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El peor error de Trump puede ser la mala puntería con la gente que contrata

jarochilandio

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Finanzas Internacional
Rick Newman
1 de noviembre de 2017


Hasta ahora, el presidente Donald Trump tiene razón: la extensa investigación del abogado especial Robert Mueller no ha demostrado que Trump haya hecho nada malo. Puede que nunca.

No obstante, se está empezando a demostrar que algunos de los asesores principales de Trump eran personajes turbios que no tenían por qué estar ayudando a dirigir una campaña presidencial en Estados Unidos. ¿Sabría eso Trump? No está claro, pero la historia del Trump candidato, y la del ahora comandante jefe, revela cada vez más a un líder que premia la lealtad por encima de las competencias y que arriesga su éxito con nombramientos mediocres.

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El presidente Donald Trump habla durante una reunión en el Despacho Oval de la Casa Blanca, en Washington (AP Photo / Evan Vucci, Archivo).

Mueller ha imputado formalmente al expresidente de campaña de Trump, Paul Manafort, y a su socio, Richard Gates, por cargos relacionados con negocios en el extranjero que pueden haber implicado lavado de dinero. Mueller no ha vinculado esos cargos con el papel de Manafort en la campaña de Trump.

Otro asesor de campaña de Trump, George Papadopoulos, se ha declarado culpable de mentir al FBI sobre los contactos que mantuvo con funcionarios rusos mientras trabajaba en la campaña de Trump. Según se desprende de la declaración de culpabilidad pactada, Papadopoulos parecería estar cooperando con los fiscales, lo cual significa que podría proporcionar información que lleve a presentar cargos contra otros altos miembros de la campaña de Trump. Estas son malas noticias para Trump, se mire por donde se mire.

Cabe señalar que no es una excepción, sino la norma, el hecho de que en la política estadounidenses haya unas cuantas manzanas podridas entre el personal de las campañas presidenciales. Los bribones se aprovechan de la política en beneficio propio, algunas veces de forma ilegal, tal y como hacen en los negocios, los deportes, el entretenimiento y seguramente en cualquier otro sector de la economía.

Los asesores de Trump son leales pero no aptos para el puesto

Lo que es diferente en Trump es su predisposición a confiar en asesores principales que, si bien podrían ser leales, son débiles o están comprometidos en un modo en que, en el mejor de los casos, los vuelve ineficaces, y en el peor, un gran lastre.

El primer asesor de seguridad nacional de Trump, Michael Flynn, renunció en menos de un mes porque mintió al vicepresidente Mike Pence en relación a algunos detalles de las reuniones mantenidas con el embajador ruso en Estados Unidos. Flynn fue designado en 2014 para dirigir la Agencia de Inteligencia de Defensa, pero fue despedido dos años después en medio de cuestionamientos sobre sus competencias. El presidente Barack Obama aconsejó a Trump que no se quede con Flynn en su administración. Trump debería haber escuchado, pero no lo hizo, y la sorprendente salida anticipada de Flynn fue uno de los primeros grandes bochornos de Trump.

El primer secretario de salud y servicios sociales de Trump, Tom Price, renunció en septiembre después de las revelaciones de que volaba de forma innecesaria en aviones militares por todo el país, con costes de cientos de miles de dólares. Trump debería haber sabido que Price era sospechoso, dados los numerosos informes de las operaciones en bolsa que hizo implicando a empresas en las que Price tenía una posición influyente y que podrían haberse beneficiado de diversas medidas de comisiones de la Cámara. ¿Era Price el mejor hombre para dirigir una parte importante del gobierno? No, pero resultó ser el hombre de Trump, hasta que lo hundió la avaricia.

El secretario de interior Ryan Zinke y el secretario del tesoro Steven Mnuchin parecían ser otros de los miembros del selecto club de Trump. Ellos siguen en el gabinete, y la fortaleza de Mnuchin será puesta a prueba cuando los republicanos intenten bloquear el proyecto de ley de bajada de impuestos en el Congreso. En un principio predijo que el Congreso aprobaría un proyecto de ley de bajada de impuestos para agosto. Esta predicción fue ridículamente errónea. Mnuchin todavía puede redimirse, pero si fracasa la bajada de impuestos, Trump puede que busque un responsable más capacitado para dirigir el tesoro nacional.

