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El Seny y la Rauxa de Catalunya [Cataluña] contra el Dragón Posfranquista.

casanova39

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El Seny y la Rauxa de Catalunya [Cataluña] contra el Dragón Posfranquista.

México, 15 de Octubre de 2017

El primer alcalde catalanista de Barcelona, Bartomeu Robert, había nacido en México, hijo de un campechano y una exiliada del País Vasco, del pueblo de Pasajes. En 1899, el médico metido a político que había propuesto la separación de Cataluña del resto de la península española –“nuestra lengua, leyes, costumbres y teatro”– apoyó una huelga de banqueros. El fin del imperio en la guerra contra Estados Unidos en Cuba, se consideró un fracaso de Madrid. Los catalanes no iban a pagar por el desastre militar y, sobre todo, económico del centro. Contra toda prevención, Madrid le declaró la guerra a Cataluña. Pero, a diferencia de los vascos, el rompimiento nunca ha sido propio del catalanismo. Se reivindica, en cambio, el “seny”, una sabiduría prudente, un sentido común que confronta sin romper. Bartomeu renunció apenas siete meses después, para evitar el desembarco de tropas en su ciudad. Quedó como héroe y los catalanistas mandaron a Joseph Llimona erigirle una estatua, a su muerte, en 1902. La base, que sostiene a 18 personajes, fue esculpida por Antoni Gaudí para estar frente a la Universidad. Como sucede con muchas estatuas, su lugar cambió con los vientos políticos: Franco la escondió del ojo público por considerarla “radicalmente separatista” y hoy está en la Plaza Tetuán. La base hace referencia a las tres montañas catalanas, Montjuïc, Monserrat y Monseny, sobre las que conviven un campesino, un segador de la rebelión del siglo XVII, un abogado que enarbola las leyes antiguas de Cataluña, un obrero sin camisa, una Misericordia que ayuda a una niña huérfana, una madre con el escudo de armas medieval, que hoy es la bandera catalana.

Este primer catalanismo es romántico. Es el de la Lliga Regionalista de Prat de la Riba que ganó las elecciones locales de 1905 y casi todos los escaños federales, dos años después. El libro más célebre de Prat es La nacionalidad catalana, donde se propone la Mancomunidad, es decir, una salida negociada al rompimiento con España: que Cataluña administre la educación, los hospitales, las finanzas, el transporte y la cultura. Este modelo es el que, con cambios, alimentó a las actuales “autonomías” pero la idea subyacente es la que el propio Gaudí escribió: “El gobierno central pasa de la violencia a la tacañería. Su arte va del didactismo retórico al naturalismo abyecto. Sus negocios oscilan entre el monopolio y la usura. Nunca podremos unirnos con ellos”. Para Gaudí, la única España es Cataluña, es decir, su pasado romano como Hispania Citerior o Tarraconense. La otra, la de Castilla y Aragón, está “contaminada” por la larga ocupación árabe y, en todo caso, es “ulterior”. En la aventura por distinguirse, este catalanismo romántico recurre a Richard Wagner y sus obras –Parsifal y Lohengrin– donde supuestamente el Santo Grial –la copa de Cristo– está en un lugar mítico llamado Monsalvat, que los catalanistas asumen que es Monserrat. Cuando construye el Parque Güell, en Barcelona, Gaudí está seguro que el camino romano hacia Tarragona pasa por debajo. En sus reptiles de cerámica y sus arcos que conducen a grutas, Salvador Dalí y Joan Miró no verán sino sueños, primitivismo, inconsciente freudiano. Es así que el catalanismo de Gaudí devino surrealismo y, más tarde, en los años sesenta, psicodelia. Pero, en realidad, Gaudí estaba pensando en Sant Jordi matando al dragón, en los reyes francos de la Edad Media, en el origen romano de Cataluña. De sus dos obras maestras de la arquitectura, La Pedrera y la Casa Batlló, el novelista Evelyn Waugh dirá: “Los catalanes están tan obsesionados con domar a los dragones, que hasta les construyen casas”.


La otra vertiente del catalanismo, la del anarquismo obrero. Proviene de la anti-tesis de la prudencia, del “seny”, y que llaman “rauxa”, es decir, arranque pasional. Hay que decir que Cataluña tuvo la primera carta de derechos de Europa, en el siglo XII, que hizo que, al menos en la letra de la ley, un aldeano y un terrateniente fueran iguales ante un juez. Ese pacto trajo consigo todas las luchas de los campesinos contra los aristócratas durante el siglo XV que, tras los amagos de guerra civil, se presentaban como pleitos judiciales. En 1910 se forma la central obrera, la CNT, anarquista. Su origen tiene que ver con una decisión arbitraria de los mineros de Madrid. En 1909 mandan reclutar a los pobres de Barcelona para recuperar una mina de hierro cerca de Melilla. La revuelta contra esa guerra particular de la familia de los aristócratas Romanoes, en especial del castizo Álvaro Figueroa y Torres, comienza una larga etapa de organización obrera. Los anarquistas pasan a la clandestinidad durante la dictadura de Primo de Rivera pero siguen creciendo hasta ser casi medio millón de sindicalizados. Durante la Guerra Civil, son los que formarán los Comités de Defensa, tanto contra la invasión de Franco a la República, como contra los socialistas. De ahí viene ese imaginario del anarquista catalán que pone bombas –muchas de ellas eran plantadas por los que querían desprestigiar sus luchas– y profana iglesias y tumbas, aunque nunca la de Gaudí.

