frafraa
Bovino maduro
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Es necesario que los franceses revisen sus políticas de jubilación o estarán en riesgo de un colapso; sin embargo, del éxito de la protesta dependen las sociedades del mundo.
Una de las batallas más suculentas para los morbosos políticos es cualquiera en la que se enfrente un francés; ya sea contra el cambio climático, una selección de futbol protestando o, mejor aún, contra su propio gobierno.
Los sindicatos y estudiantes, dos de los sectores más activos en la vida pública, le han declarado la guerra al presidente Nicolás Sarkozy.
¿La razón (bueno, la causa)? La ley que pretende reformar el sistema de pensiones y elevar la edad de jubilación en 2 años y que fue aprobada por el congreso el viernes pasado; el gobierno calcula un ahorro de 70 mil millones de euros a partir de 2018.
León Krauze, en Milenio, señala que esta reforma es dolorosa pero necesaria. Sin duda es, por lo menos, lo primero. La huelga general ha paralizado las principales ciudades gracias a la renuencia de muchas refinerías de petróleo a seguir trabajando; la escasez de combustible ha obligado al Estado a recurrir a las reservas, que durarán apenas unos 8 ó 9 días.
El efecto de esta lucha entre el gobierno y los sindicatos será fatal.
Si la protesta hace mella y la ley de jubilación se echa para atrás podría causar un daño terrible a la economía gala, la cual necesita revisar sus políticas de jubilación: hay menos nacimientos y los adultos viven cada vez más años, por lo que a los jóvenes trabajadores (los estudiantes inconformes ahora pronto formarán parte de este grupo) tendrán serias dificultades para pagar las pensiones. Muchos países de la Unión Europea comparten este problema con Japón, que puede volver insostenibles sus planes de jubilación.
Si la protesta fracasa, por otro lado, el impacto romántico podría ser devastador. Francia es el pináculo de la reivindicación humana. Han construido su imagen de sociedad progresista y siempre inconforme desde su revolución hasta el mayo del 68, que contagió a la juventud de muchos lares; Praga incluido, Buenos Aires incluido, México también.
Da la impresión de que la sociedad francesa se ha movido como le ha venido en gana y hasta ahora le ha ido bastante bien. Si los sindicatos y los estudiantes fracasan en su exigencia, los gobiernos de los estados habrán ganado moralmente: es posible vencer a una sociedad. Entonces dejarán de escuchar nuestros reclamos. Entonces se volverán como México.
Hace tan solo unas horas le hacía la misma pregunta a una mujer: “¿Crees que viene una Francia ultraderechista?”. El odio que apareció súbitamente en su rostro me recordó el que había en el de Zidane justo antes de soltar el cabezazo a Materazzi que redefinió su carrera.
Le pedí que pensara la razón de su enojo. Anne Applebaum lo dice claramente, en un artículo del Washington Post. El estereotipo del francés es alguien que lucha por sus derechos (importa poco si son legítimos o no).
Soy pesimista. La sociedad francesa lleva record de invicta desde 1789, y alguna vez, como le ocurrió a la selección española, tendrá que perder contra un rival que se antojaba difícil, pero no tanto.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN filos.mx por Fra Salazar @frasalazar

Una de las batallas más suculentas para los morbosos políticos es cualquiera en la que se enfrente un francés; ya sea contra el cambio climático, una selección de futbol protestando o, mejor aún, contra su propio gobierno.
Los sindicatos y estudiantes, dos de los sectores más activos en la vida pública, le han declarado la guerra al presidente Nicolás Sarkozy.
¿La razón (bueno, la causa)? La ley que pretende reformar el sistema de pensiones y elevar la edad de jubilación en 2 años y que fue aprobada por el congreso el viernes pasado; el gobierno calcula un ahorro de 70 mil millones de euros a partir de 2018.
León Krauze, en Milenio, señala que esta reforma es dolorosa pero necesaria. Sin duda es, por lo menos, lo primero. La huelga general ha paralizado las principales ciudades gracias a la renuencia de muchas refinerías de petróleo a seguir trabajando; la escasez de combustible ha obligado al Estado a recurrir a las reservas, que durarán apenas unos 8 ó 9 días.
El efecto de esta lucha entre el gobierno y los sindicatos será fatal.
Si la protesta hace mella y la ley de jubilación se echa para atrás podría causar un daño terrible a la economía gala, la cual necesita revisar sus políticas de jubilación: hay menos nacimientos y los adultos viven cada vez más años, por lo que a los jóvenes trabajadores (los estudiantes inconformes ahora pronto formarán parte de este grupo) tendrán serias dificultades para pagar las pensiones. Muchos países de la Unión Europea comparten este problema con Japón, que puede volver insostenibles sus planes de jubilación.
Si la protesta fracasa, por otro lado, el impacto romántico podría ser devastador. Francia es el pináculo de la reivindicación humana. Han construido su imagen de sociedad progresista y siempre inconforme desde su revolución hasta el mayo del 68, que contagió a la juventud de muchos lares; Praga incluido, Buenos Aires incluido, México también.
Da la impresión de que la sociedad francesa se ha movido como le ha venido en gana y hasta ahora le ha ido bastante bien. Si los sindicatos y los estudiantes fracasan en su exigencia, los gobiernos de los estados habrán ganado moralmente: es posible vencer a una sociedad. Entonces dejarán de escuchar nuestros reclamos. Entonces se volverán como México.
Hace tan solo unas horas le hacía la misma pregunta a una mujer: “¿Crees que viene una Francia ultraderechista?”. El odio que apareció súbitamente en su rostro me recordó el que había en el de Zidane justo antes de soltar el cabezazo a Materazzi que redefinió su carrera.
Le pedí que pensara la razón de su enojo. Anne Applebaum lo dice claramente, en un artículo del Washington Post. El estereotipo del francés es alguien que lucha por sus derechos (importa poco si son legítimos o no).
Soy pesimista. La sociedad francesa lleva record de invicta desde 1789, y alguna vez, como le ocurrió a la selección española, tendrá que perder contra un rival que se antojaba difícil, pero no tanto.
PUBLICADO ORIGINALMENTE EN filos.mx por Fra Salazar @frasalazar