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En el Reino de los Fuegos parte 5 de 5

SexPanzon

Bovino maduro
Desde
30 Abr 2010
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Llegué a mi cuarto eufórico, por fin había hecho el amor, me sentía en las nubes, y ahora era una adicción, ya quería que amaneciera para ver que tenía por enseñarme Martha, estaba aún excitado, pero no me masturbé como otras veces, quería guardar toda esa energía para el día siguiente.


Al despertar, me di prisa en bañarme para salir corriendo como cada mañana, y cuando iba a abrir la puerta, mi mamá me detiene con un:


-Ven acá, quiero platicar contigo.


-Pero mamá…


-Ningún pero, no me gusta que vayas con la vecina y pases tanto tiempo allí.


Mi corazón latió rápidamente y mi cerebro comenzó a pensar mil cosas: ¿ya alguien se habrá dado cuenta? ¿le vendrían con el chisme? ¿sospechará?, ¿qué le voy a decir?


-Pero, a Martha, digo a la señora Martha, necesita que le haga mandados y le ayude con las cosas de su casa, y me gano unos pesos, y… -Hablaba tan rápido queriendo evitar que no me dejara ir.


-Nada, nada, no me gusta que ya hasta desayunes y comas ahí, ¿qué va a pensar la señora, que aquí no tenemos ni para comer, y que mi hijo es un gorrón, ya tu papá me dijo que si no desayunas en casa no vas, estoy de acuerdo con que trabajes y aprendas a ganarte unos pesos, pero no que seas un abusivo.


Respiré aliviado, “¿asi que era eso?” pensé ya más tranquilo.


-Mamá, la señora es muy amable, y… y… su esposo también, les gusta platicar conmigo y me enseña cosas.


-¿qué cosas?


-eh.. eh - creo que hablé de más - pues cosas como… Jardinería, si, jardinería y a reparar cosas en su casa…


-Si aquí no eres ni para tender tu cama. Y por cierto, antes de irte, tienes que tender tu cama, desayunar, lavar los trastes que uses y luego ya veremos si no tengo nada en que me tengas que ayudar, así que esas van a ser las condiciones si quieres ir, si ella te pide que a cierta hora llegues, pues te levantas más temprano y haces todo eso antes de salir.


Fue tajante, y conociéndola, no saldría si no cumplía sus exigencias. De mala gana subí a mi cuarto a tender la cama, mientras ella me preparaba el desayuno, lo hice a una velocidad increíble y casi me atraganté con el desayuno, me lavé los dientes y pregunté:


-¿Ya puedo salir?


-Si, pero te quiero a la hora de la comida.


Refunfuñé y a regañadientes le dije -está bien.


Corrí a la puerta de entrada al cielo y Martha me abrió con una gran sonrisa:


-Hola, ¿dormiste bien?


-Si, pero no es que me haya quedado dormido… - Le platiqué lo ocurrido en mi casa.


Pensativa, le cambió el rostro, y dijo


-Voy a hablar con tu mamá


-Noooo, no, ¿cómo crees? ¿por qué harías eso? ¿qué le vas a decir?, no, no, por favor no.


-No te asustes, tiene razón, estoy empleando a su hijo y no le he pedido permiso para eso, lo mejor es formalizar para que no tengas problemas, ven vamos.


Me temblaban las piernas de saber que estarían juntas hablando sobre mi, como si le fuera a contar nuestras aventuras sexuales.


Cuando llegamos a casa, mi mamá le invitó a pasar y le ofreció algo de desayunar, Martha aceptó y mi mamá me dijo que me fuera a jugar a la calle. Estuve en la calle solo caminando en círculos, pensando mil tonterías que podrían pasar en esa plática y no sabía qué hacer. Al final salieron muy sonrientes, como grandes amigas y me dijo mi mamá, anda ve con Martha la vas a acompañar a hacer unas compras y ya acordamos que a las 2 estas de regreso en casa.


-¿Qué? ¿y mis lecciones? -pensé y en realidad solo asentí con la un imperceptible movimiento de cabeza.


Cuando íbamos de regreso a su casa la cuestioné sobre qué habían hablado, qué cuál era el trato, etc.


Entramos a su casa, sin contestar uno solo de mis cuestionamientos fue a lavarse los dientes, salió como si nada y me dijo:


-Ven acompáñame a hacer unas compras.


