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En el Reino de los fuegos parte 3 de 5

SexPanzon

Bovino maduro
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30 Abr 2010
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En mi casa ya estaban preocupados, casi no comía, me la pasaba encerrado y ya no iba a jugar fut con los cuates de la colonia, decía mi madre que estaba muy pálido, yo le ponía cualquier pretexto, ella me decía que por que no comía que a mi edad el apetito suele ser voraz, yo simplemente le decía que con la señora Martha me daba bien de comer (y mira que si) y que llegaba cansado de trabajar en su casa y hacer mandados, por eso solo quería dormir. Me dejó en paz al menos por el momento


Al día siguiente en punto de las 8:00 A.M. salí corriendo hacia la puerta de la vecina. Toqué ansiosamente y sorpresa: me abrió su marido.


La decepción debió verse en mi rostro, pero intenté fingir indiferencia.


-Ho.. hola señor, ¿co.. cómo está? ¿les puedo ayudar en algo?


-Buenos días, déjame ver que plan tiene mi mujer para ti el día de hoy.


Esperé aunque en mi mente quería huir despavoridamente de ahí.


-Hola, hoy solamente necesito que me hagas un favor, tengo antojo de plátano, podrías traerme uno… quiero decir, un kilo, pero que no esté tan maduro, para que me dure más tiempo - me cerró el ojo en complicidad.


-Si, claro, le dije muy decepcionado.


Me invitó a pasar mientras iba por el dinero y cuando pasé su marido estaba en otra habitación por lo que no podría escucharnos, me dio el dinero y me dijo que tuviera paciencia en quince días continúo con tu enseñanza, pero que no dejara de venir diario para no levantar sospechas. Hice el mandado y regresé muy triste a mi casa, esos quince días serían los más largo de mi corta existencia. Desfogué mi energía jugando todo el día fútbol con los cuates solo parando cuando ocasionalmente me hablaban “mis patrones” para hacerles algún mandado o de mi casa a comer o igual para hacer algún favor.



Todos los días puntualmente iba a tocar la anhelada puerta con la intención de que ya no estuviera el marido de Martha, hasta que por fin un día tuve la suerte de que ya se hubiera ido la noche anterior a la plataforma.


Tan pronto me permitió el pase a su casa y cerró la puerta tras de mí, me dijo


-Ahora sí, ¿en qué nos quedamos?


Mi corazón latió aceleradamente y mi sonrisa lo dijo todo


-Espero que hayas practicado la respiración y, si te tocaste, hayas intentado controlar la eyaculación por más tiempo.


-Si, así lo he estado practicando - no mentía, pensaba tanto en ella que no quería volver a terminar antes de conseguir meterme entre sus piernas y la masturbación era mi entrenamiento, y entrenaba mucho.


-La lección de hoy va a ser muy diferente. Ahora te tocará a ti darme placer, es importante que sepas cómo satisfacer a una mujer porque de nada sirve que dures mucho tiempo sin venirte si ella no lo está disfrutando, una parte esencial al tener relaciones es el juego previo, hasta ahorita solo yo he provocado tus orgasmos, te dije que ahorraras porque hoy vas a tener que pagar.


-Pero no traje mis ahorros, pero en este momento voy…


-No seas tonto, no me vas a pagar con dinero, si quieres culminar el acto sexual conmigo tendrás que devolverme los orgasmos que te he regalado, y en igual forma.


Eso era demasiado, independientemente de las dos veces que me hizo venir en su presencia, me había regalado ya decenas para estas fechas, obvio el resto habían sido en solitario. Pero creo que entendí que se refería solo a las dos veces mencionadas.


Esta vez me llevó a la sala y me dijo


-¿Recuerdas el primer día que te toqué?


-Claro, ¿cómo olvidarlo?


-Ese día yo no me desnudé e hice el trabajo para obtener tu placer, así será, tendrás que hacerme venir únicamente acariciándome con tus manos, yo te iré guiando y tu deberás prestar atención no solo a mis indicaciones, sino a las reacciones de mi cuerpo. Y no deberás quitarte la ropa.


Sabía que sería una dura tarea, pero estaba ansioso de comenzar mi intento.


Me dijo que la esperara y fue a su cuarto a cambiarse, yo estaba muy ansioso y comencé a respirar profundamente, ya casi era un maestro en el arte de la contención de mis emociones, pero cuando volteo a verla que viene enfundada en una minifalda holgada roja, con medias, un top negro que resaltaba su hermoso busto, casi se me sale el corazón, me paré corriendo a abrazarla y me detuvo ya cerca de ella.


