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- #1
Mi nombre es Carlos y por cuestiones que espero entiendan, omitiré la edad que tenía cuando aconteció lo que a continuación les relato, el cual escribo como un agradecimiento anónimo a esa mujer que dejó una experiencia inolvidable que como hombre he vivido, perder mi virginidad.
Solo en mi habitación, media noche, no encuentro la forma de poder dormir, mi corazón acelerado, mi respiración agitada y mi cuerpo exigiendo satisfacción a mis instintos carnales, me levanto de mi cama desesperado y confundido, estoy excitado e intranquilo, esta vez mi deseo va más allá de lo normal.
Dispuesto a ocupar mi mente en otra cosa que no sea esa lujuria incontrolable enciendo mi computadora y después de unos minutos de estar navegando por diversas paginas en la red encuentro un sitio interesante, lleno de bellas chicas, algunas parecían sacadas de las revistas y videos que muchas veces me ayudaron a autosatisfacerme, ofreciendo sus servicios como acompañantes, ahí al alcance de una llamada dejando ver sus fotografías insinuantes, comencé a recorrer cada uno de los perfiles, mi corazón palpitaba más fuerte, mi llamado natural a satisfacer mi deseo sexual jamás había sido tan fuerte, sabía que por fin tenia frente a mí la posibilidad de materializar mis fantasías, de vivir la experiencia con la que cualquier adolecente ha soñando.
De pronto apareció ella, una rubia impresionante de piel bronceada, di un clic en su foto y mis ojos recorrieron sus formas, era escultural, sus curvas exóticas delineaban perfectos contornos en el monitor de mi computadora.
¿Qué hacer? Fue lo primero que cruzó por mi mente y como si el deseo despertara en mí una nueva personalidad comencé a planear el día en que me convertiría en hombre.
Mi primer problema fue en lo económico, abrí mis ahorros de varios meses los cuales eran para vacacionar con mis amigos y logré juntar una buena cantidad de dinero lo cual me dio el ánimo necesario para tomar el teléfono y marcarle a ella, la hembra del monitor, me contesta una voz suave y amigable, de sensual acento brasileño, sus palabras hacían que me faltara el aire y como pude le pedí me informara sobre sus tarifas, tal vez ella notó mi nerviosismo pero aun así se portó como una dama y resolvió todas mis dudas, de acuerdo a mi presupuesto podía pasar un par de horas con aquella dama de cuerpo exuberante, senos perfectos y caderas pronunciadas, mi sueño a unos pasos.
Al día siguiente me las arreglé para ir a dormir a la casa de un amigo lo cual fue solo la excusa para dirigirme a un hotel donde esperaba encontrarme con ella.
Estaba nervioso, pero muy seguro de vivirlo y extremadamente deseoso de que llegara el momento, preparé la habitación con una luz tenue y música romántica, la llamé e hicimos cita, llegaría en tan solo 60 minutos y me di un buen baño, me vestí elegante como si fuera todo un ritual, me afeité y me peiné, me senté en la cama y encendí el televisor dispuesto a aguardar los pocos minutos que faltaban, cuando anticipadamente llaman a la puerta, me pongo de pie nervioso pero decidido y abro la puerta, lo que a continuación relato es la experiencia más importante que como hombre he vivido y se que lo será por siempre.
Ante mi una mujer de piel dorada, pelo rubio, cuerpo de diosa, con un vestido de un material muy delgado que dejaba apreciar su silueta como si estuviera desnuda, frente a mí, su corto vestido dejaba ver claramente un par de piernas perfectas bien torneadas, de piel suave y caminar firme, sus zapatos, negros, de tacón alto, con cintas que subían entrelazándose por sus piernas hasta las rodillas terminaron por despertar en mi el deseo de desgarrar sus ropas y poseer a tremenda mujer, pero contuve un poco mis instintos y tomándola de la mano la invité a pasar.
Jamás olvidaré el sonido de sus tacones producido con cada paso que ella daba al entrar en la habitación, sus caderas me tenían desequilibrado, loco por comérmela como lobo hambriento.