Decepcionado la seguí en silencio. Tomamos un taxi y fuimos a un centro comercial donde había una pequeña plaza, en el camino fue muy seria haciendo una lista, al llegar, pagó el taxi y me dio la lista, dinero y me dijo


-Cómprame por favor todo esto, y te veo aquí afuera cuando termines, yo voy a hacer otras compras, date prisa tenemos el tiempo medido.


Yo no sabía qué estaba pasando, pero me apuré y al salir estaba ahí, hermosa, sentada en una banca y con dos pequeñas bolsas. Hasta entonces noté que, en realidad, tenía un gran porte y personalidad de una dama de gran ciudad, educada, fina; en realidad a esa edad no notas tanto esas cosas, pero no encajaba en la colonia, se notaba de más clase.Habíamos platicado poco al respecto, pero sí llegó a comentarme que venía de una familia bien acomodada en Monterrey, pero se escapó con su marido, y aunque él ganaba bien, seguía esperando la gran oportunidad, rentaron la casa, temporalmente, ya que esperaba le dieran pronto un ascenso y poder mudarse a la capital del país en donde esperaban comprar un departamento en una zona exclusiva, por lo que estaban ahorrando todo lo que podían. Cuando me contó todo esto aún no comenzabamos con nuestras “clases”, pero al pensar en ello me entristecí un poco.


-Apurate - Me gritó, y me sacó de mis cavilaciones.-Ven, vamos rápido a casa


Tomamos otro taxi de regreso y antes del mediodía ya estábamos bajando las cosas del auto. Entramos a la casa, tomó las bolsas donde traía las compras que ella hizo, y me pidió que acomodara las cosas en la alacena, y se fue a su cuarto.


Terminé y escuche la regadera, esperé un poco y me habló, ni tardo ni perezoso fui, la encontré envuelta en la toalla, pero el pelo seco, y recogido, me pidió que me diera también un duchazo, obedecí.


Al finalizar, me sequé, me vestí y cuando salí estaba ella en un coordinado rojo, bra, panty y una batita transparente.


-También compré algo para ti.-Me dijo y con eso me di cuenta que lo había ido a comprar mientras yo hacía el súper, me acercó una de las bolsas que traía y vi que era un paquete de condones y un tubo de lubricante.


-Gracias- fue lo único que atiné a decir, pero me quedé embelesado con su belleza, no paraba de sorprenderme.


-¿Solo vas a estar ahí, viendome?, tenemos el tiempo medido. Y la lección de hoy va a ser dura para ti, pero sé que lo vas a disfrutar. El reto de hoy, es puedes hacer conmigo lo que quieras, pero tus manos no deben tocar mis partes más sexuales, no puedes tocar mis pechos, ni pezones, no puedes tocar nada de mi pubis, ni mis nalgas, el resto está permitido. Con esto aprenderás a conocer otras zonas erógenas que tenemos las mujeres…


-¿Erógenas? -pregunté


-Si, quiero decir otras partes del cuerpo que con el tacto también producen placer, así sabrás más del cuerpo de la mujer y que, a diferencia de los hombres, el placer no se centra solo en las partes obvias. Y no olvides que el cerebro es la parte más importante, y no recibí ningún comentario sobre esto que compré para ti.


-Modeló su atuendo.


-Perdón… me quedé congelado ante tanta belleza…


-Bien, pero deja de pedir perdón por todo.


-Me encanta como te luce, pareces modelo, una estatua griega, tus labios rojos combinan perfecto con todo eso -Ni siquiera sabía cómo describirlo.


-Tierno y bello, ven, el tiempo es oro.


Me atrajo hacia sí y me dio tremendo beso, y respondí lo mejor que hasta ese momento sabía, aunque creo que cada vez lo hacía mejor. estaba a punto de agarrarle sus níveas nalgas, cuando tomó mis manos y las subió a su espalda.


-Eso no, niño malo - Me reprendió en juego.


Pude sentir la suavidad y rigidez de su espalda, una combinación que me parecía sublime, seguimos besándonos, por largo tiempo y yo acariciando la espalda, y bajo una de mis manos a su pierna, la levantó y con ella atrajo hacia si mi cuerpo, abrazándome con ella mientras yo recorría su muslo a placer.


Ella comenzó a pasar su lengua por mi oreja, y un escalofrío me recorrió la espalda, me quitó la camisa, comenzó a besarme el pecho, y yo acariciaba su larga cabellera, bajó hasta mi delgado vientre y subió lamiendo por el centro todo mi dorso, hasta culminar metiendo su lengua en mi boca, en ese punto alcancé mi máxima erección y desabotoné mi pantalón que cayó al instante y saqué rápidamente ambos pies.


