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En el cine (Río)

javish

Bovino maduro
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22 Oct 2005
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290
Desafortunadamente no coincidimos mucho, ella vive como a 2 horas de distancia y yo tengo un trabajo que demanda muchas horas a la semana y una novia que exige su tiempo y espacio, ese día quedamos de acuerdo para visitar la réplica de la Capilla Sixtina, fui por ella a la terminal de camiones del sur, todo ocurrió sin contratiempos y para las 3 de la tarde ya estábamos formados para ingresar al recinto, la experiencia fue buena a secas, para las 6 de la tarde ya había terminado nuestra actividad y convenimos que había tiempo suficiente para hacer algo más antes de su partida.

-Vamos al cine porno, sugerí

-Vamos, replicó

Recorrimos a pie una parte de Reforma, la Alameda Central y la calle de República de Cuba hasta llegar al famoso Cine Río, para ambos era la primera vez en aquél lugar o en cualquier otro donde se exhibiera pornografía públicamente.

Nos dirigimos a la taquilla, un tipo mal encarado nos recibió, casi nos niega la entrada pues yo no llevaba en ese momento mi identificación que acreditaba mi mayoría de edad, sin embargo, un “esta es la última vez que te dejo pasar” nos devolvió la esperanza y la sonrisa a la cara.

Es por el lado derecho, nos indicó un señor a la entrada del cine, al parecer era la zona exclusiva para parejas, al subir el primer bloque de escaleras nos encontramos con una sala de espera, todo en color rosa, solo había una pequeña banca y nada más, estuvimos algunos segundos ahí y nos enfilamos a entrar a la sala, he de confesar que si bien me esperaba un ambiente cachondo nunca imaginé todo lo que en ese lugar sucede.

La primera imagen al entrar a la sala nunca la voy a olvidar, de hecho, dudo que mi compañera ya lo haya hecho. Un individuo bastante corpulento embestía con fuerza a una dama sobre su butaca, la luz que reflectaba la pantalla permitía una mejor visibilidad del fuerte e intenso bombeo a la que era sometida contra su asiento, conforme avanzábamos sobre el pasillo la penumbra invadía la sala y la perversión incrementaba exponencialmente, no estoy seguro de cuantas personas había en la sala pero estimo que eran alrededor de 50 (25 parejas) y uno que otro hombre solitario.

Nos sentamos del lado derecho de la sala, en principio quedamos perplejos no por las imágenes de la pantalla, si no por todo lo que sucedía alrededor, de lado izquierdo y al centro de la sala una madura mamaba intensamente la verga de su acompañante mientras este la sostenía su cabeza y la empujaba más y más hacia su miembro, un poco más atrás una hermosa BBW montaba sobre su mancho, cabalgándolo de una manera deliciosa, sus gemidos llegaban a cada rincón de la sala, pude notar como una nueva verga estuvo a su disposición y sin dudar se la llevo a la boca y comenzó a mamarla con intensidad.

-Puedes masturbarte, por mí no te detengas, me dijo mi amiga

Me abalancé sobre ella y le di un beso apasionado, mi lengua buscaba con desesperación la suya entrelazándose, compartiendo fluidos y mordidas. Pronto comencé a bajar hasta llegar hasta sus deliciosas tetas firmes, redondas con un par de pezones exquisitos los cuales lamí, mordí y mamé hasta hartarme, siempre me ha encantado juntar ambos pechos para lograr mamar los pezones al mismo tiempo y con ella se facilita mucho ese trabajo.

Al estar disfrutando el suculento majar de tetas, no sé en qué momento mi herramienta ya estaba afuera de mi pantalón envuelta en una de sus manos, la movía de arriba abajo haciendo movimientos circulares sobre mi glande, grosa y venosa respondía con más firmeza ante sus caricias, las cuales poco a poco incrementaba en intensidad, queriendo corresponder, metí mi mano bajo su pantalón y por encima de su ropa interior comencé a sentir su sexo caliente y mojado, lo dedee por algunos minutos, pude sentir como su tanga se inundaba en sus jugos, la hice a un lado y al fin mis dedos entraron en contacto con esos deliciosos labios, mis dedos comenzaron a recorrer toda su vagina hasta llegar a su clítoris duro y palpitante, mi dedeo se intensificó sobre esa zona tan especial de su sexo, sus gemidos aumentaron fusionándose al unísono con toda con toda clase de jadeos, sollozos y gimoteos.