Me preguntó mi nombre, le dije, me llamo Carlos, y quiero que sepas que esta noche es muy importante para mí, con una sonrisa insinuante como sabiendo todo lo que por mi mente pasaba se recostó de lado sobre la cama, dejando que su vestido se abriera y dejara descubiertas sus piernas por completo, acaricio su cabello y mordiéndose los labios me hizo un gesto pidiéndome que la tomara.
Me acerqué a ella sin saber cómo empezar, dejé que mis instintos me guiara en ese momento de tanto deseo, comencé a oler sus piernas, su olor a hembra encendía aun mas mi deseo tenerla.
Empecé por sus pies, rozándola suavemente con mis labios, disfrutando cada segundo de su piel y subiendo por sus piernas desnudas mordiendo los lazos entrelazados en sus piernas y probando su sabor a mujer.
Llegué a sus muslos suaves, firmes, los cuales comencé a besar con mucha suavidad, hasta que un impulso me hizo tomarla de la cadera y recostarla boca abajo completamente en un movimiento firme, ella sonrió y lanzó un quejido de placer sabiendo que lo que vendría sería muy bueno, seguí besando sus muslos desnudos y desabroché su vestido negro, le pedí se lo sacara por competo y en segundos estaba frente a mí, en una diminuta braguita negra de encaje transparente que combinaba con esos zapatos negros y que me permitía apreciar su culo perfecto entre esas dos redondas y levantadas nalgas.
Pasé de besar sus muslos a besar su entrepierna, ella abrió las piernas para permitirle acceso a mis labios, sin pensarlo dos veces quité lo único que separaba su piel de mi piel y deslicé sus bragas hacia abajo de manera que quedara desnuda a mi placer y voluntad.
Su braga quedó a medio muslo de una de sus piernas mientras mis manos separaban su hermosos glúteos y mi lengua se derretía al sentir contacto con su ano, fue un gran placer acariciarla en círculos y lamer su culo dulce y palpitante, mi lengua se introducía dentro de ella una y otra vez, mientras comencé a introducirla con mi mano.
Sus caderas se estremecían y movía su culo húmedo deseando ser follado por mi lengua una y otra vez, su coñito estaba húmedo y caliente siendo embestido por mi mano.
Sin haber tocado mi pene este estaba ya exageradamente duro, palpitándome, pidiéndome entrar en tremenda mujer, cambiamos de posición, ella tomó mi pene y con sus labios empezó a lubricarlo y con su lengua recorrerlo, de pronto sin decir nada abrió su boca y de una estocada tragó casi por completo mi verga, dejando solo el tronco fuera, podía sentir su garganta apretada dándome placer, ella aun con mi verga dentro movía lentamente la cabeza de lado a lado sin dejar de verme a los ojos, dándome el placer profundo más rico que había sentido, de pronto la sacó toda, húmeda escurriendo de su saliva, palpitando tan dura como nunca antes y la tragó de nuevo repitiéndome la dosis de placer.
Una y otra vez me tuvo dentro explorando su garganta dejándome sentir el movimiento de su lengua succionándome suavemente.
Una vez que mi erección era impresionante tomó un preservativo y lo colocó con cuidado en mi dura verga, instintivamente la puse en cuatro, yo de pie frente a la cama y comencé a sumergir mi pene en su coño húmedo y afeitado, la sensación de placer más grande que puede existir, aun con las bragas en su muslo la tomé de la cadera y comencé a cabalgarla duro, mientras ella respondía con dulces gemidos de placer, sus senos desnudos se sacudían con cada embestida de mi verga en la concha de esta fabulosa mujer, después de varios minutos de estar estrellando mis testículos en su coño decidí escurrir un poco de saliva en su ano y meter la punta de mi instrumento, a lo que ella me pidió solo la penetrara con la mitad de mi verga, para lo cual usé mi mano, la cual impedía que la estocara por completo, al haber probado el elixir de su ano la puse poca arriba tendida sobre la cama con las piernas abiertas y su concha expuesta esperando ser fornicada una vez más, tomé la punta de mi verga y la introduje en ella y de una estocada lenta llené su coño una y otra vez, dejando ir por completo cada centímetro de mi tolete dentro de ella.