Seguí besándola mientras mis manos acariciaban los laterales de sus brazos, hasta sus hombros para luego bajar por la parte interna de estos dibujando su figura hasta la cadera, sin llegar a los lugares prohibidos.


Ella también me acariciaba la espalda, guiaba mi nuca mientras la besaba, me despeinaba, y me repegaba a su cuerpo.


Le quité la bata transparente mientras acariciaba su piel al hacerlo, quedó únicamente en su bello juego de encaje rojo diminuto y sexy. Imité los movimientos que poco antes había hecho conmigo, bese entre sus pechos, bajando poco a poco por todo su dorso hasta llegar a la frontera prohibida, luego con mi lengua recorrí el camino de regreso, pasando mi lengua por todo alrededor de sus pechos sin llegar a la parte central, seguí mi camino por su cuello y rodeé cada una de sus orejas, de la misma forma, pasando por besos poco a poco por su suave rostro hasta llegar a sus labios, lamerlos, y luego besarlos, mordisquearlos y saborear su aliento ya un poco agitado.
 
Me respondió animosamente y seguimos entrelazados, mi pene ya brincaba bajo mis truzas, y como pude me deshice de esa incómoda prenda, me estorbaba toda tela entre nosotros. Ante la imposibilidad de usar mis manos en ciertas partes de su cuerpo quería que el resto de mi piel no tuviera limitante alguna.


La volteé para acariciar con mi ansioso y duro miembro sus nalgas limpiando su lubricante entre ellas y su casi transparente prenda. Tomándola por la cintura la incliné un poco y comencé a besar su cuello, bajando por toda la espalda mientras mis manos bajaban a sus caderas y movían su cuerpo de tal forma que me acariciaba mi parte más caliente. mis dedos se metían entre la tela para alcanzar lo más cerca de las zonas prohibidas, sin faltar a lo acordado, asi siguiendo el camino de atrás a adelante mis manos se deslizaron por la púrpura tela, hasta llegar a la parte interna de sus piernas y abriendolas un poco acaricie esa parte tan rica de las piernas y sintiendo ya el vapor de su humedad en mis manos que emanaba de su vagina.


Ella se dejó caer boca abajo en la cama y yo comencé a besar sus piernas, lamerlas, mordisquearlas, fui de una a otra de arriba a abajo; no dejé parte sin recorrer y hasta las nalgas llegué. No hubo recriminación ya que el trato era con las manos, mi lengua probó el sabor de la tela combinado con sus jugos, y fue delicioso, ella se estremeció cuando mi órgano del gusto recorrió desde atrás y aún sobre la ropa sus zonas prohibidas. Se giró, me tomó de la cabeza y me hizo hundirla entre sus piernas, bese entre sus muslos, los mordí suavemente, descubrí que me encantaba esa zona, y por lo visto a ella también, bajé hasta la rodilla por una pierna para volver por la otra y llegar hasta su panti y con mi labios pellizcar su monte de venus que seguía perfectamente depilado.y asi fui mordisqueando con mis labios todo el monte, bajando por las grutas del placer hasta la zona de su clitoris, y con los dientes hice a un lado la prenda, mientras con mis manos separaba un poco más sus piernas, tuve en mi boca por fin las mieles de su placer, me relami los bigotes y me tiré un clavado a lamer, chupar y lenguetear la totalidad de su sexo, mi lengua rodeo su timbre escondido, sintiendo la suavidad del mismo, mientras ella gemía y se retorcia de gusto. No soltaba mi nuca y se sentía en la presión que le estaba encantando.


Mi lengua no paraba y fue a buscar grutas más profundas e intentó llegar lo más lejos posible escarbando y probando nuevos sabores, girando de maneras que no sabía que podía hacer, el jugueteo se prolongó por un rato más, hasta que sentí que ella no aguantó y comenzó a temblar incontrolablemente, yo aceleré las lamidas, y bajé hasta lamer su culito y dejarlo totalmente mojado, comencé a sentir como chorreaba un viscoso líquido transparente que no era mi saliva de su entrepierna y escurría por la parte interna de sus piernas, y también lo lamí dejándolas limpias y ensalivadas; no paraba su orgasmo, siguió temblando cada vez más fuerte, yo tampoco cedí, continúe dando todo lo que tenía por dar, ella al parecer se relajó y me atrajo hacia su cara para darme un beso largo y apasionado.


