Mal'akh
Bovino adicto
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CIUDAD JUAREZ, Chih., 11 de febrero (apro).-
El presidente Felipe Calderón enfrentó la ira de los juarenses en su visita a esta ciudad: En una reunión con familiares de los 15 jóvenes asesinados en la colonia Villas de Salvárcar, una de las madres lo encaró y le exigió que se retractara y disculpara por haber declarado que la masacre fue producto de una enfrentamiento entre pandilleros.
“¡Disculpe señor presidente yo no le puedo dar la bienvenida porque no lo es. Aquí se han cometido asesinatos, quiero que se haga justicia, quiero que me regrese a mis niños. No puedo darle la mano porque no es bienvenido. Quiero que se retracte de lo que dijo cuando acusó a mis hijos de ser pandilleros, quiero que pida perdón!”, demandó María de la Luz Dávila, madre de dos de los 15 adolescentes masacrados el sábado 30 de enero.
La mujer, madre de Marcos y José Luis Piña Dávila, interrumpió el discurso del gobernador y se plantó frente a Calderón y le exigió que se retractara de las declaraciones hechas en Tokio, Japón.
Sin quitarle la vista de encima, agregó: “Le aseguro que si a usted le hubieran matado a un hijo ya hubiera agarrado a los asesinos. Aquí el gobernador y el alcalde siempre dicen lo mismo, prometen justicia pero no la tenemos; ¡yo quiero justicia!”
Con lágrimas en los ojos, prosiguió: “Póngase en mi lugar, a ver qué siento yo; yo quiero a mis hijos”.
Luego, volteó hacia el auditorio y reclamó: “Ustedes señores no dicen nada, pero le aplauden al Presidente, hagan algo”.
En ese momento desde la tribuna, a gritos, una asistente denunció que afuera del salón Cibeles, donde se llevaba a cabo la reunión, un grupo de jóvenes estudiantes estaba siendo reprimido y golpeado por militares y policías federales. Felipe Calderón ignoró la denuncia y ordenó siguiera la reunión, que se concluyera el programa preparado, como si nada estuviera ocurriendo.
Sin embargo, ante la insistencia de la gente, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont le murmuró algo, para inmediatamente abandonar el salón y enfrentar a los manifestantes quienes lo recibieron entre gritos de ¡asesino!, ¡asesino!. Ante los gritos, Gómez Mont dirigió sus manos hacia uno de los jóvenes y le reviró: "yo tengo las manos limpias".
Una mujer que se encontraba frente al funcionario le dijo: "lo único que queremos es que renuncie Calderón, el gobernador y el alcalde, porque no sirven para nada".
Acá la fuente.
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Acaso cree Calderon que con un par de disculpas se remedia todo; leer la nota donde la madre reclama justicia solo es otro claro ejemplo más de nuestro México con sed de justicia social.
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El presidente Felipe Calderón enfrentó la ira de los juarenses en su visita a esta ciudad: En una reunión con familiares de los 15 jóvenes asesinados en la colonia Villas de Salvárcar, una de las madres lo encaró y le exigió que se retractara y disculpara por haber declarado que la masacre fue producto de una enfrentamiento entre pandilleros.
“¡Disculpe señor presidente yo no le puedo dar la bienvenida porque no lo es. Aquí se han cometido asesinatos, quiero que se haga justicia, quiero que me regrese a mis niños. No puedo darle la mano porque no es bienvenido. Quiero que se retracte de lo que dijo cuando acusó a mis hijos de ser pandilleros, quiero que pida perdón!”, demandó María de la Luz Dávila, madre de dos de los 15 adolescentes masacrados el sábado 30 de enero.
La mujer, madre de Marcos y José Luis Piña Dávila, interrumpió el discurso del gobernador y se plantó frente a Calderón y le exigió que se retractara de las declaraciones hechas en Tokio, Japón.
Sin quitarle la vista de encima, agregó: “Le aseguro que si a usted le hubieran matado a un hijo ya hubiera agarrado a los asesinos. Aquí el gobernador y el alcalde siempre dicen lo mismo, prometen justicia pero no la tenemos; ¡yo quiero justicia!”
Con lágrimas en los ojos, prosiguió: “Póngase en mi lugar, a ver qué siento yo; yo quiero a mis hijos”.
Luego, volteó hacia el auditorio y reclamó: “Ustedes señores no dicen nada, pero le aplauden al Presidente, hagan algo”.
En ese momento desde la tribuna, a gritos, una asistente denunció que afuera del salón Cibeles, donde se llevaba a cabo la reunión, un grupo de jóvenes estudiantes estaba siendo reprimido y golpeado por militares y policías federales. Felipe Calderón ignoró la denuncia y ordenó siguiera la reunión, que se concluyera el programa preparado, como si nada estuviera ocurriendo.
Sin embargo, ante la insistencia de la gente, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont le murmuró algo, para inmediatamente abandonar el salón y enfrentar a los manifestantes quienes lo recibieron entre gritos de ¡asesino!, ¡asesino!. Ante los gritos, Gómez Mont dirigió sus manos hacia uno de los jóvenes y le reviró: "yo tengo las manos limpias".
Una mujer que se encontraba frente al funcionario le dijo: "lo único que queremos es que renuncie Calderón, el gobernador y el alcalde, porque no sirven para nada".
Acá la fuente.
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Acaso cree Calderon que con un par de disculpas se remedia todo; leer la nota donde la madre reclama justicia solo es otro claro ejemplo más de nuestro México con sed de justicia social.