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Bovino de alcurnia
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Fuente: http://www.abc.es/20090326/internacional-asia/estalla-nueva-guerra-fria-200903261420.html
Estados Unidos y China vuelven a enfrentarse en la nueva “guerra fría” que ambas superpotencias parecen empeñadas en revivir a pesar de sus fluidas, pero también problemáticas, relaciones económicas. El último capítulo de esta pugna por la hegemonía mundial viene a cuenta del informe que acaba de difundir el Pentágono alertando sobre el ascenso militar de China.
Dicho estudio, que provoca cada año un roce diplomático entre Washington y Pekín, advierte de que “el ritmo y alcance de la transformación militar de China ha aumentado” durante los últimos años con la compra de armas extranjeras y un mayor gasto en nuevas tecnologías y en reformas de las Fuerzas Armadas. Entre ellas, destacan los misiles antisatélites que Pekín ya ha probado con éxito y la nueva base de submarinos que ha construido en la isla de Hainan, en el Mar del Sur de China.
Además, el Pentágono sospecha que el “dragón rojo” se está dotando de un arsenal de misiles de corto y medio alcance en su lado del Estrecho de Taiwán, la isla que permanece separada de China desde el final de la Guerra Civil (1945-49) pero cuya soberanía es reclamada por Pekín.
Aunque las relaciones entre ambos gobiernos han mejorado notablemente desde la subida al poder hace un año del presidente taiwanés Ma Ying-jeou, que aboga por un acercamiento al continente, el refuerzo militar en el sur de China también puede tener como objetivo resolver conflictos territoriales en islas disputadas con Filipinas, Brunei, Malasia, Indonesia y Vietnam.
Guerra en el ciberespacioPor ese motivo, el informe del Pentágono avisa de que “las Fuerzas Armadas chinas siguen desarrollando unas tecnologías militares en materia nuclear, espacial y en la guerra en el ciberespacio que están cambiando los equilibrios militares en la región y tienen implicaciones más allá de Asia-Pacífico”. Sin ir más lejos, distintos departamentos de la Administración estadounidense han sufrido recientemente “ciberataques” procedentes del coloso oriental que, al parecer, tendrían como objetivo extraer información de sus ordenadores.
Aunque dicha progresión militar le ha permitido al gigante asiático incrementar su participación en misiones internacionales de paz y en la lucha contra la piratería naval, Washington también cree que así puede “proyectar su poder para asegurarse el acceso a recursos naturales o reforzar sus reclamaciones en disputas territoriales”.
A mediados de este mes, la Asamblea Nacional Popular, el máximo órgano legislativo del régimen chino, aprobó el presupuesto de Defensa de este año, que prevé una subida del 14,9 por ciento hasta llegar a los 480.700 millones de yuanes (55.852 millones de euros). Este incremento es inferior al de años anteriores y, además, está a años luz de los gastos militares del Pentágono, que rebasan los 515.400 millones de dólares (410.010 millones de euros) sin contar las partidas para las guerras de Afganistán e Irak y el programa de armas nucleares. Sin embargo, es contemplado con escepticismo por los analistas, que calculan que Pekín podría destinar a su Ejército, el mayor del mundo con 2,3 millones de soldados, dos o tres veces más de lo que realmente reconoce.
Esa supuesta falta de transparencia entraña, según el Pentágono, “riesgos para la estabilidad al crear incertidumbre y aumentar los posibles malentendidos”. En este sentido, un portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, ha pedido un “diálogo militar más sólido” y “más contactos con China”.
Acusación de espionaje Pero no parece que esto sea nada fácil porque Washington y Pekín acaban de retomar sus conversaciones militares después de que permanecieran suspendidas desde octubre a finales de febrero por la última venta de armas estadounidenses a Taiwán, cifrada en 6.500 millones de dólares (4.782 millones de euros).
Además, en las últimas semanas se han repetido varios incidentes entre barcos americanos y chinos cerca de la isla de Hainan, por lo que el régimen de Pekín ha acusado a Washington de espionaje y “actuaciones ilegales en una zona de exclusión económica” que la Casa Blanca considera aguas territoriales.
Por otra parte, el apoyo que el Congreso de EE.UU. acaba de dar a su compromiso con la seguridad de Taiwán también ha enervado a Pekín, que ya ha emitido una queja formal.
El informe del Pentágono también calcula que China ha vendido por todo el mundo unos 7.000 millones de dólares (5.149 millones de euros) en armas, con Pakistán y otros regímenes tan poco recomendables como Birmania y Sudán como sus principales clientes.
Unas acusaciones que el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Qin Gang, no ha dudado en calificar hoy de “flagrante deformación de la realidad”. “El informe del Pentágono sigue jugando con la falacia de la amenaza militar china y es una intromisión en nuestros asuntos internos”, criticó Qin Gang, quien instó a EE.UU. a “abandonar la mentalidad de la pasada Guerra Fría y dejar de hacer acusaciones sin fundamento para no dañar las relaciones entre ambos países”.
