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En el Reino de los Fuegos parte 4 de 5

SexPanzon

Bovino maduro
Desde
30 Abr 2010
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137
A la mañana siguiente ya estaba relativamente normal, solo que por la fricción estaba raspado y me ardía al tocarlo, eso me frustró ya que hoy quería ir a pagar la deuda que me faltaba y esperaba que al día siguiente por fin conseguiría hacer el amor.


Esta vez fui a su casa y ella notó inmediatamente mi estado y me preguntó qué pasaba, con algo de pena le expliqué. Su reacción fue más como de una madre amorosa, que de una amante, pero me tranquilizó:


-Perdóname, nunca pensé en que eso te podía pasar, pero no te preocupes con cuidados y unos días volverá a la normalidad, así que por lo pronto nos vamos a portar bien.


Me decepcioné y entristecí, no sabía cuantos días podría durar así, y corría el riesgo de que regresara su marido.


La semana transcurrió sin novedad más que pasarla bien con Martha y ayudar en labores de jardinería, mandados, y pláticas de mil cosas nos llevábamos muy bien, y eso ayudó a fortalecer mi confianza ante ella. Procuramos no pasar tanto tiempo para no levantar sospechas así que también la pasaba con mis cuates.


Un día por la mañana me levanté y al ir al baño vi que ya estaba al cien por ciento, me bañé me vestí y salí corriendo a su casa, llegué a la puerta pero no sabía qué decirle, ni cómo abordar el tema, a pesar de la confianza que ya nos teníamos, ya no volvimos a tocar temas sexuales ni acercamientos de ese tipo.


Al abrir la puerta me recibió cálidamente, me invitó a pasar y me dijo


-En tres días llega mi marido, ¿estás listo para pagarme lo que me debes?


Wow esta mujer me leía el pensamiento. Asentí.


-Que bueno porque hoy tu desayuno será... diferente. ¿Cómo fue la segunda vez que te hice gozar?


-eeeem ¿o… oral?


-¿Quieres probar pagarme de esa forma? -Antes de contestarle recordé la primer película porno que vi, cuando vi las escenas orales me dio nausea y no me pareció para nada atractivo, sin embargo los días anteriores que había tenido su cuerpo desnudo frente a mi me habían dado ganas de probarlo, era mi instinto el que me pedía hacerlo.


-Si, si quiero. -Casi contesté como cuando a un niño le ofrecen un dulce.


Ella sonrió -Preparé todo, así que creo que lo disfrutaremos, pero esta vez no quiero volver a lastimarte y como aquella vez yo estuve desnuda tu también lo estarás y así evitamos el riesgo y estaremos en igualdad de condiciones.


Y efectivamente tenía todo listo, pero de una manera inesperada, fuimos al comedor, no reconocí como habitual las cosas que estaban sobre la mesa, pero no pensé que era parte del procedimiento.


Se acercó sensualmente a mi y hasta ese momento percibí su aroma, regularmente olía muy bien, pero como que era una combinación de su jabón y ella en sí, esta vez tenía un aroma diferente, olía a un perfume suave, delicado, fresco, vestía un vestido vaporoso de hombros a tobillos, y zapatos de piso sencillos, se veía fresca y relajada. La abracé en cuanto la tuve a mi alcance, y su aroma impregnó mis sentidos, era como brujería, tan pronto estaba a esa corta distancia de ella y mi pinga brincaba para querer penetrarla.


Ella sintió ese respingo y me repegó su cuerpo, al comenzar a acariciarla sobre la ropa, que era nada, era tan delgada la tela que podía sentir casi su piel, noté que solo el vestido la cubría, encima era lo único que traía. Me comenzó a desvestir primero la playera, luego el cinturón, hasta que quedé totalmente desnudo, acarició muy suavemente mi miembro y lo vio por unos segundos, como validando que estuviera sano, fue todo, me besó y se olvidó de él, yo solo quería poseerla, le comencé a decir cuanto me atraía, su aroma que volvía loco mis sentidos (para esto había buscado mucha literatura romántica entre los libros de mis hermanas) y aprendí algunas frases de ellos. Seguí endulzando su oído mientras acariciaba todo su cuerpo, a veces metía las manos bajo el vestido y tocaba sus piernas, nalgas, brazos, cintura, pechos, era un placer recorrer su cuerpo.