Recuerdo como sus muslos se estremecían al compás de la cogida que le daba, le pedí se quitara los tacones y subí su pierna, ella se acomodó pisando mi pecho con su pie desnudo y seguí follándola por ricos minutos, mi cuerpo quería estallar en ese mom
ento pero soporté hasta el final y cuando no aguante más le pedí se pusiera de pie frente a un espejo, se puso sus tacones nuevamente y la tomé de las caderas para follar su coño una vez más.
Ella frente al espejo veía como era disfrutada, como me daba placer y sonreía morbosamente conmigo cada vez que la penetraba, estaba por estallar y la tomé de sus caderas firmemente montándola sobre el peinador y abriendo sus piernas de lado a lado, ella me mordió fuertemente el pecho susurrando no me detuviera, lo cual me volvió loco, podía sentir como sus jugos lubricaban cada centímetro de mi verga, como su coño palpitaba al compás que mi verga abría sus labios vaginales.
No podía más, era el momento que tanto me había aguantado, la bajé del peinador y me pidió me recostara en la cama, y sin decir una palabra se monta sobre mi y mete mi verga nuevamente en su concha, empieza a sacudir esas caderas cabalgándome con un trote exquisito mientras me pedía que me deslechara dentro de ella, quería sentir esa leche caliente llenar su vulva, y a petición de ella liberé toda esa carga de leche caliente en lo más profundo de ella, sentía como la llenaba y mi cuerpo se estremecía de placer, un momento de calma, una sonrisa en mi rostro ella se bajó de mi verga recostándose en la cama y abriendo las piernas me invitó a ver como salía escurriendo toda esa leche de su delicioso coño, podía ver como chorreaba toda mi leche de su interior y ella reía dándose palmaditas en su coño vaciándolo completamente de los moquitos que aun tenia dentro.
Lo que continuó en la siguiente hora superó la primera relación con ella, a tal grado que terminé besándole los pies como un esclavo a su reina los últimos minutos de la experiencia que me hizo hombre.
Solo en mi habitación, media noche, no encuentro la forma de poder dormir, mi corazón acelerado, mi respiración agitada y mi cuerpo exigiendo satisfacción a mis instintos carnales, me levanto de mi cama desesperado y confundido, estoy excitado e intranquilo, esta vez mi deseo va más allá de lo normal.
Dispuesto a ocupar mi mente en otra cosa que no sea esa lujuria incontrolable enciendo mi computadora y después de unos minutos de estar navegando por diversas paginas en la red encuentro un sitio interesante, lleno de bellas chicas, algunas parecían sacadas de las revistas y videos que muchas veces me ayudaron a autosatisfacerme, ofreciendo sus servicios como acompañantes, ahí al alcance de una llamada dejando ver sus fotografías insinuantes, comencé a recorrer cada uno de los perfiles, mi corazón palpitaba más fuerte, mi llamado natural a satisfacer mi deseo sexual jamás había sido tan fuerte, sabía que por fin tenia frente a mí la posibilidad de materializar mis fantasías, de vivir la experiencia con la que cualquier adolecente ha soñando.
De pronto apareció ella, una rubia impresionante de piel bronceada, di un clic en su foto y mis ojos recorrieron sus formas, era escultural, sus curvas exóticas delineaban perfectos contornos en el monitor de mi computadora.
¿Qué hacer? Fue lo primero que cruzó por mi mente y como si el deseo despertara en mí una nueva personalidad comencé a planear el día en que me convertiría en hombre.
Mi primer problema fue en lo económico, abrí mis ahorros de varios meses los cuales eran para vacacionar con mis amigos y logré juntar una buena cantidad de dinero lo cual me dio el ánimo necesario para tomar el teléfono y marcarle a ella, la hembra del monitor, me contesta una voz suave y amigable, de sensual acento brasileño, sus palabras hacían que me faltara el aire y como pude le pedí me informara sobre sus tarifas, tal vez ella notó mi nerviosismo pero aun así se portó como una dama y resolvió todas mis dudas, de acuerdo a mi presupuesto podía pasar un par de horas con aquella dama de cuerpo exuberante, senos perfectos y caderas pronunciadas, mi sueño a unos pasos.