-Mi niño, que rico lo chupas, hoy te vas a llevar un súper premio. -Me cargó y tiró en la cama boca arriba.


Se quitó su panty y cual experta jinete, fue y se sentó encima de mi verga y de un tirón se la encajó y comenzó a moverse rítmicamente, ni de los condones se acordó, sentí delicioso, estaba muy caliente ahi dentro y muy húmedo, no hubo absolutamente nada que impidiera la entrada entraba como fierro lubricado en la máquina perfecta y como pistón se mecía entrando y saliendo, había sido todo tan excitante y eran tan riquísimo verla encima de mi, moviéndose con los ojos cerrados disfrutando el momento, que comencé a sentir que no aguantaría mucho, una de mis manos fue hacia la base de mi pene, ella comprendió lo que podía pasar e inmediatamente se salió, pero no paró, fue por la bolsa con condones que había quedado tirada por la base de la cama y desesperadamente abrió el paquete extrajo uno y lo sacó de su bolsa, yo mientras tanto había aguantado la expulsión de esperma; ella me lo puso, ya ni recordó que me tenía que enseñar, y volvió a subirse pero esta vez sí sentí un poco de resistencia a la entrada y la sensación en definitiva no fue la misma, pero no por eso menos delicioso, volvió a la gozadera y aceleró los movimientos, se quitó el bra y me acercó sus tetas a la cara para que se las chupara, la tome de la espalda y me la repegué aún más, me di vuelo mamandoselas mientras ella seguía sus movimientos de adelante a atrás encajandose mi falo.


Ahora mi lengua ya no era tan torpe, daba vueltas sobre sus pezones y luego chupeteaba sin dejar marcas. los recorrí centimetro a centimetro.


Repentinamente se bajó y tomó el lubricante, lo destapó, con sus manos comenzó a untar en todo el miembro y tomo más para ponerse en su rico ano, se empinó y me dijo aqui esta tu premio, me bajé de la cama y ella con los pies en el suelo y su cuerpo sobre el colchón, ofrecía a mi vista un tesoro que no imaginaba podía tener.


-Me dijo, primero ponte un poco de lubricante en un dedo, el índice, y metelo suavemente, unta todo el interior, luego que ya entre completo ponle más lubricante e intenta meter dos dedos, ya que lo consigas ve poco a poco moviéndose, cuando veas que ya se distendió vas a poner más lubricante e intentar meter tu deliciosa verga en él.


Así lo hice y jugueteé un poco con mi dedo alrededor, al meterlo sentí cálido y apretado, ella gimió, metí y saque varias veces el dedo, le di vueltas, acaricié por dentro, luego el segundo, lo mismo, pusé poco más de lubricante y me unte también en el condon, y puse la punta, poco a poco lo fui metiendo, ella pujó, sentí que me apretó con los músculos del recto, sentí delicioso, ella se tragó un grito, continúe el movimiento, poco a poco, suave hasta conseguir tenerlo todo dentro, ella volvió a apretar, era la gloria, estaba en el reino de los fuegos, ya no escaparía de este vicio.


Seguí tomándola de su cintura y dejándome ir con todo, ella ya no aguantó y gritó, paré.


-No pares sigue así, hazlo así, más duro mi niño, cogeme duro.


-Tu culo es apretado y delicioso, me excita demasiado.


-Te lo ganaste, disfrútalo. No pares de cogerme, no pares de darme por el culo.


Mi verga estaba dura y con ganas de más, el condón apretaba la base y al limitar el roce en mi glande, me permitía seguir por mucho más. Sentía el golpe de mis testículos y que llegaban hasta pegar su vulva, ella se comenzó a acariciar y a veces agarraba mis huevos y los acariciaba, era delicioso, en el espejo veía de forma lateral toda la escena y cruzamos miradas, ella me miraba con aprobación y verla empinada penetrada por mi, su tetas hermosas bamboleándose al ritmo de nuestros movimientos, era una escena de cine porno, donde ¡yo era el actor!


Saqué mi verga y la volví a meter de golpe, ella pujó y emitió un sonido sexy de aprobación, lo repetí un par de veces y ella se veía que lo disfrutaba. Luego se salió, y se tendió boca arriba en la cama, levantó las piernas y las tomó con sus brazos por detrás de las rodillas, ofreciendome desde otra vista, su hermoso cuerpo, lo tomé con gusto, pero antes la acomodé tomándola de las piernas y enfilando decididamente, la metí y saque poco a poco y fui subiendo la velocidad, vi como sus tetas dibujaban un círculo imaginario, su cara gozando sus gestos de placer, me excitaban, me ponían loco, sus gemidos y sonidos de placer eran una lluvia de sensaciones para mis sentidos, la mezcla de sabores en mi boca, el sentir de su piel en mis manos, llenaban toda sensación placentera que una persona puede conseguir al mismo tiempo.