Me sentó en la silla del comedor y ella se sentó sobre la mesa, abrió las piernas y pude ver lo que la vida me presentaba, no me quise ir de lleno al banquete, por lo que comencé quitándole sus zapatos, besando sus pies, chupando sus dedos (nunca creí que eso me excitaría), subí besando y acariciando sus piernas, llegué a sus muslos y que delicia, me estacioné en ese sensual punto besando y chupando esa deliciosa zona de su cuerpo, intercalando entre una y otra pierna, mis manos aprisionaron por la zona exterior y ella se comenzaba a mover excitada, bajo su falda pude ver que esta vez había depilado totalmente su puchita y se veía muy antojable, comencé lamiendo todo alrededor, mientras notaba que su cuerpo lo aceptaba, con un poco de miedo por no saber si el sabor que ahí encontraría fuera de mi agrado, besé por un buen rato entre su monte de venus y sus zonas aledañas, pero en eso ella me alejó y se puso de pie, se sacó por arriba el vestido quedando totalmente desnuda, y tomó un frasco de miel de la mesa. Con un dedo tomó una poca y la puso en uno de sus pezones, chupo su dedo y me dio un beso, luego puso un poco más en el otro, jalo mi cara hacia ellos para que los lamiera, lo hice con mucho gusto, me encantaba pasar tiempo ahí, quité toda la miel, y seguí lamiendo todo el frente de su cuerpo, luego tomó un spray de crema batida y se puso apenas una poca en cada nalga, se los quité hambriento, se puso en su boca y así me iba marcando donde quería que la lamiera, me parecía una locura y muy excitante todo lo que hacia, aventó el spray y tomó un tarro con chocolate en polvo, pero antes de hacer algo con él, se comenzó a tocar masturbándose animosamente hasta que exprimió un poco de jugo de su concha, sobre esos dedos puso un poco del polvo y lo extendió por sus muslos, dibujando un camino hacia su vagina rodeándola, no pude más que seguir el camino marcado disfrutando a cada momento, tenía que quitar toda huella de dulce de su piel era la consigna que sin decírmelo pedía, lo hice, al quitar los últimos resquicios, tomo mi nuca y la hundió en su entrepierna, obligándome a mamar su concha, probar ese sabor mezclado con todo lo que había previamente lamido ya ni me pasó por la mente las nauseas de mi primer contacto con el sexo oral, lo disfruté y como si fuera un dulce que hay que acabarse a lamidas, experimenté lengüeteando su clítoris, metiendo mis dedos mientras lo lamia, en circulos, de arriba a abajo, de un lado a otro, metí mi lengua por cada rincón que se me presentó terminamos en el sillón con su cuerpo en los asientos y sus nalgas en un descansa brazos mientras yo hincado seguía lamiendo, chupando, mordiendo, en ocasiones luego se volteó y pude ver su trasero, ese hermoso lunar en un lugar que pocos conocíamos, no pude más que lamerlo también, todo lo que encontraba a mi paso era comestible, ella pujaba, gemía temblaba y eso me ponía a hervir, metí dos dedos en su vagina mientras le hacía un beso negro, ella se retorcía de placer, a mi edad parecía un viejo lobo de mar en esos menesteres, pero me había ido llevando a tal nivel que parecía que ya lo había visto todo, ella estaba ahí desnuda empinada ante mi y yo tenía la verga inyectada de sangre, su chocho chorreaba lubricado, y su pequeña entrada casi en mi cara, decidí jugarme el todo por el todo, ella se veía a punto del orgasmo y yo seguía mamando, comencé a chuparme un dedo mientras con la otra mano le acariciaba dentro de su vagina, con el dedo húmedo comencé a masajear la entrada prohibida, y metí mi dedo, poco a poco, ella no rechazó incluso empujó más su trasero, lo que me hizo pensar que iba por buen camino, estaba perdida de excitación. seguí por un rato y luego metí de la misma mano un dedo en cada orificio, ¡se podía!, con la otra mano ensalive mi glande, poco a poco y viendo el movimiento de sus caderas, me animé sacando mis dedos y enfilando mi verga, la puse en la entrada de su vagina y empujé, ella gimió pero ya no pudo hacer nada, así que comencé a moverme lentamente y ella también, la tomé de su cintura y entre empujar y jalar comencé a subir la velocidad, ella gimió fuerte y comencé a sentir como un orgasmo la envolvía, así que subí el ritmo, ella comenzó a temblar y a gritar de placer, yo sentía que no podía más, me salí para evitar venirme dentro, fue épico lancé mi leche caliente hasta su nuca, llené su espalda, caderas y nalgas de esperma ella relajó su cuerpo y se dejó caer con todo su peso en el sillón, yo seguía jalándomela porque a pesar de haberme venido seguía excitado y podía con otro round sin problema.


Ella se incorporó y me miró fingiendo enojo.


-Perdóname, no aguanté más.


-No respetaste el trato - me dijo aunque no se veía enojada.


-Es que…


-Shh, no tienes que pedir perdón cada que terminas, ¿sabes que me di perfecta cuenta de lo que ibas a hacer? pero me tenías tan excitada que no lo quise evitar, y aunque no me hubiera dado cuenta, al sentir que ibas a entrar pude quitarme, pero ya también lo deseaba, aunque me hubiera gustado que esperaras más para estrenarte como debe ser, y enseñarte algunos truquitos más.


Respiré aliviado, pensé que si se iba a enojar, aunque todo valdría la pena.


-Sin embargo lo que hiciste si fue muy riesgoso, pudiste venirte dentro y ahí estaríamos en problemas. - Eso sí lo dijo seria.


-No lo pensé. - dije casi en un susurro.


-Afortunadamente tomo pastillas, aún no pensamos en tener hijos, pero aún así la próxima vez lo haremos con condón, no solo porque no quiero arriesgarme, sino porque aún debes trabajar en algunas cosas, que es mejor tengas protección.


-Esta bien. -Me alegré porque claramente indicaba que habría más.


-Ahora ve a asearte, yo lo hago después. Sigue la merienda, te la ganaste, ya que pagaste tu deuda, y mañana te voy a dar un premio por lo bien que lo has hecho.




...continuará en la parte final (5 de 5)
 
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