jodaruji
Becerro
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- 17 Abr 2010
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bueno este es mi segundo relato espero que les guste...
Pero aunque aquí están, conociendo cada rincón de su piel, descubriendo en sus labios el profundo eco de la alegría sin fin, no todo empezó aquí comenzó como dice la canción “aquella tarde gris” cuando la noche amenazaba los tenues rayos de sol que al final del parque se ocultaba bajo el mar, la brisa cálida acompañaba y acariciaba el rostro de él, ¿su sombre? Solo lo llamaremos “el poeta” que sentado en una silla leía casi sin pausa su nueva colección, en un momento casi inédito para el mundo, vio pasar esbelta mujer, con una falda que llegaban un poco más arriba de las rodillas sin llegar al descaro, y una blusa un tanto escotado que denotaban unos senos redondos, caminada con un vaivén que hasta los dioses pagarían por ver, sus pompas bailaban al ritmo melodioso de una batuta cuando dirige una sinfonía, mientras que su cabello ondulado cuando era movido por el viento parecía las olas del mar, así era ella, tal vez un poco exagerado por mis palabras o tal vez era otra chica normal, pero aun así el poeta no la dejo de mirar, es esos segundo no existía para el mundo ni siquiera existía el mismo, solo aquella mujer con labios semicarnosos y ojos color café.
Intento proseguir su lectura mas no pudo, solo podía imaginar estar entre sus brazos ahogarse en aquel mar de piel que ante sus ojos se dibujaba, solo podía imaginar cómo sería su olor y en cada espacio de si sentirla, así que no pudo seguir leyendo, levanto su mirada para buscar a la causante de sus pensamientos…
Sus ojos se encontraron en la inmensidad del espacio, su corazón se aceleró, la miro reír y bajar la cabeza, intento nuevamente concentrarse en su lectura mas no pudo, levanto, de nuevo la vista para buscarla, la miro acercarse y en sus labios se dibujó una sonrisa libidinosa, la brisa meneaba su falda blanca que se translucía por el ocaso, no logro dejar de mirarla aunque quiso, en sus pensamientos solo estaba destapar sus sostén y dejar a libres aquel promontorio que solo quería besar.
Ella se detuvo frente al poeta de piel trigueña contextura delgada y cabello largo, por unos cuantos segundos se miraron a los ojos, en aquel momento como el eclipse de la luna y el sol que sin conocerse mucho se juntan y miran los dos al mismo punto por unos segundos, el poeta se levantó de su asiento sin pensarlos y casi al inmediato estampo sus labios en los labios de la mujer que al momento de sentir como la lengua del desconocido quería entrar abrió sus labios, sintió como aquella jugosa serpiente llenaba y tocaba cada espacio bucal, ella por éxtasis devolvió los movimientos del poeta con un acercamiento a su cuerpo, que la hizo estremecer por completo, al sentir en sus piernas como era colocado el miembro viril de él, una corriente recorrió su cuerpo, la hizo recorrer con sus brazos y manos la espalda del desconocido, su beso apasionado, cargado de sentimientos, logro que sin conocerse ya sabían sus puntos débiles, lo que le gustaba y lo que no.
Sin pronunciar palabras ni medir distancias, tomaron el primer taxi que vieron desocupado en la parte de atrás del automotor el poeta recorrió con sus manos los senos de ella en besos acalorados el ambiente subía, mientras el chofer intentaba mirar, casi se vuela unos pares su velocidad era un tanto reducida para demorar su llegada y no perder tan temprano la visión.
Se bajaron rápidamente pagaron de más sin recibir el cambio, querían dejar salir ya ese incesante calor que sentían en su entre pierna, caminaron rumbo a la casa de ella, sin dejar un segundo de saborear sus labios, en el ascensor, en ese pequeño momento de soledad, ella salto sobre la cintura del poeta, y se fundieron en un beso mucho mejor que el anterior, el bajo el slip de su pantalón aun estando ella con las piernas en su cintura, dejo salir aquel fiero animal que se adentró en la vulva de ella no sin antes subir la falda y echar a un lado su pequeña tanga color gris, el poeta la abrazo y la coloco en una de las paredes del elevador, los dos sudaban los gritos de ella eran ahogados en los labios de él. “tilinnnnn” sonó el elevador antes de llegar al 20avo piso dejaron su postura, e intentaron arreglarse un poco su aspecto, aunque no sirvió de nada porque lo que encontraron fue un gran corredor vacío, ella abrió la puerta de su cuarto.
Y aquí están conociéndose, cada uno fusionado con el otro en esta mescolanza de lujuria, con sus instintos animales recién despertador, son despedazas las prendas una a una todas cayeron al suelo, con un instinto abismal en su cama ella abrió las piernas y dejo entrar aquel hombre que apenas conoció, el acepto e introdujo su virilidad en el lugar donde los humanos se convierten en dioses, ella sudaba y rasgaba su espalda con sus uñas, mientras tanto el pujaba y se adentraba cada vez más en los placeres que están resguardados para los casados, ella jadeaba pero no decía palabra alguna lo único entendible era la sucesión de vocales haaaa. El ímpetu se aumentó los senos amasados por el a veces podían verse rebotando, sus gritos aumentaron próximo al clímax, unían sus fuerzas para prolongar aquel momento improrrogable, un grito de ambos se escuchó, ella fue llenada en su interior por aquella materia viscosa, que se unía a los chorros que de su vagina desprendían, en estas convulsiones cuando su corazón más sentía agitado el poeta rompió el silencio con un -¿y qué haremos mañana mi amor?- ella solo sonrió, unieron sus labios en un último beso y durmieron…
El poeta.