Al día siguiente me las arreglé para ir a dormir a la casa de un amigo lo cual fue solo la excusa para dirigirme a un hotel donde esperaba encontrarme con ella.
Estaba nervioso, pero muy seguro de vivirlo y extremadamente deseoso de que llegara el momento, preparé la habitación con una luz tenue y música romántica, la llamé e hicimos cita, llegaría en tan solo 60 minutos y me di un buen baño, me vestí elegante como si fuera todo un ritual, me afeité y me peiné, me senté en la cama y encendí el televisor dispuesto a aguardar los pocos minutos que faltaban, cuando anticipadamente llaman a la puerta, me pongo de pie nervioso pero decidido y abro la puerta, lo que a continuación relato es la experiencia más importante que como hombre he vivido y se que lo será por siempre.
Ante mi una mujer de piel dorada, pelo rubio, cuerpo de diosa, con un vestido de un material muy delgado que dejaba apreciar su silueta como si estuviera desnuda, frente a mí, su corto vestido dejaba ver claramente un par de piernas perfectas bien torneadas, de piel suave y caminar firme, sus zapatos, negros, de tacón alto, con cintas que subían entrelazándose por sus piernas hasta las rodillas terminaron por despertar en mi el deseo de desgarrar sus ropas y poseer a tremenda mujer, pero contuve un poco mis instintos y tomándola de la mano la invité a pasar.
Jamás olvidaré el sonido de sus tacones producido con cada paso que ella daba al entrar en la habitación, sus caderas me tenían desequilibrado, loco por comérmela como lobo hambriento.
Me preguntó mi nombre, le dije, me llamo Carlos, y quiero que sepas que esta noche es muy importante para mí, con una sonrisa insinuante como sabiendo todo lo que por mi mente pasaba se recostó de lado sobre la cama, dejando que su vestido se abriera y dejara descubiertas sus piernas por completo, acaricio su cabello y mordiéndose los labios me hizo un gesto pidiéndome que la tomara.
Me acerqué a ella sin saber cómo empezar, dejé que mis instintos me guiara en ese momento de tanto deseo, comencé a oler sus piernas, su olor a hembra encendía aun mas mi deseo tenerla.
Empecé por sus pies, rozándola suavemente con mis labios, disfrutando cada segundo de su piel y subiendo por sus piernas desnudas mordiendo los lazos entrelazados en sus piernas y probando su sabor a mujer.
Llegué a sus muslos suaves, firmes, los cuales comencé a besar con mucha suavidad, hasta que un impulso me hizo tomarla de la cadera y recostarla boca abajo completamente en un movimiento firme, ella sonrió y lanzó un quejido de placer sabiendo que lo que vendría sería muy bueno, seguí besando sus muslos desnudos y desabroché su vestido negro, le pedí se lo sacara por competo y en segundos estaba frente a mí, en una diminuta braguita negra de encaje transparente que combinaba con esos zapatos negros y que me permitía apreciar su culo perfecto entre esas dos redondas y levantadas nalgas.
Pasé de besar sus muslos a besar su entrepierna, ella abrió las piernas para permitirle acceso a mis labios, sin pensarlo dos veces quité lo único que separaba su piel de mi piel y deslicé sus bragas hacia abajo de manera que quedara desnuda a mi placer y voluntad.
Su braga quedó a medio muslo de una de sus piernas mientras mis manos separaban su hermosos glúteos y mi lengua se derretía al sentir contacto con su ano, fue un gran placer acariciarla en círculos y lamer su culo dulce y palpitante, mi lengua se introducía dentro de ella una y otra vez, mientras comencé a introducirla con mi mano.
Sus caderas se estremecían y movía su culo húmedo deseando ser follado por mi lengua una y otra vez, su coñito estaba húmedo y caliente siendo embestido por mi mano.
