Esta es una leyenda por la que me enteré ya hace varios años por la Radio y TV local.

Aquí en Monterrey son muy famosos los rodeos, así que cuentan que una noche, el lugar muy de moda en ese entonces conocido como el Corral Western Club, estaba lleno de gente que iba vestida de acuerdo al tipo de música que se escucha ahí: botas, sombrero, pantalones ajustados etc. Las personas estaban bailando y bebiendo cuando entró un chavo, de esos tipos parecidos que de inmediato atrajo la atención de muchas mujeres.

El hombre comenzó a bailar y ser el centro de atención del lugar. Según gente que lo vio bailaba muy bien, hasta con dos mujeres a la vez, y así estuvo casi toda la noche; y una de las atracciones de este rodeo es que cuenta con un Toro mecánico, en el cual te subes y tratas de mantenerte el mayor tiempo posible dentro de él.

Por petición de sus acompañantes el hombre va y se sube. Este toro, el cual cada vez va más rápido, no podía tumbar al hombre. La gente se comenzó a sorprender ya que el toro iba a una velocidad considerable para tumbar a cualquiera. En cierto momento una de las botas del hombre voló y cuál fue la sorpresa de la multitud al ver que en lugar de tener un pie normal era una pata de animal, parecida al cerdo.

La sorpresa de la gente se convitió en gritos y miedo, se oyeron gritos en todo el lugar de que el diablo estaba ahí. Todo fue pánico, gente corriendo, gritando y tratando de salir del lugar. Cuentan que el diablo comenzó a golpear gente, algunos dicen que aquel hombre desde que su bota salio volando su rostro cambio y que carecia de ojos y que sólo se veía una gran oscuridad y de vacio en ellos muy témia y lugubre, como insinuando su autoridad; algunos otros empezaron a correr y hasta que lo vieron desaparecer.

Este suceso sonó un tiempo en la radio y en televisión de esta ciudad, hubo supuestas entrevistas con gente que vio a este personaje y yo escuché en la radio una supuesta entrevista con una de las jóvenes que bailó, aún sin poder hablar e impactada por lo sucedido. Pero al parecer no sólo aquí en Monterrey ha sucedido, sino también en otros lugares.