Y aquí están conociéndose, cada uno fusionado con el otro en esta mescolanza de lujuria, mientras ella lo besa apasionadamente y quiere llevarse en cada espacio de si un tatuaje de él, el con fuerza titánica desliza su arma entre las piernas, que en cada sacudida los lleva al clímax profundo del éxtasis inmediato.Pero aunque aquí están, conociendo cada rincón de su piel, descubriendo en sus labios el profundo eco de la alegría sin fin, no todo empezó aquí comenzó como dice la canción “aquella tarde gris” cuando la noche amenazaba los tenues rayos de sol que al final del parque se ocultaba bajo el mar, la brisa cálida acompañaba y acariciaba el rostro de él, ¿su sombre? Solo lo llamaremos “el poeta” que sentado en una silla leía casi sin pausa su nueva colección, en un momento casi inédito para el mundo, vio pasar esbelta mujer, con una falda que llegaban un poco más arriba de las rodillas sin llegar al descaro, y una blusa un tanto escotado que denotaban unos senos redondos, caminada con un vaivén que hasta los dioses pagarían por ver, sus pompas bailaban al ritmo melodioso de una batuta cuando dirige una sinfonía, mientras que su cabello ondulado cuando era movido por el viento parecía las olas del mar, así era ella, tal vez un poco exagerado por mis palabras o tal vez era otra chica normal, pero aun así el poeta no la dejo de mirar, es esos segundo no existía para el mundo ni siquiera existía el mismo, solo aquella mujer con labios semicarnosos y ojos color café.
Intento proseguir su lectura mas no pudo, solo podía imaginar estar entre sus brazos ahogarse en aquel mar de piel que ante sus ojos se dibujaba, solo podía imaginar cómo sería su olor y en cada espacio de si sentirla, así que no pudo seguir leyendo, levanto su mirada para buscar a la causante de sus pensamientos…
Sus ojos se encontraron en la inmensidad del espacio, su corazón se aceleró, la miro reír y bajar la cabeza, intento nuevamente concentrarse en su lectura mas no pudo, levanto, de nuevo la vista para buscarla, la miro acercarse y en sus labios se dibujó una sonrisa libidinosa, la brisa meneaba su falda blanca que se translucía por el ocaso, no logro dejar de mirarla aunque quiso, en sus pensamientos solo estaba destapar sus sostén y dejar a libres aquel promontorio que solo quería besar.
Ella se detuvo frente al poeta de piel trigueña contextura delgada y cabello largo, por unos cuantos segundos se miraron a los ojos, en aquel momento como el eclipse de la luna y el sol que sin conocerse mucho se juntan y miran los dos al mismo punto por unos segundos, el poeta se levantó de su asiento sin pensarlos y casi al inmediato estampo sus labios en los labios de la mujer que al momento de sentir como la lengua del desconocido quería entrar abrió sus labios, sintió como aquella jugosa serpiente llenaba y tocaba cada espacio bucal, ella por éxtasis devolvió los movimientos del poeta con un acercamiento a su cuerpo, que la hizo estremecer por completo, al sentir en sus piernas como era colocado el miembro viril de él, una corriente recorrió su cuerpo, la hizo recorrer con sus brazos y manos la espalda del desconocido, su beso apasionado, cargado de sentimientos, logro que sin conocerse ya sabían sus puntos débiles, lo que le gustaba y lo que no.
Sin pronunciar palabras ni medir distancias, tomaron el primer taxi que vieron desocupado en la parte de atrás del automotor el poeta recorrió con sus manos los senos de ella en besos acalorados el ambiente subía, mientras el chofer intentaba mirar, casi se vuela unos pares su velocidad era un tanto reducida para demorar su llegada y no perder tan temprano la visión.
Se bajaron rápidamente pagaron de más sin recibir el cambio, querían dejar salir ya ese incesante calor que sentían en su entre pierna, caminaron rumbo a la casa de ella, sin dejar un segundo de saborear sus labios, en el ascensor, en ese pequeño momento de soledad, ella salto sobre la cintura del poeta, y se fundieron en un beso mucho mejor que el anterior, el bajo el slip de su pantalón aun estando ella con las piernas en su cintura, dejo salir aquel fiero animal que se adentró en la vulva de ella no sin antes subir la falda y echar a un lado su pequeña tanga color gris, el poeta la abrazo y la coloco en una de las paredes del elevador, los dos sudaban los gritos de ella eran ahogados en los labios de él. “tilinnnnn” sonó el elevador antes de llegar al 20avo piso dejaron su postura, e intentaron arreglarse un poco su aspecto, aunque no sirvió de nada porque lo que encontraron fue un gran corredor vacío, ella abrió la puerta de su cuarto.
Y aquí están conociéndose, cada uno fusionado con el otro en esta mescolanza de lujuria, con sus instintos animales recién despertador, son despedazas las prendas una a una todas cayeron al suelo, con un instinto abismal en su cama ella abrió las piernas y dejo entrar aquel hombre que apenas conoció, el acepto e introdujo su virilidad en el lugar donde los humanos se convierten en dioses, ella sudaba y rasgaba su espalda con sus uñas, mientras tanto el pujaba y se adentraba cada vez más en los placeres que están resguardados para los casados, ella jadeaba pero no decía palabra alguna lo único entendible era la sucesión de vocales haaaa. El ímpetu se aumentó los senos amasados por el a veces podían verse rebotando, sus gritos aumentaron próximo al clímax, unían sus fuerzas para prolongar aquel momento improrrogable, un grito de ambos se escuchó, ella fue llenada en su interior por aquella materia viscosa, que se unía a los chorros que de su vagina desprendían, en estas convulsiones cuando su corazón más sentía agitado el poeta rompió el silencio con un -¿y qué haremos mañana mi amor?- ella solo sonrió, unieron sus labios en un último beso y durmieron…