Estados Unidos y China vuelven a enfrentarse en la nueva “guerra fría” que ambas superpotencias parecen empeñadas en revivir a pesar de sus fluidas, pero también problemáticas, relaciones económicas. El último capítulo de esta pugna por la hegemonía mundial viene a cuenta del informe que acaba de difundir el Pentágono alertando sobre el ascenso militar de China.
Dicho estudio, que provoca cada año un roce diplomático entre Washington y Pekín, advierte de que “el ritmo y alcance de la transformación militar de China ha aumentado” durante los últimos años con la compra de armas extranjeras y un mayor gasto en nuevas tecnologías y en reformas de las Fuerzas Armadas. Entre ellas, destacan los misiles antisatélites que Pekín ya ha probado con éxito y la nueva base de submarinos que ha construido en la isla de Hainan, en el Mar del Sur de China.
Además, el Pentágono sospecha que el “dragón rojo” se está dotando de un arsenal de misiles de corto y medio alcance en su lado del Estrecho de Taiwán, la isla que permanece separada de China desde el final de la Guerra Civil (1945-49) pero cuya soberanía es reclamada por Pekín.
Aunque las relaciones entre ambos gobiernos han mejorado notablemente desde la subida al poder hace un año del presidente taiwanés Ma Ying-jeou, que aboga por un acercamiento al continente, el refuerzo militar en el sur de China también puede tener como objetivo resolver conflictos territoriales en islas disputadas con Filipinas, Brunei, Malasia, Indonesia y Vietnam.
Guerra en el ciberespacioPor ese motivo, el informe del Pentágono avisa de que “las Fuerzas Armadas chinas siguen desarrollando unas tecnologías militares en materia nuclear, espacial y en la guerra en el ciberespacio que están cambiando los equilibrios militares en la región y tienen implicaciones más allá de Asia-Pacífico”. Sin ir más lejos, distintos departamentos de la Administración estadounidense han sufrido recientemente “ciberataques” procedentes del coloso oriental que, al parecer, tendrían como objetivo extraer información de sus ordenadores.
Aunque dicha progresión militar le ha permitido al gigante asiático incrementar su participación en misiones internacionales de paz y en la lucha contra la piratería naval, Washington también cree que así puede “proyectar su poder para asegurarse el acceso a recursos naturales o reforzar sus reclamaciones en disputas territoriales”.
A mediados de este mes, la Asamblea Nacional Popular, el máximo órgano legislativo del régimen chino, aprobó el presupuesto de Defensa de este año, que prevé una subida del 14,9 por ciento hasta llegar a los 480.700 millones de yuanes (55.852 millones de euros). Este incremento es inferior al de años anteriores y, además, está a años luz de los gastos militares del Pentágono, que rebasan los 515.400 millones de dólares (410.010 millones de euros) sin contar las partidas para las guerras de Afganistán e Irak y el programa de armas nucleares. Sin embargo, es contemplado con escepticismo por los analistas, que calculan que Pekín podría destinar a su Ejército, el mayor del mundo con 2,3 millones de soldados, dos o tres veces más de lo que realmente reconoce.
Esa supuesta falta de transparencia entraña, según el Pentágono, “riesgos para la estabilidad al crear incertidumbre y aumentar los posibles malentendidos”. En este sentido, un portavoz del Pentágono, Geoff Morrell, ha pedido un “diálogo militar más sólido” y “más contactos con China”.
Acusación de espionaje Pero no parece que esto sea nada fácil porque Washington y Pekín acaban de retomar sus conversaciones militares después de que permanecieran suspendidas desde octubre a finales de febrero por la última venta de armas estadounidenses a Taiwán, cifrada en 6.500 millones de dólares (4.782 millones de euros).
Además, en las últimas semanas se han repetido varios incidentes entre barcos americanos y chinos cerca de la isla de Hainan, por lo que el régimen de Pekín ha acusado a Washington de espionaje y “actuaciones ilegales en una zona de exclusión económica” que la Casa Blanca considera aguas territoriales.
Por otra parte, el apoyo que el Congreso de EE.UU. acaba de dar a su compromiso con la seguridad de Taiwán también ha enervado a Pekín, que ya ha emitido una queja formal.
El informe del Pentágono también calcula que China ha vendido por todo el mundo unos 7.000 millones de dólares (5.149 millones de euros) en armas, con Pakistán y otros regímenes tan poco recomendables como Birmania y Sudán como sus principales clientes.
Unas acusaciones que el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Qin Gang, no ha dudado en calificar hoy de “flagrante deformación de la realidad”. “El informe del Pentágono sigue jugando con la falacia de la amenaza militar china y es una intromisión en nuestros asuntos internos”, criticó Qin Gang, quien instó a EE.UU. a “abandonar la mentalidad de la pasada Guerra Fría y dejar de hacer acusaciones sin fundamento para no dañar las relaciones entre ambos países”.