cargov
Bovino maduro
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- 28 Abr 2009
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Para los que no me conocen, me gustaría que supieran que soy una chica de actualmente 30 años, de tez blanca, de 1.65 metros de altura, de complexión regular, una cadera de 96 centímetros, una cintura de 65 centímetros y un busto de 98 centímetros. Soy de cabello ondulado, de color claro ó como se dice en mi bella tierra Guatemala –canche-, en cuanto al carácter, creo que soy jovial, desde pequeña siempre me ha gustado la parranda, el baile y la buena vida, es decir, cosas caras y muy buenas. Esto es para todo, tanto en lo económico, como para lo amoroso y no digamos para lo sexual.
En algún momento de la vida, he llegado a entender que aunque no me agrade mucho, la genética, es la genética. Es decir “hijo de tigre, sale pinto...”
Porque digo esto. Si bien en mis relatos anteriores he contado mis aventuras y las de mi madre. La cual al final influyo mucho en que yo fuera lo que soy. Una puta consumada. Ya a estas alturas no hay nada que no haya experimentado, de todas las formas imaginables y con todo tipo de personas, hombres, mujeres, extraños, familiares, casados, solteros, etc.
De allí mi lema, “bailo al son que la vida me toque y me muevo al ritmo del pene que me coja, me coloque.” Sé que muchos quieren leer un relato y no lo que yo pienso o siento… Pero bueno solo fue un desahogo.
Vamos a lo que te truje chenca… Les quiero contar como terminamos follando en una despedida de soltero, mi madre, mi cuñada y yo.
Como saben no tengo novio formal, por cuestiones de celos y ese tipo de cosas. Pero si creo que los amigos con derecho, son necesarios; sin importar si son solteros o casados. Así que uno de mis amigos llamado Arnoldo estaba a punto de casarse. Por lo que desde que me enteré de ello lo he apoyado ampliamente, a fin de que practique su noche de bodas. Una y otra vez, hasta que lo haga a las mil maravillas. Sé que su futura esposa algún día me lo agradecerá.
Una tarde después de una buena follada, descansábamos desnudos sobre el sofá de un hotel, en el cual pasábamos el fin de semana. Mientras Arnoldo esperaba a que su pene pudiera estar erecto nuevamente, platicábamos de sus planes con su futura esposa, y de que iba a pasar con esta relación; si él quería que continuara o si me debía de alejar.
Cuando su pene estaba listo, me toca la cabeza y con la vista me señala su pene. Por lo que sin ser bruja o adivina, me dirijo a ese pedazo de carne, que gran placer me ha dado… y comienzo a besarlo, tiernamente; en agradecimiento por cada segundo que me ha hecho estremecer; en agradecimiento por cada vez que ha partido mi culo en dos a su entera voluntad. El poder meter la punta en mi boca y engullirlo lentamente, mientras mis labios lo aprietan lentamente y mis dientes le hacen una pequeña presión a fin de generar también placer a aquel que sabía qué hacer con ese pedazo de carne.
Mientras mamaba su pene como ternero recién nacido, mis manos recorrían sus testículos y en algún momento escuchaba como Arnoldo producía algún tipo de sonidos placenteros, los cuales me calentaban, pues podía sentir como mi vagina se comenzaba a humedecer.
Cuando Arnoldo creyó que era el momento justo, me levantó, y me tumbo en el sofá, me abrió las piernas lo más que pudo, luego, me las levanto, al punto de casi llegar a topar mis rodillas con mis senos… Creo que él le gusta esta pose, ya que de esa forma puede ver mi vagina, el ano y mis senos al mismo tiempo…
Sin mayor estima, su pene comenzó a ingresar por mi vagina, la cual a estas alturas, ya deseaba ser penetrada, otra vez. Arnoldo era muy bueno, pues el ritmo de sus envestidas hacia que mis senos rebotaran como pelotas en juego de baloncesto. Yo a lo lejos escuchaba mis gemidos.
Definitivamente gozaba sentir como todo su pene ingresaba una y otra vez. En algún momento, pues creo, que de tanto gozo ya ni consciente estaba. Arnoldo hizo el cambio respectivo de agujero. Pues pude sentir como mi ano era invadido. Debo ser honesta, pero el sexo anal es una experiencia maravillosa (si tu amante sabe hacerlo).
Cuando Arnoldo termino, derramo su semen en mis senos, mientras yo los regaba en todo mi cuerpo.
Después de esto, nos fuimos a bañar. Y después del almuerzo, me comentó que estaba buscando chicas para la despedida de soltero. Pero que quería que fueran putas, es decir, que no se negaran a nada, y sobre todo que fueran desinhibidas. Mira le digo, yo solo conozco a una persona con estas características; pero no vive en esta ciudad, está como a 25 minutos en vehículo.
Si es buena como tú, vamos me dijo. . . En ese momento decidimos salir a Guanagazapa, un municipio cercano. En ese momento pasaban algunas cosas por mi mente. Puesto que si bien es cierto, mi madre es una zorra bien hecha. Y en muchas ocasiones la había visto ser follada por varias persona. No sabía si quería follar junto a su hija.
Mientras llegábamos le comenté que ella (no le dije que era mi mamá) no era una mujer de respeto. Que a ella había que entrarle de una vez con lo que uno quería, ya que no le gusta las personas que andan por las ramas.