Este catalanismo hereje y plebeyo viene a cuento ahora con la “rauxa” de la separación de España. Cataluña ha sobrevivido gracias a su “seny” y su idea más bien legal del conflicto. No veo al Sant Jordi empuñando una lanza contra el dragón del Partido Popular y del Partido Socialista Obrero al que ya sólo le queda lo Español. Por eso, supongo, que duele la acusación del centro de que su referéndum independentista sea tachado, sin más, de ilegal y reprimido con brutalidad por la policía antimotines. Fueron los pactos entre catalanes, más que la unión a la monarquía castellana o los exabruptos revolucionarios, lo que funcionó. Al menos, hasta ahora. Habrá que ver si el amor a lo propio no se pervierte en odio a los demás. Deseo que el periodista catalán Oriol Malló tenga razón cuando dice que la derrota legal de Cataluña será una victoria moral y cultural que exhibirá hasta qué punto la democracia española es un consenso ibérico a la fuerza que sobrevivió de las promesas incumplidas de la transición y del ser parte de Europa. Un dragón derrotado sin lanza alguna.

- Fabrizio Mejía Madrid -

Fuentes:

http://www.proceso.com.mx/507462/la-derrota-del-dragon

https://es.wikipedia.org/wiki/Cataluña


Saludos
 
El problema que Cataluña tiene con el gobierno central español es el mismo que los regiomontanos (no necesariamente todo el Estado de Nuevo León), los sonorenses, los chiapanecos ó los yucatecos tienen con el gobierno central mexicano. Los del norte, porque saben que son capaces de ser autosuficientes, los yucatecos por eso y por sus raices mayas, y los chiapanecos porque siempre han sido los olvidados, masacrados y carne de cañón de todos los excesos del gobierno central mexicano (no olvidemos que en tiempos de la colonia lo que ahora es Chiapas -Provincia de Chiapas de la Capitanía General de Guatemala- NO PERTENECÍA a la Nueva España y que fue hasta 1821 que, tras la independencia de centroamérica, que la Provincia de Chiapas decidió adherirse al Primer Imperio Mexicano -el que fugazmente fundó y presidió Agustín de Iturbide, para terminar quedándose incluso ante la caída del ese Imperio -1824-). No recuerdo algún gobierno central mexicano, desde la colonia, hasta el presente, que haya sabido integrar debidamente a estas regiones al conjunto del país (bueno, de hecho los gobiernos posrevolucionarios han hecho todo lo contrario... con todo el país). En el caso español, no sólo cataluña, sino también el País Vasco, han sostenido eternos problemas con el gobierno central español. De hecho el lenguaje que hablan entre ellos los vascos "de cepa" (euskera o vascuense) ni siquiera tiene raices latinas, ni pertenece a la familia indoeuropea. El catalán parece como un híbrido entre el castellano y el francés (sí tiene raices latinas).

Lamentablemente el gobierno central español del fulano obsecado por el poder que lo dirige (Mariano Rajoy) no ha entendido cómo DIALOGAR con los catalanes para apaciguar esos deseos independentistas (que no son son nuevos) y conciliarlos con una postura menos radical. Con los catalanes no se está tratando con personas acostumbradas a ser meros peones en el tablero. Y Rajoy no ha entendido que esa región del país es el motor de la economía española (dejemos a un lado la cultura y otras cosas que sólo dividirían al mundo entero en centenares de miles de terruños peleados entre ellos). Los guste o no a los huevones, petulantes y engreídos aragoneses y castellanos, los catalanes son mucho más productivos y eficientes que ellos. Está en sus genes. Si dan tanto a España, ¿porqué tratarlos como una vil central de recursos para el país? Al gobierno central español le gusta harto que los catalanes les den mucho dinero para sus excesos (y por ésto último endeudaron al país hasta las cachas), sin que los catalanes puedan opinar sobre estas arbitrariedades. Tú conténtate con ser mi proveedor de fondos y no digas nada, que el gobierno necesita mucha plata para "trabajar" (no para los catalanes). ¿Le encuentran algún parecido con cierto país? Con justa razón los catalanes están hartos de eso. Quizá en realidad no quieren una independencia total (ser el país de Cataluña), sino SER TOMADOS EN CUENTA. Algo que parece ser ningún gobierno de las Españas (España y sus antiguas colonias) parece ENTENDER: ¡TÓMENNOS EN CUENTA, NO SÓLO NOS USEN! La democracia (la verdadera, no la que se enquista en instituciones ad-hoc para la clase política) no parece ser un valor en los gobiernos hispanoamericanos.
 
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