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OK EL TERCERO Y FALTA UNO MAS
Relato del encuentro perdido entre Marina y Mario... Penultimo capitulo.http://www.ba-k.com/imprimir/70024/http://www.ba-k.com/#enviar
El encuentro (Conquistando a mi tia 3)
kiosquero
La verdad que me preocupaba la opinión de Susana sobre mi cita con su sobrino... Me tranquilizó mucho que, aún advirtiéndome de que tuviera cuidado, me deseara suerte en mi "caza". Mario me ponía muchísimo, era un capricho que me tenía obsesionada; es un chico de los que le gusta aparentar más de lo que son, seguro que estaba acostumbrado a estar con chicas de su edad a las que dejaría asombradas con su "capacidad" sexual. Fuerte, musculoso, de pelo rapado, buen culo. Todo un yogurin que iba para mi casa, para entregarse a mí.
Llegué a mi casa a prepararme para estar lista para su visita; me quité la ropa y me metí en la ducha; me puse una falda muy corta de estar en casa, y después de pensármelo poco, decidí quitarme el tanga que me había probado y quedarme sin ropa interior. Una camiseta de tirantes sin sujetador que al rozar mis pezones los hacía marcar en el nylon. Me perfumé adecuadamente y puse una botella de vino para enfriar.
Llaman al timbre. Es él. Mario estaba en mi puerta. Como un cordero que se mete en la cueva de la loba pensé. Le abría la puerta notando su sonrisa soberbia mientras sus ojos escrutaban mi cuerpo pareciendo follarme con ellos antes de entrar en la casa.
¿Que diría Susana si me viera con la polla de su sobrino querido a escasos centímetros de mi cara...? Seguí lamiendo el tronco de su polla que, aunque me pareciera imposible seguía poniéndose cada vez más dura y mas gruesa y ya me costaba trabajo abarcarla con mi mano. La metí en mi boca saboreando el liquido preseminal; como un caramelo, llenándola de saliva y escurriéndola hasta el fondo de mi garganta. Bufff, me costaba trabajo, al tener que abrir las comisuras de mis labios hasta el tope, pero no iba aquedar mal delante de este crío, yo que me consideraba una de las mejores felatrices de toda mi época universitaria. Mamé ruidosamente, tratando de abarcar ese rabo que estaba mojando mi coñito solo de sentirla en mi boca. Mario jadeaba y suspiraba pero no decía nada, con los ojos entrecerrados sintiendo como, seguramente la mujer mas experta que había tenido.
Poco a poco fue moviendo su mano, acompañando mi cabeza en el sube y baja sobre su polla, marcándome el ritmo para alcanzar su placer. Descubrí que me gustaba la sensación de que un chico joven tomará el control de la situación. Su otra mano fue acariciando mi espalda, desde mi cuello hasta mi trasero. Lo cogió con fuerza, subiendo la falda y descubriendo que no llevaba ropa interior.
Antes de marcharse, me pidió permiso para poder darse una ducha. Mientras estaba en la ducha y yo descansaba en el sofá, pues no podía ni mantenerme en pie, sonó un mensaje en su móvil, que estaba encima de la mesa... El remitente "Tita Susi". La curiosidad me pudo y lo cogí:
Tenemos que hablar... ¿te quedas esta noche a dormir conmigo, amor?. Necesito que me folles
Joder con la mosquita muerta de Susana, pensé. Y conmigo haciéndose la remilgada y está encoñada de su sobrino. En esas estaba que no noté llegar a Mario.
Guardó silencio, sin borrar esa sonrisa de su cara; se acercó al sofá y se sentó, de nuevo, a mi lado, tocando mis muslos los cuales, como un resorte, abrí. Buscó mi coño con su mano y empezó a masturbarme.
Yo no contestaba con palabras, pues lo miraba excitadísima... Simplemente asentí. Él comenzó a bajar, sentándose en el suelo y colocándose entre mis piernas echo su cálido aliento en mi coñito, haciéndome estremecer.
Llegué a mi casa a prepararme para estar lista para su visita; me quité la ropa y me metí en la ducha; me puse una falda muy corta de estar en casa, y después de pensármelo poco, decidí quitarme el tanga que me había probado y quedarme sin ropa interior. Una camiseta de tirantes sin sujetador que al rozar mis pezones los hacía marcar en el nylon. Me perfumé adecuadamente y puse una botella de vino para enfriar.
Llaman al timbre. Es él. Mario estaba en mi puerta. Como un cordero que se mete en la cueva de la loba pensé. Le abría la puerta notando su sonrisa soberbia mientras sus ojos escrutaban mi cuerpo pareciendo follarme con ellos antes de entrar en la casa.
- Hola, guapo, ya era hora de que te atrevieras a visitarme...- le espeté, devolviéndole la sonrisa.- Ya creí que me tenias miedo.
- No, Marina, no tenía miedo... Lamento haber faltado ayer, pero tenía una promesa pendiente que no quería defraudar.-me dijo con un tono de voz meloso, a la vez que entraba en el recibidor y cerraba la puerta con un talón sin desviar la mirada de mis tetas y de mis ojos.
- Vaya, vaya... Así que eres un chico que cumple con lo que promete, ¿eh?. Tendré que sacarte alguna promesa, para que no me rehuyas.
- Gracias, Marina- me sonrió dando un sorbo al vino rosado sin dejar de mirar mi cuerpo.
- De nada, guapo, había que celebrar tenerte aquí.- le contesté mientras mi mano empezó a sobar su paquete directamente, como había dicho no quería perder el tiempo y quería demostrar que yo llevaba la iniciativa.