Sin haber tocado mi pene este estaba ya exageradamente duro, palpitándome, pidiéndome entrar en tremenda mujer, cambiamos de posición, ella tomó mi pene y con sus labios empezó a lubricarlo y con su lengua recorrerlo, de pronto sin decir nada abrió su boca y de una estocada tragó casi por completo mi verga, dejando solo el tronco fuera, podía sentir su garganta apretada dándome placer, ella aun con mi verga dentro movía lentamente la cabeza de lado a lado sin dejar de verme a los ojos, dándome el placer profundo más rico que había sentido, de pronto la sacó toda, húmeda escurriendo de su saliva, palpitando tan dura como nunca antes y la tragó de nuevo repitiéndome la dosis de placer.
Una y otra vez me tuvo dentro explorando su garganta dejándome sentir el movimiento de su lengua succionándome suavemente.
Una vez que mi erección era impresionante tomó un preservativo y lo colocó con cuidado en mi dura verga, instintivamente la puse en cuatro, yo de pie frente a la cama y comencé a sumergir mi pene en su coño húmedo y afeitado, la sensación de placer más grande que puede existir, aun con las bragas en su muslo la tomé de la cadera y comencé a cabalgarla duro, mientras ella respondía con dulces gemidos de placer, sus senos desnudos se sacudían con cada embestida de mi verga en la concha de esta fabulosa mujer, después de varios minutos de estar estrellando mis testículos en su coño decidí escurrir un poco de saliva en su ano y meter la punta de mi instrumento, a lo que ella me pidió solo la penetrara con la mitad de mi verga, para lo cual usé mi mano, la cual impedía que la estocara por completo, al haber probado el elixir de su ano la puse poca arriba tendida sobre la cama con las piernas abiertas y su concha expuesta esperando ser fornicada una vez más, tomé la punta de mi verga y la introduje en ella y de una estocada lenta llené su coño una y otra vez, dejando ir por completo cada centímetro de mi tolete dentro de ella.
Recuerdo como sus muslos se estremecían al compás de la cogida que le daba, le pedí se quitara los tacones y subí su pierna, ella se acomodó pisando mi pecho con su pie desnudo y seguí follándola por ricos minutos, mi cuerpo quería estallar en ese mom
ento pero soporté hasta el final y cuando no aguante más le pedí se pusiera de pie frente a un espejo, se puso sus tacones nuevamente y la tomé de las caderas para follar su coño una vez más.
Ella frente al espejo veía como era disfrutada, como me daba placer y sonreía morbosamente conmigo cada vez que la penetraba, estaba por estallar y la tomé de sus caderas firmemente montándola sobre el peinador y abriendo sus piernas de lado a lado, ella me mordió fuertemente el pecho susurrando no me detuviera, lo cual me volvió loco, podía sentir como sus jugos lubricaban cada centímetro de mi verga, como su coño palpitaba al compás que mi verga abría sus labios vaginales.
No podía más, era el momento que tanto me había aguantado, la bajé del peinador y me pidió me recostara en la cama, y sin decir una palabra se monta sobre mi y mete mi verga nuevamente en su concha, empieza a sacudir esas caderas cabalgándome con un trote exquisito mientras me pedía que me deslechara dentro de ella, quería sentir esa leche caliente llenar su vulva, y a petición de ella liberé toda esa carga de leche caliente en lo más profundo de ella, sentía como la llenaba y mi cuerpo se estremecía de placer, un momento de calma, una sonrisa en mi rostro ella se bajó de mi verga recostándose en la cama y abriendo las piernas me invitó a ver como salía escurriendo toda esa leche de su delicioso coño, podía ver como chorreaba toda mi leche de su interior y ella reía dándose palmaditas en su coño vaciándolo completamente de los moquitos que aun tenia dentro.
Lo que continuó en la siguiente hora superó la primera relación con ella, a tal grado que terminé besándole los pies como un esclavo a su reina los últimos minutos de la experiencia que me hizo hombre.