-Controla tus instintos, esto es poco a poco, dime lo que ves, a las mujeres nos gustan los halagos, nos gusta que nos suban el ego, que nos traten con amabilidad siempre, a menos que un día en la cama queramos rudeza, pero eso es muy importante para que alcancemos el orgasmo, más que el acto en sí, los juegos y el trato hacen una gran parte del trabajo, recuérdalo siempre.


-Esta hermosa, señora, nunca creí poder tener ni cerquita una mujer como usted.


-Momento, en la intimidad, háblame de tu, háblame por mi nombre o apodos melosos, ya ante las demás personas y para no levantar sospechas me sigues diciendo señora. ¿Entendido?


-Si. Te decía que ni en mis sueños más locos pensé en estar con una mujer como tu, hermosa, simpática, alegre, de piel tan bella, yo soñaba con algunas chicas de la escuela, pero esto es, ligas mayores, me encantas y me excitas tanto.


-Mmmm vas bien casanova, acércate.- Me permitió abrazarla y acercar mis labios a su oído, susurrando continúe.


-Me tienes loco, pienso todo el día en ti, ya no como, no duermo, solo pienso en tus caricias, tus besos, tu aroma tan delicado, tus ojos que me embrujan y tu piel que envuelve mis sentidos.


-Oye ya conseguiste un primer escalofrío, mira como se me puso la piel- y me mostró su brazo que efectivamente se le había puesto chinita.


-No miento si te digo que de tener edad suficiente y la forma te pediría que huyeras conmigo, dejaría todo y a todos. Cada mañana quiero llegar al momento en que te veo, estos días que no podía tocarte, me desesperaba no poder ni verte, y cuando me llamabas, se me aceleraba el corazón, me daba energía para seguir el solo verte.


-Awww que lindo, ven, bésame.- Así comenzó una cadena de besos donde ahora yo pude saborear con calma y sin la desesperación de la primera vez, poder mordisquear un poco sus labios, mis manos se movieron a tocar sus pechos y cuando sintió mis torpes movimientos, me corrigió susurrando:


-No aprietes tanto, acarícialos, ya vendrá el momento donde puedas usar más fuerza, ahora solo acaricia, pasa tu palma por donde están mis pezones.


Así lo hice en movimiento circular, mientras le decía que eran de ensueño, que se sentía riquísimo poder tenerlos en mis manos, que quería besarlos.


Acaricie toda su figura bajando las manos por sus curvas laterales, hasta llegar a su cintura, baje ambas manos a sus nalgas y la atraje hacia mi.


-Bien, sigue así.


-Me encanta lo suave y firmes que están a la vez. - Seguí bajando para llegar al final de la minifalda y subir mis manos pero ahora bajo la misma, al parecer le gustó, no dijo nada y me dejó continuar.


Pude sentir sus carnosos glúteos en mis manos, ¿no llevaba ropa interior otra vez? No, luego noté que traía tanga y mis manos se dieron vuelo en la zona al ritmo de sus caderas imitando el movimiento sexual, no dejaba de besarla. Repentinamente me separó y se sacó el top, no llevaba bra, y jaló mi cara directamente a sus pechos, pude por fin probar el ansiado sabor de sus pezones, lamí por donde pude y mordisqueé suavemente, de repente me excedía a causa de mi inexperiencia, y ella me lo hacía notar eran suaves, firmes, olían delicioso, mi euforia me llevó a cometer algo imperdonable por nuestra situación, le deje marcado un buen chupetón en una de sus tetas, pero en la excitación me dijo que siguiera, que no importaba ya que su marido se acababa de ir, pero que tuviera más cuidado.


Así lo hice y seguí dándome vuelo, ya sentía mi entrepierna a punto de estallar, pero tenía que aguantar, ella se me repegaba y la ropa rozaba mi pene que ya lo sentía lastimado, pero no por eso bajaba mi erección.


Tocando por todos lados descubrí como desabotonar su falda que cayó al instante, y me separé por un momento para verla ahí hermosa solo en tacones, medias y tanga, de ensueño y se lo hice saber, la tanga por delante era de malla por lo que se transparentaba su pubis que ahora lucía un corte triangular y un poco más crecido el vello, quise tocarlo, no lo había hecho antes.



Me acerqué y lo hice, apenas con las yemas, no quería caer en otro error por mi desesperación, pude sentir como algunos de esos pelitos se salían de la prenda, baje poco a poco mis dedos y pude sentir cuan mojada estaba la prenda, apreté un poco y pude meter un poco mis dedos con todo y tela en la hendidura de sus labios, sentí el calor, la humedad tibia de la zona, Martha puso una de sus manos sobre la mía y me susurró, hazlo así y me estuvo guiando por unos segundos


-No metas tus dedos aun, solo acaricia aquí, mi clítoris, suavemente así- al tiempo que movía mi mano.


