Dragut
Bovino de alcurnia
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Las False friends (también conocidas como “cognados”) son aquellas palabras que, en diferentes idiomas, comparten similiar grafía o fonética pero no significado. Así en el lenguaje de la Pérfida Albión tenemos vocablos como “carpet” que trasladado a la lengua de Cervantes no significa “carpeta” sino “alfombra”. Y si un británico está “constipated” no está resfriado sino estreñido. O la “complexion” inglesa no es el tamaño de nuestros músculos, sino el color de nuestra piel. Creo que ya podemos pillar el concepto de lo que es una false friend. Pero ¿Qué pasa cuando los cognados van más allá de tender trampas a los estudiantes de idiomas y se trasladan al terreno de lo ideológico compartiendo idéntica grafía y fonética en un mismo idioma para denotar formas radicalmente distintas de entender la realidad? Es lo que podríamos llamar “cognados ideológicos”.
En el Estado Español, el término “socialismo” alude a una socialdemocracia que con tibias pinceladas de política social solapa un miedo atroz a disgustar a los grandes capitales, cuyas directrices sigue y ejecuta. En Latinoamérica, sin embargo, el “socialismo” mantiene su carácter revolucionario original con vocación transformadora del sistema que impera en occidente. Igualmente, un “nacionalismo” a la española alude (salvo muy honrosas excepciones y hago la salvedad para cubrirme de las pedradas) a movimientos insolidarios forzados por el capital, la burguesía y el tejido empresarial propios de territorios enriquecidos. Para nuestros hermanos latinoamericanos no obstante un “nacionalismo” es un sentimiento de integración y una actitud de rechazo al expolio y depredación de los capitales extranjeros y un mecanismo de defensa frente a la colonización cultural.
Quien en gringolandia se defina como “republicano/a” estará describiéndose como conservador, militarista, imperialista y muy posiblemente fundamentalista y racista. En España (por lo que más quieran, hermanos/as latinos/as, entérense de una vez) el significado es diametralmente opuesto ya que el republicanismo implica entre otras cosas el rechazo no sólo a una monarquía impuesta sino a cualquier fuente de poder (véase banca privada, multinacionales, patronal, etc…) que gobierne sin haber sido elegida por el Pueblo.
“Libertad”… Parece un término unívoco ¿No es cierto?. Pero puesta en boca de alguien de derechas añádanle, aunque no se pronuncie, “… de mercado” al término para poder interpretarlo correctamente. A la “Libertad” por la que clamaban Miguel Hernández o Zapata se la apropiaron desde Andam Smith, la prostituyeron, la retorcieron (gracias, Bretch) y ahora la exhiben en sus manifestaciones como algo propio. De toda la vida. Igual que su filial “Liberal” que hace un par de siglos sería un sentimiento contra el absolutismo y ahora implica el rechazo a la intervención pública sobre los trapicheos del Capital.
Según nuestro interlocutor, “Derechos Humanos” puede denotar, amén de otros, el derecho a que nuestros niños tengan una educación gratuita de calidad, a que puedan ser asistidos si enferman y a que se vayan a la cama con la pancita caliente. Pero, y muy especialmente si nuestro/a interlocutor/a reside en Miami, “Derechos Humanos” puede limitarse al derecho a escribir en un blog (miren qué cosas) y a escoger entre envenenarse en un Mc Donald o en un Burguer King. O a obtener idéntica información en 240 canales de TV.
Y no; cuando la izquierda habla de “solidaridad” no se refiere a la “solidaridad” de la socialdemocracia, más teñida de asistencialismos baratos. Ni a la “solidaridad” de la derecha para quienes es una forma más enrollada de definir la “caridad”.
Obviamente no están aquí todas las false friends que hay. Seguro se les ocurren muchas más. A mí también, pero no quiero cansarles sino únicamente rogarles que no abandonen nuestras palabras, nuestra herencia ideológica por miedo a los cognados. Sacúdanse el miedo a usar libremente los términos porque sólo así podremos arrancarles el antifaz a los ladrones de palabras.
Abrazotes.
En el Estado Español, el término “socialismo” alude a una socialdemocracia que con tibias pinceladas de política social solapa un miedo atroz a disgustar a los grandes capitales, cuyas directrices sigue y ejecuta. En Latinoamérica, sin embargo, el “socialismo” mantiene su carácter revolucionario original con vocación transformadora del sistema que impera en occidente. Igualmente, un “nacionalismo” a la española alude (salvo muy honrosas excepciones y hago la salvedad para cubrirme de las pedradas) a movimientos insolidarios forzados por el capital, la burguesía y el tejido empresarial propios de territorios enriquecidos. Para nuestros hermanos latinoamericanos no obstante un “nacionalismo” es un sentimiento de integración y una actitud de rechazo al expolio y depredación de los capitales extranjeros y un mecanismo de defensa frente a la colonización cultural.
Quien en gringolandia se defina como “republicano/a” estará describiéndose como conservador, militarista, imperialista y muy posiblemente fundamentalista y racista. En España (por lo que más quieran, hermanos/as latinos/as, entérense de una vez) el significado es diametralmente opuesto ya que el republicanismo implica entre otras cosas el rechazo no sólo a una monarquía impuesta sino a cualquier fuente de poder (véase banca privada, multinacionales, patronal, etc…) que gobierne sin haber sido elegida por el Pueblo.
“Libertad”… Parece un término unívoco ¿No es cierto?. Pero puesta en boca de alguien de derechas añádanle, aunque no se pronuncie, “… de mercado” al término para poder interpretarlo correctamente. A la “Libertad” por la que clamaban Miguel Hernández o Zapata se la apropiaron desde Andam Smith, la prostituyeron, la retorcieron (gracias, Bretch) y ahora la exhiben en sus manifestaciones como algo propio. De toda la vida. Igual que su filial “Liberal” que hace un par de siglos sería un sentimiento contra el absolutismo y ahora implica el rechazo a la intervención pública sobre los trapicheos del Capital.
Según nuestro interlocutor, “Derechos Humanos” puede denotar, amén de otros, el derecho a que nuestros niños tengan una educación gratuita de calidad, a que puedan ser asistidos si enferman y a que se vayan a la cama con la pancita caliente. Pero, y muy especialmente si nuestro/a interlocutor/a reside en Miami, “Derechos Humanos” puede limitarse al derecho a escribir en un blog (miren qué cosas) y a escoger entre envenenarse en un Mc Donald o en un Burguer King. O a obtener idéntica información en 240 canales de TV.
Y no; cuando la izquierda habla de “solidaridad” no se refiere a la “solidaridad” de la socialdemocracia, más teñida de asistencialismos baratos. Ni a la “solidaridad” de la derecha para quienes es una forma más enrollada de definir la “caridad”.
Obviamente no están aquí todas las false friends que hay. Seguro se les ocurren muchas más. A mí también, pero no quiero cansarles sino únicamente rogarles que no abandonen nuestras palabras, nuestra herencia ideológica por miedo a los cognados. Sacúdanse el miedo a usar libremente los términos porque sólo así podremos arrancarles el antifaz a los ladrones de palabras.
Abrazotes.