¿Que diría Susana si me viera con la polla de su sobrino querido a escasos centímetros de mi cara...? Seguí lamiendo el tronco de su polla que, aunque me pareciera imposible seguía poniéndose cada vez más dura y mas gruesa y ya me costaba trabajo abarcarla con mi mano. La metí en mi boca saboreando el liquido preseminal; como un caramelo, llenándola de saliva y escurriéndola hasta el fondo de mi garganta. Bufff, me costaba trabajo, al tener que abrir las comisuras de mis labios hasta el tope, pero no iba aquedar mal delante de este crío, yo que me consideraba una de las mejores felatrices de toda mi época universitaria. Mamé ruidosamente, tratando de abarcar ese rabo que estaba mojando mi coñito solo de sentirla en mi boca. Mario jadeaba y suspiraba pero no decía nada, con los ojos entrecerrados sintiendo como, seguramente la mujer mas experta que había tenido.
Poco a poco fue moviendo su mano, acompañando mi cabeza en el sube y baja sobre su polla, marcándome el ritmo para alcanzar su placer. Descubrí que me gustaba la sensación de que un chico joven tomará el control de la situación. Su otra mano fue acariciando mi espalda, desde mi cuello hasta mi trasero. Lo cogió con fuerza, subiendo la falda y descubriendo que no llevaba ropa interior.
- Ummm, Marina, no llevas nada debajo... Y quien bien la chupas, puta... Ahh, ¿te gusta comer pollas?- me decía entre suspiros; sus palabras groseras me estaban poniendo a mil, este hijo de puta estaba sacándome de mis casillas.
- Jodeeeer, cabróooon...- tuve que gritar sacándome la polla de mi boca para coger aire ante el primer amago de orgasmo que me venía.- ¿Quien te ha enseñado a comerlo así...? Dioooooos...
- Ahhhhhhhhh, jodeeeer, Mario que pollaaaaaa...- grité para después morder el cojín que tenía delante mía, al ver como echando todo el peso sobre mi culo, la metía hasta hacer tope con sus huevazos.
- Toma. Zorra. ¿Tenías ganas de que te follará?- exclamaba mario, pareciendo un tío totalmente desconocido al amable chico que nos acompañaba al gym por las mañanas.
- Siiii, follame, desgraciado.... dame duro, ¿eso es todo lo que sabes hacer?... lo picaba yo, tratando de no aparentar ser la victima de una atraccion.
- Que bien me follas... Eres un cabronazo... No sabe tu tía lo que se pierde!!!...- le picaba, lo que parecía hacer efecto, porque sus fuerzas se redoblaron al escucharme nombrar a Susana.
- Me corrooo, Marinaaaa...- me anunció Mario entre gritos; y dándome la vuelta con una facilidad pasmosa, como una muñeca, me acercó la polla a la cara, donde empezó a correrse a potentes latigazos.
- Joder, nene, como me has puesto, jaja- le sonreí con la cara llena de leche a la vez que recogía algunos restos con el dedo y los llevaba a mi boca.
- Dicen que es bueno para el cutis- me contestó en tono sarcástico.
- Venías cargadito, ¿eh?... Bufff después de esto vas a necesitar una semana de reposo,.
- Ah, ya te has cansado, creí que una mujer como tú me aguantaría más.- me picó, mientras sorprendida venía como su polla se estaba poniendo dura pegada a mi culo.
Antes de marcharse, me pidió permiso para poder darse una ducha. Mientras estaba en la ducha y yo descansaba en el sofá, pues no podía ni mantenerme en pie, sonó un mensaje en su móvil, que estaba encima de la mesa... El remitente "Tita Susi". La curiosidad me pudo y lo cogí:
Tenemos que hablar... ¿te quedas esta noche a dormir conmigo, amor?. Necesito que me folles
Joder con la mosquita muerta de Susana, pensé. Y conmigo haciéndose la remilgada y está encoñada de su sobrino. En esas estaba que no noté llegar a Mario.
- ¿Que haces con mi móvil, Marina?- me dijo, desnudo y secándose la cabeza con una toalla. No parecía enfadado, ni molesto por el hecho, así que contesté con toda naturalidad.
- Has recibido un mensaje de tu tía y lo he abierto creyendo que estaba preocupada por ti.- dije aparentando inocencia.
- ¿Ah si? ¿Y que dice?- me dijo sonriendo, sabiendo que el contenido de ese mensaje podía ser una bomba.
- Dice que necesita que la folles esta noche.- le solté... Sin paliativos. A ver su reacción. Pero, el muy cabrón, no cambió un ápice la expresión de su rostro.
Guardó silencio, sin borrar esa sonrisa de su cara; se acercó al sofá y se sentó, de nuevo, a mi lado, tocando mis muslos los cuales, como un resorte, abrí. Buscó mi coño con su mano y empezó a masturbarme.
- Estas mojada, cariño... ¿Te ha excitado saber que me follo a mi tía?- me susurraba mientras, sin parar de pajearme, me daba besos en la boca.- ¿te gusta fantasear?
Yo no contestaba con palabras, pues lo miraba excitadísima... Simplemente asentí. Él comenzó a bajar, sentándose en el suelo y colocándose entre mis piernas echo su cálido aliento en mi coñito, haciéndome estremecer.
- Cierra los ojos, cariño. Porque confías en mí, ¿verdad?- me seguía susurrando, a lo que yo con los ojos ya cerrados le asentí.- Pues muy bien, imagina que es mi tía la que te está haciendo esto.