Llegamos a Guanagazapa, y nos dirigimos a la casa de mi madre. Cuando nos acercábamos a la misma, notamos que frente a ella habían dos vehículos uno con el logotipo de la municipalidad y el otro con el escudo de la policía. La puerta de la casa, se encontraba abierta. En ese momento a Arnoldo y a mí nos entro cierta angustia; nos vimos las caras preguntándonos en silencio si entrabamos o no. Si nos regresábamos o no.
En algún momento de la vida, he llegado a entender que aunque no me agrade mucho, la genética, es la genética. Es decir “hijo de tigre, sale pinto...”
Porque digo esto. Si bien en mis relatos anteriores he contado mis aventuras y las de mi madre. La cual al final influyo mucho en que yo fuera lo que soy. Una puta consumada. Ya a estas alturas no hay nada que no haya experimentado, de todas las formas imaginables y con todo tipo de personas, hombres, mujeres, extraños, familiares, casados, solteros, etc.
De allí mi lema, “bailo al son que la vida me toque y me muevo al ritmo del pene que me coja, me coloque.” Sé que muchos quieren leer un relato y no lo que yo pienso o siento… Pero bueno solo fue un desahogo.
Vamos a lo que te truje chenca… Les quiero contar como terminamos follando en una despedida de soltero, mi madre, mi cuñada y yo.
Como saben no tengo novio formal, por cuestiones de celos y ese tipo de cosas. Pero si creo que los amigos con derecho, son necesarios; sin importar si son solteros o casados. Así que uno de mis amigos llamado Arnoldo estaba a punto de casarse. Por lo que desde que me enteré de ello lo he apoyado ampliamente, a fin de que practique su noche de bodas. Una y otra vez, hasta que lo haga a las mil maravillas. Sé que su futura esposa algún día me lo agradecerá.
Una tarde después de una buena follada, descansábamos desnudos sobre el sofá de un hotel, en el cual pasábamos el fin de semana. Mientras Arnoldo esperaba a que su pene pudiera estar erecto nuevamente, platicábamos de sus planes con su futura esposa, y de que iba a pasar con esta relación; si él quería que continuara o si me debía de alejar.
Cuando su pene estaba listo, me toca la cabeza y con la vista me señala su pene. Por lo que sin ser bruja o adivina, me dirijo a ese pedazo de carne, que gran placer me ha dado… y comienzo a besarlo, tiernamente; en agradecimiento por cada segundo que me ha hecho estremecer; en agradecimiento por cada vez que ha partido mi culo en dos a su entera voluntad. El poder meter la punta en mi boca y engullirlo lentamente, mientras mis labios lo aprietan lentamente y mis dientes le hacen una pequeña presión a fin de generar también placer a aquel que sabía qué hacer con ese pedazo de carne.
Mientras mamaba su pene como ternero recién nacido, mis manos recorrían sus testículos y en algún momento escuchaba como Arnoldo producía algún tipo de sonidos placenteros, los cuales me calentaban, pues podía sentir como mi vagina se comenzaba a humedecer.
Cuando Arnoldo creyó que era el momento justo, me levantó, y me tumbo en el sofá, me abrió las piernas lo más que pudo, luego, me las levanto, al punto de casi llegar a topar mis rodillas con mis senos… Creo que él le gusta esta pose, ya que de esa forma puede ver mi vagina, el ano y mis senos al mismo tiempo…
Sin mayor estima, su pene comenzó a ingresar por mi vagina, la cual a estas alturas, ya deseaba ser penetrada, otra vez. Arnoldo era muy bueno, pues el ritmo de sus envestidas hacia que mis senos rebotaran como pelotas en juego de baloncesto. Yo a lo lejos escuchaba mis gemidos.
Definitivamente gozaba sentir como todo su pene ingresaba una y otra vez. En algún momento, pues creo, que de tanto gozo ya ni consciente estaba. Arnoldo hizo el cambio respectivo de agujero. Pues pude sentir como mi ano era invadido. Debo ser honesta, pero el sexo anal es una experiencia maravillosa (si tu amante sabe hacerlo).
Cuando Arnoldo termino, derramo su semen en mis senos, mientras yo los regaba en todo mi cuerpo.
Después de esto, nos fuimos a bañar. Y después del almuerzo, me comentó que estaba buscando chicas para la despedida de soltero. Pero que quería que fueran putas, es decir, que no se negaran a nada, y sobre todo que fueran desinhibidas. Mira le digo, yo solo conozco a una persona con estas características; pero no vive en esta ciudad, está como a 25 minutos en vehículo.
Si es buena como tú, vamos me dijo. . . En ese momento decidimos salir a Guanagazapa, un municipio cercano. En ese momento pasaban algunas cosas por mi mente. Puesto que si bien es cierto, mi madre es una zorra bien hecha. Y en muchas ocasiones la había visto ser follada por varias persona. No sabía si quería follar junto a su hija.
Mientras llegábamos le comenté que ella (no le dije que era mi mamá) no era una mujer de respeto. Que a ella había que entrarle de una vez con lo que uno quería, ya que no le gusta las personas que andan por las ramas.
Llegamos a Guanagazapa, y nos dirigimos a la casa de mi madre. Cuando nos acercábamos a la misma, notamos que frente a ella habían dos vehículos uno con el logotipo de la municipalidad y el otro con el escudo de la policía. La puerta de la casa, se encontraba abierta. En ese momento a Arnoldo y a mí nos entro cierta angustia; nos vimos las caras preguntándonos en silencio si entrabamos o no. Si nos regresábamos o no.