-¡Así!, ¡más!, ¡más!, ¡Que cabrón, que rico me dedeas!, ¡vas a hacer que me corra, voy a explotar!

Al escuchar cosas tan calientes y deliciosas mis dedos se movían con mayor intensidad, mi objetivo era lograr su primer orgasmo solo con mis dedos, de pronto, algo nos desconcertó. Un tipo se acercó viéndonos lujuriosamente, su mirada hurgaba morbosamente nuestros movimientos y, sobre todo, el cuerpo de mi amiguita, la cual tenía las tetas afuera de su blusa y su pantalón a la altura de sus rodillas.

Ver esa presencia extraña “invadiendo” nuestra intimidad, lejos de cohibir, aumento la excitación de ambos, los chorros que emanaban de aquella vagina eran cada vez más intensos, para ser sinceró, imaginé como aquel hombre se unía a nosotros, sin embargo, en aquella primera ocasión no hice nada para que algo así sucediera. Pronto, aquella dama estaba a punto del climax, su cuerpo tambaleante así me lo hacía notar, como sanguijuela me pegué a sus tetas con mi cara para aumentar su placer.

-¡Ahhh, así, más, más! ¡¡Me vengo cabrón, que ricos dedos tienes!!

Una explosión extra de fluidos invadió toda mi mano y recorrió su pierna hasta perderse en su pantorrilla, no resistí las ganas de sacar mi mano y llevármela a la boca para saborear esos jugos calientes, majestuosos. El reloj marcaba las 8:45, casi era hora de retirarnos pues ya estábamos a quince minutos del cierre de la sala.

Nunca notamos en que momento nuestro amigo, “el fisgón” abandonó su tarea y decidió irse, a cada momento que pasaba me hacía más a la idea de tener que quedarme satisfecho con su orgasmo pues el tiempo pasaba y ella continuaba postrada en su butaca, disfrutando los estragos de su corrida, en un movimiento rápido se incorporó y casi balbuceando, dijo:

-¡Quiero leche!

Mi verga, todavía erecta y lista para la acción reaccionó con alegría ante tal exigencia, hábilmente la tomo con ambas manos y comenzó un masaje delicioso, comenzando por los huevos, recorriendo todo el tronco hasta llegar a mi glande, que ya para ese momento estaba muy sensible, lo que potenciaba el efecto de las caricias.

Sin pensárselo tomo mi pinga de la base y llevó su boca hacia ella, de un solo movimiento la engulló con desesperación, pude sentir como sus labios llegaban a la base de mi tronco mientras su lengua jugueteaba con todo mi pedazo de carne, inflamado, duro y bien erecto, el movimiento de sube y baja que aplicaba con su cabeza no hacía más que excitarme, la tomé de su abundante cabello y comencé a dirigir la mamada, bruscamente manipulaba su cabeza para que me comiera la verga al ritmo que yo quería, en ese momento, no me importó nada más que mi placer y ella lo entendió y complementó de una manera excelsa, comprendí que pronto llegaría al punto de no retorno por lo que intenté prevenirla del chorro de semen que estaba a punto de recibir, jamás pensé que su deseo era beberse cada gota de mi eyaculación.

Sus movimientos comenzaron a parecerse más a los que reflectaba la pantalla, me sacaba el pito le escupía y no dejaba de decirme lo mucho que ansiaba llenarla de mi leche caliente, al fin no pude más y el primer chorro brotó, encontró fin a su recorrido en su linda cara, antes de la segunda descarga su labios cubrieron mi herramienta y fue ahí donde me terminé de vaciar, no estoy seguro de cuantos chorros de semen expulsé, tal vez fueron 4 o 5, mi orgasmo era tan intenso que no presté demasiada atención.

Al incorporarme me esperaba juguetona con mi semen en la boca, lo saboreaba como si se tratara de un caramelo y así, de repente, lo trago todo sin desperdiciar una sola gota más, a pesar de que era un deseo recurrente, nunca antes alguien se había tragado mis mecos y mucho menos por iniciativa propia, agradecí aquella acción con un intenso beso, desafortunadamente el tiempo se nos había terminado y el local estaba a punto de cerrar, rápidamente nos acomodamos nuestra ropa y salimos del lugar.

Abordamos un taxi rumbo a la terminal de camiones, su camino aún era largo por recorrer, durante el trayecto platicamos de trivialidades y prometimos repetir aquella tarde que, al menos para mí, fue mágica, excitante y depravada. Al fin llegamos a su transporte, un abrazo y un último beso terminó aquel maravilloso día.
 
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