Rebufó sobre mi oído, ahora era su respiración la agitada y yo me restregaba contra sus muslos, así que mejor se dio la vuelta y ahora sus nalgas abrazaban mi miembro, mientras con una de mis manos seguía tocando su delicioso sexo, y la otra acariciaba sus pechos, ambos estábamos ya muy excitados, ella se empinó como si quisiera enterrarse mi verga y yo estuve a punto de soltarla para quitarme la ropa, pero recordé que no quería eso.


Sin embargo cada vez se movía con más fuerza y yo ya estaba a punto de venirme, respiré ella notó lo que estaba pasando y bajó el ritmo, aprovechó para hacer a un lado su tanga y se empinó sobre el sofá recargando su vientre en uno de los brazos y su cara en el asiento, pensé que mi día había llegado, iba a desabrocharme el pantalón cuando me dijo, méteme los dedos.


No me lo dijo dos veces, ahí estaba yo con mi dedo índice listo, pero en mi ignorancia, pensé que me decía que lo metiera en su ano, y ya iba a hacerlo lo puse ahí, pero ella dijo…


-No te equivoques, es por acá- Y lo puso justo donde lo deseaba.
 
En ese momento pude por fin sentir todo el calor que una mujer puede emanar, ella se comenzó a mover lentamente mientras mi dedo acariciaba su interior, comencé a meterlo y sacarlo, al ver que cabía metí también el dedo medio y con ambos estuve dandole un buen rato sintiendo la rugosidad de su interior, combinado con partes suaves que lo hacen tan especial al tacto, ella me pidió que acariciara la pared de enfrente por dentro mientras metía y sacaba mis dedos, lo comencé a hacer y preguntaba si iba bien, con su respiración entrecortada me dijo que sí, que siguiera yo mientras admiraba el lunar de su culo, su hermosa espalda arqueada de esa forma, la bella imagen de su cintura y nalgas en esa posición, su antojable ano, los hoyuelos de su baja espalda y no pude aguantar las ganas de besar sus nalgas, mientras le decía que eran hermosas ella ya no contestaba, mis dedos estaban cansados pero no quería parar, sin embargo no pude más y los saqué, ella se enderezó y ahora se sentó en el sillón, abriendo sus piernas y levantandolas con los pies en el asiento, me dijo que continuara con la otra mano, así lo hice hincándome frente a ella, ahora la vista era también increíble pero diferente, podía ver sus piernas temblar al ritmo de nuestro juego, y sus pechos bambolearse, llegó un punto donde ya sin poder hablar me sacó la mano y me la puso como al principio sobre su clítoris, entendí el mensaje, me senté a su lado y comencé a masajear rápidamente, como su cuerpo lo pedía y ella comenzó a convulsionarse de manera que levantó su pelvis a la altura de mi cara, una y otra vez por un buen rato, luego comenzó a temblar incontrolablemente y luego bufó y agarró aire, mucho aire. No podía hablar, yo no sabía que estaba pasando, ella aún temblaba y con la mano me pedía que la esperara, que le diera tiempo, ya que se recuperó, una sonrisa de oreja a oreja me indicó que lo había hecho bien, me abrazó, me besó locamente toda la cara y me dijo:


-Si sigues por ese camino, vas a volver locas a tus novias.


Sudaba profusamente y respiraba como si hubiera corrido una carrera de cien metros planos, me paré a traerle agua y ella me dijo:


-Eso, eso es lo que debes hacer, eso culmina con mi orgasmo de manera perfecta, debes consentir a tu mujer, prestar atención a su lenguaje no verbal y la vas a tener a tus pies. Me encantas, chiquillo.


-Y tu a mi, preciosa.


Le mostré mi erección y le pregunté que íbamos a hacer con ella.


-Soltó la carcajada y dijo que esta vez era cosa de manuela.- Tardé en entender pero me resigné, ese había sido el trato y creo que me había servido, ya que no me había venido a pesar de toda la excitación que me proporcionó el momento.


Regresamos a merendar y me dijo que fuera a casa que hoy no necesitaba nada, ya que había estado muy activo trayendo cosas que ni necesitaba en el tiempo que estuvo su marido solo para mantenerme cerca.


Al salir me dijo:


-Ya solo me debes la mitad y me cerró el ojo.


Entendí a qué se refería y yo feliz, eso significaba que cada día estaba más cerca de mi objetivo.


Llegué a casa e inmediatamente fui al baño, al sacar al soldado, cual fue mi sorpresa que estaba hinchado y como si tuviera una ampolla, me asusté y no sabía que hacer, me metí a bañar y le estuve echando agua a ver si se bajaba pero como no cedía decidí esperar y si mañana seguía igual le preguntaría a Martha que hacer.



...continuará en la parte 4 de 5
 
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