Agarré las piernas y ella aventó sus brazos hacia atrás, solo disfrutando, dejándome a mí todo el trabajo, las abrí como compás, y seguí metiendo y sacando mi duro instrumento.
 
Luego con sus manos detuvo mi proceder empujándome del vientre, y me quitó de un golpe el condón, lo metió en su vagina y volví a incrementar mi excitación, al volver a sentir piel con piel, luego de un rato de estarlo haciendo de esa forma, me llevó a un taburete cuadrado y acolchonado, me sentó y se subió frente a mi y se encajó de un sentón la verga y comenzó a moverme mientras aprovechaba para besar sus senos, ella estaba concentrado en lo suyo, hacía de mí su juguete sexual, y me encantaba, el tenerla así tan cerca el choque de pieles, podía oler su aroma natural de ella, con su sudor, mi saliva y hormonas haciendo un perfume sexual que nos extasiaba.


Luego se volteó jugueteo con sus nalgas mi verga hasta que se la volvió a meter con un poco de dificultad, yo la jalaba de la cintura para evitar que se me fuera a salir, y le daba ritmo a sus movimientos. Besaba su espalda, acariciaba todo la piel suave de su vientre. Duramos un rato asi, luego se salió, me puso de pie y se hincó frente a mi, se metió la verga a su boca y comenzó a lamerla como desesperada, metiendola y sacandola de su boca lo hacía entre doloroso y satisfactorio, lo metió hasta su garganta y ahí lo dejo y movió en medio círculo su rostro y la sensación era extrema, al sacarlo, la mezcla de saliva y líquidos de mi pene hicieron una deliciosa espuma que salió de su boca y en un hilo se escurrió por su cuello, me excitó verla sucia, ella siempre perfecta y aseada, ahora llena de baba, semen, lubricante y con un rictus de placer en su rostro, me hizo no aguantar más, ella sintió mis espasmos, se salió y me dijo.


-Metemelo duro, vente en mi boca



No me lo repitió me moví como si se lo estuviera metiendo en la vagina, hasta el fondo, rápido, violento, cuando supe que ya no aguantaba más, lo dejé dentro ella me tomó de las nalgas aprisionando contra sí mi verga en su boca y yo aventé toda mi carga contenida dentro de ella, tuvo una arcada me salí y escupió todo el contenido, que le escurrió hasta sus tetas, yo aún tenía más y salió un segundo disparo a su cara pegándole en la frente y ojos, un poco más en la nariz, estaba en una escena de placer sucia y deliciosa, pequeños espasmos recorrieron mi cuerpo y ella lamió mi pene hasta dejarlo limpio, tragó los últimos espermas que sacó de mi, se puso en pie y me besó, pude saborear mi sabor desde su boca, no hubo asco, hubo una conexión sexual. Ahora sí podría contar que hice el amor.


Martha me pidió que me vistiera y me fuera porque ya nos habíamos pasado de la hora acordada con mi mamá.


Seguimos haciéndolo casi a diario, con excepción de los días que estaba su marido, lo que me provocaba entre celos y miedo a que fuera a descubrirnos. llegó el momento de entrar a la escuela, y la rutina cambió levemente, ahora por la mañana iba a la escuela y ansioso esperaba la hora de salida, para salir corriendo a su casa, nos dábamos unos cuantos besos, me mandaba a mi casa a comer y hacer tarea y sólo si la terminaba podía ir con ella y lo hacíamos de mil formas, amarrados, cubiertos de los ojos, con juguetes... Yo aprendí mucho y creo que ella hizo realidad también todas las fantasías que tal vez con su marido no se animaba a hacer.


Fueron meses en los que me sentí en el reino de los fuegos, siempre ardiendo, siempre excitado, pero, todo lo bueno acaba, y llegó el momento que nunca pensé llegaría, a su marido le dieron el ascenso que esperaba, se mudaron de ciudad y me tocó ayudarlos a cargar el camión, ya por irse me dijo que me iba a extrañar mientras me pellizcaba la mejilla. No dije nada.


No pude más,corrí llorando a mi casa.


Como un niño.


Otra vez.

(Basado en una canción del mismo nombre de Miguel Rios)
 
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