braulio899
Bovino adicto
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Héctor Tajonar
Es innegable que el marxismo forma parte de la historia intelectual europea y por tanto debe ser estudiado y conocido, como innegable es también que en las obras de Marx se encuentran observaciones y análisis de la historia muy importantes. Sin embargo, el marxismo realizó predicciones fantásticas del futuro glorioso del comunismo en el mundo. Predijo el advenimiento de una nueva humanidad liberada, con el tono de las fantasías milenaristas. Enseñó también que el pasado debía interpretarse a la luz de ese futuro glorioso. Todo eso no pasó de ser una mera fantasía. Si consideramos las ideas principales del marxismo, ninguna de ellas es creíble. La teoría marxista del colapso del capitalismo como resultado de la tendencia descendente del libre comercio sencillamente es errónea. La idea de que el capitalismo había perdido su capacidad para promover el progreso técnico es exactamente lo contrario de lo que nos ha demostrado la experiencia. La revolución proletaria pronosticada por Marx nunca ha ocurrido y es improbable que ocurra.
El pensador polaco sostenía que el comunismo soviético “era una versión bastarda del ideal socialista”, sustentado en un gobierno despótico y legitimado por la ideología marxista-leninista-estalinista, que logró monopolizar la tradición socialista. ¿Sigue vigente el ideal socialista?
Por supuesto. Antes de la primera guerra mundial, el movimiento socialista fue el principal defensor de las instituciones y los valores democráticos, de la equidad legal, de la libertad cívica y del Estado de bienestar —instituciones sin las cuales sería inimaginable el Estado moderno. El movimiento socialdemócrata sigue vigente.
Kolakowski nos previno contra los excesos de la política: la ideología, la idolatría y la irracionalidad. Su pensamiento crítico ofrece el principal antídoto contra ellas, como lo muestran sus reflexiones acerca del fenómeno ideológico, reunidas en la colección de ensayos titulada La modernidad siempre a prueba, (Editorial Vuelta, 1990).
Kolakowski pensaba que las ideologías políticas tienen algunas similitudes con la fe religiosa: ambas están basadas en la creencia en dogmas que contienen verdades absolutas y, por tanto, son imposibles de rebatir para quien las profesa. “Lo que comparten los sistemas de creencias ideológicas y religiosas es que ambos pretenden imponer un significado a priori a todos los aspectos de la vida humana y que ambos están construidos de tal suerte que ningún hecho concebible —no digamos real— pudiera refutar la doctrina establecida.” (“Por qué siempre tiene razón una ideología”, p. 307) Es decir: las ideologías son inmunes a la evidencia de la realidad: si los hechos contradicen los postulados de la ideología, peor para los hechos.
Trátese de masas o de intelectuales, quienes sucumben ante una ideología lo hacen por la combinación de instinto gregario y pereza mental. “El atractivo intelectual de una ideología de pretensiones universales reside precisamente en ser tan fácil. Una vez aprendida, lo cual siempre se consigue en un dos por tres y sin esfuerzo, todo adquiere sentido y uno se convierte en el feliz poseedor de una llave que abre todos los secretos del mundo.” (p. 309).
El mapa ideológico del mundo se ha transformado durante las últimas dos décadas: la fusión de religión e ideología tiene su manifestación extrema en el terrorismo islámico, la original mezcla de comunismo y capitalismo en China refuta los paradigmas conceptuales acerca de la incompatibilidad de esos dos sistemas, y la ideología económica del libre mercado también se ha fracturado.
Las ideologías se han debilitado, pero conservan su esencia: ser instrumento y máscara de demagogos, así como alimento de soñadores. El pensamiento de Kolakowski nos enseña a no confundir ideas e ideales con dogmatismo político.
Fuente
- 2009-07-29•Acentos
Es innegable que el marxismo forma parte de la historia intelectual europea y por tanto debe ser estudiado y conocido, como innegable es también que en las obras de Marx se encuentran observaciones y análisis de la historia muy importantes. Sin embargo, el marxismo realizó predicciones fantásticas del futuro glorioso del comunismo en el mundo. Predijo el advenimiento de una nueva humanidad liberada, con el tono de las fantasías milenaristas. Enseñó también que el pasado debía interpretarse a la luz de ese futuro glorioso. Todo eso no pasó de ser una mera fantasía. Si consideramos las ideas principales del marxismo, ninguna de ellas es creíble. La teoría marxista del colapso del capitalismo como resultado de la tendencia descendente del libre comercio sencillamente es errónea. La idea de que el capitalismo había perdido su capacidad para promover el progreso técnico es exactamente lo contrario de lo que nos ha demostrado la experiencia. La revolución proletaria pronosticada por Marx nunca ha ocurrido y es improbable que ocurra.
El pensador polaco sostenía que el comunismo soviético “era una versión bastarda del ideal socialista”, sustentado en un gobierno despótico y legitimado por la ideología marxista-leninista-estalinista, que logró monopolizar la tradición socialista. ¿Sigue vigente el ideal socialista?
Por supuesto. Antes de la primera guerra mundial, el movimiento socialista fue el principal defensor de las instituciones y los valores democráticos, de la equidad legal, de la libertad cívica y del Estado de bienestar —instituciones sin las cuales sería inimaginable el Estado moderno. El movimiento socialdemócrata sigue vigente.
Kolakowski nos previno contra los excesos de la política: la ideología, la idolatría y la irracionalidad. Su pensamiento crítico ofrece el principal antídoto contra ellas, como lo muestran sus reflexiones acerca del fenómeno ideológico, reunidas en la colección de ensayos titulada La modernidad siempre a prueba, (Editorial Vuelta, 1990).
Kolakowski pensaba que las ideologías políticas tienen algunas similitudes con la fe religiosa: ambas están basadas en la creencia en dogmas que contienen verdades absolutas y, por tanto, son imposibles de rebatir para quien las profesa. “Lo que comparten los sistemas de creencias ideológicas y religiosas es que ambos pretenden imponer un significado a priori a todos los aspectos de la vida humana y que ambos están construidos de tal suerte que ningún hecho concebible —no digamos real— pudiera refutar la doctrina establecida.” (“Por qué siempre tiene razón una ideología”, p. 307) Es decir: las ideologías son inmunes a la evidencia de la realidad: si los hechos contradicen los postulados de la ideología, peor para los hechos.
Trátese de masas o de intelectuales, quienes sucumben ante una ideología lo hacen por la combinación de instinto gregario y pereza mental. “El atractivo intelectual de una ideología de pretensiones universales reside precisamente en ser tan fácil. Una vez aprendida, lo cual siempre se consigue en un dos por tres y sin esfuerzo, todo adquiere sentido y uno se convierte en el feliz poseedor de una llave que abre todos los secretos del mundo.” (p. 309).
El mapa ideológico del mundo se ha transformado durante las últimas dos décadas: la fusión de religión e ideología tiene su manifestación extrema en el terrorismo islámico, la original mezcla de comunismo y capitalismo en China refuta los paradigmas conceptuales acerca de la incompatibilidad de esos dos sistemas, y la ideología económica del libre mercado también se ha fracturado.
Las ideologías se han debilitado, pero conservan su esencia: ser instrumento y máscara de demagogos, así como alimento de soñadores. El pensamiento de Kolakowski nos enseña a no confundir ideas e ideales con dogmatismo político.
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