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Bovino de la familia
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Álvaro Cueva
17/06/2018
Estamos en la recta final de las campañas y después de haber analizado más spots que nadie en mi blog “Surtido rico” de milenio.com, me gustaría ir cerrando el tema de la comunicación política.
¿Quién lo hizo mejor? ¿Quién lo hizo peor? ¿Por qué?
Los que mejor manejaron su comunicación durante este periodo fueron los señores de Morena, tanto en el posicionamiento de Andrés Manuel López Obrador como en el de otros candidatos, como Claudia Sheinbaum.
¿En qué me baso para decirle esto? En que jamás perdieron ni el estilo ni el discurso, en que fueron constantes, claros, directos y, cuando se enfrentaron a conflictos, los supieron corregir.
Si usted analiza los primeros mensajes de López Obrador y los compara con los más recientes, ¿qué nota?
Que siempre insistieron en los mismos puntos, que nunca cambiaron de tono, que todo el tiempo dijeron lo que tenían que decir.
¿Qué significa esto? Que el señor López Obrador siempre tuvo claro lo que quería, que no cayó en provocaciones, que no dudó.
Esto se traduce en confianza, en solidez, en congruencia. Es algo que le manda un mensaje de estabilidad al pueblo de México.
Ojo: estoy hablando de los spots de Morena, porque los de los otros partidos que apoyan a don Andrés Manuel utilizan otras estrategias que ojalá algún día le pueda exponer, pero de que esto fue un éxito en términos de comunicación, lo fue.
¿Y los conflictos? ¿A qué me refiero cuando le hablo de que esta gente supo resolver conflictos?
A que tuvieron la humildad para corregir. Cuando arrancó el posicionamiento de Claudia Sheinbaum, por ejemplo, la dibujaron como una mujer muy fría, científica.
Pero fueron profesionales, supieron escuchar las críticas, modificaron el tono y no solo convirtieron a Claudia en una mujer cálida y humana, la transformaron en un personaje redondo, completo, la catapultaron hacia una posición privilegiada.
Es muy interesante lo que sucedió aquí como lo que sucedió con Ricardo Anaya.
Me da mucha pena pero sus asesores hicieron un trabajo pésimo. Nadie manejó peor el tema de los <i>spots</i> que él.
Como que nunca le dieron importancia, como que jamás les interesó. El caso es que hicieron de don Ricardo un monstruo como personaje mediático.
Dice el Diccionario de la Real Academia Española que un monstruo es un ser que presenta anomalías o desviaciones notables respecto a su especie.
Ricardo Anaya, en términos de comunicación, es eso, un monstruo, una entidad que en lugar de salir en sus primeros <i>spots</i>, le soltó las cámaras y micrófonos a sus “amigos”.
Luego fue el chavo banda, el chico buena onda, el que humillaba a Yuawi poniéndolo a bailar en el monte.
De ahí pasó a la guerra contra López Obrador, a los anuncios con letras chiquitas que afirmaban que El Peje era la reencarnación de Hugo Chávez.
Posteriormente se volvió poeta. A las pocas semanas, ya no. Un poco después, futbolero, pacifista. Y ahora su tema vuelve a ser AMLO.
Por donde quiera que se analice, su comunicación está mal, constantemente cambia de discurso y de estilo hasta pintarlo como una figura inestable, insegura, contradictoria.
Si hubiera manejado diferente sus spots desde el principio hoy ocuparía otra posición en las encuestas. ¿O usted qué opina?
[Nota: Álvaro Cueva es un tipo especialista en publicidad]
Fuente
Exactamente lo mismo en que he insistido: los publicistas del Peje supieron, mejor que los de los otros, venderlo bien. Desde hace mucho tiempo que todo es simplemente producto de la PU-BLI-CI-DAD. Los ejemplos abundan en la actualidad: Trump, Kim Jong-un, Macron, Brexit, Duque, Peje...