirigencia priista, la del combate a esos actos de corrupción, es contraproducente, pues se refuerzan las sospechas de la sociedad en torno a que la cúpula del poder estaba enterada de todo… y lo dejó pasar.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Con problemas internos en su dirigencia, escándalos de corrupción y acusaciones de vínculos con el crimen organizado de algunos de sus integrantes, así como una caída en las encuestas, el PRI enfrenta una crisis que pone en duda que pueda conservar la Presidencia en 2018.
Según un diagnóstico interno, al cual este semanario tuvo acceso, dentro del PRI hay enfrentamientos entre varias corrientes que buscan impulsar a su candidato a la Presidencia en 2018.
Según ese análisis, son dos los grupos más definidos. Uno lo encabeza el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, apoyado por Claudia Ruiz Massieu y Rosario Robles; a la cabeza del otro está Aurelio Nuño, a quien favorecen Luis Videgaray, Humberto Castillejos y el presidente Enrique Peña Nieto.
En medio quedan el dirigente del partido, Enrique Ochoa Reza –quien se siente presidenciable–, y políticos como Manlio Fabio Beltrones o el senador Emilio Gamboa, que ha colocado algunas de sus piezas dentro de la cúpula priista.
Ochoa Reza tomó como bandera de campaña la lucha contra la corrupción, con la idea de reposicionar al partido en las preferencias electorales y recuperar el primer sitio como fuerza política nacional, lugar del que fue desbancado por el PAN. Pero esa estrategia es considerada fallida por militantes y encuestadores, quienes saben que la percepción de la ciudadanía es que el priismo y el gobierno de Peña Nieto son cómplices de la corrupción.
César Augusto Santiago, quien fue dirigente efímero del PRI, advierte en entrevista que el combate a la corrupción debe surgir de una profunda convicción y jamás de una impostura, porque si no hay firmeza real de profundizar en la solución del problema, los efectos serán peores que los que se pretenden combatir.
Integrante del PRI desde hace tres décadas, tiempo durante el cual ha sido senador y diputado, y se ha desempeñado como secretario de organización electoral nacional, el chiapaneco precisa que no está mal que un partido político decida combatir la corrupción, pero insiste en que ese combate debe surgir de una profunda convicción y de una ética pública que honre los valores.
“Jamás debe ser una impostura o una estratagema mediática para salir del paso. No se trata de aparecer únicamente en comerciales. Si un partido decide tomar el tema del combate a la corrupción como una de sus propuestas estelares, primero que nada tiene que decir: quién decide a quiénes se persigue y a quiénes no; quién decide qué temas se estudian, se investigan y qué temas no; finalmente, quién decide cuándo o con qué elementos se inicia una investigación”, dice Santiago.
Francisco Abundis, director de la empresa de medición de audiencias Parametría, sostiene por su parte que el dirigente nacional del PRI comete un grave error al tratar de arrancarle la bandera de la lucha contra la corrupción al PAN y a Morena.
“Al hacerla tan visible como en los casos de los gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, lo único que está haciendo es recordarle a la gente que el PRI tiene la culpa, porque todo esto ocurrió mientras el partido está en la Presidencia”, afirma en entrevista.
Señala que en una lógica de presidencialismo autoritario, en la cual el público asume que el presidente está enterado de todo, “que le digan que un gobernador se llevó mucho dinero, tenía muchas casas y empresas fantasma, más allá de que acepten que se trata de un afán de perseguir a los gobernadores corruptos, el mensaje que percibe la gente es que el PRI es también responsable”.
En las más recientes encuestas de Parametría el PRI está empatado en segundo sitio con Morena, detrás del PAN, en la percepción de la sociedad.
Para la elección de 2018 Abundis expresa sus dudas de que el PRI permanezca en la Presidencia, pues tiene en su contra los errores cometidos por el gobierno peñista y porque la estrategia de Ochoa Reza es errónea, pues sólo reafirma la imagen de corrupción del partido en el gobierno.
“El elector está reconsiderando su voto en función de lo que está observando en los partidos, del comportamiento, el discurso, las propuestas y los representantes. Si juzgamos a partir de lo que pasó en las dos últimas elecciones, en las cuales se expresó una lógica de cambio bastante clara, el PRI tiene un panorama muy complicado para las elecciones de 2017 y la presidencial de 2018, porque es el partido en el poder”, estima Abundis.
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