Víctor Herrera Govea: El doloroso anarquismo juvenil.


Por Lusifer (Zapateando impreso de agosto)

Víctor duele, duele duro, duele y lastima a los dueños del poder.
Por eso lo tienen encerrado en la cárcel desde Octubre del año
pasado. Esto nos duele y nos duele también como al poder. Sólo que
son diferentes dolores. Uno, es el dolor de tener a un compañero
preso, guardado para que ese dolor que le hace sentir al poder se
esparza entre la mierda de los barrotes, de los custodios, de los
ministerios públicos y de los jueces, de la corrupción y de la
impunidad. Es el natural ambiente de los poderosos; de eso viven y
para eso les pagan. Otro, es el dolor que nos provoca a quienes
vivimos para resistir y contravenir la pestilencia de aquello. Y
como muestra de esto, en la anterior marcha conmemorativa del 2 de
Octubre de 68, el gobierno encontró magnífica oportunidad para
montar actos de provocadores a sueldo del Gobierno del Distrito
Federal y emboscar a un contingente en el que iba Víctor. „¿Quieres
seguir apareciendo en las encuestas? Entonces ejerce la fuerza que
te da la ley, no importa si es para violentar derechos humanos; arma
un altercado con tintes delincuenciales y sanciona conforme a
derecho‰, fue el seguro razonamiento que animó a Ebrard. „Ah! y
lleva a la tv para que grave todo y se complete el show‰. Así fue y
así se hizo conforme los cánones de la razón indolente de los
poderosos (Boaventura Sousa). A ellos siempre les duele el
pensamiento, las palabras, ciertas formas de vestir y de actuar. Es
el olor a pobre que estropea sus finos perfumes y su estilo bien.
La banda anarquista representa la cúspide de los sinsabores
clasemedieros. No son chavxs que están esperando que sus papás les
hereden su plaza de maestros de la SEC; no anhelan tener su
blackberry ni hablar de autos nuevos, futbol, moda o telenovelas;
no aspiran a sentarse en un escritorio del Municipio todas las
mañanas de lunes a viernes; tampoco están buscando ser becados por
el gobernador en turno y salir en la sección de sociales y menos
querrían vender una de sus obras a una señora encopetada que ni puta
idea tiene de lo que es el arte. Ellos construyen con su vida un
país, una sociedad y un mundo diferentes desde La Otra. Por eso
duele que Víctor sea una víctima más de un estado de derecho que
desde antes del 68 inventa delitos, delincuentes, pruebas, testigos,
prisiones, metodologías de reinserción social, representantes
sociales, psicólogos criminales, códigos, etc. con tal de apresar
legalmente a personas como nuestro compañero Víctor. Casi 50 años
después del 68 las palabras de Gramsci, quien definía la crisis del
capitalismo como el momento en el que lo viejo no muere y lo nuevo
no puede nacer, continúan vigentes. Sin embargo, nosotros, con
Víctor, la banda anarquista y demás personal de La Otra, le
expresamos al filósofo italiano que hay ciertas excepciones y de ahí
partimos para exigir su inmediata liberación, la cancelación de los
procesos judiciales que obran en su contra y la reparación del daño,
si es que dentro de la simulación que sustenta el trabajo de los
poderosos, hay excepciones a su mísera razón indolente.

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