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La CIA y los métodos de Interrogation Inc.

tiburonxx

Bovino de la familia
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6 Nov 2005
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Scott Shane
Milenio Diario
http://impreso.milenio.com/node/8625280

Nunca habían llevado a cabo un interrogatorio real, sólo sesiones de ensayo en el entrenamiento militar que habían supervisado. No tenían estudios relevantes; sus disertaciones de diplomado fueron sobre hipertensión y terapia familiar. No tenían aptitudes de idioma ni experiencia con Al Qaeda. Pero tenían credenciales en psicología y un conocimiento profundo del régimen de tratamiento brutal utilizado hace décadas por los comunistas chinos. Para una administración ansiosa de ser dura con quienes habían asesinado a tres mil estadunidenses, eso era suficiente.
Así, “Doc Mitchell” y “Doc Jessen”, como se los conocía en la Fuerza Aérea, ayudaron a Estados Unidos a adentrarse en un conflicto sobre la tortura, el terror y los valores que aún no ha acabado siete años después.
Jim Mitchell era un ex experto en explosivos de la Fuerza Aérea y un vendedor natural. Bruce Jessen se unió a su colega de la Fuerza Aérea para desarrollar una empresa floreciente que ganó millones de dólares vendiendo servicios de interrogatorio y entrenamiento a la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Siete meses después de que el presidente Obama ordenó que se cerrara el programa de interrogatorios de la CIA, sus efectos siguen atrayendo la atención.
En las próximas semanas, el procurador general Eric Holder Jr. va a decidir si iniciará una investigación criminal por tortura, en la que el papel de los psicólogos probablemente será analizado. Se espera que la oficina de ética del Departamento de Justicia haga un reporte sobre los abogados que dictaminaron que los métodos eran legales. Y la CIA pronto dará a conocer un reporte crítico de 2004 sobre el programa del inspector general de la agencia.
Para la CIA, al igual que para Mitchell, de 58 años, y Jessen, de 60, el cambio en la administración fue fatal. Por años, el presidente George W. Bush declaró legal el programa de interrogatorios y lo elogió por detener otros ataques. En contraste, Obama afirmó que su brutalidad sirvió indirectamente para que Al Qaeda reclutara más adeptos; calificó el waterboarding (“submarino”) de tortura y, en su primera visita a la CIA, sugirió que el programa estaba entre los “errores” de la agencia.

Cambio de carrera
Al momento de los ataques del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, Mitchell se acababa de retirar de su último empleo militar, como psicólogo para una unidad de élite de operaciones especiales en Carolina del Norte. Había iniciado una empresa, Knowledge Works, que operaba desde su casa en Florida.
Pero era evidente que la campaña contra Al Qaeda supondría oportunidades para alguien con los antecedente de Mitchell. Comenzó a conectarse con los círculos militares y de inteligencia, donde tenía conexiones.
En la década de 1980, Jessen se convirtió en el psicólogo SERE (entrenamiento en supervivencia, evasión, resistencia y escape) de la Escuela de Supervivencia de la Fuerza Aérea, examinando a los instructores que interpretaban el papel de interrogadores enemigos en el campo de concentración simulado, asegurándose de que el tratamiento duro no fuese demasiado lejos.
En 1988, Jessen obtuvo el empleo de psicólogo en jefe en una escuela de graduados de entrenamiento paralela, a poca distancia de la Escuela de la Fuerza Aérea. Mitchell ocupó su puesto.
Los dos hombres se hicieron parte de lo que algunos oficiales del Departamento de Defensa llamaron “la mafia de la resistencia”, expertos en cómo resistir los interrogatorios del enemigo.
Mark Mays, el primer psicólogo de la escuela de la Fuerza Aérea, dijo que para lograr que el campo de concentración simulado fuera realista, los oficiales consultaban a veteranos de guerra que acababan de regresar de las prisiones del norte de Vietnam.

Inicio del programa
En diciembre de 2001, un pequeño grupo de profesores y oficiales de la ley y de inteligencia se reunieron en las afueras de Filadelfia, en la casa de un prominente psicólogo, Martin Seligman, para discutir sobre el extremismo musulmán. Entre ellos estaba Mitchell, quien asistió con un psicólogo de la CIA, Kirk M. Hubbard.
Seligman había descubierto en los años 60 que los perros que aprendían y que no podían evitar pequeñas descargas eléctricas, simplemente se agachaban, gemían y las soportaban, aun después de tener la oportunidad de escapar.
Los colegas de Mitchell decían que él creía que producir indefensión en un sujeto de Al Qaeda a interrogar podría asegurar que cumpliera las demandas de su captor. Muchos interrogadores experimentados no estuvieron de acuerdo, afirmando que un prisionero tan desmoralizado diría cualquier cosa para complacer al interrogador.
En diciembre de 2001, en la CIA, las teorías de Mitchell atraían la atención de altos niveles. Oficiales de la agencia le pidieron que revisara un manual de Al Qaeda obtenido en Inglaterra, que enseñaba a los operativos terroristas a resistir los interrogatorios. Llamó a Jessen y entre los dos escribieron la primera propuesta para convertir las técnicas brutales del enemigo en un programa de interrogatorios estadunidense.
A principios de 2002, Mitchell era asesor del Centro de Contraataque de la CIA, cuyo director, Cofer Black, y el jefe de operaciones, José Rodríguez Jr., estaban impresionados por su combinación de dureza visceral y lenguaje psicológico.
Los planes de Mitchell y Jessen funcionaron bien. Les pagaban entre mil y dos mil dólares al día a cada uno, dijo un oficial. Tenían escritorios permanentes en el Centro de Contraterrorismo y ahora podían decir que tenían experiencia genuina en interrogatorios a operativos de Al Qaeda de alto nivel.
En 2005, los psicólogos formaron Mitchell Jessen y Asociados, con oficinas en Spokane y Virginia, y cinco accionistas adicionales, cuatro de ellos del programa militar SERE. En 2007 la empresa empleaba a cerca de 60 personas, algunas de ellas con expedientes impresionantes.
Los contratos de la empresa con la CIA son clasificados, pero la suma total ascendía a millones de dólares.
La influencia de los psicólogos fue fuerte durante el mandato de cuatro directores de la CIA. De hecho, en 2006, Condoleezza Rice y su asesor legal, John Bellinger III, objetaron el programa secreto de detención y sus métodos. Michael Hayden, el director de la agencia en ese momento, les pidió a Mitchell y Jessen que informasen a los funcionarios del Departamento de Estado para persuadirlos de retirar sus objeciones. No tuvieron éxito.
Para entonces, ya había comenzado el debate nacional sobre la tortura que acabaría con el negocio.
En una declaración a los empleados, el 9 de abril, Leon Panetta, el director de la CIA del presidente Obama, anunció el “decomiso” de las cárceles secretas de la agencia y repitió la promesa de no usar la coerción. Y otra cosa: “Ningún contratista de la CIA conducirá interrogatorios”.
Los oficiales de la agencia revocaron los contratos para Mitchell Jessen y Asociados, y acabó el negocio lucrativo de los psicólogos. En pocos días, la empresa vació sus oficinas de Spokane. Los teléfonos fueron desconectados y, en una empresa vecina, nadie supo de ninguna nueva dirección.
:cowverine:
 
CHES GABACHOS... LOKOS NETA QUE SI... GRX POR APORTAR ESTA CLASE DE ARTICULOS VALEN LA PENA...
 
el imperialismo como siempre buscando nuevas formas de expansion...grax x el articulo...oye y los dioses:memeo:??
 
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