El fiscal general Jeff Sessions se encuentra tan asediado que el mismo Trump ha dicho que es “débil”. El secretario de vivienda y desarrollo urbano, Ben Carson, llegó al puesto sin experiencia en el campo y con poco entusiasmo, al menos en apariencia. El secretario de energía de Trump, Rick Perry, hace tiempo quiso eliminar el departamento que él mismo lidera ahora. A menudo, los presidentes distribuyen los puestos del gabinete a los potentados que donaron para sus campañas y ayudaron a su elección, pero los designados suelen tener una fachada de experiencia en el campo, o al menos de cierto interés en él.

En la Casa Blanca, mientras tanto, Trump se ha deshecho de tantos altos cargos ‒Reince Priebus, Sean Spicer, Anthony Scaramucci, Steven Bannon, etc.‒ que el escrutinio real debería dirigirse hacia el máximo responsable del gobierno, y no hacia los empleados destituidos. Si todas esas personas no estaban capacitadas para el trabajo, ¿por qué los nombró Trump? Es comprensible que haya una o dos personas que no soporten las intensas y desconocidas presiones de la Casa Blanca, pero no una docena de ellas.

Trump, el hombre de negocios, estaba blindado

Por supuesto, Trump, se presentó como un hombre de negocios capaz de hacer cosas, en lugar de como un burócrata que solo sabe hablar de cómo hacer cosas, pero en tanto jefe de la Organización Trump, Trump dirigía una empresa privada en la que él era el único jefe. Las consecuencias de las malas elecciones a la hora de contratar a alguien eran confinadas dentro de una caja negra.

En tanto candidato y ahora presidente, las malas elecciones de Trump a la hora de contratar tienen consecuencias públicas importantes, y ahora toman forma en una investigación amplia sobre cualquier colaborador de Trump que pudiera haber ido en contra de la ley. Finalmente, Mueller podría dejar libre de toda sospecha de actividad criminal a Trump, pero ya ha acusado a Trump de confiar en gente en la que nunca debería haber confiado.


Fuente


No es novedad que el Trompudo siempre se ha creído un elegido de los dioses con capacidades extraterrenales, siendo en realidad un verdadero pelmazo que lo único que sabe hacer (y eso, reconozcámoslo que muy bien) es explotar la candidez de la población gringa, siempre dispuesta a creer en la basura que la TV vendedora de ilusiones les receta para mitigar su desencanto. Y eso, sin ser el presidente. Ahora tiene EL ESCAPARATE DE LUJO para explotarlo a placer.

Por eso que Rick Newman menciona en este artículo es que en realidad los negocios del Trompetas marchan tan mal. Para él su llegada a la Casa Blanca le suponía una mejora en sus finanzas personales, no por el salario que el fueran a pagar, sino porque pensaba utilizar su imagen para vender la marca Trump como apetecible entre la élite (misma a la que le agradaba convivir con el multimillonario por las excentricidades de éste, más que por su arrolladora personalidad). Tal es el caso del Hotel Trump cercano a la Casa Blanca, donde, así como por curiosidad se alojan los ejecutivos, representantes, gobernantes, ministros, etc., que acuden a entrevistarse con el Gran Hermano Naranja.

Y por la misma razón anterior es que le interesa tanto su "maravilloso" plan de reducción de impuestos a los más ricos. Él se beneficiaría directamente. Mientras más pronto logre pasarla, más pronto podrá frenar la debacle que ha sufrido en sus finanzas desde que llegara a la Casa Blanca (al ritmo que va, y sin esa gran ayudadota que se se daría a sí mismo con SU Plan de Recortes Impositivos para los más ricos, en los cuatro años de presidencia perdería... ¡más de la mitad de su fortuna actual! Parece ser que NEGOCIATOR (como él mismo se autodefinió) es una vil chinampina. Las razones, las que explicita tan bien esta nota: su soberbia infinita.
 
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